**SERAPHINA** Cuando llegué a mi habitación, cerré la puerta con más fuerza de la necesaria. El sonido resonó en el silencio como un disparo. Me quedé ahí, parada, con la espalda contra la madera, respirando de forma entrecortada, tratando de ordenar el caos que era mi cabeza. Tenía que pensar. Tenía que pensar con claridad, por una maldita vez, en mi vida. Me dejé caer en el borde de la cama, con las manos temblando. La habitación parecía más pequeña de repente, las paredes cerrándose sobre mí como una trampa que yo misma había construido. “Mujeres diferentes cada día de la semana”. Las palabras de Thayer resonaban una y otra vez, como un disco rayado que no podía detener. Cada repetición era una bofetada. Un recordatorio de lo patética que había sido. ¿En qué momento me había vu

