Maleny se columpiaba suavemente en silencio, como una pequeña niña llena de felicidad, Ethan la observaba de reojo sin querer romper el hechizo del momento, el timbre del teléfono de Maleny rompió el silencio —¿Sí? —contestó—. Hola, mamá —saludó—, todo va bien, ¿ya vas a dormir? —preguntó—. Sí, todo va bien, no te preocupes, descansa, te quiero —se despidió. —¿Tú madre? —cuestionó Ethan, aunque ya sabía la respuesta —Sí, se preocupa un poco —Es normal en los padres —¿Qué me dices de los tuyos, son así? —A veces, aunque como ves, confían en mí, por eso no tienen problema en dejarme a cargo de las cosas —¿Te gusta eso? —¿A qué te refieres? —Pues, ya sabes —movió sus manos—. Quedarte y tener tu casa para ti solo y todo eso. —Sí, me gusta, aunque no es que haya mucha diferencia a

