Capítulo 3. ¡Tu palabra vaya por delante!

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Patricia siempre fue valiente, pero en ese momento sintió que la valentía se había ido dejándola sola para enfrentar a “El despiadado” —Por favor, Bugg, no es nada personal, pero... —un lamento salió de la boca de la muchacha, al sentir los dedos del hombre clavarse en su delicada piel. —Te dije un minuto y nada más —la apretó más fuerte haciendo que le lastimaran los huesos. —Por favor, Bugg, todo tiene una explicación, no la maltrates así, ella es la hermana de Aurora —dijo su padre tratando de defenderla, quien no podía dejar de angustiarse por la confesión que le hizo a Patricia, creyéndola Aurora. —¡No me importa! Aquí las órdenes las doy yo, ¡Y no permitiré que esta y su hermana me humillen! —gritó Aston arrastrándola a la parte trasera de la iglesia, le dio un empujón que la hizo perder el equilibrio y caer al suelo—. Habla, si no lo haces juro que te sacaré la verdad a golpes y poco me importa que seas una mujer ¿Dónde está tu hermana? Ella debía estar aquí para casarse conmigo ¿Por qué no la veo? ¿Por qué, en vez de una hermosa mujer, veo una insignificante cucaracha? Antes de que Patricia pudiera darle una explicación apareció su madrastra hecha una furia, y golpeó su rostro, dándole un par de bofetadas. —¡Maldita! ¿Cómo pudiste hacer esto? ¿Qué hiciste con tu hermana? —gritó la mujer fuera de sí. Aston la tomó del brazo y la alejó. —Usted señora, no se meta en esto, que soy yo quien está pidiendo explicaciones, si vuelve a interrumpirme, la mando a echar a la calle ¿Entendido? —habló el hombre con fiereza, volviendo de nuevo su vista a Patricia e inclinándose frente a ella—. Se te está venciendo el tiempo y no te escuchó abrir la boca ¡Habla! —exclamó tomando su mentón y apretándolo con fuerza. Por un par de segundos, los dos se miraron con rabia, como si cada uno quisiera destrozar al otro, sin embargo, Patricia sabía que estaba en situación de desventaja y por eso cedió. Buscó entre sus ropas y agarró la nota que dejó su hermana y se la entregó. El hombre la tomó y la leyó en voz alta. «Aston, lo siento mucho, no puedo casarme contigo porque no estoy preparada para dar este paso ni contigo, ni con nadie, además no te amo, espero lo puedas entender». Aurora. Cuando la madrastra de Patricia escuchó esas palabras, se enfrentó de nuevo a ella. —¡Tú eres la culpable! Tú le metiste ideas a mi hija de que dejara plantado a Aston, te conozco, mi hija siempre fue obediente y no se hubiera atrevido a abandonar a su novio a pocas horas de la ceremonia ¡Fuiste tú la incitadora! Debes cobrársela Aston, no permitas que esa mocosa se burle de ti y te haga el hazmerreír de toda la ciudad. —¡Si fui yo! No podía permitir que mi hermana fuera infeliz, es casi una niña con un futuro por delante, no podía permitirle que le arruinaran su vida de esa manera, casándola con un hombre como este —espetó furiosa de manera despectiva. —¡Así que fuiste tú quien la incentivó! Pues eso te va a costar caro, Patricia, vas a pagármela con creces, porque no permitiré que un par de mujercitas estúpidas me humillen —expuso el hombre rechinando los dientes con profundo enojo. —¿En serio? —manifestó ella con burla, levantándose del piso y exhibiendo una expresión altanera— ¿Qué me va a hacer el despiadado? ¡¿Esclavizarme, violarme!? Dime ¡¿Qué piensa hacer un canalla como tú?! —gritó la joven recobrando su valentía y sin un atisbo de vergüenza. —¡Te ordeno que te calles! No vuelvas a hablarme así o te arrepentirás; ¿Sabes quién soy yo? ¡Soy Aston Bugg, el hombre más rico del país! ¡¿Crees que puedes provocarme sin tener consecuencias?! —gritó fuera de sí —Tú deberás asumir por tu hermana, y como la ayudaste a escapar y yo no seré objeto de burla de la gente, tendrás que casarte conmigo —señaló el hombre con prepotencia. —¡Estás loco! ¿Crees que vas a lograr a amedrentarme? Me importa un comino quién seas, no te quiero como esposo ¡Jamás aceptaré ser tu esposa! ¡No me quiero casar contigo y no me voy a casar! —exclamó ella con determinación, mirándolo con fiereza. Aston soltó una carcajada de mal gusto, y estrechó sus puños, queriendo con todas sus fuerzas golpearla, pero sabía que no podía hacerlo. —¡Eres una insolente! ¡Una fiera! ¡Una salvaje! Pero vas a tener que casarte conmigo, poca importancia tiene tu voluntad, lo que importa es mi deseo y aunque no hay nadie a quien desearía menos como esposa, lo voy a hacer solo para hacerte pagar y para que tengas en cuenta que Aston Bugg, ¡No es juguete de nadie! —exclamó con rencor. Patricia lo miró con desprecio, pateó con fuerza el piso, se giró para irse por la puerta trasera de la iglesia, no había dado ni tres pasos, cuando unos fuertes brazos la rodearon y la cargaron como si fuera un costal de papa. —¡Maldito infeliz! No voy a casarme contigo, así el futuro de la humanidad dependiera de ello, no me puedes obligar —gritó con tanta fuerza que estaba segura de que los asistentes en la iglesia debieron haber escuchado y unos segundos después se dieron cuenta de que era así, al ver llegar al padre con rostro pálido. —¿Qué pasa hijitos míos? ¡No maldigan! Están en la casa de Dios —pronunció el hombre con un suspiro de importencia. —Padre, busque el libro de la iglesia y sustituya el nombre de la novia —declaró Aston con voz tan fría como el ártico. —¡No padre! No pienso casarme con este hombre, por favor padre, dígale que no puede haber matrimonio sin la manifestación de voluntad de una de las partes, dígale padre —la joven lo miraba con ojos esperanzadores. El padre observó el rostro del hombre y supo que ni loco le diría eso. —¿Dónde quiere que lo case, señor Bugg? —interrogó el padre, ante el asombro de Patricia, que no podía creer que ese siervo de Dios, estuviera dispuesto a dejarse intimidar con un simple mortal. —¡Aquí padre! En la iglesia. —¡Pues no me caso! Tendrán que llevarme al altar amarrada, porque por mis propios pies ¡Jamás! —exclamó la chica con indignación. —¡Tu palabra vaya por delante! —pronunció Bugg, sin ninguna expresión en su rostro. Lo que nunca imaginó Patricia, fue que tomarían su idea al pie de la letra, hasta diez minutos después, cuando, de acuerdo a sus deseos, la habían amarrado y cubierto con el velo de novia, por lo cual los invitados, no podían ver que la tenían atada, mientras el padre la unía en matrimonio por Aston Bugg, su diablo personal, y el futuro amo de su infierno.
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