44. PERSONA EQUIVOCADA

3048 Words
Ragnar —Permíteme presentarte, el par de apuestos rubios a la izquierda son los hermanos Ares y Adler Müller; los cuales quisiste involucrar contra los Jhonson como causantes de mi asesinato, a mi leal mano derecha José ya lo conoces al igual que a mi padre Marcus y por último, pero no menos importante, Nixon Carrel... aunque creo que también lo conoces ¿no es así? —No sé de qué estás hablando. Tampoco sé qué te dijeron Nixon pero no creas en sus mentiras. —En realidad no me dijeron mucho, pero es interesante lo que dices —responde despectivo. Sabe que si Oliver está aquí no es por cualquier cosa. —Nixon, soy tu primo, tu familia, estas personas me tendieron una trampa tienes que ayudarme. Ordené a todos salir del lugar quedando únicamente con Marcus un par de mis hombres y Oliver, no quería que él comenzara a trabajarlo antes de tiempo, así como tampoco quería que los Müller presenciaran esta parte, hubo algo con ellos que me dejó muy inquieta y más al ofrecerme su amistad, así que no quiero arruinarlo con algo tan oscuro y sanguinario como lo que está a punto de ocurrir. —Hija lo mejor será que nos dejes encargarnos de esto. —Sí hija, mejor ve a tu alcoba que allá eres más productiva. Escucharlo hablar tan sarcástico y socarrón provocó el fuego en nosotros y ahora que Nixon no estaba aquí podía mostrar su verdadero rostro. —¡Cállate maldito infeliz que me la vas a pagar por haber violado a mi hija! -grita Marcus propinando un golpe en sus costillas. —Yo no violé a tu hija Jhonson, ella misma se ofreció a darme su exquisito cuerpo, me deleitó en muchos sentidos ¡Y LA FOLLÉ COMO LA MALDITA ZORRA QUE ES! —¡CÁLLATE! Marcus estuvo a punto de propinarle otro golpe con furia y lo detuve al colocar mi mano en su brazo, mi semblante era frío, oscuro, sentía un profundo odio emerger de mí junto a los miles de recuerdos en la mazmorra. —Tienes razón —solté sin mirar a nadie. —Lo que tú me hiciste no puede considerarse una violación ya que fui yo quien lo ofreció, yo fui quien te sedujo en cierta forma y yo misma me entregué a ti sin impedimento alguno, no importa los motivos que hubiesen detrás, fue mi decisión estar contigo y eso no es una violación. —Hija... —murmuró Marcus dolido y Oliver reía divertido, victorioso. —Para mí y para cualquiera se puede ver de esa forma porque soy una niña y la edad puede cambiarlo todo, pero el consentimiento es el mismo porque mi capacidad de raciocinio es igual al de un adulto... y de todas formas... —levanté la mirada a Oliver con todo mi odio e ira. —esa tampoco fue la primera vez que lo hice en mi vida, ya que muchas fueron las ocasiones en las que me entregué cuando vivía en la mazmorra para que otras víctimas como yo no tuvieran que padecer un suplicio, aunque sea durante unas horas o minutos. —Hija eso no es verdad... —Sí lo es Marcus y hasta cierto punto puedo darte la razón Oliver, soy una maldita zorra que se entregó a todo un grupo de pederastas mal nacidos que lo único que saben hacer es arruinar y destruir vidas con sus asquerosos actos. Esa risa en él fue exquisita, saboreaba cada palabra que yo pronunciaba, pero a su vez veía el terror en su mirada, uno que intentaba ocultar bien pero que era imposible considerando la forma en que lo observaban mis demonios. —Y hoy Oliver te daré el mismo maldito placer como tanto nos gusta, porque incluso puedo decir que le cogí algo de gusto a esto, pero contigo... contigo será el comienzo de la hecatombe. —Ragnar, hija, ¿qué vas a hacer? —pregunta Marcus aterrorizado. —¡José! Este ingresa quedando frente a nosotros y doy unos pasos ignorando todo lo demás por completo. —Sí señorita. —Acompaña a Marcus para que esté en el salón con los Müller y asegúrate que no entre aquí, deja dos guardias custodiando la puerta, bajo ningún motivo nadie podrá ingresar hasta que yo lo diga a no ser que seas tú dándome noticias del paradero de Oz. —Olvídalo Ragnar no me iré de aquí, no pienso dejarte sola con él. —Es lo mejor, no quiero que quede grabado en tu mente lo que haré con Oliver, sé que hemos pasado por muchas cosas horribles juntos, pero esto no quiero que lo tengas en tu cabeza, no dañes la poca imagen buena de mí. Fui firme en mis palabras y a la vez fue casi una súplica, Marcus se veía asustado, temblaba y miles de ideas se cruzaban en su cabeza, pero entonces se inclinó quedando a mi altura y me abrazó muy fuerte haciéndome sentir algo extraño e indescriptible. —Desde que hablé contigo por primera vez dije que estaría a tu lado, sabía que sería un camino muy difícil, pero no pienso cometer el mismo error dos veces Ragnar, en su momento dejé a mis hermanos solos haciéndose cargo de cosas como esta y llevo arrepentido toda la vida, ahora no pienso abandonarte también como a ellos. —Quedarte conmigo no te exime de tu culpa. —Tal vez no, pero me dará la tranquilidad de saber que a ti no te dejé sola —me aleja un poco, se ve la culpa, el miedo y una extraña seguridad en él. —haz lo que vayas a hacer hija, pero me quedaré contigo y soportaré a tu lado lo que venga, eso sí, no permitiré que él te vuelva a tocar. Un extraño impulso nació de mi al tener a este hombre frente a mí. —Si te quedas, no podrás intervenir en nada de lo que yo haga y permanecerás en absoluto silencio hasta el final, a no ser que sea necesario, es mi única condición para que te quedes. —Si aceptas la mía, acepto la tuya —asentí en silencio y di mi próxima orden. —José, dile a Nixon que entre y trae cuatro vasos, dos botellas de bourbon y seis de agua, esta jornada será bastante larga. —Sí señorita. Tomé de la mano a Marcus llevándolo hasta un asiento a unos metros de donde se encontraba Oliver, este seguía tirando sus sátiras pero ninguno le prestaba atención a lo que decía. —Sí necesitas salir puedes hacerlo, en ocasiones sería bueno que te dieras un respiro, no fumes ni bebas mucho o vomitarás más rápido y si sientes mareo avísame para traer el oxígeno ¿entendido? —He visto muchas cosas mi pequeña, soportaré esto como sea. —Una cosa es ver a traficantes matar a sangre fría y otra muy diferente ver a tu hija hacer lo que va a hacer. Se nota que quedó preocupado por lo que le dije, pero no dijo nada más, serví un trago de Jack en los vasos y los repartí a José, Nixon, Marcus y finalmente a mí. —Si después de esto quieres continuar trabajando a mi lado así será, sino te daré una oferta diferente que se acomode a lo que tú y tu familia necesiten Nixon, pero debes saber que nunca les faltará nada a ninguno por las próximas tres generaciones y si no me crees, José es la prueba de ello —observé mi vaso dejándome llevar por el líquido ámbar donde divisé sus ojos azules y dejé a mis voces y demonios hablar. —Por una noche como ninguna otra, salud. Bebí mi trago al igual que hicieron ellos y retiré mi campera entregándosela a Marcus. —Por favor cuídala, no quiero que se manche el regalo de Livi con los fluidos de esa escoria —asiente dejando una caricia en mi mejilla. Caminé tomada de la mano de Nixon hasta quedar frente a Oliver y comencé a retirar mis prendas viéndolo provocativamente, al quedar solo con la braga negra y el top volví a calzar mis botas y di la orden a Nixon de atar los cordones, él no comprendía por qué hacía eso, pero hoy aprendería quién es la persona para la cual trabajaría si al final aceptaba. Igualmente Nixon cumplió su orden y volvió a tomar su lugar como el buen soldado que es. —Vamos a divertirnos otra vez mi perro sarnoso y esta vez me aseguraré de tensar bien la cuerda. Tomé algunas cosas de la mesa que yacía detrás de él y una vez terminé el nudo en la cuerda la coloqué en su cuello apretando con fuerza, di la señal a José para que preparara los espejos y los acomodó quedando uno arriba de nosotros y otro al frente. —Cada vez soy mejor en esto ¿no lo crees Wilkinson? —presiono más la cuerda con triple vuelta en lo que tiro de su cabello hacia atrás deleitándonos con el reflejo del espejo superior. —¿Recuerdas lo que me dijiste cuando entré? Quiero que repitas lo que te respondí. —Pú...dr...e...te —presioné más su cuello. —Dilo ¿Quién te dije que era Wilkinson? ¡DILO! —balbucea, a lo que aflojo un poco y halo con más fuerza su cabello viéndonos bien en el reflejo. —La muerte. —Correcto, pero en realidad no es así, la muerte es la única amiga que ha estado a mi lado desde que nací y ha sido una especie de ángel guardián para mí, en cambio yo me convertí en su hoz. —Estás loca maldita perra —escupió con odio. —¿Loca? Sí ¿Maldita? Definitivamente, pero aquí el único perro eres tú y te has metido con la persona equivocada. Tensioné nuevamente la cuerda en su cuello y coloqué mi otra mano en su abdomen, el cual recorría con el filo de mi hoz con deleite. —No imaginas cuántas veces pensé en esto mientras me follabas Oliver, con cada estocada de tu parte me deleitaba más en mi mente teniéndote a mi merced. Al llegar dos costillas por debajo de su tetilla comencé a cortar la piel lentamente y tensioné más la cuerda hasta que sus ojos enrojecieron, anhelaba gritar, pero la falta de aire y la presión lo imposibilita. No es sino hasta que llego un dedo arriba de la tetilla que finalmente dejo caer el trozo de piel y suelto el agarre, el imbécil no sabe si gritar de dolor, llorar o toser, Marcus por otra parte está en shock y Nixon intenta mantenerse firme, José ya había visto cosas similares, pero creo que una vez termine con Oliver quedará con el mismo rostro de Marcus. Caminé hacia Nixon en lo que deleitaba mi oído con el sufrimiento del sarnoso y este me observa firme, pero estupefacto. —Tu "familia" tiene una manera muy especial de pedir favores, ni siquiera le importó golpear a tu hermano y amenazar a tu esposa para que no dijera nada al respecto ¿y aún así tiene el descaro de pedirte ayuda para que lo liberes? Mi voz se tornó en la voz de su cabeza, hablaba hipnotizante, cada palabra era un susurro lleno de veneno que más temprano que tarde hizo efecto en él, pues su cuerpo se tensionó en cuanto le dije eso. Hice una señal para que se arrodillara frente a mí y una vez quedó a mi altura, me coloqué detrás de él cruzando mis brazos en su cuello y dejando mis labios junto a su oído, ambos mirábamos a Oliver con odio y hablé cual víbora provocadora en un cautivante tono bajo. —Ahora tu esposa tendrá dos hermosas gemelas, las imagino con los ojos de ambos, la belleza de su madre y la fuerza de su padre... pero... ¿sabes que a Oliver le encantan las niñas morenas? estas son sus favoritas seguidas de las rubias y cuanto más inocente se vean, más exquisitas son para él. Coloqué mi mano en sus musculosos pectorales paseándome lentamente en ellos y rocé nuestras mejillas dejando un beso en esta. —¿Puedes sentir cómo Oliver empezaría a tocarlas? ¿Puedes sentir cómo las besaría? ¿Puedes imaginar cómo se sentirían ellas ante estos gestos de tu lejano primo que se excita con las niñas pequeñas? Su respiración se agitaba, las venas se marcaban entre más empuñaba sus manos, emanaba furia, parecía un toro queriendo salir del corral y acabar con todo a su paso despiadadamente. —¿Sabes lo que más le encanta oír a Oliver mientras somete a las niñas? —desplacé mi mano a su cuello presionando ligeramente la piel. —¿Lo sabes? —No —Papi, ayúdame... ayúda...me —dije como si estuviera viviendo el momento de la niña violada, ultrajada, torturada. Yo era la voz de las voces en la mazmorra, yo era la voz de las voces en mi cabeza y ahora me convertía en una voz para él. Mi cambio de tono fue tan perfecto, que él inconscientemente tomó la hoz que había desplazado hasta su mano y detuvo el andar de la mía en su pecho, dejó un beso en mi dorso y se levantó caminando hasta Oliver. No hay que ser un genio para saber que mis palabras se habían metido profundamente en la mente de Nixon, tanto así, que su beso se sintió como si dijera que se vengaría por lo que me hicieron a mí y a sus imaginarias hijas no natas. Llegó frente a ese infeliz y lo despellejó igual que yo, pero esta vez lo hizo desde la muñeca, caminé hasta él acunando su mano libre entre las mías, presionamos con fuerza y moderé mi voz para que sonara entre la dulce víctima y el demonio. —No presiones tan fuerte hasta llegar al antebrazo, deja que el filo se inunde de su sangre y su carne poco a poco. Él soltó mis manos y me envolvió en un abrazo como queriendo protegerme, mas nunca bajó su mirada hacia mí. En cuanto llegó al antebrazo profundizó el corte e hizo a un lado la piel colgante provocando un grito más fuerte, uno el cual aproveché para abrazar a Nixon temblorosa y él me aprisionó más a su cuerpo, entonces se gira mirándome finalmente, Oliver no hace más que gritar maldiciones y levanto mi mano hasta el pecho de Nixon. Había un dolor muy fuerte alojado en su mirar, cargaba el odio y la visión que le di como si lo tuviera frente a él, se inclinó nuevamente dejando a un lado la hoz y acunó su mano en mi mejilla. —No sé quién eres ni cómo obtuviste todas esas cicatrices, pero no voy a permitir que este tipo de personas caminen en el mismo territorio que mi familia —pronuncia con un profundo dolor y lo abracé aferrándome a su cuello. —Me torturaron, me violaron incontables veces con todo tipo de cosas, me obligaron a pelear y asesinar para obtener un pedazo de pan rancio, vi cómo asesinaron a cientos de niños y niñas de las maneras más despiadadas... Y hace unos días, Oliver colocó un elixir entre mis piernas sin que me diera cuenta para matarme y lo repartió dentro de mi mientras me penetraba despiadadamente muchas veces, no solo al frente, sino también atrás —susurré cual niña martirizada Quisiera decir que lloré, pero no lo hice, aunque mi voz sí dio la sensación que quería hacerlo provocando los sollozos en Nixon. Preparé mi cuerpo para temblar más y llorar en lo que el abrazo se hacía más fuerte entre nosotros y una vez él sucumbió por completo, escondí mi rostro en su cuello. —No dejes que vuelva a lastimarnos, no permitamos que nadie más sufra por su culpa por favor. Definitivamente esas clases de actuación con Oz fueron una de las mejores cosas que he aprendido en mi corta vida. Durante las siguientes dos horas nadie (a excepción de Oliver) emitió una palabra, entre Nixon y yo lo torturamos lenta y dolorosamente despellejando parte de su rostro y cuerpo, corté sus párpados obligándolo a verse en los espejos, lo castramos dejando lo que alguna vez fue una herramienta de dolor en varias tiras de carne colgante, fueron tantas las cosas que hicimos juntos que sin duda es una obra digna de ser recordada en el infierno. Una vez finalizamos estábamos bañados en sangre, José se acercó a mi diciendo que habían encontrado una pista de Oz y que algunos hombres fueron a verificar esta información. —¿En dónde se encuentran el señor Jhonson y Nixon? —Marcus está en el baño vomitando y seguramente llorando por todo lo que dije e hice, Nixon está duchandose y meditando lo ocurrido —mencioné como si nada. José sí había quedado muy impactado por la forma en que quedaron los restos de Oliver, pero no mencionó una palabra al respecto pues incluso él anhelaba la muerte de ese infeliz por todo lo que había descubierto de sus crímenes, además de lo que me había hecho. —¿Y no debería usted también tomar un baño? No es bueno que quede con esa sucia sangre en su cuerpo señorita Ragnar. —Quise hacerlo, pero Nixon no me dejó entrar a la ducha con él —dije en lo volteaba mis ojos con fastidio... Ni que fuera la primera vez que veo a un hombre desnudo... José reía por mi actitud en lo que negaba con su cabeza y me entregó unos papeles para que los firmara. —¿Y desde cuándo alguien evita que Ragnar Jhonson haga lo que quiere? —levanté la mirada hacia él una vez firmé y ladeamos una sonrisa en simultáneo. —Que no te escuche mi padre o se enfurecerá, pero sí, igual debo darme un baño —entregué los documentos y la llave de la caja fuerte. —Por favor pide que alisten todo para la cena en la mansión y preparara los contratos para nuestros soldados, ha llegado la hora de cambiar sus vidas para siempre. —Así lo haré, con permiso.
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