**THAYER** Los observé intercambiar esa mirada de complicidad nuevamente, y tuve que morderme la lengua para no decir algo de lo que me arrepentiría. Ella recogió sus bolsas y se disculpó para subir a su habitación —la habitación de invitados que había sido mía cuando era adolescente, que ahora guardaba su perfume y sus cosas—, dejándome a solas con mi padre en un silencio que de repente se sentía denso y cargado. Esperé hasta escuchar sus pasos en el piso superior, hasta que la puerta se cerró suavemente. Entonces me volví hacia él. —Papá —comencé, y mi voz sonó más seria de lo habitual—. Necesito hablar con ella. A solas. Esta noche. ¿Podrías dejarnos solos? Vi cómo se tensaba. Fue sutil, apenas un endurecimiento en sus hombros, una pausa antes de colgar la chaqueta en el perchero, p

