Azorada, despeinada, con el corazón a mil por hora y el vestido totalmente desatado en su espalda, desequilibrada y… Sola. «Bueno, haz obtenido buena parte de lo que siempre has querido» era verdad, sonrió para sus adentros, mientras sostenía su vestido que caía deplorablemente sobre su cuerpo. Eso no era una reconciliación en toda regla, pero podría tomarlo como una tregua. ¿Edward la había perdonado cuando aún creía que era la amante de James? Cuando claramente había llegado desde la casa de la familia del conde, de la mano de Lord Biraynolds quien lo había reprendido sin treguas. No se lo creía del todo. Y ella misma lo había seguido hasta el despacho para reclamar las palabras dichas por el vizconde acerca de James. Ella no lo podía perdonar de buenas a p

