**THAYER** La haré verme, no como su novio fantasma, sino como el hombre que anhela su presencia y espera ser admitido en su mundo. Cuando llegué a casa de mi padre, lo primero que noté fue el silencio. Pero no el silencio habitual de una casa tranquila, ese murmullo suave de electrodomésticos y el tic-tac del reloj antiguo en el pasillo. No. Este era diferente. Era ese silencio que se siente como una ausencia, como un vacío que tiene forma y peso. Un silencio que grita que algo falta. No estaban. Ni él ni Seraphina. Me quedé parado en el umbral, con las llaves aún en la mano y el maletín con los documentos recién firmados colgando del hombro, sintiendo una mezcla de sorpresa y desconcierto, expandirse en mi pecho como tinta en agua. ¿Salieron juntos? Recorrí la casa con la mirada,

