91. ¡NO ES SU HIJO!

2808 Words
He pasado muchos sustos a lo largo de mi vida, pero pocas veces he sentido que la misma me ha querido arrancar el corazón despiadadamente siendo este momento uno de ellos, pues eso era justo lo que sentía al ver el profundo odio con el cual me veía Madison, no sabía qué nos haría, pero la creo capaz de asesinarme aquí mismo y llevarse a Benji para terminar de hacer lo que no hizo hace un año. —¿Qué estás haciendo aquí Madison? —repetí lo más firme posible. —Vine por lo que me pertenece, tú y Oz son unos infelices que arruinaron mi vida por completo. —¿Lo que te pertenece? ¿Te recuerdo todas las atrocidades que nos hiciste o prefieres contarme todas las que te callaste y hacías cuando nadie estaba a tu lado? —¡Cállate! No permitiré que la golfa de Oz me venga a reclamar nada. Juro que si no tuviera a Benji en mis brazos ya me habría ido contra ella, pero él está primero para mí y es su vida la que más me importa. —Cuida tus palabras Madison que yo no soy la misma de hace un año y estoy dispuesta a proteger a mi familia. —¿Tu familia? ¡Ja! No me hagas reír, ustedes son unos malditos y me pegarán todo lo que me hicieron. Dicen que ante una fuerte amenaza el mundo parece ralentizarse, así como también dicen que una madre saca las garras con tal de proteger a sus cachorros y es justo lo que hice al ver que Madison se vino contra nosotros, parecía una loca gritando a todo pulmón que le devolviera a su hijo, forcejeó conmigo intentando arrebatarme a Benji quien comenzó a llorar temblando horrores, con una mano lo sostenía con todas mis fuerzas y con la otra alejaba a Madison de nosotros como podía. —¡Devuélvemelo maldita negra! ¡él no es tuyo! Las cosas se calentaron mucho más, los gritos por parte de ambas eran muy fuertes, refugiaba a Benji en mi pecho ganándome varios golpes y arañazos de ella, temía que lo lastimara más de lo que ya había hecho, que me golpease era lo de menos, pero no quería más sufrimiento para él del que ya le había provocado. De pronto escucho un auto pasar, los gritos de un hombre y una mujer se hacen presentes y es cuando diviso a dos policías que logran contener a Madison, el llanto de Benji es fuerte, tiembla demasiado y está muy aferrado a mí llegando a lastimarme un poco la piel a través de la tela, pero eso era lo que menos me importaba. —¿¡Qué está pasando aquí!? —pregunta el oficial quien nos mira mal, especialmente a mí. —¡Ella me quitó a mi hijo! ¡Devuélveme a mi hijo! —gritó Madison con fingido sufrimiento. —¿Es eso cierto? —pregunta el oficial quien evidentemente parece creerle. —Por favor ayúdeme, ella y el infeliz del padre de mi hijo me lo arrebataron, llevo un año sin verlo y lo único que quiero es estar con mi bebé. —¡No es verdad! ¡NO ES SU HIJO! Mi corazón golpeaba mi pecho con fuerza y mis brazos aferraron más a Benji a mi cuerpo, pero en realidad era mayor mi deseo por arrancarle la lengua a esa mujer por lo que decía camuflada en tan buena actuación. —Devuélvale a su hijo inmediatamente —ordenó el oficial, mas la mujer que lo acompañaba me miraba con duda, no se veía del todo convencida. —Suéltela oficial Adams. —la mujer obedeció manteniéndose atenta a todo. —Dame a mi hijo, ladrona. Madison regresa a mí tratando de controlarse, pero retrocedo unos pasos. —No te atrevas a acercarte Madison que no respondo, no me importa si tienes veinte policías detrás de ti, jamás dejaré que tomes a Benji. —¡Dámelo! —Entréguelo o tendré que arrestarla. Era evidente que ese policía no me protegería, pero en un muy rápido vistazo que le di, logré ver un tatuaje que intentaba camuflar entre sus prendas, uno que me hizo temer y a su vez perder la concentración en la situación, él era un seguidor del nazismo y yo era una amenaza que debía ser exterminada, una ladrona de bebés blancos, la basura que él desecharía a como dé lugar camuflado en su autoridad policial. Esos segundos me costaron una mala pasada siendo aprovechados por Madison, quien se abalanza rápidamente contra mí logrando tomar a Benji de su abdomen y ambas comenzamos un forcejeo que helaba mi sangre al temer por la vida de él. —¡Devuélveme a mi hijo! —¡No es tu hijo! —¡Suéltela! Interviene la oficial esta vez contra Madison, no sé si por mí o por Benji, pero ella es la única esperanza que tengo. —¡Quítese, es mi hijo! Madison empuja a la mujer alejándola un poco y toma a Benji con más fuerza. —¡MAMÁ! ¿Es posible que dos segundos se conviertan en un minuto? La respuesta es sí, porque fue justo lo que pasó en cuanto escuché el desgarrador grito de Benji quien me miraba con el mayor terror del mundo al ser apartado de mi cuerpo, parecía que una fuerza lo arrancara de mis brazos obligándolo a desgarrar su garganta con una palabra, misma que me congeló a la vez que desprendió algo en mi alma que jamás sentí. Tomé con mayor rapidez el cuerpo de Benji atrayéndolo a mi pecho, él volvió a aferrar sus brazos en mi cuello y una increíble fuerza acompañada de un profundo odio y rencor que había guardado, emergió. Solo de recordar el diagnóstico de él, el de Madison a lo largo del embarazo, los hematomas que encontraron múltiples veces en su cuerpo y todos los que habrá ocultado, el sufrimiento que causó a mi familia y especialmente a Oz quien ha sufrido un calvario todo este año y medio, fue más que suficiente para empuñar mi mano derecha y plasmarla en su asquerosa cara alejándola de nosotros varios pasos atrás. Mi corazón iba a mil, mi respiración era errática y esta vez temblaba a la vez que me mantuve muy firme, pero no temblaba por miedo, temblaba por ira, por odio. La oficial auxilió a Madison al casi caer sobre ella, pero su compañero estaba dispuesto a irse sobre mí para arrestarme y arrebatarme a Benji de los brazos, aunque eso no impidió que mantuviese mi postura feroz sobre él. —Si se atreve a dar un paso más, gritaré. —¿Se atreve a amenazar a un oficial de policía? —escupió furioso. —Solo es un hombre refugiado en un uniforme intentando arrebatarme a mi niño de mis brazos aun cuando no es hijo de ella, en cambio yo sí tengo la autoridad legal sobre él al ser su tutora y si se atreve a tocarme a mí o a mi niño, haré que caiga todo el peso de la ley sobre usted. —¡Yo soy la ley! —¡Y yo conozco mis derechos y usted no tiene derecho a hacer lo que está a punto de hacer, así que usted decide! —grité con la misma furia que él. De reojo veía varias personas asomadas por las ventanas y en las puertas viendo todo el espectáculo que se había formado, pero yo no bajé la guardia en ningún momento, así tuviera que irme en contra de él, lo haría. —¡No permitiré que usted, ESA mujer ni nadie me arrebate a mi pequeño de los brazos! —Mamá —murmuró Benji en mi oído a entrecortada voz enterrando sus uñas en mí. —¡Olivia! Una mujer de la iglesia vino corriendo hacia nosotros, ella nos había acompañado en el parque y también tomaba esta ruta para ir a su casa, lo cual agradecí inmensamente pues su esposo trabajaba como jefe de policía y tomaría dicha ventaja si las cosas pasaban a mayores. —Sra. Cooper —solté esperanzada sin apartar mi vista de los presentes. —¿Qué pasa aquí? ¿qué es todo este escándalo? —Esa mujer quiere quitarme a Benji y los oficiales aquí presentes quieren permitirlo aun cuando les he dicho que tengo el poder legal sobre él —se notaba que el sujeto quería matarme rápidamente por mi insolencia. —No tiene pruebas de ello, pero nosotros sí al haber agredido a la madre del menor en nuestra presencia. —Y ten por seguro que te denunciaré por secuestro y violencia —amenaza Madison. —Cualquier mujer que sea madre de verdad lo haría con tal de proteger a sus hijos, pero alguien como tú no sabe qué es eso. —¡Ya basta todo el mundo! —intercedió la Sra. Cooper. —Oficial, lo que dice Olivia es verdad, ella es la tutora legal del menor y soy testigo de eso, ella junto a su familia llevan cuidando del niño desde su nacimiento. —¡No se meta en esto o tendré que arrestarla también por interceder contra la ley! —¿¡Ah sí!? —grave error imbécil. —Mi esposo es jefe de policía, Armand Cooper, un hombre condecorado que ha dado su vida por el bien de la comunidad y también conoce a la familia y el caso del infante, pero si tiene tantas ganas de arrestarnos, adelante, estaré complacida de informarle sobre usted. Ahora sé lo que siente Oz en estos casos, porque realmente no pude ocultar la sonrisa maquiavélicamente victoriosa que se trazaba en mi rostro al saber que tenía el verdadero poder de mi lado, una enorme ventaja que le agradeceré a mi abuelo por llevarnos tanto a la iglesia. —Señor, lo mejor será resolver esto en la jefatura, no podemos seguir dando un espectáculo de este calibre —intercede su compañera la cual se lleva una temeraria mirada asesina por parte de él. —¿Usted tiene pruebas sobre el poder legal que alega tener? —me pregunta la uniformada. —Sí, vivo cerca de aquí y si quiere puede acompañarme para buscarlo. —No creas que por tener eso te saldrás con la tuya maldita negra. Madison se escapa del lado de los oficiales viniendo nuevamente hacia mí, pero yo solo tenía un hambre atroz por derribarla. Al tenerla a un metro de distancia, mi cuerpo reaccionó por sí mismo impactando otro golpe en su nariz, haciéndola brotar una gran cantidad de sangre de esta, por suerte el golpe fue bastante fuerte alejándola de nosotros y llegando a chocar con el imbécil uniformado haciendo que este la tomara con fuerza del brazo —¡Si te atreves a irte otra vez contra mi hijo, te arrancaré los ojos y hasta el último maldito cabello lleno de tinte barato que tienes! —advertí por última vez, pues en la próxima intención de su parte estaba dispuesta a cumplir mi amenaza. Su cara cubierta por su mano intentando contener la hemorragia fueron toda una sorpresa cargada de más ira, pues sabía que ya no era la misma estúpida que humilló durante su embarazo. Ella siempre creía que por tener a Oz junto a mí, él me defendería de sus ofensas y yo me dejaría hacer y decir lo que le diera la gana en su ausencia, más, porque tenía a Benji dentro de ella, pero está muy equivocada, no necesito de Oz para defenderme a mí y a Benji, así como tampoco permitiré que vuelva a lastimarlo. —Señor, yo iré con ella para buscar el documento y asegurarme de que el menor se encuentre bien. —¡Olvídalo, no van a llevárselo! —gritó Madison. Ella intenta irse de nuevo contra nosotros, pero el idiota logra contenerla hasta esposarla, quizás la defendió en un comienzo, pero al verse acorralado y humillado por una mujer de color le dio fuerte a su ego. —No pierda de vista al niño y vayan cuanto antes a la jefatura para resolver este asunto. —Sí señor. Madison sigue gritando como loca en lo que es esposada y llevada al auto mientras la oficial me solicita llevarla a mi casa por la documentación, lo bueno es que la Sra. Cooper se mantuvo a mi lado todo el tiempo, pero ahora que por fin tenía a esa arrastrada lejos de nosotros, mi mayor interés era Benji quien seguía muy asustado por lo ocurrido. —¿Por qué no nos defendió desde el comienzo si dudaba de la situación? —pregunté a la oficial en lo que íbamos caminando. —Porque él es mi superior y recién comencé, así que no puedo ir por encima de él, pero tampoco podía permitir que se fueran sobre usted y más al tener un niño en brazos, sea su madre o no, la integridad del menor vale más que cualquier otra cosa. En ese momento vino un recuerdo de hace unos años cuando tuvimos un problema con la policía por una pelea que hubo, los chicos fueron arrestados e Isma y Oz alegaban ser inocentes, pero nadie les creía por la vestimenta que traían a comparación de sus contrapartes que se notaban, eran personas de dinero que causaban problemas. Aquel día aprendí varias lecciones importantes, pero una de ellas prevalecía en mi cabeza justo ahora. —Oficial —me detuve un momento mirando fijamente a la mujer. —en esta vida que escogió hay dos tipos de personas, los que desean hacer cumplir la ley aun cuando a veces deban quebrantarla por un bien mayor y aquellos que la violan para obtener el poder pasando por encima de quien sea. —¿A qué viene eso? —pregunta desconcertada. —No es fácil ser policía, pero solo tiene dos caminos para escoger y si escoge el primero, entonces le sugiero que haga su trabajo en el acto en vez de dudar tanto o las consecuencias podrían ser catastróficas. Creo que mi rostro lo dijo todo porque su semblante cambió por completo, más, al ver a Benji quien seguía llorando silencioso en mi cuello. Continuamos nuestro camino en total silencio y al ingresar a casa mi abuelo nos recibe muy preocupado al notar la presencia de la oficial, el estado de Benji y el que me acompañe la Sra. Cooper, quien mantiene su cara de revolver por toda la situación. —Livi ¿qué te pasó? ¿por qué estás herida? —pregunta con evidente preocupación examinando mi cuerpo. —Por favor abuelo, trae los papeles de la tutoría de Benji para que la oficial pueda leerlos, especialmente el mío y también da aviso al abogado en caso de necesitarlo. —Pero explícame qué pasó. —Madison volvió, pero la Sra. Cooper y la oficial te explicarán lo ocurrido, por ahora quiero ver si Benji está bien, por favor. Él asintió abrazándonos con mucho cuidado, nos dio un beso a cada uno y se quedó con ellas en lo que yo fui a la recámara de Oz. Dejé la pañalera a un lado e ingresé al baño un instante viendo el desastre que tenía en mi cabello por lo que me hizo Madison, también tenía marcas de sus uñas en varias partes de mi rostro, un poco de sangre por las mismas y algunas zonas dolían por los golpes, pero no se veía nada grave, quizás habría más en los brazos, pero tendría que examinarme después cuando vaya a la jefatura. —Benji, cariño —hablé suave intentando separarlo de mí, pero más se aferró. —mi amor mírame, no pasará nada malo, nadie te apartará de mí. Me senté en la mecedora moviéndolo un poco sin éxito alguno y tampoco quería hacer fuerza para no revivir el momento en que ella alcanzó a tomarlo. —Mírame mi niño, por favor. Él levanta su carita que me fractura el corazón, retiro la bufanda y lo acomodo en mis piernas para retirar su abrigo, por suerte se deja llevar sin dejar de sollozar, lo que me conmueve más. Reviso su cuerpo para asegurarme de que esté bien, pero al retirar su buso y el pantalón, encuentro unas pequeñas marcas en su cuello y barbilla, así como también quedó un poco enrojecido su estómago y pecho con los dedos de esa escoria. Tomé la manta que había a un lado, lo abrigué por completo y lo atraje a mi pecho sintiendo un profundo dolor al creer que no pude protegerlo del todo, pero más odio emergió de mí contra Madison por lo que le hizo a mi niño y es algo que no estaba dispuesta a dejar pasar por alto, así como estoy segura que Oz tampoco lo haría en cuanto se enterase de la situación.
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