**SERAPHINA**
Y lo había hecho de la manera más cobarde, más segura, más Sterling posible. Él me había buscado sin buscarme. Me había tocado sin tocarme. Me había gritado: “aquí estoy, no puedo alejarme, me tienes atrapado”, sin pronunciar una sola palabra. Se había rendido silenciosamente mientras mantenía la ilusión de control, creyendo que un regalo anónimo lo protegía de las implicaciones de su propia debilidad.
¡Qué ingenuo! Yo lo había hecho. Lo había llevado hasta ese punto. Y la satisfacción que sentí fue más embriagadora que cualquier elogio de mis miles de seguidores. Porque esto no era sobre números o vistas o marcas queriendo patrocinarme. Esto era poder puro. La habilidad de hacer que un hombre como Sterling Fortescue —calculador, distante, dueño de sí mismo— quebrara sus pr
