45. RUISEÑOR

2301 Words
Ragnar —Este lugar está vacío Rag y por el estado en que se encuentra diría que no han estado en mucho tiempo —Ares. —Lo mismo aquí, todo está desmantelado aunque sí es reciente, quizás de días —Adler. —De acuerdo, regresen a la mansión con los demás no quiero que estén mucho tiempo allá. Llevamos varios días buscando a Oz y todavía no logramos dar con él, es como si se hubiera esfumado, seguimos las cámaras de seguridad de cada calle que él transitó esa noche desde que lo dejó José, pero llega un punto bajo un túnel en el que no podemos continuar la pista y el auto no sale en ningún momento, revisamos el lugar, hicimos el recorrido muchas veces, contactamos con varias personas, pero nada ha pasado y esta angustia solo aumenta el eco martirizante de mis voces. A diferencia de Oz, las mías no me insultan o me presionan en la misma forma que a él, pero es insoportable escuchar el martirio de todas ellas clamando porque acabe con su sufrimiento y lo encuentre, y ni qué hablar de las pesadillas, en ellas veo cómo lo lastiman, siento su sangre manchar mi rostro y lo peor de todo es que no puedo moverme para salvarlo, todo mi cuerpo se paraliza al escuchar cada golpe y súplica de él pidiendo que lo asesinen pronto, es tan horrible que me levanto agitada y Marcus ya está ahí para consolarme, pero me alejo al saber que eso no calmará mi angustia. Retiro mi ropa viendo mi desabrigada piel reflejada en el espejo del baño y el recuerdo de todas esas pesadillas viene a mí en una avalancha. Entro a la ducha y abro la llave del agua fría, por la temporada invernal se encuentra helada, pero es lo único que me mantiene en pie y pensando de forma razonable, eso y las torturas que le propinamos a Oliver, tomó un poco de tiempo capturarlo, pero Marcus me demostró nuevamente que cuando se trata de la familia logramos hacer posible lo imposible y capturarlo en un lugar donde no teníamos jurisdicción fue todo un dilema. Salgo de la ducha luego de varios minutos y me cambio para volver al estudio a seguir con mi búsqueda, Adler me ha ayudado con algunos de sus contactos, han sido muy útiles pues hemos encontrado mucha información del sujeto que se lo llevó. Ahora solo resta esperar a que me envíen los datos de su familia para hacer un intercambio con ellos, no quería involucrar a inocentes, pero no encuentro otras opciones. Entre un montón de papeles encuentro las carpetas con los contratos de los soldados, los cinco al final firmaron trabajando ahora para mí en el círculo privado, es decir, ahora han sido devengados a diferentes partes del mundo con sus familias para resguardar mis territorios. En cuanto a Nixon, lo dejé viviendo en Gales con su familia como tanto quería, allá tenía una base pequeña de la cual se haría cargo para entrenar a mis nuevos guardias, su hermano recibiría el tratamiento médico adecuado y su esposa se encontraba más tranquila al saber que Nixon estaría con ella y sus hijas. Hace poco había recibido una llamada de agradecimiento por parte de ella, lloraba feliz diciendo que podía contar con ellos para lo que necesitase, también me agradeció por la nueva casa y el permitir tener a su familia unida lejos de Oliver. Le dije que todo estaría bien de ahora en adelante y cualquier cosa que llegasen a necesitar también contaban conmigo, estaba tan feliz, que incluso me pidió fuese la madrina de sus hijas, lo que me dejó extrañada considerando la edad que tengo, pero igual acepté con fingida felicidad para dejarla tranquila. —Hija llevas varios días sin dormir, detente o puedes enfermar y eso solo agravará las cosas para todos —Marcus ingresa con dos tazas de té que deja sobre el escritorio. —Por mi culpa Oz está desaparecido Marcus, así que no voy a detenerme hasta encontrarlo y será mejor que sea con vida. —¿Crees que lo encontrarás muerto? —No quiero creerlo, pero muchas cosas pasan por mi cabeza y cada idea es más probable que la anterior, tú sabes que en este mundo no se puede descartar nada. —Lo sé pequeña, pero hagamos algo, ve a dormir un poco, aunque sea una hora que yo me quedaré al frente de todo y seguiré buscándolo, si encuentro algo te levantaré de inmediato. —No quiero Marcus. —Inténtalo hija, solo una hora —acerca la bebida más hacia a mí. Sé que debe llevar algún somnífero para hacerme dormir más de una hora, pero discutir con él no me llevará a ninguna solución. Bebo de la taza y voy a mi habitación, cierro la puerta, retiro mi ropa y veo nuevamente la nieve caer, al ver mi reflejo en el cristal lo veo a él a mi lado, pero no me molesto en girar porque sé que no está y caigo de rodillas dejando salir mi dolor sin lágrima alguna. Quizás cuando despierte lo encuentre a mi lado en Suecia, Escocia o Dinamarca pensando que todo fue una pesadilla y que jamás vinimos a Londres. —Él estará bien señorita Ragnar, confíe en el señor —escucho la voz de José a mi lado y su mano acaricia mi espalda tratando de confortarme. —Ya busqué en todas partes y no logro encontrarlo... Cada hora que pasa mi esperanza se desvanece más. —Usted una vez me dijo que él siempre estaría para sanar sus heridas, confíe en su palabra, crea en él —levanto mi rostro encontrándome con una sonrisa cálida y sincera. —¿Por qué crees tanto en él si no lo conoces? —No necesito hacerlo, me bastó con ver todo lo que hizo por usted desde que llegamos a Londres y que se entregara como carne para el matadero es un sacrificio que no hacen muchos, piénselo, si hizo tanto en estos días ¿por qué no habría de volver a su lado? Sus palabras eran ciertas, pero toda esta situación nubla mi juicio por completo, jamás me vi tan involucrada en algo así estos años lo máximo fue una vez en México con Marcus, mismo evento donde conocí a José, aunque él estuvo a mi lado todo ese tiempo. José me extiende su mano la cual tomo y me lleva a la cama, me acuesto y él me abriga bien para luego encender la chimenea. —Dele tiempo señorita, no conozco al señor tanto como usted, pero he llegado a pensar en la posibilidad de que si él no aparece todavía es porque ellos lo tienen bien resguardado, o porque él no quiere que lo encuentren todavía, por ahora descanse, en cuanto se levante le comentaré más al respecto —él sale de la habitación y me quedo analizando sus palabras. No llegué a pensar en esa opción, pero suena a algo que haría Oz. Mis ojos se cierran al ver el fuego de la chimenea junto a la nieve tras la ventana y me dejo llevar por la calma por primera vez en días. (…) Camino por esos pasillos desérticos, son las tres de la madrugada, el frío es insoportable y a la vez acogedor, abro la puerta encontrando todo iluminado por una tenue luz y me acerco a la ventana colocando un poco más de leña para avivar el fuego de la chimenea. Retiro mis zapatos y camino hacia la cama levantando el cobertor, una sonrisa se asoma en mi rostro y me acuesto despacio entre las sábanas de algodón, he soñado esto tantas veces por días que perdí la cuenta. Un solo deseo, una sola oportunidad y mi realidad yace envuelta en ese telar. —Lo eres todo para mí —murmuro. Mi voz es débil, pero no más que mi cuerpo. Esta es la segunda vez que agradezco las acciones de mis voces, no sé qué habría hecho sin ellas en este tiempo, las seguiré maldiciendo, pero ahora tengo dos grandes motivos para apreciar su presencia en mi vida. Me pongo de lado quedando frente a ese espacio que tanto anhelo llenar con su voz, con su mirada, con su cuerpo, duele estar así, pero lo necesito. Otra pesadilla se apodera de sus sueños, mi mano tiembla al estar tan cerca, coloco un mechón de cabello detrás de su oreja y dejo una caricia en su mejilla, entonces sus párpados se van moviendo como queriendo despertar y a la vez con miedo de hacerlo. Repaso mis dedos por el perfil de su rostro hasta llegar a sus labios, esos tan rosados que ahora yacen en un voluptuoso malva, se nota que los ha mordisqueado demasiado en estos días. ¿Cómo puede verse tan encantadora en momentos como este? Sigo trazando el camino en su cuerpo con mis dedos, llego a las cicatrices de su cadera y asciendo zigzagueante por la espalda, su piel se va erizando a medida que rozo algunos puntos, esos tan sensibles en ella a pesar de sus marcas. Mi sonrisa se ensancha al ver su hombro levantarse cuando llego a la cima, una corriente más fuerte ha pasado por su cuerpo, me apodero de su nuca con movimientos circulares y esa bella sonrisa se dibuja en su boca, poco a poco abre sus luceros para mí hasta que al fin nos encontramos otra vez y los suyos se van cristalizando. Levanta su mano repasando mi rostro como asegurándose de que esto es real y no un sueño, cuando sus frágiles falanges llegan a mis labios, dejo algunos besos en ellos haciéndola sonreír más y su respiración enardece igual que la mía, entonces sus manos comienzan a descender por mi cuello y abre los dos primeros botones sin dejar de verme, pero su mano se detiene, tiembla, su sonrisa desaparece y muerde su labio con fuerza, con preocupación. No digo ni hago nada, solo espero el siguiente movimiento el cual no tarda en aparecer, sigue abriendo los botones hasta llegar al último y la abre para finalmente bajar su mirada a mi pecho y abdomen, su respiración es más lenta, cierra sus ojos con fuerza mientras niega el hecho que yace frente a ella y oculta su rostro cerca de mi cuello. —No llores pequeña que esto no es nada comparado a lo que tienes, solo refleja un poco las cicatrices de mi alma. —Perdóname, perdóname. Su voz está quebrada y eso quebranta mi alma, no soporto verla llorar es demasiado para mí. La atraigo más a mi cuerpo, pero ella se niega a acercarse tanto. —No quiero lastimarte más. —Pero ya lo haces al estar tan lejos, te necesito pequeña, necesito tu frío, tu piel… no soy nada sin ti. Ella se impulsa suave haciendo que nuestra piel vuelva a fundirse, mis brazos se apoderan de su espalda, su mano roza mi mejilla levemente y la otra rodea mi cuello mientras sus dedos se pasean en mi cabello, esto es vida, ella es mi vida y mi razón de seguir. —Debí asesinar a Oliver hace meses para que no sufrieras todo esto por mi culpa. —Esto lo obtuve por mis decisiones, decisiones de las que no me arrepiento de tomar y que volvería a hacer por ti. —Jamás vuelvas a hacerlo Oz, vales mucho y no quiero que nada malo te pase —se aleja un poco de mí cruzando de nuevo nuestras miradas. —Debemos irnos para atender tus heridas. —Un poco más mi pequeña, solo un poco más —digo en una súplica. Ocultamos nuestros rostros en el cuello del otro inundándonos en nuestras fragancias y aunque sé que la mía no es nada agradable, igual no se separa de mi lado. —Esta vez seré yo quien te quite ese pútrido olor y sanará tus heridas. —Confío en ti mi pequeña, sé que lo harás bien. Nos perdimos del mundo entre las sábanas y nos olvidamos de todo en ese momento, o al menos yo lo hice. Cuando abrí mis ojos nuevamente el sol hacía acto de presencia anunciando la séptima hora, moví mi mano sintiendo de nuevo la rigurosa textura en la yema de mis dedos y marcaba mi huella en ella, así como ella marcaba una sonrisa en mí con la serenidad de su existencia. —Eres un pervertido. —Tú no eres ninguna santa y sé que esto te gusta —abrió sus ojos y sonreímos cómplices. —Buenos días Oz. —Buenos días mi pequeña. Un alegre sonido llamó nuestra atención y nos giramos a la ventana viendo un ruiseñor entonar su melodía con júbilo. —Fire volvió por ti —murmuró, retorno la mirada hacia ella, pero la suya sigue puesta en la avecilla. —¿Fire? —Sí, lo vi cuando estábamos en Islandia, Suecia y Noruega y ahora nos siguió hasta acá. —No debería estar aquí sino hasta la primavera. —Fire está aquí anunciando tu regreso a mis brazos. Dijo eso con tanto amor e ilusión que me sentí el hombre más afortunado del mundo, aunque ya lo era por tenerla en mi vida, pero saber de su propia boca cuánto le importaba era sublime. Tomé su mejilla con suavidad retornando su vista a la mía, mi cuerpo se despertaba con ese hermoso cantar, se calentaba con el abrigo del alba y la inmortalicé en mi memoria. —Hazme renacer en tus labios Oz… —…para que pueda morir en los tuyos al frío de tus manos. …Y allí, con el alba y el ruiseñor como testigos, la abrigué en mi cuerpo reviviendo el sosiego de nuestras ánimas que anhelaba nuestra demencial existencia.
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