Bellisimo

1091 Words
Con los ojos cerrados, disfruto de los rayos del sol en mi rostro. Me sentía como aquellas personas que tenían mucho dinero y se dedicaban a viajar por el mundo, siempre relajados, sin ninguna preocupación. Por supuesto que tenía preocupaciones (ejem, Oxford), pero decidí ignorarlas y disfrutar de aquel pequeño paraíso en el que me encontraba. —¿Vas a terminarte las papas?—pregunta mi mejor amigo junto a mí. Entreabro un ojo y niego con la cabeza.—Mas para mí. Coge el plato y come los restos de papas fritas que he dejado. Juro que aquí me he dedicado a comer, dormir y admirar a Tom. Era de lo más sexy verlo con la camiseta mojada. —Hey, perezosos—nos llama Harrison. Me siento en mi reposera y miro a Harrison. Aún tiene un pequeño tinte naranjo en su piel, pero muy leve. —¿Qué pasa zanahoria?—pregunto. Martin suelta una risita. Harrison rueda los ojos. —¿Quieren ser extras conmigo en la iglesia?—pregunta, señalando a sus espaldas. Martin y yo nos miramos y nos encogemos de hombros. —Está bien—decimos al unísono. Nos levantamos de nuestras reposeras y lo seguimos. Observo como a Zendaya le colocan palomas en sus brazos, aquello parece antihigiénico, pero divertido. Martin se acerca a ella y comienza a tomarle fotos. Me coloco junto a Harrison, saco mi teléfono, y hago como que me saco selfies con la iglesia de fondo. —Sonríe—le digo, apoyándome en su hombro y sacando la foto. La cara de Harrison es seria. —¿Cómo es que pase de ser yo el relajado al preocupado y ansioso, y tú de estresada a “zen”?—pregunta. Poso sacando la lengua y saco otra foto. —Se llama negación, deberías usarlo—digo, coloco boca de pato y saco otra selfie. —Lo hago, pero creo que después de tu venganza estoy atento a cada momento—bufa. Ruedo los ojos y coloco mis manos en mi cintura. —Han pasado semanas, supéralo. —Sigo naranjo—dice, señalando su piel. —Muy poco, y eso es porque no te bañas bien—replico. Me fulmina con la mirada. —Tres bromas, _______, ¡Tres!—exclama. Coloco los ojos en blanco. —Fueron pequeñas—me defiendo. Abre los ojos como platos. —¡Me teñiste el cabello! —Era temporal. —Dijiste que saldría al primer lavado, me duro una semana—espeta él. —Ya te dije, es porque no sabes bañarte—digo, encogiéndome de hombros. Gruñe y me da una mirada asesina. Es realmente entretenido molestarlo, se ha vuelto más cascarrabias desde que llegamos a Venecia. El director indica corte y nos pide que vayamos al puente, para también ser extras. Observo la pequeña piscina que han colocado abajo para una de las escenas de Tom. El agua allí es cristalina, muy por el contrario de la verdadera agua de los canales de Venecia. Ay que ver como es la gente pienso. Aquellos canales habían sido arruinados por la contaminación. —Cuando les diga, deben salir corriendo ¿de acuerdo?—dice Jon, el director de la película. Los extras afirman. Diviso a Tom entre la multitud. Lo saludo con la mano, y él me guiña el ojo. Esta bebiendo un poco de jugo, ya que en el momento que esta escena quede bien, tiene que grabar una donde camina sobre unos palos de madera. Junto a Harrison, caminamos por el puente, haciendo como que vemos las atracciones. El director grita, miramos al frente como si estuviésemos asustados. Gritamos y salimos corriendo. Repetimos tres veces la escena. —¡Listo!—grita el director. Caminamos hacia la orilla. Hacía calor. Me doy aire con la mano y miro a Tom. —¿Me prestas tu teléfono para sacarnos una foto? Deje el mío en el tráiler de Tom—me pide Harrison. Lo saco de mi bolsillo y se lo entrego. —Te cobrare arriendo—bromeo. Voltea a mirarme y una sonrisa traviesa se dibuja en sus labios. Antes de que pueda preguntar nada, le entrega mi teléfono a Tony, que está justo pasando a nuestro lado, y me agarra de la cintura, empujándome hacia la piscina. —¡Hazza!—exclamo, intentando en vano no caer. —Como no se me bañar, podrías enseñarme—dice riendo. Y nos lanza al agua. Salgo del agua y me levanto. Lo miro furiosa, mientras veo que Jacob graba todo desde el puente. Harrison se levanta y sonríe triunfante. La mayoría de los presentes se ríe. —¡Harrison!—exclamo furiosa. —Así no te dará calor—dice bromeando. Exclamo enfadada. Si no fuera porque realmente mi última venganza fue demasiado, volvería a idear una. Salgo de la piscina y subo hacia la orilla, esparciendo agua por el lugar. Con dificultad, subo el último escalón, y alguien tiende una mano delante de mí. Jake, que intenta ocultar una sonrisa, me ayuda a salir. —Gracias—digo, ligeramente sonrojada. —No hay de que—dice sonriendo. Aparto la mirada, avergonzada, y estrujo mi cabello con mis manos. —Tu teléfono—dice Tom, apareciendo junto a Jake. Levanto una ceja al notar que sonríe divertido. —¿Te parece gracioso?—pregunto. —Lo es—dicen Jake y Tom al unísono. Entrecierro los ojos. —Ya verás—digo. Doy media vuelta y me dispongo a irme, cuando unos brazos atrapan mi cintura. Tom pega su cuerpo a mi espalda. Comienzo a forcejear para soltarme, cuando comenzamos a elevarnos del piso. Abro los ojos como platos y me afirmo con fuerza a Tom. —¡Bájame!—exclamo, mirando aterrorizada como cada vez el suelo está más y más lejos. Tom se ríe. Me afirma con fuerza mientras nos balanceamos en el aire. Si tuviese un arnés, no me daría miedo, pero dado que estoy en brazos de Tom, y dios sabe cuánto peso, tengo miedo de que me vaya a soltar. El cable nos mueve hasta la superficie del puente y nos deposita en esta. Suspiro aliviada, mientras los demás ríen y nos graban. Cuando por fin toco el suelo, me deshago de los brazos de Tom y volteo a mirarlo. Le pego un manotazo suave en el brazo, y su risa se hace más fuerte. —¡Bruto! ¿Qué pasaba si me caía? —No te iba a dejar caer—dice, con una sonrisa de oreja a oreja. Entrecierro los ojos y me cruzo de brazos. —¿Tu y Harrison se confabularon?—pregunto. Se encoge de hombros. —No sé de qué hablas—dice, haciéndose el desentendido. Abro los como platos. —¡No puedo creerlo! —Le teñiste el cabello—dice él. —Era temporal—me defiendo, y coloco mis manos en mis caderas. —De color rosado—dice. —Era magenta—le corrijo. Suelta una risita. —Admite que te pasaste un poco—dice. Niego con la cabeza. —Jamás—sentencio. Volteo para alejarme y bajar del puente, pero el coge mi brazo, me da un giro y me acerca a él. Antes de que pueda reaccionar, estampa sus labios en los míos. No puedo estar enojada cuando me besa, es científicamente imposible. Enrollo mis brazos en su cuello y le devuelvo el beso. De pronto reparo en el vitoreo y las risas que escucho a nuestro alrededor. Nos separamos y miro abajo, donde tanto extras como actores y producción nos aplauden. Me sonrojo de inmediato. —Creo que este no es el lugar más disimulado para besarse—dice Tom, riendo. Rio por lo bajo y me muerdo el labio. —No, definitivamente no—concuerdo.

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