177. VOLVIENDO AL BÁRATRO

2601 Words
Boston, Massachussets Marcus Bajé del auto lo más rápido que pude adentrándome al lugar donde estaba Cobbs con mi hijo en brazos mientras Mara se encontraba sentada temblando y llorando a mares, entonces fui con ella caminando lentamente ya que ese infeliz estaba de espaldas. —¿Estás bien? ¿Te lastimó? —negó llorando más. —¿Le hizo algo a Liam? —volvió a negar. —¡Jhonson! —exclamó fascinado revolviéndome más que el estómago. —Mi nieto es todo un encanto, igualito a su abuelo ¿No crees? —No lo sé, tal vez si me dieras a mi hijo podría decírtelo. —Señor —llegó Valencia con otros hombres dejando el dinero a un lado. —Las cosas salieron mejor de la planeado, pero hubo varios cambios de planes en el camino. —¿Qué cambios? —Creo que Jhonson podría explicárselo mejor que yo, señor, pero sepa que los resultados son favorables. —¿Qué hiciste? —Deja que Mara se vaya con mi hijo, este lugar no es adecuado para ellos y tampoco quiero que se despierte… Al menos ten compasión con él. —Está bien —besó la frente de mi pequeño y le dio una señal a Mara para que lo tomase. —Irás a otro refugio y esta vez reforzaré la seguridad, tendrán todo lo necesario. Ella estaba muy nerviosa, pero caminó hasta mí aun cuando se encontraba escoltada por dos hombres permitiéndome ver a Liam, esbocé una sutil sonrisa que ella copió y dejé una caricia en ambos dejándolos partir. Con ellos fuera del radar, le expliqué a Cobbs lo ocurrido siendo apoyado por sus hombres quienes soltaron algunos halagos que llegaron a sorprenderme, pues realmente ninguno parecía estar a favor de lo que hacía cuando estábamos en México. Quedamos en un tenso silencio e inesperadamente, recibí un fuerte abrazo de ese malnacido que me desconcertó por completo. —¡Excelente estrategia! Sabía que eras el mejor, te lo dije. El dinero mueve lo que sea. —Te equivocas, lo único en lo que pensaba era en sacarnos a todos con vida de ese desierto —respondí firme. —Sí, sí, como sea, lo importante es que nos hiciste ganar mucho más, solo será cuestión de vender la mercancía y solicitarle más a ese idiota de Barragán antes de eliminarlo. —¿Qué? —Lo que escuchaste, no nos conviene tenerlo, solo nos hace perder dinero y estoy seguro que después de esto nos obligará a darle más, pero bien sabes que no soy de compartir lo mío. —Cobbs, Barragán estará esperando su dinero en una semana, no puedes sacarlo sin más o entraríamos en guerra. —¿Entraríamos? ¡Ja! ¿Y qué pasó con eso de que no serías un ampón? ¿O acaso te gustó tener tanto dinero en tan poco tiempo? Me quedé viendo a los hombres que me acompañaron en la travesía, ninguno decía nada, pero sus esquivas miradas evidenciaban que no querían ir a una guerra al igual que yo, sin embargo… ¿por qué dije “entraríamos? Y lo que es peor, era la segunda vez que me incluía en este mundo con ellos… ¿Acaso me estoy convirtiendo en uno más? ¿Es así como se inicia en este mundo? No… yo no… —¡Vamos a celebrar, esta noche la primera ronda la invitaré en el burdel! —No celebraremos una mierda —hablé firme borrándole la asquerosa sonrisa de la cara. ¿Qué mierda me está pasando? —¿Qué dijiste? —Dije que no celebraremos nada. Si tu propósito es hacer que entremos en guerra con Barragán lo único que conseguirás será enviarlos a una muerte segura. —¿Y por qué debería importarme? Todos los días muere alguien, Jhonson, y a esos idiotas los puedo reemplazar fácilmente. —Son vidas, Cobbs, y la vida de cada uno de tus hombres cuenta —mis palabras eran un mal chiste para él, pero su risa solo incrementaba mi ira. Sé que a Oz nunca le ha importado nadie que no sea de la familia, pero hasta él tiene principios, una ética y es fiel a ella, es leal a nosotros y es lo que nos permite seguir adelante, pero Cobbs no, él no valora nada ni a nadie que no sea él mismo. —¿Sabes qué? Por esta vez te dejaré pasar esas estupideces. Mejor ve con Mara, así pasarás tiempo con ella y mi nieto y podrás enfocar la cabeza en lo que importa que es este negocio, porque el otro año las cosas cambiarán por completo. —¿De qué mierda estás hablando? —He decidido que el otro año te casarás con mi hija y te entrenaré personalmente para que lleves este negocio conmigo, pero si te atreves a traicionarme, ten por seguro que no me temblará la mano para ir contra los que más quieres… —tomó mi cuello con fuerza acercándose a mi oído. —y eso incluye a tu hijo y mi hija a quienes asesinaré frente a ti de un tiro, así que piensa bien en lo que harás o puedes despedirte de ellos. Un fuerte golpe me fue impactado en el estómago sacándome todo el aire, caí sintiendo su rodilla chocar con mi rostro y la sangre brotó de mi nariz. —Maldito infeliz… —susurré en el suelo. —¡Ah, Jhonson! No hagas planes de viaje este año porque pasarás navidad con nosotros en familia. Jamás manché mis manos ni mucho menos pensé en arrebatarle la vida a alguien con tanta desesperación como lo siento ahora contra Cobbs, a quien veo salir feliz junto a sus hombres, pero no dejaré que me arrebate a mi hijo, no dejaré que llegue a mi familia y menos a Livi o Travis. Si debo tocar fondo como mis hermanos para proteger lo que amo, entonces lo haré, pero le demostraré a Cobbs que este imbécil también tiene las agallas para enfrentarlo en su propio terreno, porque es ahí donde le daré el golpe de gracia. (…) Dos semanas después Oz Llegué a Boston hace una semana para investigar a Valencia y también para auxiliar a Marcus tras contarme lo ocurrido en su regreso, el tiempo corría en nuestra contra y la situación se ponía cada vez peor para todos, pero debíamos hallar una forma de acabar con esa escoria lo antes posible y sacarlos como sea comenzando con su familia y los Brown, esto, por petición de Marcus y también para tener a alguien que me entregara los movimientos de las cuentas de Cobbs, ya que cada vez se hacía más difícil comunicarme con Marc, especialmente en esta época en la que esa rata lo retendría por completo, pero al menos pasará más tiempo con su hijo. Asimismo, tenía que seguir lidiando con Livi quien cada vez estaba más angustiada con la situación, pero antes de irme me dio una idea que pondría en práctica más adelante y era llevarlos a todos a casa de Clyde unos días para despistar a Cobbs con una jugada que estaba planeando junto a Clyde e Isma. —¿Oz? Maldita sea mi suerte, como si no tuviera una cucaracha jodiéndome la vida para tener que encontrarme justo a esa zarigüeya aquí. —Bechamms, ¿es un milagro el que veo o solo una desdicha? —Encantador como siempre —estrechamos fuerte las manos. —Estoy por negocios en Washington, pero me enteré que habrá un circo en Massachussets y no aguanté la tentación. —¿Alguna vez lo has hecho? —¿Alguna vez lo hiciste tú? —más de las que se imagina… como ahora. —No… En fin, buena suerte con lo tuyo, si me disculpas debo atender un paciente, salúdame a tu esposa. —Oz, ¿por qué no vienes conmigo al circo? Son los mismos que se presentaron en Gran Bretaña y terminarán el tour en Estados Unidos. Vamos, te aseguro que no te arrepentirás. —Solo si me respondes algo —movió su mano para que continuara. —¿Por qué insistes en que vaya al circo? —¿Versión corta o larga? —La verdad —una fuerte tensión nos rodeó. —Creo que ocultas algo, así como también creo que tu debilidad está en este grupo y por eso no escoges menores. —¿Y qué neurona se activó para llegar a esa conclusión? —así me encargo de silenciarla con una puta lobotomía. —Grosver comenzó como tú, a él lo conocí antes de que existiera The Sinner y el primer espectáculo que disfruté de él fue con un menor, tú en cambio lo hiciste con un adulto… ¿Quizás la inocencia es tu debilidad? Se deleitó al pronunciar cada palabra, pero parecía que hubiese estado a punto de eyacular al hacer la pregunta, lo peor es que el cabrón tenía razón y es algo que no podía permitirle comprobar, así como tampoco podía exponerme usando a un menor para demostrar mi maldad. —Harold, si dejases de rebuscar en el culo de los niños y te tomaras la molestia de invitarme una copa, quizá sabrías más de mí… Tal vez deberías aprender de tu mujer —ladeé tan perversa sonrisa que lo desestabilizó. —Pero ya que insistes en que vaya al circo, adelante, vamos, pero pagarás mi entrada y todo lo que consuma —corté la distancia y organicé su corbata con deleite intimidándolo. —Espero que no me decepciones en la cita, Harold, ve que soy muy exigente. Llegó la esperada noche donde me arreglé según sus indicaciones y nos trasladamos a Swansea, un pueblo ubicado al sur de Massachussets. Me mostraba totalmente escéptico ante la situación pues hasta ahora no era nada que no hubiese visto en The Sinner, los mismos ricachones de trajes costosos y antifaz, uno el cual accedí a usar en esta ocasión ya que sería un evento rápido. Nos ubicamos en un palco donde aguardaba una botella de alcohol, puros, cigarrillos, todo lo que llegásemos a necesitar, incluidas drogas de todo tipo. Las luces se apagaron en el recinto quedando únicamente las de la tarima, el presentador dio la bienvenida a los invitados y comenzó el desfile sangriento. El espectáculo tendría duración de noventa minutos siendo la última media hora el plato principal de la noche. Salieron un total de seis víctimas masacradas y violadas, yo seguí sin inmutarme o dar comentario alguno al respecto, así como él tampoco mencionó mucho excepto para solicitar algo al mozo. Finalmente llegó el cierre, mismo donde sentí un fuerte retorcijón desde mi cuerpo hasta mis voces cuando sacaron a una joven de quizás doce años y otros dos niños, una pequeña de cinco años y otro de siete. Aquí empezaría mi calvario. —Soportaste mucho en tu recorrido por Caterva, pero ya veremos qué tanto soportarás en este —murmuró Harold dejando una bolsa a mi lado sobre la mesa, pero solo di un trago y volví la vista al escenario sin darle importancia. Treinta minutos, solo eso necesité para revivir trece asquerosos años de vida, en treinta minutos los corderos chillaron desesperados al sentir el taladro y las navajas recorrer sus cuerpos. El niño fue quien menos soportó muriendo de un ataque al corazón producto del miedo que sentía, lo que fue una salida magistral de su parte aun cuando su cadáver siguió siendo objeto de burlas y violencia. A este le siguió la niña cuando iban por veinte minutos del espectáculo, esta falleció cuando le abrieron el cráneo y la violaron de tal forma que su cerebro salió regándose sobre ella. Por último, quedó la joven de doce años a quien habían taladrado su pierna múltiples veces y mutilaron todos sus dedos los cuales fueron subastados a los presentes. Ella fue violada entre dos hombres, un tercero hizo un corte superficial a lo largo de su abdomen y mientras este se deleitó con la virginal sangre fluyente entre sus finos senos, los otros abrieron la herida exponiendo sus órganos, pero siempre asegurándose de que ninguno saliera de ella. Los gritos de las víctimas eran más desesperantes que mis voces, tuve unas inmensas ganas de asesinarlos a todos y más a Harold, quien no hacía otra cosa que reír igual que el público mientras su maldita polla se endurecía. Cientos de escenarios pasaron por mi cabeza donde los aniquilaba a todos y daba un entierro digno a los tres infantes, pero en vez de eso, mi cuerpo se mantuvo sereno en todo momento dejando que Jack y El Pirata fuesen los únicos en hacer un movimiento diferente al consumirlos. Divisamos cómo una mujer trajo un velón que tenía una tercera parte derretida y repartió el candente esperma en el cuerpo de la joven, aunque fue un sonido el que desprendió un escalofrío en mi cuerpo… la correa de cuero chocando entre sí igual a como lo hacía Westley. Uno, dos, tres golpes resonaron en un eco que levantó mis memorias cual vívida pesadilla y después impactó en el cuerpo de la chiquilla a la vez que él, de un rápido giro, la hizo quedar bocabajo. El cierre metálico hizo su aparición y seguido a este lo hizo su erecta polla que se abrió paso en seco entre los ensangrentados glúteos. La pequeña gritó tanto como podía igual que lo hice yo miles de veces hasta que giró su rostro en mi dirección, no sé si era a mí a quien veía directamente, pero así lo sentí y más al estirar su brazo logrando desmoronarme en una última palabra: Ayúdame… Su vida terminó en esa posición, vi tan inocente alma salir de sus ojos claros que quedaron vacíos mientras su cuerpo se siguió moviendo por el ultrajante acto de su verdugo. El público se levantó ofreciendo una fuerte ovación, yo en cambio me levanté para buscar otra caja de cigarrillos ya que no había llevado muchos esa noche. No hubo aplausos de mi parte, no hubo una felicitación a los payasos del circo, pero sí sentí mis pulmones prenderse en una lacerante llama descomunal. —¿Necesitas la bolsa? —su pútrida voz resonó detrás de mí. —Te la obsequio, creo que tú tienes más ganas de usarla que yo —le di la cara y caminé hasta él dejando mi mano en su endurecida entrepierna. —Dulce… igual que un puberto —farfullé con sorna. Harold estuvo a punto de quitarme la mano, pero mis dedos ya habían bajado su cierre adentrándome en las prendas de donde saqué a su buen amigo, bastándome así unos movimientos para controlarlo. Él fue hacia atrás cayendo en la silla, yo presioné su cuello cortando la respiración por completo y así mismo, presioné su erección apuntándolo a la cara donde solté en simultaneo permitiendo el paso de su placer. Él sentía su semen bañarlo, yo imaginaba que era su sangre y ambos sonreímos con total satisfacción. —Gracias por la cita. Tomé el whisky para limpiar mi mano viendo la mezcla caer en su pantalón y me fui del lugar, no quise pasar un minuto más ahí, así que volví a Boston llegando en una hora al hotel e ingresé al baño vaciando mi estómago por completo. Una cosa es ser dueño del infierno, pero otra es tener uno propio donde tú seas el desdichado y no el verdugo y ahora mismo yo era el infausto al recordar a Westley, a la vez que lloraba por la ira, la impotencia y el dolor escuchando su estruendosa risa en cada uno de mis oídos.
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