166. PERDÓN Y CASTIGO

1631 Words
Sentí que otra ola de angustia y confusión me invadió recordándome cuando me dieron la noticia del atentado contra mi hermano y sobrinas. No fue fácil escuchar a Rag contarme cómo después del primer encuentro con el ruso el infeliz de Miarkolva disparó a Marc gravemente, quien casi muere desangrado de no ser por la pronta intervención y siendo a su vez el motivo por el cual ellos tardaron tanto en regresar a casa, ya que mi pequeña estuvo ayudando a Romanov quien tomó el imperio de Boris Miarkolva una vez lo asesinó, entretanto, Marc se encontraba recuperándose de las heridas teniendo que tomar un tiempo después varias sesiones de rehabilitación para recuperar la movilidad en la pierna, pero si lo que ella me explicó es verdad, entonces la herida fue más grave de lo que imaginé. —Te lo suplico Oz, haré lo que sea, pero ayuda a Marcus para que no tenga usar ese bastón más tiempo. La culpa maquillaba su rostro intensamente haciéndome sentir peor, Trav y yo, como si conectáramos la misma idea al verla tan afligida, tomamos sus manos resguardándola en nuestros brazos. —Deja que vea el historial clínico y revise a Marcus, sabes que no puedo trabajar a ciegas y menos si se trata de ustedes —dejé un beso en su frente mostrándome seguro. —Vamos a la cama, necesitas relajarte un poco. Llegamos a mi alcoba donde ella retiró mi camiseta y yo su abrigo, aun cuando no quería que estuviera desnuda frente a mí, sabía que ahora me necesitaba demasiado y nada sobrepasaría los límites. Ambos nos acostamos llegando a refugiarla en mi pecho y mi pequeña estiró su brazo hacia la puerta donde está Travis. —Acuéstate con nosotros Trav, quiero estar con los dos —pidió con real inocencia y él se acercó a la cama aligerando lo suficiente sus prendas quedando a mi lado. —En el pecho de Oz —exigió. —No lo haré, no soy un niño —contestó a la defensiva. —Para mí siempre lo serás, siempre te veré así —pronuncié dejándome llevar por lo emocional de la situación desde que llegamos. —No quiero hacerlo así que no insistan. Esta vez me dolieron sus palabras al encontrarme tan sensible y quizás fue el mismo remolino que tenía lo que me hizo sincerarme con él, aunque no con el objetivo de chantajearlo ni nada parecido, sino que necesitaba decirlo en voz alta. —A veces me arrepiento de no haberte dado la oportunidad de estar con una familia normal… —él parece ver la sinceridad de mis palabras suavizando su expresión y dejó su mano en mi brazo. No sé si le pasa lo mismo que a mí, pero recordé nuestra discusión en Milán años atrás. —Te dije hace mucho que no cambiaría la familia que me diste, significas mucho para mí y te amo a pesar de lo ocurrido porque siempre estuviste en mi vida sin importarte nada… incluso contra tu propia locura decidiste estar a mi lado… aun al día de hoy. Creo que nunca me cansaré de pensarlo, pero soy un maldito bastardo con una suerte muy particular y él era una de las mejores pruebas de eso en mi vida. —Hace muchos años dejé de pedirte algo similar, Travis, pero, por esta vez, acuéstate conmigo —él quedó viéndonos a Rag y a mí unos segundos y se acostó quedando también en mi pecho igual que ella, igual a cuando era un niño. Es curioso sentir la calidez y gelidez de cada uno en simultáneo, pero no lo cambiaría por nada, especialmente, porque en momentos como este podía aspirar el perfume de las dos personas que me han marcado tanto en todos los sentidos de mi vida, trayendo consigo mil experiencias y emociones que nadie más ha conseguido darme. —Oz, discúlpame por lastimarte —pronunció mi pequeña. —sabía que al hacerlo yo… —coloqué un dedo en sus labios silenciándola. —No lo hagas, estás en tu derecho de experimentar lo que desees siempre y cuando lo hagas porque así lo quieres y no porque alguien te obligue o amenace, recuerda que primero eres tú, mi pequeña. —Oz… Ella se levantó un poco preocupada, en su faz sabía lo que quería decirme y aunque no lo hace porque Trav está con nosotros escuchándola igual que yo, comprendí su preocupación, pero me encontraba mucho más seguro tras haberla escuchado. —Todo seguirá como siempre, no tienes nada qué temer. Su tierna mordida se tornó ansiosa despertando mis ganas de besarla, pero esta vez acomodé mi mano en su barbilla liberando su labio con mi pulgar y dejé una caricia con cariño. —Deja de provocarme que tenemos niños en la cama. —¡No soy ningún niño! —reclamó Trav fastidiado levantándose en el acto, haciéndome sonreír al obtener mi cometido. —Mejor me voy, ustedes sigan en lo suyo. Lo tomé rápidamente del brazo atrayéndolo nuevamente a mi pecho, hice lo mismo con mi pequeña y los abracé fuerte aun cuando él me batalló un poco. —Deja de pelear niño y quédate en los brazos de tu padre. —¡Que no soy un niño! —gritó enfurecido haciéndome reír más. En vez de liberarlo, lo sostuve más fuerte dejando un beso en su frente que lo dejó consternado y detuvo el forcejeo observándome con suma atención. —Te amo Travis, siempre serás mi hijo sin importar nada, nunca lo olvides. No sabría explicar lo que pasó en el instante con nosotros dos, pero sus ojos se abrillantaron con mucha ilusión llevándome veinte años al pasado, e igual que en aquel entonces, él me abrazó escondiendo su rostro en mi cuello, mi pequeña hizo lo mismo del otro lado y Trav le dio espacio en este para que también se acomodara, quedando ellos enlazados por sus brazos mientras yo los resguardaba en los míos igual que unos polluelos. (…) Al día siguiente. Por la noche le había escrito a Marc citándolo hoy en la clínica, programé los equipos para hacerle los exámenes y llegué una hora antes para revisar el historial que me había enviado Rag ayer, así tendría una mejor idea de lo ocurrido, sin embargo, cuando él ingresó cojeando y con evidente dolor, fui a su lado ayudándolo a sentarse en una silla de ruedas, me renegó un poco, pero lo ignoré enfocándome únicamente en revisarlo. —Podemos hacer esto por las buenas o por las malas, así que retírate la ropa y deja sobre el escritorio todas tus cosas, tendremos una mañana ocupada. Me alegró saber que comprendió rápidamente mi posición e hizo caso a mi instrucción, le entregué la bata y nos dirigimos a los diferentes pisos para hacer el escaneo de su pierna. Un par de horas después estaba revisando los resultados minuciosamente, pero por mucho que los repasara no había manera de cambiar la realidad de mi hermano, igual que pasó con Isma, esto es algo con lo cual tendría que vivir para siempre. —Solo dilo Oz, igual no es la primera vez que escucho el resultado —pronunció resignado a sabiendas de lo que diría. —No hay nada qué hacer, ¿no es así? —No Marc, el daño fue bastante serio y comprometió la pierna, el problema es que aun cuando la intervención fue exitosa, ellos retiraron demasiado músculo haciendo imposible poder hacer algo más. —¿Algo diferente por anexar al diagnóstico, doctor Oz? —Podría mejorar la movilidad en la pierna y disminuir el dolor, pero igual deberás usar bastón para movilizarte el resto de tu vida —pocas veces me he sentido un fracasado en mi profesión y esta ocasión no era la excepción. Él se inclina tomando el whisky y llenó nuestros vasos dándole un trago al suyo, soltó un pesado suspiro como aceptando su realidad y ladeó una triste sonrisa. —No te culpes de nada, igual no me arrepiento de lo que hice. —Marcus, tienes todavía muchos años de vida, no me salgas con esta mierda ahora. —Oz, no me importará llevar un bastón cada día de mi vida porque esa será la cruz física que cargaré por todas las horribles decisiones que tomé y afectaron profundamente a mi familia, como lo que pasó con Livi y el no haberle dado a Rag otras oportunidades al comienzo en vez de dejarla pensar que esos combates eran la mejor opción… —silenció un instante viéndome con determinación, casi como dándole la cara a la muerte. —Todas y cada una de mis decisiones las pagaré con el constante dolor en mi pierna, aun cuando esto jamás compensará el daño que todos ustedes recibieron por mi culpa. Sé muy bien cuán grande es la culpa que lleva atormentándolo durante estas dos décadas, pero siempre he creído que él fue una víctima de toda esta mierda que vivimos, siendo al final inevitablemente arrastrados por el mismo lodazal porque ninguno quiso abandonarlo, porque para cada uno de nosotros Marc significa una parte importante en nuestras vidas, pero si esto lo ayudaría a expiar los pensamientos de culpa, entonces lo mejor era aceptarlo y apoyarlo, que a la final es lo que siempre hemos hecho. —De acuerdo, pero igual quiero que entres a un tratamiento conmigo, mejoraremos la movilidad tanto como sea posible y también te daré analgésicos para el dolor, solo no abuses de ellos o el tiempo de abstinencia será una tortura para ti. —Si tú pudiste soportar tanto en medio del bosque, ¿por qué no podré hacerlo yo en mi casa junto a una hermosa mujer? —comentó con cierta malicia y satisfacción. Con gran complicidad brindamos saboreando a nuestro viejo amigo Jack.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD