10 de Julio de 1815, Londres Desde el día anterior la lluvia no había dado tregua alguna, el cielo se encontraba gris y nublado, las personas de clase baja corrían para resguardarse de la incesante tormenta y las calles estaban enlodadas. Cassandra observaba el sombrío panorama desde la amplia ventana emplazada en su habitación, sus ánimos estaban igual que el clima, sus esperanzas se iban alejando una a una. James aún no iba en su búsqueda y comprendió que la joven tenía razón al determinar que John se enfermaría, esa era la única razón que se le ocurría a Cassandra para aceptar el retraso del conde. Pero eso no era lo peor de su situación. Se divorciaría en menos de dos semanas. Y tan sólo quería a James para que la consolase en el funesto proceso, por muy egoísta que eso sonase

