77. UNA DESPEDIDA

3000 Words
Día de la discusión Ismael Me encerré en mi recámara toda la mañana, no quise desayunar con nadie y a mediodía tampoco bajé a almorzar, escuché la puerta siendo tocada un par de ocasiones llegando a ignorar a todos por completo y no fue sino hasta el anochecer que me levanté para darme una ducha, comer algo y tomar alguna medicación para el dolor de cabeza tan horrible que sentía por haber llorado tanto en silencio. Creo que la última vez que lo hice fue cuando pasé el duelo de mi madre años atrás, algo que todavía me siente un poco al recordar los hechos, pero ver a mi hermano conmigo, me hace sentir bien al creer que ella lo salvó para que yo no estuviera solo ante la ausencia de ella. —Por un momento creí que no saldrías de ese lugar. Samuel se encontraba en la cocina tomando un café en lo que leía algunos documentos, me dio una señal para que me sentara y se levantó calentando un plato de comida el cual dejó frente a mí con un vaso de jugo y una pastilla. —Tómala, te ayudará para el dolor de cabeza según dijo Oz. —¿Oz? —pregunté incrédulo. —Sí, estuvo al pendiente de ti todo el día, me sorprendió ver con cuánta facilidad logra abrir puertas como si llevara toda su vida robando —soltó entre sorprendido, medio en broma, pero también un poco serio. —¿Quién sabe? —respondí sin más y procedí a comer todo para tomar la medicación. —Llegó a robar ¿No es así? —Samuel, sabes bien que Oz tuvo una vida difícil y vivió solo mucho tiempo, él debió hacer lo que sea para sobrevivir. —¿Y qué hiciste tú para sobrevivir estos años? —preguntó con su típica expresión de papá adusto y preocupado que conocíamos bien. —También hice lo que debía hacer, aunque hubo un tiempo en que tuve un techo al cual volver y... —Sabes que no hablo de eso —obvio lo sabía, pero su mirada tan firme no me dio oportunidad de escaparme. —Tragándome en silencio lo que sentía —respondí con profunda melancolía. —Hijo, sé que no eres perfecto y como todos, también cometes tus errores, pero eso no quiere decir que seas un mal hombre. —Ahórrate tus palabras esta vez, no quiero problemas contigo cuando sé que estás del lado de Bárbara. —Te equivocas —pronunció tajante. —adoro a mi nieta, Ismael, pero eso no quiere decir que apruebe todas sus acciones. —¿Sabes lo que pasó esta mañana? —Preferiría que me lo dijeras si sientes la confianza de hacerlo —eso quiere decir que sí sabe, pero igual me da la opción de acercarme a él. Opté por contarle toda la historia que he tenido con Bárbara desde que me mudé a su casa (esto después de cenar por petición de él), me confirmó al final que sabía de nuestros encuentros en casa, también de los sentimientos que teníamos ella y yo por el otro y la discusión que tuvimos en la mañana, me solté del todo con él ante la dolorosa avalancha que había quedado en mi corazón tras la pelea y sobretodo, la bofetada que me dio Bárbara, pues más que dolerme la mejilla, fue mi corazón y mi amor lo que ella fracturó con su acto y sus palabras. —Te comprendo bien y créeme que estoy contigo en la misma medida que estoy con mi nieta, porque no me corresponde escoger un bando, sino apoyarlos para que vean un poco el camino de cada uno si así lo quieren. —¿Por qué te molestas en hacerlo conmigo? —Porque al tratarte, me di cuenta que eres un buen hombre, pero a su vez estás muy lastimado en lo profundo, eres como un niño que se encierra en su habitación llorando en silencio al escuchar los gritos de sus padres, te ahogas en ese pozo y no te mueves de ahí por miedo. Mentiría si dijera que no me afectaron sus palabras, pero realmente me dolió, llegando a remover lo peores recuerdos hasta hoy día. —Quizás por eso no soy suficiente para ella —susurré profundamente dolido. —¿No crees que ella también podría sentirse como tú de alguna forma? Piénsalo. No digo que la busques y la perdones sin más porque primero necesitas un espacio para ti mismo antes de llegar a ella, además que es ella quien cometió el error y debe tomar sus propias decisiones, así como también deberá afrontar las consecuencias de sus actos. (...) En el transcurso de esos días estuve pensando en todo lo dicho por él, también en una conversación que tuve con Livi cuando cuidábamos a Travis siendo ella la intermediaria de Barb, pero no quería hablar con ella, realmente el consejo del viejo me hizo ver que sí necesitaba pensar con claridad lo que haría y lo mejor era tomar distancia tanto como fuese posible, pues no pensaba irme y abandonar a mi hermano y mi sobrino por ella, dije que siempre estaría para él antes que para una mujer y ella no sería la excepción. Al menos me alegraba saber que todos eran comprensivos conmigo aún conociendo ambas partes del tablero, evitando interceder más de lo necesario. Supongo que solo lo hacían para que Barb y yo halláramos un punto de equilibrio y tomáramos finalmente una decisión, pero creo que en tan pocos días no es fácil tomar una que sea correspondiente a un sentimiento que lleva años extendiendo sus raíces. (...) Días después - 8:30pm Hoy era el último día que estaríamos en casa Marc y yo, mañana partiríamos a Massachusetts en horas de la madrugada y continuaremos con nuestras vidas allá enfocándonos en nuestras metas a futuro, especialmente él quien ahora tenía algo, o más bien, a alguien por quien luchar, pero no para ganar su amor como me pasa a mí sino para darle la vida que ambos se merecen, una llena de felicidad la cual anhelo tener... con ella. —Te dije que el idiota de tu tío estaría aquí. Apenas y me moví de la cama para ver cómo ingresa Oz con Travis en brazos recién bañados, el pequeño me regala una sonrisa muy sincera extendiendo sus brazos hacia mí y Oz se sienta en la cama dejando que él gatee hasta llegar a mi lado dándome un abrazo que me conmueve inmensamente. Jamás creí que vería esto considerando todas las veces que Oz me negaba el hecho de que sería padre algún día y ver a mi sobrino queriendo consolarme era la muestra de afecto más bella que podía recibir ahora, una la cual dejé me inundara entre sus pequeños brazos que se aferraban a mi camisa mientras su cuerpo reposaba en mi pecho. —Acaricia la espalda con una mano y con la otra su cabello, eso lo calma y lo duerme más rápido —seguí la indicación de Oz viendo cómo Trav bostezaba y se acomodaba mejor cerrando sus ojitos al dejarse llevar por mi gesto. —A pesar de todo, tienes un hijo maravilloso —murmuré triste. —Lo sé, poco puedo presumir de bueno en mi vida y él es una de ellas —comenta orgulloso sin dejar de verlo. —¿Por qué viniste? ¿También quieres convencerme de hablar con ella para solucionarlo todo? —No, para eso están lo demás, yo soy el bastardo infeliz que te dirá que eres un imbécil por dejarte arrastrar tanto tiempo en esto; cuando ella siempre fue clara contigo al no querer avanzar pese a quererte —justo en la llaga. —¿Y qué debo hacer según tú? —Haz lo que te dé la gana, es tu vida a fin de cuentas. —¿Y qué harías si fueras yo? —Follaría con ella hasta el cansancio y me largaría a buscar a otra para seguir follando —ladeé una sonrisa. No podría esperar otra respuesta de él. —Oz... —No Isma —interrumpió tajante. —No me pidas un consejo porque bien sabes que no soy el más adecuado para eso, la única persona que podría decir: amo profundamente, es mi hijo, pero no sé lo que es el amor por una mujer, nunca me enamoré de nadie y estoy seguro que no sabré jamás qué es eso. —¿Por qué lo dices? —Porque toda mi vida se la daré a Travis para que él pueda tener lo que yo no tuve ni tendré y cuando me asegure que es feliz, entonces me daré por bien servido. —¿Y si llega esa mujer... la dejarás ir? —¿Puede un demente como yo que toda su vida ha escuchado voces reconocer el amor? ¿Podrá alguna mujer ver más allá de esta pútrida carne y amar la desvencijada alma que se refugia en ella? ¿Nos atreveremos a cruzar el infierno por el otro sin importarnos el daño en el proceso? —había tanto dolor en cada palabra que un horrible vacío se hizo en mi pecho. —No Isma, nadie se atreverá a soportar tanto y muy posiblemente yo tampoco lo haga por enfocarme en Travis y aun si pasara cuando él esté bien, no sabría cómo superar a mis demonios para alcanzarla y suplicarle que se quede a mi lado... prefiero dejarla ir para que sea feliz con alguien más a someterla a mi calvario. Solo hubo silencio después de eso por no sé cuánto tiempo, pero una vez Travis cayó dormido, nos fuimos a la recámara de él donde dejé al pequeño en su cuna y ambos nos fuimos al jardín para fumarnos un cigarrillo en compañía de Jack, un bastardo al cual me estaba haciendo adicto igual que Marcus por la misma influencia de Oz. A veces cuando Marc y yo salimos a tomar juntos en algún bar de la ciudad, nos reímos al bromear con el cuento de que quizás Oz nos colocó alguna droga la primera vez que nos dio a probar este licor, haciéndonos esclavos del mismo. —Gracias por estar conmigo y ser un malnacido infeliz de mierda. —Es todo un placer para mí —sonreímos y chocamos nuestros vasos dando un trago con profunda satisfacción. —Oz, quisiera que hicieras algo por mí. Al cruzar nuestras miradas, él entrecerró sus ojos y exhaló el humo con pesadez como si supiera lo que quería, lo cual no dudo así sea. —A veces no sé quién incrementa más mis dolores de cabeza... ¿No sería mejor que Livi hiciera ese trabajo? —Ni siquiera sabes lo que te pediré. —No, pero quizás tenga que ver con el regalo que compraste junto a Marc y el que dé la cara por ti. Realmente mi madre no pudo dejar a un mejor hermano para mí y la vida a un excelente amigo que no cambiaría por nada ni nadie. —Entonces hazlo, no quiero que Livi tenga esa labor porque es muy sentimental, pero tú eres neutral y sé que harás lo correcto. —¿Y qué harás tú? Fui a la cocina bajo su atenta mirada, tomé un bolígrafo y el cuaderno que siempre había en un cajón soltando todas las palabras que tenía atoradas y no podía sacar al no saber bien cómo expresarlas, a veces el papel es mejor que la voz para mí. Una vez terminé de escribir, fui a mi habitación buscando el obsequio de Barb y volví al jardín entregándole ambas cosas a Oz. —Lo dicho, eres un idiota. —Lo sé, pero también sé que puedo confiar en ti —terminó el cigarrillo y su trago para después levantarse y servirnos más. —Piensa bien lo que harás, no vaya a ser que te arrepientas después por lo que hagas o dejes de hacer. —Lo haré, pero la decisión de irme antes no la cambiaré por nada, no quiero estar aquí cuando ella se vaya e igual hablé con Livi, Marc y Samuel para explicarles todo en la mañana. —De acuerdo, al menos asegúrate que pueda escuchar la orquesta ya que estoy debajo de su habitación —guiñó un ojo con picardía soltando su típica sonrisa socarrona. ¿Cómo pasaría mi última noche en este lugar lleno de tantos recuerdos importantes para mí? (…) 9am. Bárbara Desperté sintiendo el sol en mi cara recordando todo lo ocurrido anoche con Isma, palpaba la cama sin abrir del todo mis ojos buscándolo pero me di cuenta que no estaba. —No lo encontrarás ahí. Me senté en el acto al escuchar a Oz cubriendo mi desnudez con la sábana, él estaba sentado en la silla de mi escritorio tomando un whisky dándome una mirada muy… no sé... fría e inquisidora. —¿Dónde está Ismael y qué haces aquí? Se levantó del lugar terminando su bebida para después sentarse a mi lado en la cama, entonces extiende su mano entregándome una píldora seguido de un vaso con agua que estaba en la mesa lateral. —Tómala de una vez. —¿Para qué? —No creo que un bebé en tu vida sea lo más conveniente ahora. Eso me produjo un vacío en el estómago al recordar que en medio de todo ese maravilloso momento no llegamos a protegernos. Hice lo que me indicó quedando con un cúmulo de confusión que no podía quitarme con nada, pero antes de decir algo más, Oz me entrega una carta y una caja pequeña. —Léelo. —¿Qué dice? —Míralo por ti misma. Era extraña esa actitud en él y lo peor es que todavía no sabía dónde estaba Isma. —Lo haré después —mencioné dejando las cosas a un lado para levantarme. —No lo encontrarás en la casa, se fue temprano con Marcus. Mi mundo se congeló por completo y todas las lágrimas que no derramé anoche las sentí al borde del precipicio. —Léelo —ordenó fríamente. Tomé la carta abriéndola muy nerviosa dándome cuenta que estaba escrita a puño y letra de Ismael, pero a medida que mis ojos repasaban cada línea, mis lágrimas no se contuvieron un instante más ahogándome en mi propio dolor: Bárbara, Me voy antes de lo previsto porque no soy capaz de ver tus ojos diciéndome que lo ocurrido en estos años fue un error para ti, así como tampoco soy tan egoísta para obligarte a estar conmigo cuando estás tan empeñada en ser alguien en la vida y para mí, tus sueños también son importantes. Siempre me rechazaste pese a saber cuánto te amaba e incluso me lastimaste profundamente con tus palabras aquella mañana destrozándome por completo, aun cuando sabes que el amor que tengo por ti siempre ha sido sincero, pero esta vez seré yo quien se marche y te deje vivir en paz. No olvides que siempre has sido importante para mí porque con ninguna otra mujer me he sentido tan amado a pesar de tus rechazos, porque aun en medio de ellos, sé que me amas, sé que ningún hombre te hace sentir de la forma en que yo te hago sentir y nadie jamás borrará mi marca de tu cuerpo y tus recuerdos, así como ninguna mujer borrará lo que vivimos. Con el mayor dolor de mi corazón me despido para que seas feliz, no te preocupes por las reuniones familiares que mi distancia estará bien marcada para ti, no habrá silencios, pero tampoco te daré más amor porque no puedo seguir arrastrándome a este juego cuando lo único que quiero de ti es una vida a tu lado. Espero que encuentres todo lo que quieres, sé que triunfarás en Europa y yo sonreiré cuando te vea en una revista o la televisión sintiéndome orgulloso de ti, asimismo, también espero que encuentres un hombre que te dé todo lo que no te pude dar, porque estoy seguro que algo debe faltarme para que no me quisieras a tu lado en todos estos años. Te amo Bárbara, siempre tendrás un lugar en mi corazón. P.D. En cuanto lo vi pensé en ti, al menos tendrás un poco del mar contigo en lo que tienes una oficina con la vista más majestuosa de todas frente a las cristalinas aguas francesas que tanto anhelas conocer. Esta vez no había reversa, esta vez lo había perdido para siempre al dejarme vencer de mis miedos que lo único que me dieron al final fue justo lo que no quería… perder al hombre que amo. Me derrumbé en un incontrolable llanto siendo recibida en los brazos de Oz quien me llevó a su pecho, no comprendía cómo podía estar conmigo aun siendo el amigo y hermano de Isma, incluso él debería odiarme por romperle el corazón. —Suéltalo todo que no me iré de tu lado. —¿Por qué? Se supone que eres su hermano. —Porque tú también me importas y ya hablé lo que tenía que hablar con él. No sé cuánto tiempo pasó en el que Oz me dejó llorar en su pecho, pero el peso en mi cuerpo era demasiado y lo peor es que todavía debía empacar antes de irme, sin embargo, una vez me calmé un poco, tomé la caja viendo el bonito collar con forma de estrella de mar de mi color favorito, un tono entre ocre y rosado, el cual me recordó una discusión que tuvimos él y yo tiempo atrás al no ponernos de acuerdo con el nombre, dejándolo al final de esa forma. —Oz… ¿Tú crees que si lo busco tenga alguna oportunidad? —pregunté con profunda tristeza, pero en el fondo sabía la respuesta. —No lo hagas, tú tomaste siempre la decisión de no estar a su lado y él la respetó, ahora respeta la de él y paga las consecuencias de tus actos.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD