20. CÓMPLICES

2736 Words
Oz Cuando volvimos a la ciudad teníamos pensado todos los lugares a los que queríamos ir, así como también escogimos viajar en otoño, era la temporada que más nos gustaba y queríamos disfrutarla en esas tierras que tanto nos apasionaron. Esa semana estuve revisando mi agenda por los próximos dos meses y no tenía tantos espacios libres, al menos no para hacer este viaje, fui a hablar con el director del hospital y le comenté mi situación, la fecha exacta no la tenía, pero tampoco fue necesario darla pues se negó rotundamente a que me ausentara tanto tiempo, tenía demasiadas cirugías programadas, muchos pacientes por ver y no debía descuidar sus tratamientos. Las cosas se estaban poniendo pesadas para mí entre su negativa y los gritos de mis voces, el problema de ser el único que las escucha es que no siempre puedo controlarlas y termino provocando un desastre. Salí de esa oficina sin decir nada más para evitar algún inconveniente y me fui a casa, no me importaba que me dieran una sanción por eso, necesitaba alejarme. Llegué y serví rápidamente un vaso de whisky, estaba eufórico, las voces me estaban aniquilando, tomé cuatro vasos adicionales hasta que ellas gritaron más y no soporte otro minuto. —¡¡YA CÁLLENSE!! —grité con todas mis fuerzas. Aun con el vaso en mano lo estrellé contra la mesa, la sangre brotaba, pero el dolor no estaba. Odio sentirme así, odio esta maldita condición con la que nací. —No vuelvas a hacerlo Oz. Me giré encontrándome con esos ojos que reflejaban miedo y sorpresa, era la primera vez que ella me veía en ese estado ¿Por qué ahora? ¿Por qué tenía que verme así? De todas las personas justo ella había llegado en el peor momento. —¿Qué haces aquí? Mi voz estaba tan quebrada como el vaso, quería llorar de la desesperación por todo lo ocurrido, pero más por la mirada que ella me daba, nunca quise que me viera así y siempre la evitaba cuando esto me pasaba. —Quería verte, le pedí a Jhon que me trajera y Livi me dio permiso para venir. Caminó unos pasos hacia mí, estaba preocupada por mi estado, no recuerdo haberla visto así antes pero tampoco quería su lástima. —No te acerques, será mejor que te vayas —gruñí entre dientes bastante dolorido. Mis voces se ponían peor, tomé mi cabeza con fuerza y cerré mis ojos desesperado por los gritos, no soportaba más todo esto, caí de rodillas y apoyé mi mano herida sobre el suelo sintiendo el dolor en ella, algo frío tomó mis muñecas liberándome de mi dolor físico, me abrazó rodeando mi cabeza y dejaba suaves caricias en mi cabello. No abrí los ojos, no podía, sentí tanta vergüenza y odio porque ella me había encontrado en este estado, pero igual me dejé inundar de su aroma, hoy era azahar y limón. —Por favor detente, no quiero que te sigas haciendo daño, no quiero que lo lastimen por favor —su voz estaba tan quebrada como la mía, abracé su cintura cuidando de no mancharla y nuestro agarre se hizo más fuerte. —Ya no sigan gritando por favor, solo escúchenme es todo lo que les pido. Mis voces se iban silenciando con sus palabras y el dolor de cabeza iba disminuyendo hasta que una de ellas me hizo una petición. —Ellas te escuchan con atención pequeña. Se separó un poco de mí y levantó mi rostro, tenía miedo de abrir mis ojos, no soportaría ver esa mirada, no en ella. —Mírame. —No me hagas esto Rag. —Mírame Oz —ordenó dulcemente. Abrí mis ojos de a poco encontrándome con los suyos y una bella y muy sutil sonrisa se dibujó en ella. —No sé lo que pasó, pero podemos solucionarlo, solo les pido que no se desesperen y me den la oportunidad de escucharlos, les aseguro que todo estará bien. —¿Cómo es posible que puedas dominarnos de esta forma? —No quiero dominarlos, solo quiero estar contigo, así como tú lo estás cuando mis voces se convierten en mi tormento. —Mejor vete Rag, no quiero hacerte daño. —No lo harás porque me quieres demasiado, lo sé porque también te quiero, es la cordura de los locos. Reí con dolor, mis lágrimas seguían corriendo por mis mejillas y ella las limpiaba con ternura sin dejar de sonreírme ¿Cómo una criatura tan bella podía tocar a alguien como yo? —Estaré contigo hasta el final Oz. Mi alma se clavó en sus luceros con un único deseo... —Rag... hazme renacer en tus labios para que pueda morir en ellos al frío de tus manos. Ella cerró mis ojos y sentí que tocaba mi piel dejando caricias con sus manos, era lo que deseaba, pero no creí que lo haría. Su movimiento fue suave, no era como besar a una amante, su beso era de salvación, era vida, era efímera, era ella entregándome su amor. Nos separamos despacio y abrí mis ojos dándome cuenta que ella también había cerrado los suyos, es extraño lo que siento, incluso el aire es diferente, pero no había arrepentimiento en nuestras miradas, de hecho, no sé qué había entre nosotros. —Ya moriste y renaciste entre mis labios y en mis manos, ahora no quiero que vuelvas a lastimarte así. Ven, vamos al cuarto. Me levanté, ella tomó mi mano llevándome hasta la habitación, me sentó al borde de la cama y buscó el botiquín para atender mi herida. Una vez limpiada y vendada, retiró mi camisa; el cinturón; mis zapatos y también sus botines para luego acostarnos en la cama sin romper el vínculo de nuestras miradas. Abracé su cintura cortando la distancia en lo que ella acariciaba mi pecho, mis mejillas y mis labios, toda ella es el yugo de mi lacrimosa esencia, pero no renegué ni la aparté, solo la deseé como el prisionero que alucina con su libertad. —¿Qué me has hecho Rag? —Nada que no pensáramos desde hace un tiempo. Solo duerme conmigo Oz y no pienses en nada más, vela mi sueño que yo velaré tu despertar. —Esto no… —reposa su mano en mi boca y me sonríe como un ángel. —Solo duerme conmigo, porque al despertar seremos cómplices del mismo pecado. Acercó su rostro al mío, nuestros labios quedaron a milímetros, pero nunca los tocamos, solo cerramos nuestros ojos y nos dejamos llevar por las caricias del otro hasta disipar el tiempo y el espacio. (…) Ragnar Abrí mis ojos al sentir una fuerte presión en mi cintura, vi que Oz estaba con su ceño fruncido, se veía muy mal, de nuevo otra presión y bajé la mirada percatándome que era él quien me lastimaba, sea lo que sea que estuviera soñando no podía ser bueno. Acuné mis manos en su rostro dejando suaves caricias, parecía calmarse un poco más, pero no llegó a soltarme en ningún momento, de hecho, presionó con más intensidad hasta el punto en que empecé a sentir sus uñas en mi piel. —Oz… Oz despierta —murmuré. —Pequeña —respondió mas no abrió sus ojos. —Oz, ¿te encuentras bien? —Ahora Oz está un poco ocupado con una pesadilla —solté su rostro sin comprender esas palabras. Esto jamás había pasado, él nunca había dicho algo parecido. —¿Quién eres? ¿Qué está pasando? —Por un momento pensé que me reconocerías, pero tampoco es de extrañarse, es la primera vez que hablo contigo —…no puede ser verdad, pero si lo es… —¿Eres una de las voces? —relució esa sonrisa demencial, mas sus ojos permanecían cerrados y su agarre firme. —Así es nena, no creí que sería posible, pero debía intentarlo. —De verdad que Oz está más demente de lo que pensé —carcajeó con fuerza y sus uñas me lastimaron más, lo que hizo que se detuviera. —Disculpa por eso, por desgracia no tengo control de todo su cuerpo, pero puedes despertarlo para que se detenga. —Pero si lo hago no puedo seguir hablando contigo. —¿Quieres hacerlo de verdad? —preguntó fascinada. —¿Por qué no? Es la primera vez que veo esto en él y si tú no le dices nada yo no diré nada. —Desde que te vi supe que eras alguien especial, no imaginas cuánto he deseado que esto pase. —¿Puedo hacerte una pregunta? —Lo que quieras nena. —¿Qué ocurrió para que Oz se lastimara cuando llegué? ¿por qué todos estaban tan alterados? Él me relató lo ocurrido en el hospital con el director, estaba bastante enojado al igual que las demás voces por la negativa, pero le expliqué que no era necesario ponerse de esa forma y que buscaríamos una solución con la condición de que no lastimaran más a Oz, este accedió de inmediato y cuando iba a formular otra pregunta vuelve a lastimarme, pero esta vez con más intensidad. —Perdónanos nena, de verdad estoy intentando hacer algo, pero no puedo y no quiero que este malnacido te lastime. —No le digas así por favor, tú existes gracias a él al igual que las demás voces. Aun con el dolor en mi cintura me acerqué más a Oz y lo abracé acariciando su cabello para que se tranquilizara, lo que empezó a surtir efecto, entonces supe cómo podía seguirlo calmando cuando sus pesadillas lo acecharan con más fuerza. —Eres una chica muy inteligente. —Gracias. Sé que esto me dolerá un poco, pero me gustaría seguir hablando contigo si no te importa. —Por mi encantado, pero no quiero que te lastime. —Es un precio a pagar por conocerlos más, al menos hagamos que valga la pena —ambos sonreímos, aunque sé que él no podía verme. Esto era lo más locamente fascinante que me había pasado hasta ahora y quería aprovecharlo tanto como fuese posible. Estuve preguntándole sobre algunas cosas de la vida de Oz, no quise indagar tanto por cuestiones de tiempo y porque también quería que él mismo me lo contara, así que fui cuidadosa al escoger mis preguntas. Él sonreía algunas veces, en otras se tornaba serio cuando la historia era bastante delicada, llegó a contarme de la vez que quiso suicidarse en la cascada, en el balcón del hotel y el deseo que había pedido, también me contó cuán importante era yo para él y las demás voces que lo acompañaban. Saber que significaba tanto para ellos aceleró mi corazón con intensidad. En ese momento la pesadilla de Oz se hace mucho peor según me dice la voz y su mano me lastima más que antes, a pesar de que hice lo mismo no logré contenerlo, pero recordé la frase que me dijo en la sala y volví a tomar su rostro separando un poco sus labios. La voz silenció por completo, no sabía lo que pensaba o si comprendía lo que estaba a punto de hacer, sé que pude despertar a Oz, pero eran tantas cosas las que sentía en el momento que preferí tomar esta elección. Uní nuestros labios en un casto beso, los suyos se movían al compás de los míos y su agarre se suavizaba, me separé y se hizo nuevamente intenso. —Eres un pervertido Oz —murmuré sobre sus labios. —Igual que tú nena, pero hazlo otra vez. —¿Lo sentiste? —Sentimos todo lo que él siente, hazlo por favor —suplicó. Creo que estoy tan loca como él, pero será un secreto entre sus voces y yo. Volví a besarlo repitiéndose el proceso y sin soltar sus labios, bajé mi mano hasta la suya logrando calmarlo mucho más, él se aferró a mi cintura cortando la distancia entre nosotros profundizando el beso. Jamás había besado a nadie voluntariamente y menos había sentido toda esta cantidad de extrañas sensaciones en mi cuerpo, pero en el instante en que toqué sus labios en la sala quise volver a hacerlo, no me importa si alguien lo comprende o no, ni yo misma lo hacía, las emociones son complejas para mí, pero sé que quería seguir sintiendo esto aunque sabía que estaba mal. Al ver que por fin lograba calmarse, separé nuestros labios, siguió lastimándome con suavidad y yo continué mi conversación con aquella voz unos minutos más, puesto que Oz comenzó a despertar acabando con este momento tan… único. —Espero repetirlo pronto, cuídate nena y gracias por ese regalo. —Gracias a ti y a las demás voces, por favor no torturen tanto a Oz. —No puedo prometerte eso, por desgracia esta maldición nos jode a todos por igual, adiós nena. (…) Oz No recuerdo lo que soñé, pero sé que fue una pesadilla, el agarre de mi mano se hizo un poco fuerte y sentí algo frío en ella, entonces abrí mis ojos encontrándome con los suyos, bajé la mirada hasta mi mano y vi que era su cuerpo el que lastimaba, pensé que era un poco fuerte, pero fue más que eso, la lastimé hasta hacerla sangrar. —Basta con aflojar un poco, no tienes que quitarla. Sé que dijo eso, pero igual retiré la mano descubriendo que su herida era un poco más profunda, la había rasguñado fuerte varias veces mientras dormía y estábamos impregnados de su sangre. —Lo siento, no quería hacerlo. —Lo sé, no importa, ahora estás despierto y más tranquilo. —¿Por qué no me levantaste? —Porque quise conocerte mientras dormías, conocí tus pesadillas y te ayudé con ellas, te calmabas cuando te acariciaba o te besaba. —Rag no vuelvas a hacerlo, mira cómo quedaste por mi culpa, no mereces sufrir por mi maldición. —Dije que velaría por ti Oz y no faltaré a mi palabra, no importa lo que deba hacer o soportar no faltaré nunca a ella, así como tampoco te fallaré en mis promesas. La abracé resguardándola entre mis brazos, así como ella me resguardó en los suyos, respiré profundo el bálsamo de su existencia sintiéndome más feliz por sus palabras y sus actos. —Eres más de lo que he deseado y aunque no te merezco viviré por ti, por lo nuestro y te amaré en silencio. Luego de un tiempo nos levantamos para sanar sus heridas, ella no dejaba de verme y cuando cruzábamos miradas me sonreía con picardía acelerando mi corazón, me hacía feliz con esos gestos, con sus palabras, con su existencia a mi lado. —Ya revisé mis compromisos y requiero de un mes para terminar todo, adelantar otras cosas y cuando hablemos con Marcus le diré que aplacemos algunos combates. Solo fue unos días que estuvimos lejos y ella hizo toda una programación, pero en mi caso me ahogué al escuchar la negativa de ese imbécil, qué patético. Al estar más tranquilo, pude pensar rápidamente las cosas tomando una decisión definitiva, tomé impulso y la miré sin un ápice de duda. —Está bien pequeña, toma el tiempo que necesites para hacer tu trabajo y si debemos desviarnos en algún punto lo haremos, no te preocupes por nada. —¿Por qué no me dijiste lo que pasó en el hospital? —¿Cómo sabes eso? Su sonrisa se ensanchó y mordió su labio con picardía, algo hizo la muy astuta mientras dormía. —Ese es mi secreto —guiñó un ojo sin abandonar su sonrisa y yo reí por su acto. —Eres un peligro mortal para cualquiera, pero no te preocupes por nada, solucionaré ese problema mañana mismo y en un mes nos iremos de viaje, solo que debemos hablar antes con Livi y Marcus. —Solo con Marcus, ya hablé con Livi y luego de darme un sermón por una hora accedió al viaje. —¿Así de fácil? —Solo deberé comunicarme seguido, hacer muchas fotos para ella y llevarles recuerdos a todos. —¿No te dio alguna advertencia? —Sí, dijo que no debíamos descuidarnos el uno al otro por nada del mundo y que hablaría contigo más tarde. Típico de ella, pero por esa pequeña enfrentaría lo que sea y si Livi accedió a esta locura es porque algo tiene en mente, aunque eso lo averiguaría después.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD