32. SECRETOS NOCTURNOS

2675 Words
—Ve a bañarte pequeña, apestas a colonia barata y eso no va contigo. —Está bien, ¿puedes traerme otro postre de la nevera por favor? Asentí y ella se fue al baño, ya todos sus hombres estaban fuera de la casa protegiendo la zona, me dirigí a mi habitación para dejar mi ropa y estar más cómodo, pero me encontré a Lucy con un abrigo marrón y tacones rojos. —Pensé que no vendrías en toda la noche. —No necesito de tus servicios, así que puedes retirarte. —Si cambias de parecer estaré en la segunda habitación de la izquierda —besa mi mejilla y escucho la puerta cerrarse. Es hermosa y me encantaría follarla, pero ahora debo asegurarme que Rag esté bien, no pude terminar de revisarla en el hotel y prefiero evitar cualquier inconveniente. Luego de una ducha y de buscar el postre, entro a su habitación encontrándola en la ventana mirando la lluvia caer, dejo el plato en la mesa de noche y me acerco un poco a ella hasta que mi reflejo se muestra a su lado. —Hoy Londres arderá —murmuró. Su mirada es fría, no como la habitual, sino que hay algo más oscuro detrás. —Rag ¿en verdad no te hizo nada? —Estoy bien, no tienes nada de qué preocuparte, ve a descansar que trabajaré un poco antes de dormir. —Me quedaré a esperarte. —Mejor no, ve a la otra habitación a dormir, en breve llamaré a José para coordinar algunas cosas y no sé a qué hora me desocupe. Esa actitud no era habitual, al menos no considerando cómo hemos dormido desde que empezó el viaje, pero tampoco insistí. Me fui a mi habitación pensando en todo lo ocurrido, repasé en mi mente con más calma su cuerpo cuando la vi y cuando estuvimos en la sala de la suite. Estuve tan entretenido en otras cosas que no me había percatado de un detalle hasta ahora, el recuerdo cuando la vi salir con ese vestido azul vino a mí, repasé todo su cuerpo y al compararlo con la forma en que la encontré con Oliver; fue cuando me di cuenta de que ella había cambiado, no era más esa niña, sino que su cuerpo se estaba desarrollando. Ella dijo que toda la sangre era de él, pero los cortes que se mostraban eran superficiales, así que es imposible que derramara esa sangre o al menos en esa cantidad, algo más pasó, lo sé, pero ella no me lo dirá. De nuevo la imagen de ella en ese vestido viene a mi mente haciéndome olvidar lo demás y siento mi cuerpo ponerse inquieto. Ahora entiendo a qué se refería con esas palabras, era yo y ella lo supo antes de tiempo, pero no recuerdo haberme delatado, ni siquiera me sentía excitado cuando estuve con ella, sin embargo, no puedo quitarla ahora de mi mente con ese vestido y en esa habitación. Me dirigí al cuarto de Lucy y la encontré trabajando en un portátil con una bata fucsia, levantó su mirada al verme entrar y sonrió perversa, sabía a lo que venía. Bajó la pantalla para acomodar el computador a un lado, me invitó a acercarme en lo que se ponía de rodillas en la cama y al llegar a ella acaricia mi torso. Tal vez sí fue una excelente idea haberla contratado. Comienza a repartir besos en mi abdomen, baja mi pantalón a medida que sus labios descienden y al quedar expuesto, su boca deleita todo mi ser entre ese pecaminoso movimiento y su lengua tan caliente, ella sabe lo que hace, la experiencia está de sobra. Luego de deleitar mi m*****o, la separo antes que termine en su boca y rasgo su camisón, ella no se queja del acto, tomo su cuello llevándola al centro de la cama y esta vez soy yo quien recorre desde sus hombros, sus senos que están firmes y duros, esos pezones en los que dejo mordidas y pellizcos hasta su abdomen tan plano. Toda ella es exquisita, pero siento que algo me falta, no sé qué es, pero tampoco quiero pensar en ello. La hago girar y levanto su cadera dejando una nalgada muy fuerte, su gemido me calienta más, inclino un poco su espalda y la penetro de un solo golpe tras poner el condón, mis embestidas son rápidas, profundas, entonces la oscuridad emerge nuevamente de mí. Su coño es estrecho y está bastante húmeda, dejo un par de nalgadas más y arremeto con más ímpetu, de nuevo el recuerdo de ese vestido se hace presente en mi cabeza e imagino que está en su cuerpo, pero sé que no es ella, no es Rag. Mil ideas cruzan mi cabeza, mis voces se debaten entre tantas cosas que no logro comprender ninguna en particular, pero en ningún momento me detengo y no lo haré, ahora sacaré todo lo que llevo guardado con esta mujer. (…) Ragnar A veces quisiera tener otro confidente en mi vida, Oz era el mejor, pero había cosas que necesitaba hablar con alguien más, un hábito terrible al que me mal acostumbró Livi, quiero a mi madre, pero hay cosas que extraño de mí misma que ella ha cambiado con sus actos y palabras. Le dije a Oz y a mis hombres que estaba bien, pero en realidad me sentía asqueada, odié la idea de ir a esa suite con Oliver, odié sentirlo recorrer mi cuerpo y debí recordar tanto la sensación de todas esas drogas que me daban para así olvidarme un poco del lugar en el que estaba, pero eso no evitó que sintiera todo lo que sentí ni mucho menos que olvidara lo que pasó, al menos el comer esos dos postres me ayudaba a sentir otros aromas y a traer otros recuerdos más agradables a mi mente. Aquí eran las dos y media de la madrugada, a esta hora ella estaría en su habitación leyendo alguna novela romántica. Tomé el teléfono y marqué directamente a su número, necesitaba una voz diferente y ajena a todos los hechos de esta noche. —Hola mamá —saludé en cuanto descolgó el teléfono. —Mi niña, ¿estás bien? Cuando escuché su voz sentí algo extraño en mi pecho, miré nuevamente a la ventana y noté que algo en mí caía con la lluvia. —Sí, quería decirte que hace unas horas llegamos a Londres por trabajo y estaremos aquí unos días para visitar a Travis ¿quieres que te compre algo de acá? —Me alegra que pienses en mí, pero dime lo que ocurre, tú no me llamarías a las dos de la madrugada solo por unas compras. Suspiré un poco pesado y sé que ella escuchó, pero se mantuvo en silencio, quería una respuesta y yo quería su aroma, esa nuez moscada con cacao y pimienta dulce que tanto me encantaba, una mezcla tan única en ella que le combinaba perfecto. —Hice algo malo para evitar que algo peor ocurriera. —¿Arrebataste una vida? —No, esta vez no, pero igual no me siento bien. —¿Secreto entre madre e hija o secreto de mujer? —Dejé que Oliver me violara para que no los lastimara y así cancelar todos los acuerdos que tenemos con él —solté sin más. —Hija… —una palabra, su voz quebrada y mis lágrimas cayeron sin poder evitarlas. Cuando vivía en la mazmorra no tenía a nadie a quien decirle cómo me sentía, no tenía sentido cuando todos los que estaba a mi alrededor padecían lo mismo, pero tener una familia me hizo querer hablar de ello, fue un proceso extenso y es algo que no solía mencionar porque ellos no se sentían cómodos. Extrañamente había días en los que esos recuerdos me tocaban más y ella aparecía, era como si su instinto le dijese que necesitaba una voz, o una madre y hoy era una noche en la que necesitaba que ella me escuchara, solo quería decirlo en voz alta y soltar un poco esto que sentía. —Mi niña ¿por qué hiciste eso? sabes que siempre podemos encontrar otras opciones. —Lo sé y las había, pero desatar una guerra no es una opción para mí, así como tampoco lo es el que amenacen a mi familia, lo bueno fue que Oz estuvo aquí y me ayudó con una información, pero cuando él llegó era tarde, ya todo estaba hecho. —¿Quieres volver a casa? —No, solo necesitaba decirlo en voz alta y que alguien me escuchara, tengo que aprender a quitarme ese hábito que me inculcaste. —No mi niña, no te ahogues sola, sabes que siempre estaré para ti y escucharé todo lo que quieras decirme ¿Pero qué dijo Oz? ¿Cómo te encuentras físicamente? —Eres la única que lo sabe y quiero que se mantenga así. —Debes hacerte revisar mi amor; no sabemos cuánto daño pudo hacerte, si no quieres que Oz lo haga entonces busca a otra persona en Londres, pero no te quedes así. —No hace falta, conozco bien mi cuerpo y cada herida sé cómo atenderla así que estaré bien, igual me aseguré de que Oliver usara un condón para evitar alguna infección. —Mi niña, por favor. —Estoy bien mamá, solo necesitaba decir esto en voz alta, dale un abrazo a papá y a los chicos de mi parte, diles que estoy bien y no hay nada de qué preocuparse. —Yo se los diré. —Gracias, descansa. —Tú también mi niña. Corté la llamada y fui a darme otra ducha, quería eliminar mis lágrimas bajo la lluvia artificial y un poco de esa sensación asquerosa que todavía quedaba en mí. Cuando salí y me vi al espejo me sentía mejor, hablar con ella siempre me genera calma. Al recuperar la compostura salí por un poco de agua a la cocina, pero escuché unos ruidos en la habitación de Lucy, no era difícil adivinar lo que ocurría, al menos me sentía bien al saber que él por fin estaba descargando todo ese cúmulo de ganas. Cuando me fijé que la puerta estaba un poco abierta, me acerqué para observar pues mi curiosidad me ganó en el momento, jamás vi a dos personas teniendo sexo por placer, solo vi las violaciones múltiples veces. Abrí un poco más la puerta y vi a Oz embistiéndola con euforia, parecía una bestia, por primera vez pude ver esa cara de psicópata en su máximo esplendor, o al menos con la lujuria como protagonista. Ella gemía, no fingía y en verdad disfrutaba de él, había aprendido a reconocer eso en las personas, sabía diferenciar muy bien cuando alguien forzaba el momento y cuando se dejaba llevar. Sabía que debía alejarme, pero algo me impulsaba a quedarme, en cada minuto que pasó me sentía más curiosa, quería ver más. Perdí la noción del tiempo entre sus gemidos, los golpes, el vaivén de la penetración, los sonidos al succionar o besar, todo era interesante y a la vez nuevo para mí. Sé lo que hacían pues a mí me habían hecho lo mismo, pero ver la plenitud del disfrute en ese acto que fue tan doloroso para mí en todos estos años de vida, era nuevo. Entonces sentí algo emerger en mí, comenzó como un cosquilleo que empezó desde mis extremidades hasta el centro de mi cuerpo, luego unas corrientes me atravesaban erizando mi piel al escuchar el impacto de las caderas. Es extraño todo eso, pero no terminó ahí. Mi mano comenzó a pasearse en mi piel, me sentía inquieta y una sensación agradable de vacío se alojó en mi estómago, vi a Oz separarse un momento de ella logrando apreciar su desnudez, nunca lo vi de la forma en que lo veo ahora, siempre ha sido como un imán, pero ahora me atraía de una forma diferente. Lucy comenzó a masturbarse frente a él, abría sus piernas tanto como le era posible y él la observaba como un animal hambriento a punto de despedazarla. No sé en qué momento pasó, pero mi mano viajó al mismo punto en el que estaba ella, mis dedos se desplazaron un poco más suave y algo viscoso salía de mí, nunca antes me había pasado esto. El calor en mi cuerpo comenzó a aumentar y mi respiración se agitaba cada vez más, él tomó su m*****o y se masturbó en la misma intensidad que ella, seguí su ritmo y suaves gemidos emergían de mí, así que mordí mi labio como siempre hago cuando quiero contener algo. Debí poner mi otra mano en el marco de la puerta, había un desequilibrio en mi cuerpo y la razón desapareció por completo. Éramos los tres en un momento tan íntimo, tan… lujurioso, jamás sentí la lujuria o el deseo por alguien hasta ahora. Ella gimió cuando llegó al orgasmo, él repartió todo el líquido de su ser en el cuerpo de ella, pero en vez de detenerse se veía con ganas de más. Inclinó su cuerpo acomodando las piernas de ella en sus hombros y las dos gemimos, ella al sentirlo dentro de su cuerpo y yo al escuchar el impacto de la húmeda piel. Somos tres en este juego y ellos eran los únicos que lo desconocían. Mis dedos se movieron con más fervor entre su acto tan despiadado, presioné los pequeños senos que apenas nacían en mi pecho y una ola mística invadió mi cuerpo. Caí de rodillas sin detener mis dedos y otra ola de extrañas y múltiples sensaciones vino a mí, era caliente, electrizante, sonreí por ello y mordí mi brazo aumentando esa gratificante experiencia. ¿Dolor? Pasé mis uñas en mi pecho y mi espalda se arqueó, de pronto mis caderas se movían por sí solas, sabía cómo hacerlo porque ellos me enseñaron de sexo, sabía hacer muchas cosas referentes a esta área, pero no sabía lo que se sentía disfrutarlo, nunca me fue permitido sentir placer hasta hoy. Sentía que algo se aproximaba desde lo más profundo de mis entrañas, mis piernas se abrieron como si estuviera a horcajadas sobre alguien, mis caderas se movían como si hubiese un falo entre mis piernas, entre mis pliegues fracturados, cicatrizados, mi espalda se arqueaba más, aumenté el dolor con mis uñas y mis mordidas… y entonces, pasó. Mordí muy fuerte mi brazo hasta sentir la sangre y el sabor del sexo en mi boca, múltiples espasmos se apoderaron de todo mi vientre, mis labios y clítoris palpitaban tanto como mi corazón y ese líquido viscoso invadió mi mano, lo probé, me probé, tenía un sabor extraño pero dulce, era yo, era mío. Jamás me sentí tan viva como en ese momento, sentí que algo había despertado en mi cuerpo y en mi mente, era magnífico e indescriptible, mi respiración seguía agitada, mi lengua seguía saboreando el fluido de mis dedos, pero al bajar mi mano, noté gracias a la luz externa que había sangre. Me levanté rápido y un mareo se apoderó de mí, debí sostenerme de la pared, pero hice un ruido que pareció alertarlos porque él disminuyó su movimiento, entonces supe que debía volver pronto a mi habitación y así lo hice, justo cuando cerré la puerta de mi alcoba escuché la puerta de ellos abrirse, entré pronto al baño y aseguré el lugar. Fue gracias a la luz blanca que pude detallar mejor lo que pasaba en mi cuerpo, mis pezones estaban duros, mi rostro muy sonrojado, mi braga estaba manchada de sangre y ese fluido viscoso transparente, incluso esa zona estaba un poco roja y mi clítoris se veía ligeramente ensanchado, pero de a poco recobró su tamaño. Entré a la ducha colocando el agua fría, me desvestí, lavé la prenda y en cuanto el agua recorrió mi cabeza y mi espalda esa sensación volvió a invadir mi cuerpo, pero no sentía ganas de tocarme otra vez, sino de disfrutar ese nuevo efecto en cada centímetro de mi piel.
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