81. TENSIÓN

2166 Words
Oz —Con esa cara que traes no sé si felicitarte o darte el pésame —comenta Raquel al verme llegar a su puesto por Trav. La verdad sí estaba un poco conflictuado por todo lo que hablé con Borson, pero el apreciar a mi pequeño tan sonriente jugando sobre el escritorio con su peluche me hizo alejar los pensamientos pesimistas. —Fue una reunión tediosa, pero al fin terminó que es lo único importante. —¿Y qué te dijeron? ¿Regresarás con nosotros? —No lo sé, por ahora hay que esperar algunas cosas antes de decir nada. No quise darle explicaciones al tener más personas cerca, lo que ella comprendió bien dejando el tema a un lado, en vez de eso me contó que Trav se portó muy bien, recibió la atención de varias personas a quienes sonreía encantado de la vida siendo en su mayoría mujeres, también disfrutó bastante de ese par de monumentos de Raquel al usarlos como tambores y no hacía más que regalarle besos con mucha coquetería. —Me sorprende que aun cuando te la pasabas tanto tiempo metido aquí, tu hijo igual copió muchas cosas tuyas, es tu viva imagen, solo que él conserva la inocencia —menciona divertida. —Es porque en mi ausencia queda con las mejores personas del mundo —murmuré. Estaba tan hipnotizado por la felicidad de mi pequeño que me dejé llevar mencionando esas palabras, pero ella solo me sonreía sincera al saber todo lo que hemos tenido que pasar desde el embarazo con Madison hasta la actualidad, prácticamente puedo decir que Raquel es lo más cercano que he tenido a una amiga después de mis hermanos y los Clyde, aparte de ser una excelente amante y gran confidente, esto último al ayudarme con tantas cosas a escondidas del hospital para que los cuatro obtuviéramos lo necesario respecto a atención hospitalaria y medicación. Al no querer seguir un minuto más en Princeton, mi hijo y yo nos despedimos de ella, un par de colegas más los cuales nos cruzamos en el camino y continuamos el nuestro hasta el auto donde ahora es AC/DC quien nos acompaña en el trayecto hasta un parque, según escuché, tiene varias atracciones para niños y aunque Trav todavía era muy pequeño, quería que disfrutara de tanto como fuese posible. Íbamos cantando a todo volumen Back in black en lo que recordaba algunas salidas con Marc e Isma los días que nos acompañaron, pese al evidente desánimo de Isma, él siempre hizo lo posible por mostrarse feliz con Travis y cuando la tristeza le ganaba, era mi hijo quien lo consolaba o hacía algo para alegrarlo nuevamente. Quizás en su inocencia mi pequeño sí comprenda algunas cosas, no digo que sea un genio, porque la verdad considero que es un niño común, pero sí es bastante intuitivo y percibe las emociones en los demás con facilidad, siendo esta la conclusión a la cual llegué tras analizar todo lo ocurrido cuando me contaron lo que pasó con él mientras estuve inconsciente. También fue un pensamiento reforzado por la actitud de él en los últimos días conmigo al verse mucho más feliz igual que yo, pero a su vez me preguntaba miles de cosas respecto a si estaba siendo un buen padre para él, sé que he hecho tanto o más para darle lo necesario y sobre todo para mantenerlo con vida, pero quizás al yo estar tan jodido emocionalmente pueda terminar afectándolo más de la cuenta. Dejé a un lado dichos pensamientos y bajé del auto con todas las cosas de él para dirigirnos al parque, había muchas familias, niños corriendo y gritando por doquier y madres reunidas en grupos al pendiente de ellos mientras hablaban, como no es de extrañarse, muy pocos son los hombres que hay en el lugar siendo escasamente cuatro los que están sentados en un par de bancas leyendo el periódico sin mucho ánimo. —¿Qué dices pequeño? ¿Te gusta aquí o quieres ir a otro lugar? Travis veía todo con curiosidad y al mismo tiempo se le notaba algo incómodo, así que busqué un lugar apartado para que se familiarice poco a poco, de por sí estaba acostumbrado al parque cerca de casa que no es tan grande ni concurrido, pero hoy quería que tuviera un día especial aun cuando nunca llegara a recordarlo, mas yo sí lo haría llegando a memorizar sus expresiones tanto como me fuese posible. Nos sentamos bajo un árbol donde saqué dos juguetes, no tenía tantos como otros niños, pero siempre jugaba con todos siendo una oveja su favorita, pues esta podía usarse como títere haciendo voces graciosas que lo hacían reír sin parar y como él ya sabía esto, solo tenía que entregárnosla con un balbuceo en específico para hacerle toda la pantomima. —¿No crees que sería bueno integrarlo con otros niños? —Trav y yo miramos a una mujer que se ha acercado de la nada. —Disculpa, no quiero ser entrometida, es solo que por lo general suelen estar con otros niños de sus edades para que aprendan a socializar. —Sí, pero es primera vez que visitamos este parque y él no se veía seguro, preferí que fuese poco a poco para su comodidad. —Comprendo —respondió con una dulce sonrisa. —Igual si deseas, en la zona de allá es donde suelen estar los niños de su edad hasta los tres años —menciona señalando un punto. —digo, para cuando él se sienta cómodo. —Te agradezco la sugerencia, la tendremos en consideración… —ladeé sutil mi cabeza dándole a entender que quería saber su nombre. —Jana Morgan, mucho gusto. Ella extendió su mano hacia mí, pero en vez de aceptarla, tomé a Travis en mis brazos levantándonos tranquilamente. —El placer es todo mío señora Morgan, soy Oz y él es mi hijo Travis. Ambos sonreímos sin darle mucha importancia, pero al ella respondernos más entusiasta, hizo que mi pequeño se avergonzara abrazándome con fuerza del cuello provocando una pequeña risa en ella, pero todo era parte de un mismo teatro que tenía bien armado con él al conocer sus reacciones ante los hombres y mujeres. —Por lo visto es bastante tímido. —Solo al comienzo y con algunas personas, especialmente mujeres, pero es parte del encanto —comenté orgulloso de mi pequeño. —Eso no lo niego, es tan encantador como su padre, aunque tú sin duda no tienes el rostro de un hombre tímido, sino más bien alguien que sabe lo que quiere. —Al menos podíamos comer un helado con nuestros hijos o tomarnos un café antes de sacar conclusiones apresuradas ¿no lo cree señora Morgan? —lancé perspicaz ensanchando una sonrisa lobuna. —¿Eso es una invitación señor Oz? Porque la verdad no quisiera problemas con su esposa —respondió tan atrevida como yo. —Entonces no tendrá ninguno a no ser que se refiera a mi cuñada, porque mi único compromiso es el pequeño de casi un año que me está arrancando la piel con sus uñas en este momento. Un reflejo al cual estaba acostumbrado con Travis, pero resultó bastante efectivo el mencionarlo pues ella refleja preocupación y al mismo tiempo no se le ve con ganas de irse. —¿Y por qué no lo separa si lo está lastimando? —Porque no me afecta, prefiero dejarlo ser a tener que cohibirlo de sus emociones, pero en fin, no quisiera quitarle más tiempo, quizás su esposo la esté esperando y no desearía que tuviera un mal día por nuestra culpa. —No se preocupe, ese anillo no alcanzó a tocar mi mano así que no hay problema. —Entonces eso quiere decir que no tendrá inconveniente en acompañarnos por el helado de vainilla. Una sonrisa galante de mi parte y un roce a su cabello como respuesta por parte de ella es todo lo que necesitaba para tenerla a mi merced. Nos quedamos conversando un poco más mientras comíamos el helado, ella estaba fascinada hablando conmigo en lo que hacía sonrojar a Travis, claro que esa reacción era algo de doble filo porque sí, él se avergonzaba en un comienzo, pero al ver que la persona le seguía ese juego entre risas, él más lo hacía para obtener atención… Sin duda mi hijo es un Oz en todo su esplendor. Al final quedamos en reunirnos con Jana otro día en el parque, mi pequeño y yo volvimos al auto cerca de las once de la mañana y en el camino compramos algunas cosas que faltaban en casa, cuando dejaba todas las bolsas vi un anuncio de un nuevo álbum de Guns N’ Roses, una de las bandas favoritas de Travis. Cerré todo nuevamente y nos dirigimos a la tienda, tomé los audífonos al llegar revisando la lista de canciones y una vez seleccionada, los acomodé en mi cuello con el volumen al máximo para que él lograse escuchar. Basta decir que dio un fuerte grito con gran entusiasmo al oír la voz de Axl y yo reía solo de verlo aplaudir tan feliz intentando seguir el ritmo. Algunas chicas se acercaban viendo la escena muy entretenidas, los hombres también observaban con curiosidad, pero con todos me hacía el desentendido dándole la atención a mi pequeño. Finalizada la canción escuchamos algunas más escogidas por él, seguía con sus balbuceos, aplausos y se movía enérgico en mis brazos, le coloqué los audífonos en los oídos bajando el volumen y más se emocionó, me habría encantado que Isma y Marc vieran la escena, quizás habríamos comprado el LP entre los tres y haríamos todo un concierto en casa con Trav. (…) —No puedo creerlo, en serio que Benji es único —comenta Livi quien le cambia su pañal mientras leo algunos documentos. —Créelo porque así pasó, mi única duda es por qué mi hijo es tan feliz palmeando y pellizcando los senos de las mujeres cuando no le he enseñado todavía esas cosas, y sé que los chicos tampoco. —No tengo idea, debe estar en su ADN —responde haciéndose la desentendida, pero a este viejo lobo no lo engañan tan fácil. Me levanté sigiloso acercándome por detrás y la acorralé en el lugar haciéndola sobresaltar, estaba nerviosa, pero intentaba contenerse. —¿Qué has estado haciendo con mi hijo en mi ausencia… Señorita Clyde? —murmuré gutural en su oído provocando una corriente en su piel que me prendió por completo. —Te he dicho que dejes tus perversiones frente a Benji —intenta tener el control, pero sin duda acabo de dejarla en jaque. Lamí mis labios cerca de su oído y acaricié uno de sus brazos generando que su respiración se tornase errática, aunque ella trataba de controlarse. Me acerqué más pegando nuestros cuerpos y guiñé un ojo a Travis quien observaba divertido la escena, sobre todo por la cara de maldad que veía en mí. —Señorita Clyde, le recuerdo que este niño está muy pequeño para algunas lecciones con usted, pero yo con gusto las recibiré por él. —Oz, ya basta. —¿Acaso la señorita Clyde se puso de traviesa en la ducha con él? ¿O quizás fue en la cama mientras dormían? —ronronee mordiendo su mejilla. Ella rápidamente se aleja de mí, pero su cuerpo la delata por completo y la furia que refleja en su faz es excitante para mí. —Nos escuchaste —afirma con profunda ira y un dejo de vergüenza sacando mi sonrisa más cínica. —Y debo admitir que, pese a la falta de vista y tacto, me prendiste como a un volcán, tus gemidos son una total exquisitez para mí —solté con tal descaro que mis ganas de follar incrementaron, lo peor es que su cuerpo parecía gasolina para mí. —¡¡Eres un pervertido Oz!! —ahora sí desperté al dragón. Ella toma la toalla de Trav ensañándose contra mí, pero su furia y vergüenza me hacían reír demencial mientras la esquivaba, en un descuido tomé la tela atrayéndola hasta mí dejándola prisionera en mis brazos, intenta librarse sin éxito y la inclino hacia atrás en lo que le hago cosquillas, no logra soportar mucho más llegando a reír descontroladamente y en su afán por librarse de mi agarre, nos arrastra a la cama donde ambos caemos. Mi pequeño ríe a un lado de nosotros pensando que es un juego lo que hemos hecho, pero al detenerme para que ella pueda respirar más tranquila, nuestras miradas se cruzan de una forma muy extraña, se siente diferente… su mirada es diferente, es más sexualizada. Nuestros ojos batallan entre mantenerlos conectados y perdernos en los labios del otro, nuestra respiración se torna sensualmente errática, mi cuerpo se acomoda ligeramente sobre el de ella y una de sus manos toma mi camiseta. Ahora solo un pensamiento aborda nuestras mentes y son nuestros cuerpos los que exigen se dé la orden…
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