54. ATAQUE

2868 Words
Ragnar Escuché un suave ruido de fondo que me obligó a abrir mis pesados ojos y a su vez me hizo recordar lo ocurrido con Oz, pero aun cuando seguía doliendo, no sentía en la misma intensidad el suplicio que me había invadido en medio de esa discusión. Levanté la vista encontrándolo aún dormido, se notaba que tenía una pesadilla, pero lo extraño es que esta vez no me lastimaba como en pasadas ocasiones, sino que su mano temblaba como si algo impidiera que lo hiciera o más bien, alguien. —Eres tú ¿cierto? —Así es nena, por fin logré domar a la bestia. —¿Es muy fuerte su pesadilla? —Me temo que sí y esto se vuelve doloroso, pero no más de lo que sería para ti. Escabullí mis manos en su cuerpo hasta dejarlo bocarriba y me coloqué a horcajadas sobre él, acomodé sus manos en mis muslos y dejé caer todo mi cuerpo sobre el suyo quedando a centímetros de sus labios, los rozaba y sus manos dejaron de temblar para acoplarse a mi cuerpo, subieron por el perfil de este hasta mi cintura y cortó la distancia en un suave beso. —No imaginas cuánto te extrañé, llevaba semanas queriendo hablar contigo de todo lo ocurrido. —Pero me imagino que dirás lo mismo que Oz. —Algo así. —Y con respecto a lo que dijo antes de dormir ¿estás de acuerdo? —Sí, pero a diferencia de él yo sí soy capaz de tomarte ahora mismo y hacerte mía desde ya. Repentinamente abrió sus ojos por primera vez, en todos estos años nunca lo había hecho y noté que estos yacían oscurecidos, sus dilatadas pupilas lo invadían casi en su totalidad y la mirada que emanaba era diferente, creo que así vería el demonio más cruel del infierno... y no es precisamente Lucifer. —¿Cómo es que... —Practiqué demasiado en este tiempo, no fue fácil y debí soportar mucho dolor cuando lo torturaban, en más de una ocasión hasta pensaron que hablaban con él. Su agarre se hizo más fuerte, logró hacernos girar hasta hacerme quedar debajo de él y una helada corriente pasó por mi cuerpo. —Te ves exquisita cuando tu cuerpo despierta de esa forma. Pasó su lasciva lengua en mi abdomen sin apartar su mirada de la mía, era extraño, sentí ese despertar placentero que tuve aquella noche y a la vez quería que se detuviera. —Por desgracia no puedo hacer todo lo que quisiera, pero igual disfrutaré tanto como sea posible. Ascendió hasta llegar al límite de mi pecho en lo que sus manos habían bajado mis prendas inferiores por completo, yacía desnuda ante él y a la vez estaba conflictuada, paralizada y quizás… —Eres divina nena. Retiró toda su ropa rápidamente y quedó nuevamente sobre mi cuerpo, esta vez fue por mi cuello, bajó repasando la cicatriz de mi clavícula derecha y zigzagueante se paseaba alrededor de las areolas endureciendo mis pezones, lo que provocó una sonrisa perversa en él. —¿Lo ves? Incluso tu cuerpo me reconoce, sabe que me desea tanto como yo a él. Sentí miedo al escucharlo, no era Oz, no era él, el hombre que dijo todas esas palabras horas atrás y al cual hice esa promesa, no es el mismo que estaba frente a mí. La punta de su lengua rozaba con tiento el pigmento de la zona, su mano bajó invadiendo mis pliegues que, al sentir su roce deslizándose libremente, supe que de nuevo ese líquido viscoso había salido de mí excitándolo más. Llevó sus húmedos dedos de mi fluido a su boca saboreándolo igual que aquellas personas saboreaban mi sangre cuando propinaban una herida en mi cuerpo y es que, eso sentía, era como si hubiera cortado mi piel con una navaja y me llevara a ese punto, a esa mazmorra, a los ojos oscuros de aquella criatura que me atormentó más que nadie por años. Abrió mis piernas y llevó su boca a ese punto generándome otra confusa ola de placer y asco. No es Oz... no es él... Coloqué mi mano sobre su cabello, por primera vez hice un movimiento queriendo detenerlo y a la vez queriendo que continúe. No entendía el motivo de todo esto que sentía cuando se supone que con él sería igual que estar con Oz ¿Entonces por qué no se siente así? ¿Por qué mi cuerpo lo acepta y rechaza por igual? Mis manos fueron a la sábana aferrándose con fuerza, sentía que venía esa electrizante ola de placer acompañada de un doloroso grito, como si en vez de hacerme sentir bien me estuviera apuñalando con un cuchillo el alma. Al final no pude tener un orgasmo, algo lo impedía en mi mente, pero eso no le importó, pues sabía que seguía saliendo el viscoso líquido entre mis pliegues. Quedó de rodillas dejando ver su prominente m*****o frente a mí, el oxígeno se sentía veneno con cada bocanada al verlo, pero mi cuerpo no movió un músculo, colocó su mano en el falo y masturbó lentamente deleitándose con la imagen de mi cuerpo. —Esto es lo que tanto hemos querido los dos y ahora por fin lo tendremos nena. Se inclinó dejando su falo entre mis piernas, rozaba de arriba abajo bañándolo con aquel líquido y chupaba mis pequeños pechos en lo que yo solo estaba ahí cual cadáver, pero seguía con vida, con miedo... Quiero que termine esto, quiero que aparezca Oz. Abre más mis piernas y puedo sentir la punta en toda la entrada, pero no ingresa, se queda ahí, entonces su cuerpo tiembla demasiado sobre mí y poco a poco va retrocediendo, unos gruñidos salen de él dejándome más confundida, pero esta vez es porque no comprendo a qué se debe este cambio de actitud cuando hace nada estaba dispuesto a todo. Oculta su rostro en mi cuello sin dejar de temblar, pero siempre asegurándose de que su cuerpo no toque el mío, bajo lo mirada y noto que incluso su m*****o cambió de tamaño, como si hubiera perdido toda su libido, entonces, rápidamente me hace girar, quedo bocabajo y toma mi mano dejando un beso en el dorso de esta. —To...ma el móvil y... ve con Travis mi pe...queña —pronunció con mucha dificultad. —¿Oz? Al escuchar las últimas palabras mi cuerpo reacciona y me abalanzo sobre él, pero me aparta rápidamente. —Oz... —Vete ha...remos lo que... podamos, Oz nunca sa...brá esto... o lo destrozará. —No puedo dejarlos así, díganme cómo ayudarlos. —¡VETE!, Oz... no creemos... que lo contenga mucho más. Comprendí que no era él, o quizás sí, no sé, pero ahora quien me hablaba era otra voz, no era la misma que quería tomarme y con la cual había hablado antes, era otra apoyada por más voces y el mismo Oz, quien a pesar de quizás no saber lo que pasaba quería protegerme. No perdí más tiempo e hice lo que me dijo, me coloqué la camisa de él y tomé el móvil saliendo rápidamente de la habitación quedando en la sala, entonces escuché el mismo ruido que había cuando desperté y noté que era el móvil el que lo producía, al ver la pantalla decía Travis, pero se cortó antes de contestar, había demasiadas llamadas perdidas de él, pronto ingresó la siguiente y contesté sin más. —¿Tra...vis? Maldición estaba nerviosa, mi voz me delató por completo y mi cuerpo temblaba como si estuviera bajo un helado lago. —¿Ragnar estás bien? ¿dónde está papá? ¿qué ocurre? —pregunta muy angustiado. —Trav, ven al hotel. Fue todo lo que pude decir antes de dejar caer el móvil y de paso mi cuerpo al no soportar un segundo más este efecto en mí, escuchaba sus gritos al otro lado de la línea llamándome, pero increíblemente no tardó mucho en aparecer por la puerta, es una suerte que Oz le diera una copia de la llave como siempre. Vino corriendo hacia mí y me tomó en sus brazos, hablaba, pero su voz se perdía en la nada, me sentía extraña, creo que iba a vomitar y a desmayarme, todo me daba vueltas, tenía mucho frío. Travis No entendía qué había pasado, pero era obvio que algo había ocurrido, ella estaba pálida, sus labios morados, su cuerpo estaba helado como el hielo y temblaba horrores, le hablaba, pero no me escuchaba, no reaccionaba. —Pequeña espero que hayas pedido algo de comer antes de molestar a Travis. Escuché la somnolienta voz de mi padre detrás de mí y giré un poco mi rostro, estaba con su pantalón puesto y pasaba sus manos por el rostro terminando de despertar. —¿¡Qué rayos le pasó!? —pregunto con el corazón en la garganta. Él me observa sin comprender lo que le digo y no es sino hasta que repara un poco más en mí que corre rápido cayendo al piso tomando a Rag entre sus brazos. —Pequeña reacciona —da unas palmadas a sus mejillas, pero no sale de ese estado. —¿Qué le pasó Travis? —Eso mismo pregunto yo, llevo horas llamando y cuando por fin contesta la escucho muy mal pidiéndome que venga al hotel y luego la encuentro en ese estado —él vuelve a examinarla con mayor tiento. No sé de dónde saca la cordura para hacer eso cuando se trata de Rag, como médicos nos acostumbramos a estas cosas, son parte de nuestro día a día, pero cuando son personas de un círculo más íntimo la razón puede jugarte una mala pasada y aun así él reunía toda su concentración para salvarla. —Necesito agua fría y también hielo, rápido. Voy al minibar tomando todas las botellas de agua que encuentro y saco el hielo que hay, regreso con él y le entrego una botella junto a un vaso donde acomodé el hielo mientras regresaba. —Esto no alcanzará necesito más agua. Le enseñé las botellas y una fugaz sonrisa de orgullo se plasmó en él, abrió la camisa sin importarle dañar los botones y esparció el agua en el cuerpo de ella. —Está helada ¿no sería mejor agua caliente? —Tiene un ataque de pánico muy fuerte y el agua fría ayudará a neutralizarla, jamás tuvo uno a este nivel, pero sea lo que sea que lo provocó sigue afectándola mentalmente ¿Te dijo algo más? —No, solo eso. Seguí abriendo las botellas mientras hablaba e iba pasándole la siguiente en lo que él esparcía el agua en su cuerpo y otra parte la colocó en el vaso con hielo. —Pequeña mírame, escucha mi voz y no prestes atención a nada más, lo que sea que ves u oyes no es real, es solo una pesadilla Rag, todo está en tu mente —estaba sumamente angustiado, es como si ella estuviera muriendo y no con un ataque de pánico. —Vamos Ragnar reacciona, nada de eso es real, solo enfócate en mi voz. ¿Es posible que un sueño pueda hacer algo como esto? ¿O acaso él...? No, imposible, mi padre jamás la lastimaría, no sería capaz, él no. —Maldita sea reacciona Ragnar —estaba al límite, sentía que en algún punto los perdería a ambos si ella no llegaba a reaccionar. —Escúchame mi pequeña luna, solo escucha mi voz y mírame, mírame. Toma otra botella y me entrega una. —Esparce esto en sus piernas. Ambos vamos bañándola y un pequeño sonido sale de ella, él sigue hablando muy angustiando suplicándole que lo mire y escuche. Me siento tan ajeno a esto. Coloca unos dedos en el vaso y al sentir la temperatura lo toma esparciendo su contenido en el rostro de Rag, quien reacciona un poco más, incluso las bocanadas de aire son mayores y parpadea temerosa. —¿Oz? —Aquí estoy mi pequeña ¿qué te pasó? —No me dejes. —No lo haré, no lo haré —besa su mejilla aferrándose más y las lágrimas en ambos van saliendo. —Sea lo que sea que te ocurriera ya pasó, estoy aquí Rag y no dejaré que nada malo te suceda. —Solo no me dejes, por favor no te vayas. —No me iré, recuerda que nos quedamos dormidos y al despertar no te encontré hasta que te vi aquí con Travis, dime ¿qué pasó? Ella había reaccionado y a la vez seguía en shock, realmente ese sueño la afectó demasiado al punto que alteró su realidad. Mi padre se la llevó al sofá resguardándola en su pecho, ella repitió la misma petición y él daba la misma respuesta, que no la abandonaría, yo llevé una manta para ella y lo ayudé a cubrirla, al igual que coloqué unos calcetines para regular un poco más la temperatura, luego me quedé sentado junto a él viéndolos sumergidos en una burbuja dolorosa y confusa. Ella cayó dormida rápidamente, se aferraba a mi padre y cuando él se movía un poco para acomodarse, ella rasguñaba su piel hasta sangrar, a él no le importaba, no se quejaba por nada y la abrazaba en lo que dejaba besos en su rostro y cabello que la tranquilizan nuevamente. Al cabo de una hora ella volvió a despertar, se le veía con un semblante diferente, o más bien, el usual, aunque también traía la mirada de alguien común que tuvo una pesadilla. Las preguntas no se hicieron esperar por parte de ambos, pero ella dijo no recordar nada, antes nos miraba extrañada, incluso mi padre se veía angustiado por eso. Al final él dijo que podía darse ese efecto secundario como mecanismo de defensa de la mente a raíz de un evento traumático, la verdad no lo sé, pero sea lo que sea que ella soñara creo que lo mejor es que se mantenga en el olvido, odiaría verla nuevamente en ese estado. (...) Ragnar Debí tomar una ducha para calmar lo poco que quedaba de esta sensación en mi pecho y estómago, se me hizo muy extraño ver que estaba en la sala con Oz y Travis cuando lo último que recuerdo fue que me quedé dormida con él en la cama luego de hacerle esa promesa, es muy raro todo esto y aunque no lo recuerdo, sé que tuve una pesadilla fuerte, pero no me hace sentido nada de lo que ellos dijeron que ocurrió en la sala conmigo. Igual no quise gastar más energía en esto, si en verdad no recordaba por algo debía ser y como dijo Oz, si mi mente quiso bloquearlo sus razones tendrá. Así, me enfoqué en pasar la noche con ellos, pedimos una pizza y hablamos de otras cosas para no traer a colación el tema de la tarde, es extraño, a veces cuando veía a Oz me daba un horrible escalofrío, pero al darme una caricia o sonrisa me tranquilizaba enormemente. Ya era pasada la medianoche, me sorprendió ver que Oz había caído como una piedra sin necesidad de beber, es como si hubiéramos estado otra vez en Noruega recorriendo los fiordos, por otra parte, también me sorprendió saber que Trav pasaría la noche con nosotros y se ausentaría de las clases matutinas. —Rag Miro a Oz un poco extrañada al escuchar su voz, por un momento creí que había sido mi imaginación, pero volví a escuchar mi nombre. —¿Oz? ¿Estás bien? —Pequeña, no soy Oz, pero tampoco soy la voz con la que has estado hablando, solo estoy aquí para pedirte una disculpa en nombre de todos y también para informarte que la voz con la que hablabas no volverá a aparecer. —¿Qué? ¿qué pasó? —Considerando los hechos, hemos decidido que lo mejor para todos es que tú y Oz no recuerden nada de lo ocurrido. —¿Tiene que ver con la pesadilla que tuve en la tarde? —Sí y no hagas más preguntas sobre eso, lo que sí te diré es que esa voz con la que hablabas les hizo algo terrible a los dos y no lo dejamos pasar por alto. Sentí un horrible vacío en mi estómago, no entendía nada y lo peor es que tampoco me decía nada en concreto. —¿Qué le hicieron? por favor dime ¿qué hizo? —No pequeña, recuerda lo dicho, la mente crea mecanismos de defensa ante eventos traumáticos y nosotros creamos el nuestro para Oz, así como tus voces habrán creado la suya para ti y el motivo por el cual no volverás a hablar con él es porque... se puede decir que nos deshicimos de esta voz. —Pero ¿qué hizo? —Lo importante es que tú y Oz estén bien, espero que puedas perdonarnos por lastimarte, pero no íbamos a permitir que él cumpliera con su fechoría, dulces sueños pequeña. —No, espera... —¿Rag? ¿Con quién hablas? Mi corazón se agita al pensar que Trav pudo descubrir este secreto y a su vez mil preguntas transcurren por mi mente ante lo mencionado por esa voz.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD