6. PROVOCANDO SU OSCURIDAD

3483 Words
Estos dos últimos meses han sido interesantes, al poco tiempo de que Marc accediera a quedarse con la pequeña logramos hablar una vez con ella, o bueno, Marc hablaba y ella escuchaba ya que no dijo ni media palabra. Dejé que él tomara el mando en lo que yo ocupaba mi tiempo deleitándome con sus reacciones, parecía un tigre enjaulado y más al tener esas cadenas, su mirada era la de una fiera y yo me sentía extasiado al verla así, debí controlarme para no acercarme a ella cuando la volví a sedar esa vez. Algo que discutí con Marcus era hacerle creer a la pequeña que colocaríamos unas bombas en su cuerpo, él estuvo un poco indeciso, pero ambos sabíamos que esa sería la mejor manera de tenerla controlada tanto como fuese posible, así que me encargué de armarlas e instalé una en un collar que quedó en su cuello y otra en su tobillo. Lo que Marc nunca supo es que las bombas eran reales y que el detonador que le di solo emitía una señal a otro que mantenía conmigo, así jamás pesaría esa responsabilidad sobre él. Después de unos días Marc me contó que la acomodaron en una habitación, siguió el consejo de Livi y mío de que la trasladara de lugar para que se fuera acostumbrando, no obstante, el malnacido fue a su alcoba intentando entablar comunicación con ella y la pequeña habló por primera vez. Enfurecí al no haber estado ahí para escucharla, pero sé que esas eran las voces hablando, porque en mi propia voz sabía que tendría una mejor oportunidad con ella, prefería que lo hiciéramos a solas y no con terceros. Seguí visitándola en algunas ocasiones, también procuraba llamar a Livi para saber cómo estaba y si había cambios de algún tipo, nos reunimos un par de veces para decidir el futuro de ella y cómo ayudarla una vez despertara. También logré convencer a Marc de que dejáramos los sedantes, ella debía acostumbrarse al entorno, no podía mantenerla más tiempo así además que sabía que los detestaba, eso lo comprobé aquella mañana cuando vio la jeringa en mi mano, no era la primera vez que pasaba por eso. Me puse en contacto con algunos colegas para que fueran a examinarla, todo esto bajo un contrato de confidencialidad que les hice firmar, puesto que usaríamos algunos recursos ilegales y no estaría bien visto al ojo público, pero sé que ellos tendrían más por perder si se rehusaban a ayudarme. El mayor problema vino por parte de ella al no mencionar una palabra a ninguno de ellos, aun cuando la induje a diversos medicamentos y sustancias ilegales no parecía surtir efecto, así que tengo dos teorías, o a ella le daban un coctel especial o las dosis eran exorbitantes, pero me inclino más por la primera, el problema es que no había forma de rastrearlo pues su organismo estaba limpio cuando la examiné. Algo que sí llegó a enfurecerme en gran medida es que Marcus aceptara hacerle la lobotomía propuesta por el psiquiatra, estuve en contra de ello, pero él y su maldita idea de caridad al querer borrar sus recuerdos no lo hicieron ceder y al final debí controlarme más para no golpearlo como quería. Sin embargo, esa pequeña llegó a sorprendernos cuando decía recordar bastante de su vida pasada, tenía lagunas, pero recordaba muy bien muchas cosas, lo que al menos me trajo un poco de tranquilidad. Lo otro que también me sorprendió es que ella no había cambiado en su actitud y seguía siendo la misma para todos sus actos cotidianos, es interesante ver la capacidad del cuerpo humano, pero más el de la mente ante diversos hechos. Me encontraba en mi casa e iba camino al balcón para pensar con Jack cuando escucho el teléfono sonar, levanto la bocina y la voz de Marcus se hace presente del otro lado. —Oz, sé que estás un poco sentido conmigo por la lobotomía y por eso quiero decirte que hablaré con la pequeña para informarle lo que quiero hacer. —¿Cuándo? —Ahora en un rato lo haré, no quiero perder más tiempo. —Dame hasta la tarde, quiero estar presente cuando hables con ella. Corté la llamada en el acto y me fui a fumar un cigarrillo junto a Jack, más le vale a ese malnacido que me espere o esta vez no voy a contenerme de golpearlo, es un gran amigo, pero cuando las estupideces se le meten en la cabeza es demasiado terco. Por suerte el día transcurrió rápido y llegué a casa de Marc después del almuerzo, él dijo que me estaba esperando, Livi había salido para comprar la despensa y nosotros aprovecharíamos esa hora. Nos dirigimos al estudio donde se encontraba ella sentada junto a la ventana, el día estaba oscuro y dentro de poco llovería; lo que lo hacía perfecto para hablar. —Buenas tardes pequeña. —Buenas tardes Marcus, buenas tardes Oz. Tan formal que sorprende, respondí a su saludo asintiendo con mi cabeza en completo silencio y dejé que él hablara en lo que tomábamos asiento conservando la distancia con ella. —Pequeña, está claro que en estos dos meses hemos intentado varias cosas sin resultado alguno y aunque sé que dije desde el comienzo que todo lo haríamos a tu ritmo, necesitamos buscar otras opciones, unas más... radicales. —Vas a obligarme a pelear o a estar contigo ¿no es así? —¿Qué? No, por supuesto que no te haría algo así ¿y por qué dices que te obligaría a pelear? —Porque eso hacían ellos, si quería comer debía pelear y ganar para obtener cualquier bocado de lo que fuera y si alguien pagaba o se escabullía, me encadenaban para torturarme y violarme. Cuánto desearía tenerlos frente a mí para hacerles lo que le hicieron a ella. Por otra parte, es curioso cómo se estremece ante las palabras pelea, tortura y violación, cualquiera creería que balbucearía al decirlas, pero ella solo hace una sutil presión con sus dedos o entrecierra un poco sus ojos, como si el odio la consumiera, aunque no dudo en que así sea. —¿Ahí te enseñaron el significado de esas palabras? ¿esas personas te hicieron todas esas cosas? —Marcus Jhonson, no esperes que al traer gente desconocida termine hablando de mi pasado, si haces las preguntas adecuadas, obtendrás las respuestas precisas —respondió con una voz tan profunda, tan adulta. Maldición, esta pequeña es fenomenal, la forma en que dijo esas palabras sonaron como a una mujer llena de odio, ira y fuego, es lava lo que corre por sus venas, lo más interesante es que desde que entramos no nos ha mirado una sola vez, puesto que su vista la tiene concentrada en el panorama de la ventana. Marc le preguntó por su nombre, lugar y fecha de nacimiento, sus padres y las personas que la torturaban, la pequeña apenas y se giró para vernos, por la expresión pesada en su rostro era evidente que no quería hablar de eso, pero no habiendo más opción lo hizo y yo encantado escucharía esa historia que tanto anhelaba saber. —No tengo nombre, ellos solo me decían zorra, basura, entre otras cosas. Desconozco el lugar, la fecha en que nací o qué edad tengo, tampoco sé en dónde estuve encerrada toda mi vida, no sé quiénes son mis padres… y en cuanto a ellos... —debió hacer una pausa y empuñó sus manos con fuerza. No sé si era yo, ella o el pasado que ambos cargábamos, pero sentía lo que ella sentía, la misma oscuridad nos consumía hasta lo más profundo de nuestro ser. —Son personas que tenían niños y niñas encerrados, nos golpeaban y llevaban a la arena a luchar entre nosotros por comida o ponían a otras personas a torturarnos de muchas formas. También nos quemaban con cigarrillos, varillas de hierro al rojo vivo, nos golpeaban con diversos objetos o bien, con los puños y patadas hasta que se cansaban, les ordenaban detenerse o alguien terminaba muerto. De no ser porque vi su cuerpo desnudo y toqué esas cicatrices, creería que lo vio en una película de terror, no obstante, el poder soportar todo eso para un niño no es fácil, no sé cómo sería con los demás, pero guiándome por la forma de sus cicatrices era evidente que se ensañaban con ella, tal vez su resistencia era un deleite para estos sujetos. —En otras ocasiones, había personas que pagaban para violarnos, nos metían objetos o sus miembros hasta por la nariz si se les daba la gana, la mayoría iba acompañado de más torturas y pocos eran los que solo nos penetraban. Veo a Marc buscar un trago de bourbon para intentar digerir toda esta información, me entrega uno y bebemos, él porque no soporta escuchar esas palabras y yo porque estoy fascinado con ellas, pero no solo por eso, sino también por esas sutiles reacciones en su cuerpo al hablar. —¿Cómo aprendiste a hablar de esa forma? —pregunta intentando mantener el autocontrol. —Escuchando, practicaba cuando estaba sola con los otros niños y prestaba atención a qué se referían cuando decían ciertas palabras, o a veces preguntaba y ellos respondían de forma lasciva. —¿Tienes alguna idea de aproximadamente cuánto tiempo pasaste encerrada en ese lugar? —No lo sé, solo sé que nací ahí, nos criaron y luego hicieron todo lo que dije. En cuanto Marc le preguntó por el cómo salió de esa mazmorra, un rush de adrenalina comenzó a desprenderse en mi cuerpo y me concentré en cada palabra que empezó a salir de su boca imaginando todo lo que decía. —Lo hice una noche, se escucharon tiros y unas explosiones, algunos lograron escapar, a mí me habían encadenado para violarme cuando eso ocurrió, así que ese sujeto tomó su pantalón y huyó. Por mi parte, intenté buscar una salida mientras me escapaba de los guardias, lo siguiente que recuerdo es que todo estaba oscuro, llovía fuerte, apenas y veía el camino por las luces en el cielo, había muchos árboles a mi alrededor y yo corría con todas mis fuerzas alejándome de ese sitio. Qué curioso que justo cuando ella cuenta esta parte comienza a llover fuerte. —Después no sé cuánto tiempo pasó, desperté en un callejón junto a una anciana con la cual viví por cuatro meses mientras recolectábamos botellas de la basura para cambiar por dinero y comer. Al relatarnos su historia con los ancianos y el tiempo que vivió sola, la imaginaba recorriendo las calles intentando sobrevivir, me preguntaba cuántas veces habrá aguantado hambre y frío mientras yo tenía en mi casa techo, comida y calefacción para brindarle. Sabía lo que era pasar por eso porque lo viví en carne propia, pero al menos era un adolescente, ella en cambio es una niña, lo que trajo locos escenarios a mi mente de cómo serían nuestras vidas de habernos conocido cuando yo vivía en el bosque. —Dijiste que cuando te violaban primero te encadenaban ¿cómo pudiste escapar entonces? —Me habían inyectado algo, luego el sujeto consumió unas gotas de un frasco y se inyectó adrenalina, a mí me hizo sentirme débil, apenas y podía moverme, en cambio él tenía mucha energía. Me quitó algunas cadenas para empezar a hacer lo suyo cuando se escucharon unas explosiones, tiró algunas cosas y salió corriendo. Tomé las jeringas para inyectarme con ellas, aunque usé una para quitarme las cadenas, recogí el frasco y bebí de él, luego sentí un impulso grande de energía y corrí con todas mis fuerzas. Sabía que no podía equivocarme en ese aspecto, por eso las detesta, también está el detalle de lo que consumía aquel sujeto y considerando las circunstancias no creo que sea cualquier tipo de droga, por suerte la lista es bastante corta así que será fácil encontrarla, lo difícil es obtener una muestra. En cuanto a las drogas que le daban a ella, creo que lo mejor sería ensayar con varias, quiero saber qué le inyectaban, porque tener una resistencia tan alta a medicamentos fuertes no es algo que se desarrolle de un día para otro y si estaba tan débil esa noche que escapó entonces debe ser un coctel muy fuerte como había pensado. —Cuando te encontramos con esos hombres ¿qué pasó? ¿por qué los asesinaste? —Recordé lo que me hacían y perdí el control, no quería que me tocaran, no me gusta que se acerquen y cuando me ponían a pelear era contra varias personas que me rodeaban, supongo que una cosa llevó a la otra. —¿Esas personas te enseñaron a pelear de esa forma? —Sí, me explicaron algunas cosas y otras las iba improvisando en cada batalla. Marc da un profundo respiro, mil cosas pasan por su mente que lo atormentan en este momento dándome a entender que no piensa continuar con el interrogatorio. —Dejemos esto por hoy, por si te interesa, Oz dijo que tendrías entre siete u ocho años así que podemos decir que tienes siete y sumando los nueve meses que han transcurrido desde que despertaste en el callejón, diría que en tres meses cumplirás un año de estar libre de ese lugar. —No lo sé, igual no me importa eso, lo que sí creo, es que quizás están pensando que morí o posiblemente me estén buscando. —No te preocupes por eso, te doy mi palabra que voy a protegerte y nadie volverá a tocarte ni a obligarte a hacer algo que no deseas. —Lo dudo, pero puedes intentarlo. Interesante, ni ella misma cree que es libre a pesar de todo el tiempo transcurrido. Marc salió con rapidez, todo esto lo afectó demasiado y no es de extrañarse, incluso yo me sentía afectado por su historia y al mismo tiempo fascinado, era interesante ver que ella recordara esos detalles aun con la lobotomía hecha. Tomé lo que quedaba en el vaso y serví otro trago, me acerqué un poco a ella hasta que la vi tensarse, ambos sabíamos que estaba arriesgándome y cruzando un límite en el que ella no se sentía cómoda. Desde la posición en la que estaba, solo podíamos estar muy cerca a través del reflejo en la ventana, cruzamos miradas en silencio en ese vidrio y seguimos viendo la lluvia caer. Algo había en ese acto de la naturaleza que daba calma a la locura, no sabría bien cómo explicarlo, pero la sensación siempre es agradable y ambos lo sabíamos. Me senté en un sofá que estaba cerca e intercalaba mi mirada entre el reflejo de nuestros rostros y la lluvia, ella tenía algo único. —¿Tienes que estar tan cerca? Preguntó luego de unos minutos, pero no dio vuelta pues podía verme claramente en la ventana. Sonreí un poco tomando un trago de whisky sin quitar la mirada de la suya, me encantaba esto, me encanta ella. —Desearía estarlo más, pero no te daré el gusto de asesinarme, no sería divertido —ella entrecierra un poco sus ojos y sé que tengo su total atención. Quiero conocerla a profundidad, no es su pasado mi mayor interés, sino lo que alberga su oscuridad y sus ojos solo muestran fragmentos de esta. —¿Qué quieres de mí? —Solo a ti, ni más ni menos. —¿Vas a violarme? —No, no es mi estilo, quiero algo que no diste a otros, quiero algo que ocultas bien, pero aún no es el momento. —¿Qué quieres que haga? Sonreí más con esas palabras y mi corazón se agitó desenfrenadamente, mis voces pedían una cosa, a ella, pero todavía no, deberán esperar. —Puedes hacer lo que quieras, puedes quedarte donde estás, puedes sentarte a mi lado o puedes irte, haz lo que quieras. Ella se giró y nuestras miradas se conectaron con el pasar de un relámpago a lo largo del cielo, es fascinante todo esto, me encantaría sentir su fría piel en mis manos en este momento. Pasan unos minutos hasta que ella se pone de pie, creí que se iría, pero se acerca al sofá donde me encuentro sentándose al otro lado sin romper en ningún momento el vínculo de nuestros ojos. Muevo mi cuerpo solo un poco para quedar frente a frente con ella, una extraña sensación comienza a invadir mi cuerpo, mis voces han quedado en silencio, es como si ella ahora tuviese el control y estas le obedecieran. —La locura es tu infierno Oz —quedé un poco descolocado por eso, pero no lo demostré. —¿Qué te hace pensar eso? —Tus ojos y tu sonrisa. Sonreí nuevamente y veo que ella coloca su mano en el pecho, lo que me alerta un poco. —¿Estás bien? ¿Te duele? —No, siento algo moverse rápido. —Es tu corazón, su función es latir para bombear sangre a todo tu cuerpo, eso es normal ¿pero te duele o sientes algo más? —Lo siento latir más rápido, no me había pasado antes en momentos así, solo cuando peleaba y cuando me inyecté la adrenalina —¿Qué pasó para que latiera más rápido? Ella se queda analizando un momento y de pronto su mirada se torna más seria, creo que encontró la respuesta. —Sonreíste como un demente. No pude evitar hacerlo tras ese comentario, mi corazón se enloqueció por ella, mis voces estaban fascinadas con esa pequeña y ella apretó con más fuerza su camiseta, no cambié mi expresión en ningún momento, quería saber hasta dónde iría. —¿Late más fuerte que antes? —asiente con su cabeza. —Espero algún día escucharlo y sentirlo. Quedamos en completo silencio, no podíamos o no queríamos apartar la mirada del otro, su rostro se tornaba en una incógnita, el mío en deseo, pero no el deseo hacia una mujer, sino el de sentirla en mis brazos, perderme en su aroma y abrigarme en su ártico ser. —¿Qué quieres de mí Oz? ¿Por qué siempre me miras de la misma forma? —su respiración se agitó un poco más, pero ella trataba de controlarlo. —Ya te dije lo que quiero y te miro de la misma forma porque no puedo verte de otra. —Pero tampoco me miras igual que a los demás. —Lo sé y es porque eres diferente, pero no lo digo por el pasado que albergas o las cicatrices que adornan tu cuerpo, sino porque cargas con algo más… —¿Siniestro? —completó ¿Cómo no sonreír con y por ella? —Único —rectifiqué. —¿Me harás lo mismo que me hicieron ellos? —No te haré nada que tú no quieras, pero sí debes empezar a comprender algo y es que ahora eres libre de ese lugar, ellos no están para torturarte, mas eres tú la que seguirá bajo ese yugo si se lo permites. Al decir mis últimas palabras señalé mi sien con un dedo, ella entrecerró un poco los ojos analizando esto al detalle hasta que parpadeó comprendiéndolo, mas el silencio fue la respuesta y es que igual no necesitaba que la dijese. —No olvides lo que te dijo Marcus, adiós pequeña. Me levanto del sofá, dejo el vaso a un lado con un último trago en él y me dirijo hacia la puerta, sé que ella no me ha quitado el ojo de encima, lo siento muy bien. Antes de abrir, me giro encontrándola de pie tomando el vaso, lo olfatea y bebe en el mismo punto en que lo hacía yo sin apartar sus ojos de los míos. Ver el líquido pasar por su garganta mientras sus ojos seguían atentos a mi rostro, era excitante, ella no hizo cara de desagrado, se lo bebió como si fuese agua y pasó su lengua por sus labios, desde el primer instante en que la vi supe lo que quería, pero verla hacer eso me hizo desearla, no como a una mujer, sino como a la criatura más sagrada de mi miserable existencia. Sonreí para ella una última vez, le guiñé un ojo y vi una muy sutil sonrisa en sus labios, fue una milésima de segundo y fue el regalo más grande que pudo darme, ella acaba de obsequiarme un momento tan íntimo, tan personal y solo para mí. Salí del estudio y me dirigí a la sala para despedirme de Marc y Livi, ella me había invitado a cenar, pero preferí irme, tenía mucho para pensar luego de lo ocurrido, así que empacó mi comida como suele hacerlo y me despedí de todos. Cuando estaba en mi auto la vi observarme por la ventana del estudio… esa pequeña es increíble por donde la mires.
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