Había entrado a la habitación con la fiera determinación de hacerla pagar, si era posible le haría sufrir el infierno más terrible de todos, pero lo detuvo que solo estaba cubierta por una sábana y su cabeza se encontraba ligeramente ladeada, parecía dormida, y así no pensaba tomarla, tenía que ser cuando ella estuviera consciente y supiera las razones por las cuales la estaba castigando.
—¡Despiértate Patricia! —le ordenó golpeando más de la cuenta sus mejillas, pero ella no reaccionaba, si no fuera por su lenta respiración, pensaría que estaba muerta.
Se acercó más y la tomó fuertemente por la nunca, sin dejar de intentar levantarla, mas ella no respondía, con el ceño fruncido, le revisó los ojos, se dio cuenta que tenía las pupilas dilatadas y su nariz estaba lastimada, como si hubie
