144. REMOVIENDO HERIDAS

2386 Words
Samuel —Jamás creí que conocería otro país y menos Suiza —comentó Livi entusiasmada mientras servía el desayuno de nosotros y Travis, ya que Oz y Steve se fueron más temprano. —Y yo nunca me imaginé que viajaría a Suiza por un joven que está más loco que una cabra. —No seas así, ahora Oz nos necesita y si te soy honesta tampoco me agradaba la idea de que Benji se quedara aquí tanto tiempo solo. —Tiene a su padre así que no estaría solo y sabes que también se ha hecho amigo de Danna. —Sé que tiene a su padre, pero eso no evita que Oz esté ocupado en su trabajo, ambos conocemos la dedicación y determinación de ese hombre, y a Danna no me la recuerdes que ella es otro asunto a tratar. —Entonces también lo notaste… —lanzó una mirada inquisidora. —Es obvio lo que pasa con ellos y lo peor de todo es que no se molestan en ocultarlo. —¿Y qué planeas hacer? —Quiero conocerlos más y después veré qué hago, por ahora debo ir a la universidad para que nos organicemos bien con los horarios. —No te preocupes, sabes que tú y yo siempre nos coordinamos a la perfección, aunque no te niego que sí me preocupa un poco el que te vayas sola en un país desconocido. —No tienes que hacerlo porque Suiza es un país muy seguro, claro que me pone nerviosa la barrera del idioma ya que no hablo alemán ni francés igual que Oz, pero por ahora podré defenderme. Después del desayuno fuimos a la Universidad de Zúrich, parecía un padre primerizo acompañando a sus hijos a la escuela por primera vez, pero al menos ella se notaba más tranquila al estar conmigo y Travis mientras hacíamos un recorrido por el campus después del papeleo. Imaginaba a mi hijo, nuera y esposa lo felices que estarían de ver a dónde ha llegado Livi, aunque fuese por una causalidad de la vida, así como sé que en su momento Bonny cumpliría su sueño de ir a Francia. Asimismo, tuvimos la oportunidad de conocer un par de docentes que enseñarían a Livi, nos dieron algunas recomendaciones y proseguimos con la salida hasta el río Limago donde conocimos varios puntos históricos. Antes de mediodía compramos algunas cosas para llevarle a Danna y entretenernos con ella, tomamos el transporte hasta el CIS y llegados al lugar fuimos recibidos por ella con el mismo entusiasmo de ayer, aunque me preocupó ver a la enfermera limpiando la sangre de su nariz. Para mí era bastante doloroso e impactante verla en ese estado, no solo porque era una niña, sino porque también me recordó el último año de vida de mi esposa, una época muy difícil en la que aun hoy día sigo llorando cada que lo recuerdo… al menos agradezco a Dios tener a mis nietas conmigo y ahora a Travis quien ha llenado de alegría mis días. —Pensé que no vendrían… —dijo Danna como recuperando la esperanza. —Perdón que me encuentren así, quería estar bien —Livi tomó la iniciativa acercándose junto a Travis al escucharla tan avergonzada. —Disculpa, es que debía organizar algunos papeles en la universidad y tanto mi abuelo como Benji vinieron conmigo. —Está bien, igual también tienen cosas qué hacer y debe ser más entretenido estar afuera que en una clínica. No sé cómo puedo mantener una sonrisa para ella, quizás sea porque hacía lo mismo con mi esposa para no preocuparla. —Hija, ¿por qué no le enseñan Trav y tú las cosas que trajimos en lo que voy al baño? —tomé la mano de Danna sonriéndole con cariño. —Estoy seguro que te encantarán, seleccionamos todo entre los tres, solo espero que tengas energía suficiente porque tendrás que soportarnos hasta el anochecer. La ilusión más pura se reflejó en su delicado rostro tornándose en un doloroso puñal para mí que por suerte supe ocultar a tiempo. Este tipo de comentarios, actitudes y sentimientos siguieron presentándose en las siguientes semanas, mismas donde ya teníamos toda una rutina hecha, en las mañanas Livi se dedicaba a estudiar hasta las dos de la tarde en lo que yo cuidaba de Travis y Danna en el CIS y ayudaba a Oz si así lo requería, en las tardes me dedicaba a seguir con ellos mientras Livi hacía sus tareas, le contaba a Danna lo que hacía o nos contábamos anécdotas de la vida, todo esto hasta el anochecer cuando cenábamos las dos familias y partíamos a casa, los fines de semana los intercalamos entre conocer la ciudad y acompañar a Danna en el jardín, tuvo algunas recaídas, pero procuraba no perder el entusiasmo. No obstante, pasado cerca de mes y medio desde que llegamos a la ciudad, me encontraba demasiado agobiado, cada vez se me hacía más difícil estar aquí y cuando quería estar solo, daba una caminata por la zona o en el jardín sentándome en una de las bancas, igual que hago ahora al no poder soportar este peso llegando a llorar al recordar la pérdida de mi familia, las conversaciones que tuve con mi esposa los últimos meses de vida cuando la enfermedad se agravó y el conocer a Danna, una niña que no merecía nada de esto y seguía soñando con salir para vivir. —Creí que Livi sería la primera en derrumbarse, pero por lo visto eres tú quien más peso carga. —Ahora no Oz, ahora no… —murmuré con la poca energía que me quedaba entre dolorosas lágrimas. No tenía la mente para soportar sus sarcasmos ni sátiras, pero me afectaba más el tener que estar tan vulnerable llorando a la vista de todos. Escuché un encendedor a mi lado y el olor a tabaco inundó el aire, parecía ser la personificación del dolor que me ahogaba en este pequeño espacio tan pacífico. —La primera vez que vine tomé fuerte a Travis al ver a los pacientes de oncología —lo miré sin creer lo que escuchaba, mas sus ojos permanecieron en el cielo. —Esa noche tardamos en volver a casa, pero cuando al fin pude acostarme a dormir con mi hijo, no pude evitar llorar igual que tú mientras lo acariciaba resguardándolo en mi pecho. —Oz… —Sé que no debe ser fácil para ti y más si consideramos de qué murió tu esposa. —¿Cómo lo sabes? —En uno de tus viajes mientras limpiaba la casa encontré el historial clínico de ella, lo leí a detalle hasta el acta de defunción —una profunda rabia se desprendió al saber que él conocía algo tan privado, pero sé que era mi dolor hablando. —Viejo… si quieres irte puedes hacerlo, no te pediré que te quedes para que soportes algo que sé es demasiado difícil para ti. Me resultaba imposible de creer que sea Oz quien diga esas palabras con tanta indulgencia, pocas veces lo vi derrumbarse emocionalmente a lo largo de estos años, pero nunca lo vi actuar tan benevolente conmigo, mas fue al bajar su mirada hacia mí lo que terminó de desmoronarme ya que esta me mostraba algo que nunca antes vi en nadie en mi vida. —Aceptaré lo que decidas sin renegar, igual si necesitas un tiempo para pensarlo puedes hacerlo o si quieres el tiquete para esta misma noche también puedo conseguirlo —dejó el cigarrillo en la banca y se fue sin decir nada más. Me quedé viendo la colilla consumirse como si fuese mi vida la que se quemaba con el tabaco, sus palabras se repetían en un profundo eco en mi corazón y me quedé pensando en su propuesta. Realmente no creí que esto me pasaría, pero en ese instante comprendí que ahora mismo no podía remover tan dolorosa herida, no cuando mis nietas me necesitaban para que las siguiera guiando, no cuando Oz contaba conmigo confiándome la vida de su hijo, el avance de su investigación e incluso le dio la oportunidad a mi nieta de avanzar en sus estudios en una de las mejores universidades del país. Desde mi niñez debí ser un hombre con carácter duro para sobrevivir en las calles y al cumplir la mayoría de edad ya había hecho cosas de las cuales me arrepiento, pero si hay algo que siempre tuve presente desde que conocí a mi esposa Omaira, y más cuando supe que sería padre, es que daría todo por la familia que formaríamos para darles lo mejor, así desgarrara mis manos por ellos les daría un techo, cambiaría mi vida inculcándole el mejor ejemplo a mi hijo y me haría un hombre de bien. Ante esto, la última vez que tuve una conversación bastante profunda con mi esposa, me hizo prometerle que seguiría manteniéndome fuerte por la familia mientras yo lloraba diciéndole que no era nadie sin ella al haber sido siempre el pilar de nuestro hogar, mas ella sonrió cálidamente confesándome que fueron mis acciones su motivación para ser mejor mujer y madre, porque si yo pude salir de un mundo tan peligroso en mi juventud por ellos, entonces ella podía dar mucho más al no conocer el lado delictivo. Yo fui su motivación y su sostén y así como pude sacar fuerzas para mantenerme al lado de mi esposa haciéndola feliz hasta su muerte, debo mantenerme firme durante el procedimiento siendo el apoyo de mi familia y también de Danna, aun cuando no compartamos sangre ni nada parecido. En horas de la noche cuando estaba más tranquilo y seguro de mí mismo, cenamos entre risas que parecían no acabar, fue entonces cuando Oz se quedó viéndome, le hice una sutil señal para que saliéramos y nos dirigimos nuevamente al jardín donde aprovechó para encender otro cigarrillo. —No hablo alemán, pero creo haber visto un aviso de prohibido fumar. —Y yo creo que me importa una mierda su puto letrero —dio otra bocanada mientras perdimos la mirada en el cielo igual que en la tarde. —¿Tomaste una decisión? —Sí —contesté con total determinación. —te dije que te apoyaría en lo que hiciera falta para ayudar a Travis e irme no es una opción. —¿Y qué hay de tu congoja? —Nunca dejará de dolerme, pero eso no fue un factor determinante para no ayudar a mis nietas cuando perdieron a sus padres y tampoco lo será para quedarme al lado tuyo y de Travis. —Menos mal, porque los tiquetes costaban más que un maldito riñón. Ambos reímos cual amigos de toda la vida y extendí mi mano tomando el cigarrillo, con una profunda bocanada quemé mi dolor y mis dudas sintiéndome nuevamente aquel hombre jovial dispuesto a mantener su hogar. (…) Dos semanas después Livi En estos dos meses me enfoqué en mis estudios manteniéndome entre los primeros puestos de todas las clases, la competencia era dura, pero siempre aprendía de todos aun si no les caía bien, asimismo, compartí mucho tiempo con Danna, Benji y los demás niños de oncología, era increíble conocer sus historias y el cómo sacaban tanta madurez ante una enfermedad tan dura como el cáncer, lo que me hizo admirarlos demasiado reforzándome la idea de querer dedicarme a trabajar con ellos. No obstante, el caso de los Borson me afectó tocando fibras sensibles, a veces sentía que no necesitaba conocer el trasfondo bastándome únicamente con la actitud de los tres y tampoco forzaba a Danna a contarme nada, sino que escuchaba lo que quisiera decirme dándole eventualmente la confianza de abrirse conmigo y más, porque mi abuelo y yo la tratábamos siempre como la niña que era y no la paciente de cáncer, algo que su padre solía hacer la mayor parte del tiempo mientras su hermano discutía con él aun frente a ella lastimándola emocionalmente, motivo por el cual ahora se encontraba muy triste al presenciar otra pelea entre ellos antes que llegara de la universidad. —Cariño, ¿te encuentras bien? —tomé su mano en lo que mi abuelo tenía a Benji en su regazo. —Sí, mejor cuéntame cómo te fue en la universidad. Aunque sentía admiración por la resiliencia de los chicos, era esta actitud tan adulta la que me dolía ver en ellos. —Danna, no siempre tienes que ser la fuerte, está bien llorar, porque de otra forma todo este dolor que guardas diariamente te enfermará más que el cáncer. Su semblante se torna confuso e intenta mantenerse estable, pero al no soportar más, se quiebra llorando en mi pecho, ambas quedamos en un fuerte abrazo dándole el cariño que tanta falta le hacía y la dejé desahogarse durante varios minutos. —Solo quiero que dejen de pelear, aunque sé que lo hacen por mi culpa porque ellos antes no eran así —su quebrantada voz rompe mi corazón. —Claro que no cariño, no es tu culpa. —Sí lo es… a veces hasta creo que sería mejor morir para que ellos puedan reconciliarse y ser tan unidos como antes. Esas palabras nos destrozaron a mi abuelo y a mí, pero él, más que tristeza, fue rabia lo que reflejó, realmente estaba muy disgustado con ellos y sé que lleva conteniéndose mucho tiempo, aunque no sé cuánto más lo hará. —Mi niña, nunca vuelvas a decir que todo sería mejor con tu muerte —levanté su rostro acunándolo con cariño. —tu vida vale demasiado y ellos hacen hasta lo imposible junto a Oz para que te mejores, pero aquí los únicos que actúan mal son ellos y tú no tienes por qué cargar con esa culpa. —Pero es la verdad Livi, con la muerte de mi mamá y mi enfermedad todo fue peor en nuestras vidas, por eso quiero que Oz siga con nosotros, porque es la persona que más pudo avanzar en mi cura y prefiero que me quite esto o morir, pero no soporto más, no quiero que sigan peleando. No hubo más palabras entre estas paredes, solo su llanto que se intensificó con el paso de los minutos mientras yo seguí abrazándola al igual que mi abuelo y Benji, quienes se sentaron también en la camilla quedando los cuatro juntos.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD