**SERAPHINA**
Le dije que no podía. Que la universidad me espera, que tengo que entregar un trabajo sobre destinos emergentes en Centroamérica, que mi tutor me ha mandado tres correos y no puedo seguir ignorándolos. Mentí. O medio mentí, que es peor porque la verdad diluida en mentiras duele más que una mentira limpia. Porque sí, tengo que volver. Mi vuelo está reservado, mi habitación en la residencia me espera con sus sábanas institucionales y sus paredes que huelen a soledad universitaria.
Pero no es la universidad lo que me empuja a irme, no es el trabajo práctico ni los correos de mi tutor ni las clases que me he perdido. Es el miedo. El miedo visceral, paralizante, a quedarme atrapada en esta historia que no sé si quiero contar, que no sé si podría contar sin destruirme, sin destr
