90. ¿QUÉ HACES AQUÍ?

2366 Words
Dos semanas después Livi Estos días han sido bastante tensos para toda la familia, después de la discusión que tuve con Oz hace dos semanas, no volvimos a tocar el tema, pero sí lo he visto más cercano a Benji compartiendo tiempo de calidad como padre e hijo más allá de ser doctor, sin embargo, su actitud se ha tornado bastante pesada de sobrellevar a raíz del inmenso estrés que ha tenido al adelantar asignaturas, más el tiempo de investigación con Borson y algunos inconvenientes por culpa de un sujeto que parece querer hacerle la vida imposible en la universidad, algo de lo cual fui testigo días atrás cuando estuvo a punto de golpearlo mientras traía un material peligroso entre manos, por suerte no pasó a mayores porque grité logrando detenerlo, pero es un asunto que me preocupa bastante ya que se está saliendo de control y sin duda estresa más a Oz. Respecto a Benji, tuvo un par de recaídas, nada preocupantes he de recalcar, pero sí estuvo con un poco de tos y algo de fiebre un par de días, lo bueno es que la nueva medicación surtía efecto más rápido desde la semana pasada que Oz modificó la fórmula combinándola con otra que tenía en papel, según me explicó, así que hoy cuando finalmente terminé mi último examen y clases del año, había decidido llegar a casa para arreglar a Benji (quien estuvo excelente de salud los últimos tres días) y salir a dar una vuelta al parque, quería que disfrutara un poco antes que entrara el invierno y prácticamente viviera encerrado en casa todos los días. —Hola mi niño hermoso —le saludo en cuanto abro la puerta encontrándolo en brazos de mi abuelo. —Me halaga lo de niño, pero ya no me queda con estas canas —bromea mi abuelo quien me recibe en brazos. —De verdad que Oz y tú fueron cortados con la misma tijera ¿Estás seguro que no es tu hijo perdido? Digo en lo que pongo a Benji en mis brazos quien solicita desesperadamente que lo haga y una vez lo organizo bien, nos damos un abrazo muy fuerte dejándonos muchos besos en la mejilla, un acto que le aprendió bien a Marc y Oz, a su vez, que lo deja sonrojado como un pequeño tomate resaltando sus bellísimos ojos azules. —Aunque no lo creas, sé que no lo es —responde entre risas, pero en el fondo sé que lo ve de esa manera. —¿Cómo te fue hoy? —Bien, ya por fin estaré en casa más tiempo para que puedas salir tranquilamente. —Lo dices como si me molestara estar en casa. —Sé que no, así como también sé que te fascina quedarte con Benji, pero abuelo, también tienes una vida más allá de este lugar y me gusta que la disfrutes, inclusive, algunos de la iglesia me preguntan por ti cuando me ven camino a casa. —Sabes que siempre he estado con ellos además de la familia, pero ahora hay alguien que me necesita más —pronuncia con mucho amor mirando a mi niño, quien tiene una sonrisa enorme que no se la quita nadie. —Todos necesitamos de ti, pero quiero que salgas y te despejes un poco, Benji y yo iremos al parque y regresaremos en una o dos horas. —¿Segura? Hace un poco de frío. —No te preocupes, le tejí una bufanda que lo mantendrá caliente y Bonny me dejó una chaqueta especial para el clima que lo cubrirá muy bien sin sofocarlo. Mi abuelo se acerca acunando sus manos en mi rostro, tiene una mirada tan bonita que me recuerda a las veces en que hacía lo mismo con mi abuela dándole todo su amor con ese sencillo gesto... algo que también hace Marc conmigo enamorándome más al verme como su todo. —Gracias por todo lo que haces Livi, serás una gran madre algún día y estoy seguro que tus padres estarían orgullosos de ver las increíbles mujeres que tienen por hijas. —No me hagas llorar, mejor ve a la iglesia —recrimino con cariño a la vez que lo abrazo dejándome llevar por sus cálidos brazos. —Los quiero muchísimo. —Y nosotros a ti abuelo. Él se arregló rápidamente despidiéndose de ambos, fui a la habitación de Oz para sacar la ropa de Benji y preparar todo, luego fui a mi habitación por mi ropa y con todo en mano nos fuimos a la bañera para ponernos en calor mi niño y yo. Él, al igual que su padre, tiene los mismos genes de conquistador, pícaro y pervertido de primera, esto, porque a medida que fue creciendo Benji sentía mucha curiosidad por el mundo que lo rodeaba, teniendo mayor fascinación por obtener la atención de las mujeres, con los hombres era muy selectivo, a excepción de los hombres de la familia. No sé si sea igual para todas las madres primerizas, pero fue demasiado extraño cuando él tomó la manía de palmear mis senos y piernas, sin embargo, al compartir juntos por primera vez una ducha; él se sintió más curioso ante mi desnudez, la verdad no le vi problema en estar así frente a un bebé, de hecho, consulté esto previamente con algunas personas de la universidad, maestras con las cuales tenía confianza así como unas mujeres de la iglesia quienes decían haber hecho lo mismo con sus hijos e hijas, pero lo que nunca se me pasó por la cabeza es que Benji haría (y tomaría como hábito) el querer tocar mi cuerpo teniendo mayor énfasis en mis senos, rostro, cuello y abdomen. Él solía palmear, aplaudir con una sonora risa y pellizcar algunas partes mi cuerpo… creo que no necesito decir cuáles específicamente considerando quién es su padre. Otra cosa que también pasaba con él cuando dormía en algunas ocasiones conmigo, era que se pegaba de mi pecho, lo estrujaba suavemente y si estaba muy cerca de mí, buscaba casi por instinto mi seno como queriendo que lo amamantara. Ante este gesto, hablé con Raquel y un pediatra que ella me recomendó para saber a qué se debía tal acto, pero ambos dijeron que era un instinto básico, algo primitivo, pues se sabe que es así como ellos se alimentan de sus madres. En el fondo creo que lo sabía pero no quise creerlo, tal vez porque eso llevaba a un doloroso recuerdo de esa mujer que no quería revivir y al mismo tiempo me sentía mal porque quizás Benji en su inocencia me estaba viendo de una forma que no correspondía, pues yo no era ni sería nunca su madre, algo que al pensarlo con detenimiento, me daba un poco de tristeza sin saber exactamente el porqué… o quizás, tampoco quería pensar en ello para no extender mi dolor ante la evidente realidad que ha nacido con el pasar de este año. —¿Qué te parece si al volver preparamos unas galletas? Él me observa con un hermoso sonrojo que acelera mi corazón y más al ensanchar sus labios tan inocentemente. —Sí —contesta dulcemente con mirada pícara. —Tú quieres comerte el chocolate ¿no es así pequeño tramposo? —cubre su carita quedando muy avergonzado y por ende, sonrojándose más, de verdad es como un pequeño tomate. Lo tomo entre mis brazos sin poder evitar una risa que lo avergüenza más, me abraza del cuello muy fuerte como siempre y friega su carita en esa zona para que no lo vea. —Eres el colmo del descaro Benji, se nota que eres idéntico a tu padre, es que no necesitan prueba de ADN. —¡Papá! —menciona muy entusiasta alejando su rostro sin soltarse de mí. —Así es, eres un Oz igual que tu papá, coqueto, atrevido, pícaro, de seguir así conquistarás muchos corazones dejando uno en cada puerto como los piratas. Me encanta cuando se avergüenza regalándome un semblante muy inocente. En ese instante suelta mi cuello acostando su cabeza en mi pecho, abro la regadera con el agua tibia y retiro el jabón de su espalda sin separarlo de mí, una de sus manos la acomoda en mi seno estrujando suavemente y la baja un poco más pellizcando la punta… Sigo sin comprender para qué hizo la prueba de paternidad si los dos son igual de pervertidos. Extrañamente su semblante cambia de a poco, se torna más tranquilo a medida que pasea sus dedos en mí, parece perdido en algún pensamiento en particular y por unos segundos levanta su carita atravesándome profundamente con su mirar; llegando a mover mil cosas en mí. Un raro pensamiento me invade de la nada sumado a una pequeña curiosidad, así que salgo de la bañera una vez termino de enjuagarnos y al secarnos, me recuesto en la cama con él en brazos estando ambos completamente desnudos, se acomoda igual que hace unos minutos y un aire de tranquilidad nos rodea. —¿Qué ocurre mi niño? ¿Te sientes mal? ¿Tienes hambre o sueño? —niega con su carita en mi pecho. Benji repite su andanza con sus manitos en mí, pero esta vez me ve como queriendo pedirme algo, es una mirada muy profunda, un deseo del corazón… o quizás ya estoy lista para ir al manicomio al pensar estas cosas, tal vez la locura sí es contagiosa. No sé por qué venía el mismo pensamiento a mi cabeza, pero quizás si lo hacía podría descartar cosas. Así, nos acomodé mejor y me organicé como si fuese a darle de comer, fue un acto muy, muy extraño de mi parte, una idea que jamás se me cruzó por la mente, pero que parecía resultar comprensiva para él quien tomó el seno que estaba junto a su rostro, acarició y magulló suavemente y se prendió a este. Dolía un poco al haberle salido ya algunos dientes, pero al yo hacer un gesto por el dolor, él suavizó el movimiento llegando a succionar suave. Ambos sabíamos que no saldría leche que lo alimentase, pero la sensación que invadió mi cuerpo y más al alzar sus ojitos cielo que estaban cargados de un brillo que no vi antes, es algo maravilloso, único, es una conexión que nunca antes llegué a sentir con nadie, era como si nuestro lazo hubiese cambiado y ahora éramos… éramos lo que no seríamos nunca, pero por este tiempo lo fui para él y lo acepté, me acepté por unos segundos o minutos como su madre, no sé qué es eso, pero creo que lo que siento y vivo ahora mismo con mi niño es parte de la maternidad. —Te amo Benji, eres lo más hermoso que tengo en mi vida —murmuro desde lo más profundo de mi corazón. —no importa si no llevamos la misma sangre, pero siempre valoraré este momento contigo aun cuando no sea tu madre. Él se despegó de mi seno sin apartar su vista de mí y se levantó en mis piernas para darme un fuerte abrazo el cual correspondí con todo mi amor, entonces dejó un beso en mi hombro, otro en mi cuello, otro en mi mejilla y después atacó con muchos más al otro lado haciéndome la mujer más feliz del mundo. No sé si el día que tenga mis propios hijos con Marc sienta lo mismo, pero sé que nada igualará el recuerdo tan bonito que acabamos de tener. Después de tan emotivo momento nos vestimos con mucha alegría, le seguí hablando sobre las galletas que haríamos y comeríamos, a lo que él me respondía diciendo papá, “eta” y un sí muy entusiasta que aceleraba mi corazón. Una vez quedamos listos tomé la pañalera y salimos rumbo al parque donde le contaba muchas cosas en el camino, a lo que él me veía feliz a la vez que me respondía con un sí o no aun cuando no sabía de lo que le hablaba, pero nuestra felicidad era inmensa y es todo lo que nos importaba. Llegados al parque mi niño y yo disfrutamos este increíble día entre los dos y algunos niños que se acercaron a jugar con él, pero Benji me buscaba con la mirada si notaba mi ausencia y alzaba su bracito saludándome, las madres que me acompañaban enternecían con él, ya nos conocían en el lugar y nosotros a ellas y sus hijos. A pesar de eso, él siempre terminaba viniendo conmigo diciéndome muchas cosas entre balbuceos o me señalaba algún lugar para seguir jugando los dos a solas, tal y como acaba de hacer, a veces intentaba pararse para caminar, pero al no conseguirlo, gateaba lo más rápido que podía hasta llegar a mis brazos volviendo a levantarse. —Vamos mi amor, inténtalo. Algo que siempre me gustaba hacer es alentarlo a hacer las cosas, así que tomaba sus brazos y caminaba detrás de él, en ocasiones, así como ahora, él corría sus bracitos para enlazar nuestras manos, un gesto que lo hacía sentir más seguro y feliz. —¡Eso es, lo haces excelente! —pronuncié al ver que caminaba con más soltura aferrándose con todo a mis manos. Cruzábamos miradas de vez en cuando, la felicidad siempre se mantenía con nosotros y el día mejoraba por completo sin importar nada, solo por él, por su compañía. Después de muchos juegos y prácticas, le di un poco de agua y lo tomé nuevamente en mis brazos arreglando su bufanda para irnos a casa, él me sujetaba con fuerza acomodando su cabeza en mi hombro en lo que dejo un beso en su sien. —¡Maldita ladrona! ¡Devuélvemelo! Un horrible escalofrío atravesó mi cuerpo al escuchar ese grito, mis nervios me traicionaron y a la vez me hicieron tomar con más fuerza a Benji quien veía detrás de mí, pero yo apenas pude pasar saliva con dificultad antes de darme la vuelta para encontrar nuevamente ese rostro frente a mí, uno que solo despertaba mi furia y mi preocupación, más, porque tenía a Benji conmigo y todavía faltaba para llegar a casa, así que estábamos solos. —¿Qué haces aquí Madison?
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD