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960 Words
Los meses comenzaron a correr sin piedad. Las cuentas se acumulaban en aquella planilla de Excel perfectamente diseñada, sin mucho contenido para contrarrestarlas. Si bien el entusiasmo continuaba presente, un dejo de duda comenzaba a tomar las noches de Marina convirtiéndolas en largas madrugadas de insomnio. Anastasia había aceptado cobrar la mitad de su sueldo por unos meses, pero eso solo empeoraba las cosas, porque sabía que su amiga necesitan el dinero y si bien había logrado publicar un par de novelas con buenas críticas y un libro de poemas cuyas ventas eran aceptables, no lograban dar con ese Best seller con el que tanto había soñado. -¿Nada nuevo hoy?- le preguntó a Anastasia desde su escritorio. Era uno pequeño con muchos libros apilados en un extremo, su computadora intervenida con decenas de sticker en medio y su tazón de café con leche en el otro lado. -Mmm… - respondió su amiga desde el otro lado de la estancia, detrás de un escritorio muy parecido al de ella, desviando su vista a la pequeña ventana que daba a la calle como si estuviera debatiéndose entre la mejor forma de presentar su idea. -¿Qué pasa? Vamos Ana, decímelo ya. Sabes que podes decirme lo que sea, todo depende de la perspectiva ¿no es así? Hasta un libro de cocina puede volverse interesante si encuentra su camino, ¿te acordas como lo decía Paula? ¡Cómo la admirábamos! Bueno, creo que sigo haciéndolo, aunque haya sido mi jefa y no me haya dejado hacer nada, sigue siendo una gran editora para mí. - le dijo recordando con nostalgia sus años en la universidad, sus clases favoritas de Literatura contemporánea y el día en el que le había ofrecido trabajo en aquella enorme y famosa editorial. Anastasia sonrió asintiendo con su cabeza mientras le daba un sorbo a su té de hierbas. -¡Qué años aquellos! Nadie te dice que después va a ser tan complicado…- respondió releyendo el mail que tenía en su pantalla. -En fin…. No te emociones, pero creo que tengo algo.- dijo finalmente con sus palmas apoyadas sobre el escritorio mientras observaba como los ojos ligeramente rasgados de Marina aumentaban su tamaño. -¿Y qué estás esperando?- la increpó mientras se ponía de pie y caminaba para colocarse detrás de ella. -¿Conoces a Francisco Vazquez Verado?- le preguntó teclado su nombre en su propio Tik Tok. -¿El historiador? Bah.. no sé si es historiador, ese que habla en redes y quiere hacer de cuenta que hablar de historia es cool.- respondió mientras se acercaba a la pantalla para mirarlo mejor. Lo había visto, a decir verdad, todo el mundo lo había visto, era algo parecido a un influencer de la historia. Se las había arreglado para asistir a un par de podcast y había inundado las redes con su método rebelde de hablar de los próceres y los procesos históricos. Definitivamente no era su estilo, no guardaba las formas y su narrativa parecía requerir edición constante, pero tampoco podía decir que no era interesante. Sabía trasmitir la idea de que se ponía lo primero que encontraba cuando en verdad era un look estudiado, miraba a cámara con sus enormes ojos negros y hacía expresiones de complicidad que resultaban un poco adictivas, pero lo más eclipsante era su acento característicos, era una mezcla de madrileño y porteño, como si hubiera pasado un poco por España pero se hubiera decidido por el modismo argentino. -Es un bombonazo.- dijo Anastasia pero Marina prefirió no responder. No era su tipo, aunque omitiendo a Sam Claflin, no podía precisar cuál era su tipo en realidad. -Voy a tomar esa volcada de ojos como un sí, aunque su aspecto no es lo que nos importa. Mirá, me escribió su agente.- dijo con esa gracia innata que siempre tenía. -¿Su agente? ¿Tiene agente?- la interrumpió con incredulidad. -Si, que se yo, su agente, el chico tiene 500 mil seguidores, debe necesitar un agente, pero eso tampoco nos importa. Lo que nos importa es que quiere conocer nuestra propuesta editorial para su próximo libro, puede ser lo que estamos esperando, amiga, nuestro trampolín para hacernos conocidas- le respondió mientras continuaba scroleando los videos en su teléfono. Marina suspiró mientras colocaba una mano en su cintura y con la otra se tomaba el mentón, era un gesto que solía hacer cuando pensaba, uno al que su amiga estaba acostumbrada y le daba algo de esperanza. -No sé si es el perfil que buscamos…- dijo volviendo a centrar su vista en el teléfono de su amiga. Lo observaba hablar con desparpajo como si San Martín hubiera sido un amigo con el que tomaba cerveza en el bar y las alarmas se encendían en su rigurosa mente, le debía aquel sesgo a su formación académica en aquel internado de Londres, no podía hacer mucho contra eso. -Escuchemos lo que quiere, ¿no te parece? Puedo citarlo mañana y después decidimos, sos vos la que dice que las oportunidades existen sólo hay que saber leerlas y ser valientes para tomarlas ¿o no?- la desafió utilizando sus propias palabras. Marina sonrió mientras asentía con su cabeza. -Ok, ok, que nos mande un borrador y una carta de presentación. Veremos si tiene algo más que videos virales.- dijo con algo más de ironía de la que hubiera querido, no le gustaba juzgar a las personas, sabía lo que se sentía el estar del otro lado, pero había algo demasiado inquietante en él, algo que comenzaba a asustarla un poco, liberando sus más primitivos mecanismos de defensas. -Puede que nos sorprenda…- respondió Anastasia tipeando a gran velocidad para lograr concretar aquella entrevista que, presentía, podría resultar de maravillas.
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