Fue necesaria una reunión de entre monarcas para poder llegar a acordar la fecha del matrimonio, mientras Ophiria puntualizaba la necesidad de celebrar la ceremonia en la semana próxima (antes de que el príncipe pusiera alguna resistencia).
Virelia trataba de negociar un mayor plazo de tiempo, brindando como excusa la timidez de la princesa por el tema del matrimonio y tener que salir del palacio hacia otras tierras, aunque la realidad era que la chica no sabía cómo sentarse de forma educada, caminar, comer o si quiera hablar, además del hecho de que no tenía educación alguna para la lectura, bordado o cualquiera de las facultades que debería tener una princesa.
- Como ya se le ha hecho del conocimiento a su enviado, no podemos esperar más de una semana para que sea realizada la ceremonia – le dice el Rey de Ophiria, Thalor al rey monarca de Virelia.
- Entiendo que en esta negociación ustedes poseen la última palabra ya que nosotros declaramos la derrota – le dice el Rey de Virelia Eltharion, quien a pesar de encontrarse frente al monarca de Ophiria, un hombre de imponente presencia, no se mostraba intimidado – así que, lo que ahora estoy haciendo es una petición, necesitamos un tiempo de al menos cinco meses para que la princesa se sienta preparada, asegurando que será la esposa ideal para el príncipe de Ophiria – le dice firme
- Tal y como usted lo ha planteado, Ophiria fue quien gano esta lucha y nuestra posición ante el tratado de Paz ha sido planteada – le dice serio – no estamos dispuestos a cumplir peticiones, la mayor prueba de clemencia fue el cese de los ataques, así que no pidan pretendan que mostremos más indulgencia – le dice – un mes, el plazo para que la princesa se encuentre preparada para la ceremonia será de un mes desde este día – mira a Eltharion de forma amenazante – de lo contrario movilizaremos las tropas hacia Virelia como se tenía planeado – se levanta de su asiento – espero que tenga un buen viaje de regreso a su tierra y que pueda meditar la decisión que tomara – le dice y luego se marcha.
Sin más opción que aceptar las condiciones de Ophria, Eltharion resignado tuvo que aceptar el plazo de un mes impuesto por Thalor, en cuanto llego a Virelia ordenó presionar para la preparación de la princesa, quien se encontraba alojada en una de las habitaciones del castillo desde hacía tres días, los sirvientes le informaron lo difícil que había sido hacer que la chica durmiera en acostada en la cama, ponerse la ropa y que no la rasgara y además también comía con los platos en el suelo utilizando sus manos, necesitarían de un milagro para poder prepararla en tan solo un mes.
Así que, sin más remedio, tuvieron que centrarse en enseñarle lo más básico de la etiqueta, desde primer instante es que se podía vislumbrar los primeros rayos de sol hasta la hora de dormir, lo primero fue enseñarla a sentarse de forma adecuada, luego aprender a tomar los cubiertos, seguida de la forma correcta de comer, cosas que fueron una tarea muy pesada, la tutora se quejaba muy seguido de que enseñarle a un niño no era igual que enseñarle a un animal, y la forma de actuar de Elina se asemejaba más a la segunda, ya que la chica no entendía las palabras cuando se le hablaba, esa tarea se le fue delegada a su profesor de lenguaje, quien de forma paciente le fue enseñando el nombre de los objetos a su alrededor, el significado de las acciones y expresiones.
Enseñarla a caminar fue cansado, estaba acostumbrada a mantenerse encorvada, así que tuvieron que amarrar una vara a su espalda, que la obligaba a mantenerse recta y erguida, mientras le mostraban como caminar segura y elegante, suave y delicada como una flor primaveral.
Esa rutina se mantuvo durante todo el mes que tenían de plazo, logrando que Elina pudiera caminar de forma adecuada, comer de igual forma, pero a pesar de que podía comprender más el lenguaje, no tenía interés en hablar, utilizaran el método que fuese, la chica solo señalaba las cosas que quería o no quería, además debido a su falta de lenguaje, enseñarla a leer fue una tarea imposible de realizar.
En el gran día de la ceremonia se le indico al Rey de Ophiria y al príncipe que tomaría la mano de la princesa, sobre la falta de lenguaje de la princesa, alegando que la chica posee un problema de vocalización que le impedía el poder hablar de forma adecuada, así que en el momento en que fuera necesario que dijera la palabra acepto ella simplemente asentaría con su cabeza, algo que a Thalon, el rey de Ophiria no le pareció aquella noticia, pero al príncipe Kaidan no pareció importarle en lo más mínimo aquella discapacidad, por lo que la ceremonia se efectúo sin ningún tipo de retraso.
En la mañana brillante en que la luz dorada del sol atravesaba las altas torres del castillo de Ophiria, se prepara el evento de gran magnitud y solemnidad, la unión entre los reinos de Ophiria y Virelia.
La gran plaza del castillo se encontraba llena de invitados, nobles, caballeros, damas y embajadores, todos vestidos con ropajes de oro, seda y terciopelo, reflejando la importancia del acto.
En medio, un altar de piedra tallada, decorado con flores frescas y símbolos que representan la unión, anclas, árboles entrelazados y estrellas.
El acto comienza cuando el rey de Virela, quien vestía un manto adornado con gemas con firmeza y autoridad, se acerca al altar acompañado por su hija, la princesa Elina, quien no paraba de mirar al hombre que la guiaba del brazo, su padre, al que nunca había visto excepto por ese corto instante en el que la entregaba a otro reino, alejándola así de él.
La princesa vestía un hermoso y largo vestido de seda bordado en hilos de oro, y llevando en su cabeza una corona de joyas preciosas.
Se detienen frente al rey de Ophiria Thalor y el príncipe Kaidan, El rey de Virelia se vuelve hacia el rey de Ophiria y con voz fuerte y firme habla ante ellos:
“Yo, Rey de Virelia, en presencia de estos testigos, entrego a mi querida hija, la princesa Elina, en matrimonio con el príncipe Kaidan, segundo en la línea de sucesión al trono de Ophiria, para que en unión fortalezcan nuestros lazos y promuevan la paz, la prosperidad y la alianza eterna entre nuestros reinos.”
Luego, el rey de Ophiria se acerca y recibe a la princesa. En ese momento, el príncipe Kaidan extiende su mano hacia Elina, y ella la toma de la forma en que ya lo habían practicado incansables veces, En un acto que simbolizaba la bienvenida como la princesa de Ophiria y la despedida como m*****o de la realiza de Virelia. Después, se entregan anillos decorados con grabados mágicos y símbolos de sus reinos, sellando el pacto.
Finalmente, el rey de Ophiria extiende su cetro adornado con gemas, bendiciendo la unión y sellando con un toque mágico la alianza duradera. La multitud estalla en aplausos, y el cortejo real inicia una procesión llena de bailes tradicionales, en lo que era una celebración de amistad y prosperidad entre los reinos unificados.