146. NO HABRÁ ADVERTENCIAS

1944 Words
Oz Salí rápidamente de la habitación, al cabo de unos minutos cuando llegué al piso de oncología encontré a Steve caminando hacia el ascensor, se veía devastado, pero eso no impidió que diera largas zancadas llegando hasta él impactando un fuerte golpe en su cara. —¡No te atrevas a volver al laboratorio y olvídate de tu maldita investigación, porque después de lo que le hiciste a tu hermana no dejaré que ninguno de los dos tenga acceso a nada! —No puedes hacer eso. —¡Claro que puedo pedazo de imbécil, es mi puto trabajo y yo hago lo que quiera con él!, así como también tengo un contrato firmado por tu padre que me da el aval de hacer lo que me plazca y como no tengo nada contigo, fácilmente puedo tomar tu trabajo sin remordimiento alguno o acusación legal que me preocupe, especialmente al tener los documentos originales. —¡No!, ¡no puedes! —di otro golpe y lo tomé con fuerza de la campera antes que se abalanzara sobre mí preparándome para despedazarlo. —Lárgate de este lugar porque no quiero verte otra vez y menos después de escuchar cómo tu hermana de nueve años me suplicó que la asesinara de inmediato, así que ya no tienes nada más qué hacer aquí. —¿Qué hiciste? —el mayor terror del mundo se implantó en sus ojos. —Lo que debí haber hecho con ella desde hace mucho tiempo, lo bueno es que ahora no tendrá que escuchar un grito más de ustedes. Al ver a dos agentes de seguridad a unos metros de nosotros, solté a Steve dándole un último golpe en el abdomen y otro en el rostro que lo hizo caer sobre ellos. —¡A partir de este momento tiene prohibida la entrada al centro hasta que yo dé la maldita orden! ¿¡ENTENDIDO LOS DOS!? Aterrorizados por mi grito en tan demencial faz, los hombres asintieron y sacaron a Steve del edificio mientras yo me encaminé a la habitación donde estaban Lawrence y Clyde, así me sacaría la última espina que me quedaba. (…) Samuel La confesión que les había hecho respecto a Danna hizo que ambos hombres se derrumbaran comenzando un sinfín de preguntas sobre el asunto, les relaté todo lo que ella había tenido que vivir en presencia de nosotros e incluso algunas anécdotas personales, mismas que evidenciaban el dolor por el cual pasó ante la pérdida de su madre y cómo veía a su padre encerrarse en su despacho bebiendo hasta caer dormido, su hermano sufriendo en silencio porque no tenían su apoyo y aun así en ocasiones se iba de fiesta dejándola sola. Una de las cosas más desgarradoras, me atrevo a decir que para ellos también así como lo fue para Livi, Oz y para mí, fue cuando Danna nos comentó que el día que recibió el diagnóstico de cáncer creyó inocentemente que su padre y hermano se volverían a unir, quizás, así como estuvieron de unidos con su madre, con ella lo estarían igual, pero poco a poco esa imagen se fue desmoronando cuando comenzaron las peleas por las decisiones que se tomaron sobre ella y las recaídas que sufría. Tiempo después de esto ella nuevamente cambió de parecer muy inocentemente hasta reforzar la idea que tenía en la actualidad, si no había una cura pronto, la solución para reunir a padre e hijo era que acabar con el problema de raíz sacándola de la ecuación… terminando con su vida. Cuando es un adulto quien te cuenta esto, realmente no parece ser nada más allá de lo impactante, pero escucharlo de la voz de un niño te desgarra el alma, lo que me hizo preguntarme más de una vez: ¿Cuántos de los que están en este piso pensarán como Danna? ¿Cuántos de ellos maduran su actitud para darle la fortaleza a su familia? Porque son ellos los que sonríen y luchan para los demás tengan esperanza, pero cuando médicamente esta se desvanece ¿quién les da esperanza a ellos? Steve no soportó más y salió sin decir una palabra, no volvió a recriminar a su padre, no volvió a gritarme, pero sí quedó con un evidente peso sobre los hombros por lo que le había hecho a su hermana. Entretanto, Lawrence apenas y pudo sentarse en la silla de siempre que estaba junto a la camilla llorando a más no poder, por segundos sentí pena por ambos, pero solo de recordar cuántas veces vi a esa pequeña niña llorar en mi pecho o el de Livi, todo rastro de lástima desaparecía por ellos. —Nunca quise separarme de él, Steve fue el primer regalo más importante que me dio mi esposa —comentó Lawrence a entrecortada voz cuando sus lágrimas cesaron tras varios minutos. —Durante mucho tiempo creímos que no tendríamos la oportunidad de tener otro hijo y le dimos nuestra absoluta atención a él, entonces Danna llegó sorpresivamente a nuestras vidas iluminando nuestro hogar. Cuando el alma se quiebra de esta forma solo pueden ocurrir dos cosas: cambias para mejorar o te sigues ahogando arrastrando todo lo demás contigo. Me quedé en silencio apoyado en la pared escuchándolo, viendo cómo aquel imponente hombre de negocios que llegó una noche a mi casa pidiendo la ayuda de mi hijo se encontraba destrozado en mil pedazos. —No quiero ser un mal padre, solo quiero salvar a mi hija para no tener que sentir nuevamente la pérdida de un ser amado, quiero que viva los años que vivió su madre y los que no pudo seguir disfrutando. —Entonces ponle un alto a la situación y deja de lastimar a tus hijos, en estos meses he visto y escuchado cómo Steve ha hecho su propio trabajo por ella, incluso entró a estudiar la misma carrera que tú, una que nunca le gustó, pero que igualmente lo hizo pensando que podía ayudarte y en vez de eso lo rechazas y le dices que es un inútil, cuando en realidad desea lo mismo que tú. —¿En verdad estabas dispuesto a denunciar? —preguntó tras un minuto de silencio. —Sí, lo habría hecho y todavía estoy dispuesto a hacerlo, hasta busqué la asesoría de Bells y me ayudó a investigar el procedimiento en Suiza e Inglaterra —sonrió amargamente. —Oz tiene razón al decir que a veces puedes ser muy persuasivo llegando a lo fastidioso —sonreí nostálgico al recordar algunas cosas vividas con él. —pero también tiene razón al confiar tanto en ti y en tu buen juicio. —Haz lo correcto Lawrence, deja vivir a tu hija ahora en vez de encerrarla entre estas paredes, déjala disfrutar y disfruta con ella, porque si llega un punto en que Oz no logre salvarla no vas a querer que el último recuerdo que tengan los tres sea de ella entre estas paredes fingiendo ser feliz mientras lloraba en solitario. —Gracias Samuel… —Me encantaría decir lo mismo —la macabra voz de Oz resonó en la habitación dándome una mala espina y más por el semblante que traía. —A partir de este momento, al igual que tu hijo, tendrás prohibida la entrada al laboratorio y únicamente recibirás un informe semanal con los avances que se presenten suponiendo que haya. —¿De qué estás hablando? Explícate —ordenó Lawrence bastante nervioso. —Tu hija me pidió hace cuarenta minutos que la asesinara porque no podía seguir viviendo con su calvario por culpa de ustedes, también dijo que de esa forma tú y tu hijo podrían reconciliarse mientras ella estaría con su madre, así que ya no tienes nada más qué hacer aquí al igual que él. Si creía que Lawrence se había desmoronado por lo que hablamos, fueron las palabras de Oz las que realmente acabaron con él despiadadamente, pero yo no sabía si creerlas o no al encontrarme tan conflictuado por la seguridad con la cual nos daba la noticia, quería creer que él no sería capaz de acabar con la vida de Danna, pero considerando cómo estaba podía imaginarla pidiéndole a Oz algo de semejante magnitud al tenerle una confianza inquebrantable. —No es verdad —se levantó de la silla caminando temblorosamente hacia Oz en pasos lentos. —mi hija no está muerta, tú no pudiste hacerle eso. —Te recuerdo que ella era mi paciente y no tú, contigo tenía un trato muy claro, pero si uno de mis pacientes me pide aplicar eutanasia porque no desea continuar con su tratamiento, entonces debo tener en consideración los deseos de este y ya que Danna es una niña que estaba en sus cinco sentidos y podía racionalizar perfectamente su entorno, no tuve dudas de lo que debía hacer por ella. Lawrence se fue contra Oz, pero él logró esquivarlo e impactó un golpe en su abdomen haciéndolo caer de rodillas. Era evidente qué corría en este momento por la mente de cada uno. —Quizás debas dedicarte de ahora en adelante a cumplir el deseo de Danna, ya no tienes nada que te lo impida y al menos podrías hacerla feliz estando muy lejos de ti —se inclinó con un profundo odio y dolor que pocas veces llegué a ver. —El día que le dijiste a Danna que yo era un monstruo, creo que te olvidaste de lo que soy capaz de hacer Borson —sin piedad, le dio otro golpe en el rostro y tomó de su cabello con fuerza para que lo viera. —Eso es por Danna, y por obligarme a escucharla pedir que la asesinara —tiró de él contra el suelo y se fue tranquilamente. No supe qué hacer, por un lado, quise apoyar a Lawrence después de lo que dijo e hizo Oz, pero también necesitaba hablar con él. A veces debemos tomar decisiones difíciles, pero llevo varios años conviviendo con él, pasamos por varias travesías antes, durante y después de la llegada de su hijo y si algo aprendí en este tiempo es que Oz posee algo especial, una luz única en medio de tanta oscuridad y demencia. —Vamos, te ayudaré —Lawrence me aparta entre lágrimas completamente derrotado. —Déjame solo, no quiero ver a nadie —me hinqué colocando una mano en su hombro y presioné levemente. —Recuerda que tienes a Steve, no sé si Oz hizo lo que le pidió Danna, pero no puedes apartar otra vez a tu hijo —me observó como recordando lo último que hablamos antes de la llegada de Oz. —Haz lo correcto esta vez. Salí de la habitación logrando alcanzar a Oz en el ascensor, ingresé con él quedando ambos en silencio, él no cambió su adusto semblante en ningún momento y llegados al piso donde estaba el laboratorio nos dirigimos allá, tomando a último minuto una bifurcación hacia una pequeña habitación donde se encontraba Livi sentada y Travis acostado junto a Danna quien seguía reflejando su dolor, pero fue su palidez lo que generó un escalofrío en mi cuerpo, el silencio que había era tan tétrico que me recordó los primeros días tras la muerte de mis familiares. Oz sacó una manta del cajonero abrigando a los pequeños y tomó la mano de Danna acariciándola con cariño, la mirada que le daba era la misma que le había dado a Travis cuando se enteró de sus enfermedades. No sé si ella se había ganado el corazón de él o si la petición que le hizo es lo que realmente lo afectaba, pero en ese instante supe que este era el lugar donde debía estar.
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