El retorno de la dama
—Deja de fumar, los cigarros son como clavos de ataúd.
Eso fue lo último que había escuchado de ese matrimonio al cual le debía mi libertad para poder iniciar una vida normal, lejos de balas, sangre y todo lo que acarreaba mi oficio.
Decidí enterrar, por así decir mi pasado y empezar como una bibliotecaria común y corriente. De esto ya habían transcurrido 5 años.
Mi vida era normal, llegaba a la biblioteca y muchas personas entraban para solicitar libros o navegar por internet. Conocía a algunos, ya que entraban frecuentemente; sin embargo, no necesariamente para lo que mencioné anteriormente.
Ese olor que, aunque muchos no sentían, por el hecho de que se aseguraron de abrir una ventana, yo podía sentirlo a la perfección. Llevaba 5 años que uno de ellos no tocaba mis labios.
—Ya les he dicho que aquí no pueden fumar.
Yo tomé el cigarrillo que tenía uno de los chicos que siempre llegaba a hacer eso a la biblioteca y después de apagarlo lo lance en un bote de basura.
—Esos son clavos de ataúd, así que traten de no volver a hacerlo, porque aunque tengan los miles de trucos, siempre los voy a encontrar.
—No entiendo qué tiene de malo, no le hacemos daño a nadie.
Yo di la vuelta y miré a un chico de unos 20 y tantos, molesto por haberle quitado los cigarros, tuve paciencia y los otros tipos se pusieron tensos.
—Aquí en mi biblioteca no los voy a dejar fumar, está prohibido. Es cierto que no le hacen daño a nadie, pero se están matando ustedes.
—Fumar es algo que todo el mundo hace, no comprendo cuál es el problema.
—Ya porque todo el mundo lo hace no significa que tú también lo hagas, suenas como un chiquillo inmaduro que hace un berrinche porque le quitaron su juguete favorito.
Me largué de ahí cuando les saqué el paquete de cigarrillos que tenían y terminé por guardarlos en mi bolsa, ya que si los tiraba a la basura, definitivamente los sacarían.
Las horas transcurrieron y estaba por cerrar cuando un hombre vestido de traje n***o se acercó a mí. Al verlo, tomé mis cosas.
—La biblioteca ya está cerrada, así que por favor venga mañana.
—Dama de n***o, necesito hablar con usted.
—No soy dama de n***o, mi nombre es Laia.
Tal como había sospechado, era uno de los hombres de aquel mundo al cual había salido y no quería regresar.
—Laia, necesito hablar con usted.
—Ya estoy retirada y lo saben muy bien, pagué mi precio para salir.
—Tenga mi tarjeta por si cambia de parecer.
El tipo colocó su tarjeta, entonces yo la miré y se la regresé. Sabía que si entraba nuevamente a ese mundo, no sería nada fácil salir.
—Ya le dije que estoy retirada.
Tomé mi bolso y esperé a que él saliera de la biblioteca para cerrarla. Una vez que lo hice, comencé a caminar.
—Se trata de los Collins.
Cuando dijo esto, yo me detuve de golpe, entonces lo volví a ver.
—¿Qué dijo?—le pregunté para qué repitiera nuevamente lo que creí haber escuchado, entonces lo hizo y sabía que no era idea mía. —¿Qué ocurre con ellos?
—Fueron asesinados, los encontramos hace unos cuantos minutos y necesitamos averiguar quién lo hizo.
—¿Quién demonios fue el loco o la loca que se atrevió a tocarlos?
—No lo sé y justamente por eso me encuentro frente a usted en estos momentos. Es la mejor entre todos y me incluyo.
—Deme los detalles.
Un carro llegó hasta donde estábamos nosotros, entonces me subí y, mientras íbamos en el camino, ese sujeto comenzó a hablar.
—Entraron a su casa de manera silenciosa y los mataron en la cama, tuvimos que recoger la mitad de sus cuerpos con pala.
—¿En dónde se encuentran?
—En la central, sobrevivió su hijo, el cual no se encontraba en la casa cuando sucedió el asesinato.
—¿Acaso ya se encuentra en Estados Unidos? ¿Hace cuánto vino de París?
—Hace unos meses.
—Quiero ver a los Collins, por favor.
Nosotros llegamos a la central y cuando entramos muchas personas me miraban sorprendidas. Al estar en la morgue, encontré a ese matrimonio por el cual había dejado de fumar e iniciado una vida normal como bibliotecaria; ambos estaban destrozados de la cintura para abajo
—Me haré cargo del caso, pero con condiciones.
—Las que diga dama de n***o.
—En cuanto termine el caso, me van a dejar en paz y jamás me volverán a buscar. Las únicas personas por las cual entraría nuevamente fueron las mismas que me sacaron de este mundo y ahora están muertas.
—¿Algo más?
—Eso es lo único que pido, del resto de cosas yo me encargo.
—Necesitamos que proteja al hijo de los Collins.
—¿Acaso la federación no puede hacerlo?
—Estará más seguro con usted que con los hombres de la federación, con el asesinato de los Collins no sabemos en quién confiar y en quién no.
—No puedo ir corriendo por ahí con un chico de 16 años, es una locura.
—Dama de n***o, él no tiene 16 sino 20 años.
—Da igual la edad que tiene, tanto Cathy como Edward quisieron mantener oculta su otra vida para darle algo de normalidad a Sam. Además, no me diga, dama de n***o, llámeme por mi nombre, al menos quiero mantener eso. Solamente puede decirme así en público, pero en privado las cosas son otras.
—Usted sabe que tarde o temprano nuestro pasado termina arrastrando a las personas que nos rodean y nadie puede hacer nada para evitarlo. Sam aún no sabe nada, solamente es de su conocimiento que sus padres fueron asesinados, por lo tanto, quiero que usted le explique todo, Laia.
—Incluso eso — suspiré pesadamente —bueno, se lo diré, ya que si va a andar conmigo, al menos tiene que saber que corre peligro a mi lado.
—Puede llamarme Hank.
—Bueno, Hank, lléveme donde está Sam.
Hank me llevó a un cuarto que estaba bastante apartado y con mucha seguridad, al entrar miré la cabellera castaña de Sam…. Entre más caminaba, me daba cuenta de una cosa…. Ya lo conocía.
—Sam, ella es Laia, se va a encargar de protegerte y averiguar el asesinato de tus padres.
Sam levantó la cabeza y cuando me miró se sorprendió…. Era el chico que llegaba a fumar a la biblioteca y justo lo miré hoy.
—¿Acaso está bromeando? Ella es la bibliotecaria que siempre me encuentra fumando.
—Bueno, esa es una de mis facetas, pero tengo otra que mantengo oculta; sin embargo, después de 5 años la saqué, debido a la muerte de tus padres.
—Querrás decir el asesinato de mis padres…. No sé cómo alguien pudo haberles hecho eso si eran buenas personas y no tenían enemigos; todo lo contrario, siempre estaban dispuestos a ayudar a alguien ante una necesidad.
—Dijiste una cosa cierta y es que tus padres eran buenas personas, pero respecto a lo otro definitivamente no.
—¿Cómo dice? Jamás conocí a ningún enemigo de mis padres.
—Exactamente, no los conociste, pero eso no quiere decir que no existían. Hank por favor, déjanos a solas.
—A cómo ordené Laia.
Hank se fue, entonces yo jalé una silla para sentarme frente a Sam, quien me miraba con mucha confusión.
Detestaba tener que decirle todo esto. Cathy y Edward habían querido que él tuviera una vida normal, pero ahora yo me encontraba frente a su único hijo a punto de decirle el otro mundo por el cual sus padres se movilizaban y lo desconocía en absoluto.
—¿Qué fue lo que dijo?
—Lo que escuchaste, nunca conociste a los enemigos de tus padres, pero eso no significa que no existan…. Ahora pon mucha atención a lo que te voy a decir, por qué la vida que Cathy y Edward te mostraron era una; sin embargo, la otra cara de la moneda es completamente diferente.
Él no comprendía en absoluto a lo que me refería y podía jurar que pensaba que estaba loca, pero la realidad era otra. Quisiera decir que los Collins eran una pareja normal, pero definitivamente no lo eran.
—Quiero que mantengas la mente abierta, tus padres ocultaron un mundo que desconoces completamente y si no hubiera pasado esto a estas alturas seguirías pensando que son una familia común y corriente cuando la realidad es otra.
La confusión del chico crecía, yo no sabía cómo abordar el tema y sinceramente una parte de mí deseaba ocultarlo, pero simple y sencillamente era algo imposible de hacer, ya que Sam se convertiría en mi sombra.
Estoy segura de que sus padres quisieran que fuera yo quien le revelara toda la verdad a su amado hijo, pero esto no hacía más fácil las cosas.
Miré cómo ellos sufrían por haber mandado a París a su hijo y todo para alejarlo de este mundo, pero su muerte cambió muchas cosas y la primera era esta.
—¿Qué quiere decir con eso? Por favor, explíqueme por qué necesito comprender lo que pasó, ya que no creo que alguien los matara de la manera que lo hizo…. La mitad de su cuerpo simplemente no existe.
—Puede ser que te sorprenda lo que te voy a decir, pero tus padres eran asesinos profesionales…