167. SOMOS LO QUE SOMOS

2025 Words
Enero El último semestre estuvo cargado de muchos eventos a lo largo de cada mes que trajo consigo momentos memorables. Primero, la universidad; el CIS; el trabajo en el consultorio y la vida con mis zarigüeyas se mantuvo estable a pesar de lo ocurrido en The Sinner, no podíamos hacer comentarios al respecto fuera de la mansión y es algo que dejaba desconcertado a más de uno en el círculo social del cual ya era parte, puesto que nadie se atrevía a darme frente con tanta soltura como antes. Con mis dos amantes, Karol y Dayana, nos encontrábamos en puntos opuestos de la ciudad de vez en cuando para no levantar sospechas, a cada una la trataba igual que la primera vez, aunque a Karol poco a poco la iba sometiendo dándole lo que quería fuera de los brazos de su esposo. Dayana, por otra parte, debía mantenerla asegurada siendo más romántico en nuestros encuentros, era casi como hacerle el amor y aunque muchas veces me desesperaba tomar dicho papel, debo reconocer que llegué a hacer cosas que nunca me imaginé hacer por nadie, aunque jamás desviando mis objetivos personales. En lo que respecta a mi estimado Carlo, él junto a Abby fueron dos piezas fundamentales en mis investigaciones ya que ambos podían involucrarse en los diversos círculos desde lo bajo, poseían fuertes contactos que trabajaban para mis zarigüeyas y solo era cuestión de tener el dinero correspondiente para que soltaran la lengua o hicieran lo que yo quisiera. Y hablando de dinero… lo ganado en la primera apuesta en Caterva me dio un monto bastante alto convirtiéndome en diez minutos en un millonario más de Gran Bretaña, pero dicho capital opté por mantenerlo en una cuenta perteneciente al banco de Carlx el cual usaba la moneda del lugar y donde los integrantes de The Sinner manejaban su capital para apostar o pagar por los servicios en la mansión. Esta decisión me tomó un poco de tiempo tomarla, pues no negaré que estuve tentado a caer en la red de la avaricia al poseer un capital tan alto el cual podía convertir a la moneda que llegase a necesitar, pero preferí guardarlo para pagar mis vicios en la mansión separando un monto en caso de emergencia el cual solo podía tocar con la firma de Carlx y Cleo dándole mayor seguridad… Todavía recuerdo cómo aquel día las palabras del viejo resonaban en mi cabeza al decirme que no debía convertirme en ellos, sino que debía mantenerme en el horizonte mientras alguien dependiera de mí y mi hijo debía ser siempre lo primero en mi lista. En paralelo, me resultaba irónico cómo tenía semanas tan agitadas sin un verdadero descanso entre el trabajo y la universidad a la vez que sacaba tiempo en las noches para mi sanguinario deleite, pero lo más gracioso era verme en el espejo retirando la sangre de mis oblaciones mientras escuchaba la voz de mi hijo riendo al otro lado al contarme sus aventuras. Debía estar demente para hacer algo tan contraproducente, pero esta era mi vida, esto era lo que me llenaba en todos los sentidos y aun cuando extrañaba ver a mi pequeño; al menos podía estar aliviado al saber que seguía vivo y en excelentes manos. —Señor Belial, su oblación está lista —informó Carlo. —¿Te aseguraste de revisar su historial? —Sí señor, posee un récord criminal bastante prometedor y también preparé las armas que me encargó. Muy pocas veces solía dar espectáculos en Caterva, por lo general iba a una recámara privada donde me deleitaba tanto como fuese posible terminando en una lluvia de sangre exquisita, en otras ocasiones experimentaba con mis oblaciones los diversos fármacos que iba creando y también usaba algunos llegando a reforzar mi organismo, procuraba ser cuidadoso por la condición de Travis, aunque ya estaba trabajando en un proyecto para duplicar mis células y así evitar las transfusiones tan seguidas, con suerte el otro año tendría todo preparado. Continué el camino junto a Carlo, quien procuraba mantenerse a mi lado en cada visita, nunca cuestionó mis actos por muy perversos que fueran ni volvió a desobedecer una orden, incluso arregló su collarín convirtiéndolo en un extenso brazalete personalizado que abarcaba todo el brazo, varias cadenas caían desde el hombro hasta al codo enlazándose con un brazalete de cuero y después se desprendía nuevamente un conjunto de cadenas unidos por una vara de acero hasta otro brazalete de cuero (el cual era su collarín) que terminaba en la muñeca. Debo reconocer que, pese a no ser mi estilo, él sabía lucirlo con sus atuendos sin importar que vistiera como hombre o en ocasiones cuando se arreglaba como drag queen llegando a verse tan imponente como Cleo, hasta parecían hermanos o hermanas sin importar cómo lucieran. —¿Está bien para usted o desea que cambie su oblación? —preguntó al abrir la puerta dejando ver tan exquisita pieza suspendida en la cruz de madera. —Es perfecto —nos adentramos a la habitación y él retiró mi bata entregándome mi vaso con Jack. Revisé que estuviera el armamento y en mi cabeza iba trazando lo que haría en lo que hacía un mapa del cuerpo de mi oblación. —Estaré afuera por si necesita algo. —Carlo, recibí un mensaje de Bechamms para hablar esta noche, prepara la mesa nueve e infórmale que nos veremos en una hora. —Sí señor. —No hay nada como empezar un nuevo año con la flor de la juventud —pronuncié malévolo a mi oblación quien lloró desgarradoramente al verme tomar un bate con clavos. —Espero que no te importe, pero últimamente me he enfocado en ejercitar brazos. Moví el bate en el aire, di un trago y respiré profundo antes de empezar a golpear con todas mis fuerzas sus piernas trayendo consigo retazos de carne que se incrustaban en los clavos, la sangre salpicaba sobre mi cuerpo y las paredes que nos rodeaban creando toda una obra de arte cuando sus huesos se dejaron ver de a poco. Por lo general solía separar mis tiempos para degustarlo todo, me tomaba algunos minutos para este pequeño ritual que podía ir entre cinco y sesenta minutos (dependiendo de cómo fuese mi día o la semana), después fornicaba con alguien sin importar el número de personas (ya que en ocasiones solían participar en orgías) y finalmente disfrutaba de los diversos espectáculos que ofreciera The Sinner esa noche, así como también había ocasiones en las que hacía todo en uno cuando estaba en el anfiteatro de Caterva o bien en la tarima del salón principal. —Nunca pierdes una oportunidad para lucirte aun cuando no tienes público —recibí el trago servido por Cleo, quien quedó a mi lado viendo el desmembrado cuerpo frente a nosotros. —Te equivocas, siempre tengo público conmigo —bebí en lo que ella encendió un cigarrillo para mí. —¿Qué puedo hacer por ti, preciosa? —Tu invitado terminó antes y aguarda por ti, no sé si deseas que traiga a alguien o prefieres atenderlo primero a él. —Ese idiota parece más un topo que una zarigüeya. —Es el precio de la fama —soltó con una elegante risa sarcástica que me contagió. —No, mi adorada Cleo, es el precio de ser el mejor. —Tan arrogante como siempre. ¿Nunca dejas el ego en casa? —Para qué hacerlo si sé que te encanta vérmelo. —Ya quisieras —lanzó una navaja a la entrepierna del cadáver. —Mejor alístate, le diré que te espere unos minutos más, dejé tu traje en el perchero. —¿Y Carlo? —Atendiendo tu asunto con Aamon. —Excelente, solo asegúrate que no lo toque, sabes cuánto odio que se metan con lo mío. —Para no ser tu sumiso eres bastante celoso con él —tiré de su mano acorralándola hacia mi cuerpo. —¿Disfrutando la vista? —preguntó divertida. Cleo por lo general usaba zapatos de tacón bastante altos quedando casi dos cabezas más que yo, pero siempre que la tenía a mi lado de esta forma comenzábamos una entretenida guerra de poder entre las palabras y las miradas. —Yo siempre disfruto una vista y sabes bien que no me gusta compartir mis cosas. —Pero vaya que te encanta compartir esa cosa —señaló con la vista mi pronunciado m*****o. —Solo es caridad y desfogue, el sexo es la droga de los libertinos… —Igual que la muerte y la destrucción —completó por mí. —Ya me sé tu discurso. —Admite que te encanta venir por mí para saborear en silencio lo que no tendrás. —Ni aunque me pagaras quedaría de rodillas ante ti. —Repítelo hasta que te lo creas porque un día lo harás. Ella se alejó sirviéndonos otro trago en lo que yo me alistaba, dio los últimos toques a mis prendas antes de salir y ordenó que limpiaran el lugar. Nos encaminamos hasta el salón principal. El topo estaba ansioso esta noche, algo se traía entre manos y que estuviera solo es porque tenía algo en mente. —Buena suerte. —Que alguien quede cerca por si necesito una salida rápida —murmuré, asintió. —Buenas noches —saludé formal sentándome frente a Bechamms. —¿Estuvo entretenida tu noche? —Casi, me falta una buena follada, pero si quieres puedes arrodillarte. —Gracias, pero hoy no me apetece —brindamos con una falsa sonrisa. —Sin embargo, te busco porque tengo algo que podría interesarte. —Te escucho. —Como sabrás, The Sinner no es el único lugar en Gran Bretaña donde puedes obtener este tipo de entretenimiento, incluso hay integrantes de Caterva que se reúnen en mansiones para celebrar fiestas privadas. —Lo sé ¿Cuál es el punto? —Un circo estará pasando por Gales la otra semana y tengo una invitación extra por si deseas venir con nosotros. —¿Cuál es la temática? —Fenómenos y cachorros —bebí un trago dando dos sutiles golpes al vaso con el meñique, lo que indicaba a la distancia que alguien debía venir por mí llegando en menos de un minuto. —Señor Belial, disculpe interrumpirlo, el señor Asmodeo desea verlo. —Esperemos que no se haya enterado de tu pequeña traición —murmuré a Bechamms y me levanté. —Pensaré la propuesta y te daré una respuesta esta semana, un placer verte como siempre. (…) Siempre que ocurrían estas cosas con cualquiera en la mansión generaba un malestar en mí, por ese motivo hablé Carlx y Cleo para que siempre tuvieran a alguien a mi disposición para una salida rápida en caso de que Carlo no estuviera. En esta ocasión el invitarme a un circo implicaba estar con un grupo de paso que traería varias víctimas para asesinar y violar, pero este en especial tendría a enfermos y niños. Jamás revelé a nadie sobre mi pasado, pero siempre buscaba la forma de evitar dichos encuentros para no desestabilizarme mentalmente y menos porque tenía un hijo esperándome al otro lado del mundo. Por suerte ahora me encuentro tranquilo en casa, quizás me dedique a estudiar un poco y dentro de unas horas llamaré a Princeton para saber cómo está Travis, siempre es bueno escuchar a mi petirrojo antes de ir a dormir aun cuando aquí sea de madrugada. Sin embargo, extrañamente ingresó una llamada, pero no de alguien de aquí sino del otro lado, así que levanté la bocina en el acto. —Oz, disculpa que te despierte. —Relájate, acabo de llegar a casa. —Escucha… —se oía nervioso y la fuerte exhalación que dio no era buena señal. —Sé que esto podría ser un problema para ti, pero necesitamos que vengas, tan solo no vayas a decirle nada al viejo o a las chicas. —¿Qué ocurre, Isma? —Es Marcus, lo han amenazado de muerte y recién lo trajeron al campus golpeado. Malditos infelices… Sea quien sea el malnacido que se atrevió a golpearlo lamentará haberlo hecho. —Dame unas horas, saldré cuanto antes a Massachussets.
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