74. SOLLOZOS SILENCIOSOS

1918 Words
Samuel Continuamos el camino detrás de la enfermera y esta corre la cortina dejándonos pasar al cubículo correspondiente, Oz está cubriendo su rostro con un brazo como si le incomodara la luz, la mujer sale del lugar dejándonos a solas y me siento en la silla que está junto a la camilla. —¿Cómo te sientes hijo? —Como la mierda y creo que esa se siente mejor que yo. —Oz, queremos saber… —No —interrumpió ipso facto. —Aborta esa maldita idea porque no me estoy drogando, suponiendo que estés pensando eso. —Entonces explícanos lo que dijo el médico, porque imagino que ya te dijo lo que salió en tus exámenes —reclama Isma un poco tenso, Oz toma aire profundamente y descubre su rostro elevando el espaldar. —Hola a ustedes también, me encanta verlos de nuevo, pero la próxima vez que me quiera sacar información al menos traigan un par de mujeres, así sean las enfermeras de este hospital —mencionó irónico. —No te hagas que no te queda Oz, merecemos una explicación —exigió Marcus. —Solo fue un mal cálculo que no volverá a ocurrir. —Hijo, solo dinos lo que está pasando, todos estamos preocupados por ti y Travis quedó llorando desconsolado al verte tirado al pie de las escaleras —apartó la vista de nosotros tensionando su mandíbula. No me gustaba usar esa carta, pero sé que al tratarse de su hijo él pensaba con más detenimiento las cosas, lo que nuevamente surtió efecto al relatarnos lo que estaba pasando, nos comentó del tratamiento experimental, lo que hizo hoy y lo que haría después con Travis. Isma, Marcus y yo quisimos recriminarle por hacer algo tan peligroso, pero los detuve para dejarlo descansar, al menos sé que está fuera de peligro y únicamente necesitará dos días de reposo según dijo el médico, de igual forma le hicieron un TAC para descartar que no hubiese daños mayores por la caída, pero todo salió bien, así que volvimos a casa luego de un par de horas. Entre los chicos lo auxiliaron para llevarlo a su habitación donde estaban Bonny y Livi con Travis, quien se veía bastante triste pero ya no lloraba. Ambas se hicieron a un lado para que él pudiera acostarse, Livi le ayudó con el calzado y acomodó las almohadas para dejarlo más cómodo, Bonny y él se saludaron en lo que pasaba todo esto llegando a hacerse un par de bromas entre reclamos, pero Travis era quien más llamaba mi atención al no perder de vista a su padre desde que ingresó a la habitación, no sé si era así, pero es como si deseara estar con él y al mismo tiempo tuviera miedo de hacerlo, quizás todo el momento lo dejó muy confundido. —Vamos chicos, dejemos que descanse un poco. —No hace falta, quédense —mencionó sorprendiéndome un poco, pero no lo hice notar. —Mejor pásame a Travis y si quieres te puedes quedar en ropa interior para ayudarme con el dolor Bonny —solté un bufido ante el descaro de él. —Deja tus cochinadas que no quiero que mi sobrino aprenda esas cosas y mi abuelo tiene razón, necesitas descansar —ese tono autoritario en Bonny salió idéntico al de su madre, uno que me hizo sonreír al recordarla. —Quiero a mi hijo Bárbara y si no me lo entregas ten por seguro que me levantaré. Al ver que estuvo apunto de hacerlo, ella accedió a su petición entregándole al pequeño mientras todos nos acomodamos en la alcoba, aunque era bastante inquietante el que Travis comenzara a llorar en silencio con mucha confusión en su rostro, Oz intentaba hacerlo acostar en su pecho, pero el pequeño se rehusaba contundentemente sin abandonar la tristeza de su faz. Oz Me dolía ver esta reacción de Trav, él nunca había hecho esto y el que quisiera mantenerse alejado de mí me dolía profundamente, más al verlo llorar de esa forma. —Vamos pequeño, no hay nada que temer —bajó la cabeza haciendo un puchero que estrujaba mi corazón con intensidad. —Si quieres lo puedo cargar —pronunció Livi, pero negué sin dejar de ver a mi hijo. —Mírame pequeño —permaneció en el mismo estado. Levanté un poco su rostro con suavidad y pasé mi pulgar limpiando una de sus mejillas. —Mírame. —Oz… —sé que Livi no lo hace por mal, pero si sigue insistiendo haré algo que no deseo hacer. —Mírame Travis —hablé un poco más firme. Él levantó la mirada repasando mi rostro con sus enormes ojos azules aumentando su silencioso sollozo. —No me apartes Travis, no lo hagas todavía y menos ahora que te necesito demasiado a mi lado —se veía muy confundido, pasó su manito en la mejilla tratando de limpiarse haciéndome sentir peor. —Te necesito Travis y me ayudaría mucho un abrazo tuyo… por favor. Jamás supliqué a nadie y aquí estaba rindiéndome ante un pequeño de nueve meses mientras tenía a cinco personas a nuestro alrededor siendo testigos de este momento. Sentí mis ojos cristalizarse amenazando con derramar las lágrimas que no quería invocar frente a todos, él me vio como si comprendiera mi deseo y me abrazó fuerte del cuello incrementando la migraña, tuve unas ganas inmensas de quitarlo o aflojar el agarre, pero al mismo tiempo no quería, me rehusaba a la idea de tenerlo lejos de mí sin sentir su aroma, su calor, sus brazos en mi cuerpo mientras sus uñas rasgaban mi piel al empuñar las manos en mi nuca. —Te prometo que cuando seas grande podrás mantenerte lejos de mí, pero todavía no Travis, ahora te necesito a mi lado. —Tal vez no sepa cómo actuar por todo lo ocurrido Oz, está pequeño, no comprende muchas cosas y es la primera vez que te ve en ese estado —explica Barb. —Lo sé, no te preocupes. En ocasiones hacia expresiones de dolor al sentir cómo incrementaba por lo que hacía mi pequeño, pero evitaba hacer ruidos, decir algo o detenerlo, en vez de eso acariciaba su espalda dándole consuelo, haciéndole sentir que estaba con él y no me alejaría de su lado. —Oz, hay algo que queremos hablar contigo —pronunció Isma dejándome extrañado. —Eso puede esperar Isma —recriminó Barb. —Creo que también es un buen momento —menciona esta vez Marc. —Oz, los tres estuvimos hablando y queremos darles algo a ti y a Travis. —¿Qué? —Estuvimos trabajando duro este año y nos esforzamos más cuando nos enteramos de… ya sabes… —señaló a Travis con la mirada. —es por eso que reunimos un capital que queremos obsequiarles. —¿Qué? —murmuré atónito. —Eres nuestro hermano y no creerás que los dejaremos desamparados, disculpa que nos tardáramos, también sabíamos que podíamos enviar el capital cada mes pero quisimos darte todo de un golpe, esto con el propósito de apoyar tu investigación, pagar los gastos de Travis o cualquier cosa que necesites. —No, no puedo aceptarlo. —Hazlo Oz, si no es por ti al menos por Travis —menciona Bárbara casi en una súplica. —Queremos ayudarlos tanto como sea posible, sabemos que no somos millonarios, pero esto lo hacemos con mucho cariño porque nos importan y siguen siendo nuestra familia. —Es cierto hermano, además, no queremos perder al único sobrino que tenemos, por el contrario, queremos verlo crecer, jugar y disfrutar muchas aventuras con él, quizás llevarlo de cacería, enseñarle a conquistar chicas hermosas —menciona lo último Isma con un dejo provocativo que no pasó desapercibido para Barb. —en fin, tú me entiendes —guiña un ojo haciéndonos ladear una sonrisa cómplice. —Oigan, les agradezco el gesto, pero no quiero molestarlos, sé que tienen una vida, propósitos por cumplir y deben aprovechar el tiempo en sus respectivas universidades. —Oz, te sugiero que aceptes esa ayuda —pronuncia Clyde bastante firme. —sé que no te gusta recibir ayuda de otros, pero es importante que dejes de lado esa terquedad, no puedes exponerte de esta forma, sé que todo lo haces por tu hijo, pero no está mal recibir ayuda y eso es justo lo que necesitas ahora, patrocinadores. —Clyde no puedo, han hecho demasiado por nosotros ¿cuánto más aumentarán mi deuda con ustedes? —Quizás si dejas de ver nuestras acciones como una deuda sería más fácil, nadie te cobra nada porque todos hacemos esto por un mismo propósito que es el de mantener a Travis con vida, pero no nos haces fácil el camino y eso te puede retrasar más ¿acaso es lo que quieres? ¿desperdiciarás el tiempo que le queda a tu hijo por tu orgullo? Porque según me dijiste hace un tiempo él carece de ese recurso y tú no eres Dios, así que sé razonable y aborta esa maldita idea para que te enfoques en lo importante. Y yo que creía que mis voces eran una tortura… pero aun cuando odie admitirlo, Clyde tiene razón, mi orgullo no me deja avanzar muchas veces al querer hacer esto solo, o al menos tanto como es posible. —Oz, solo queremos lo mejor para ustedes y queremos darles tanto como ustedes nos han brindado, claro que el dinero nunca superará el cariño que Benji y tú nos han dado, pero es una pequeña demostración de cuánto los queremos. Miré el collar que seguía colgando del cuello de Livi recordando la conversación que tuvo con Marc y cuán felices estaban hablando de sus vidas y futuro, entonces me dejé vencer por la petición de todos al saber que yo nunca tendría lo mismo que ellos, pero al menos sí quería mantener un poco de felicidad al salvar a mi hijo eliminando los males que lo acongojan. —Travis —alejé un poco a mi pequeño viendo su sonrojada carita, una que me terminó de convencer en silencio. —Eres el colmo de mi vida pequeño, yo solo quería intentar sobrevivir en este mundo y follar mucho y ahora llegas tú a cambiarlo todo. Pese a ser un reclamo, hice que mi voz sonara amena, casi como una broma reforzada con una sonrisa que lo hizo avergonzarse, cubrió un poco su rostro y volvió a arrojarse en mi cuello abrazándome muy fuerte, dejando mi dolor en segundo plano, incluso mis voces silenciaron al sentir su amor en tan inocente acto al cual me aferré con mucho cariño. —Más te vale conseguirle mujeres hermosas a tu padre para soportar todo esto —murmuré sin soltarnos. Le di muchos besos en su cuello provocando una sonora risa en él la cual incrementó al hacerle más en su abdomen, una risa que me hacía sentir el jodido infeliz más afortunado de todos. Me detuve para evitar que su respiración se viera afectada y dejé un beso en su frente perdiéndome en su firmamento. —De acuerdo, aceptaré sin renegar nunca más —respondí a todos sin apartar mi vista del paisaje más bello de todos. —solo les pido que no nos abandonen, especialmente a él quien los necesita más que yo. —No abandonaremos a ninguno porque somos una familia y aquí nos apoyamos entre todos. Esa fue una frase que tatué en mi memoria desde ese día con la voz de Samuel Clyde y que prevalecería hasta el final de mi existencia.
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