The story

1160 Words
-¿Un neumoque?-pregunta mi madre. -Neumotórax-le digo.- Es una complicación de la cirugía, poco frecuente, pero nada grave. -No me parece algo para tomarse a la ligera, no podías respirar-me contradice mi madre. Ruedo los ojos. -Estoy bien-le repito, como lo he hecho unas ochocientas veces. -¿Cuándo pretender operarte de nuevo?-pregunta mi padre. Me han trasladado a una sala de cuidados intermedios, por lo que dejan pasar visitas de a dos. El neumotórax causo que me costara mucho respirar, pero se soluciona relativamente fácil con una aguja que insertan en el tórax y deja salir el aire que se ha acumulado. Los doctores estarían atentos a que no me volviera a ocurrir, pero por ahora, me sentía bien. -Aún no se deciden-respondo. La noticia de que necesitaría una cirugía cardiaca no había sentado nada bien, y no era para menos. -Iremos a hablar con el doctor, y así dejamos que vengan a verte Martin y Tom ¿te parece, cariño?-pregunta mi madre. Le sonrío y asiento. Mis padres me abrazan, me dan un beso en la frente y salen. Suspiro. Así no pretendía pasar mi cumpleaños. Menos aún ahora que me entere de que Tom había venido de sorpresa. Pues la sorpresa se la llevo el al final. La puerta se abre y Tom asoma su cabeza. Le sonrío y el entra, cerrando la puerta tras de sí. -Martin cree que era mejor que estuviésemos los dos solos, después de todo, no quería ser el tercero en discordia-explica Tom mientras se acerca. Se sienta en una silla junto a mi costado derecho, pero yo me muevo y le doy unas palmaditas a mi camilla para que se recueste conmigo. Tom mira y frunce el ceño. -No creo que sea adecuado-dice. -¿Por favor? ¿Cómo compensación por el peor cumpleaños de toda la historia?-pregunto. Él se ríe y asiente. Se recuesta a mi lado, apoyo mi cabeza en su hombro y sus brazos me rodean con mucho cuidado. -¿Segura que estas bien?-pregunta preocupado. Me rio por lo bajo. -Ha sido una complicación de la cirugía, nada importante. -¿Por qué tus padres estaban hablando con el doctor?-pregunta. Mi sonrisa se desvanece. Sé que me mira, pero yo tengo mis ojos fijos en la punta de sus zapatillas. Muerdo mi labio, no quiero decirle que tendrán que volver a operarme.- ¿_______? -Hay… un problema-digo. Suspiro, me separo para mirarlo fijamente. Sus ojos reflejan la preocupación que siente.- Mi corazón… tienen que volver a operarme. -¿Quedo mal el dispositivo?-pregunta. Niego con la cabeza. Se queda mirándome unos segundos y luego su expresión cambia al miedo.- ¿Tienen que operarte del corazón? -Si-afirmo, y desvío la mirada. Por un momento pensé en no decirle nada, pero que clase de relación seria esa. -¿Cuándo? -No lo sé-respondo, sin atreverme a mirarlo. Tom toma mi mentón con su mano y me obliga a mirarlo. No quiero pensar en mi operación, ni mi estúpido y maldito corazón que no es capaz de hacer su trabajo, ni en los genes que herede y me han provocado esto. Quiero disfrutar de tener a mi novio junto a mí, y pensar que me iré a Oxford, que aun puedo realizar mis planes. Me lanzo a sus labios antes de que él pueda reaccionar. Su boca me responde. Se mueve a mi ritmo, entre desesperado pero también con cuidado. Me olvido de que estoy en un hospital, en una camilla. Estiro mi brazo izquierdo y el dolor me atraviesa el cuerpo, haciéndome alejarme y soltar un quejido. -¿Te he hecho daño?-pregunta Tom. Me quedo con los ojos cerrados esperando que el dolor se disipe. -No-niego, cuando ya me siento que no me duele. Abro los ojos y le sonrío desanimada.- No puedo hacer movimientos bruscos, solo eso. -¿Qué tal si dejamos los besos para cuando te recuperes y me dejas abrazarte?-propone. Sonrío avergonzada, y me recuesto sobre su hombro. Sus manos acarician mi espalda delicadamente, y nos quedamos allí un largo rato. Tal vez no sea el mejor cumpleaños, pero al menos lo tengo junto a mí. La puerta se abre y entra el doctor seguido de mis padres. Tom rápidamente se baja de la camilla. Me da un beso en la frente y se va. Mis padres se colocan uno a cada lado. El doctor se detiene frente a la camilla, se aclara la garganta y habla. -Hemos tomado una decisión. Creemos que, si mañana sigues bien y no vuelve a producirse el neumotórax, te operaremos-dice el doctor. -¿Y cuál será el procedimiento?-pregunto. -Haremos una ablación septal. Introduciremos un catéter por la arteria que irriga la zona del tabique que esta engrosada, e inyectaremos alcohol, lo que destruirá esa porción de musculo hipertrofiado-explica el doctor. -¿Y cuáles son las complicaciones de eso?-pregunta mi madre con aspereza. -Que se forme algún coagulo, la arteria se diseccione o se produzca un bloqueo cardiaco, pero son extremadamente extrañas-comenta el doctor. -Al igual que el neumotórax-dice mi padre. Le doy una mirada de desaprobación. -Es la forma menos invasiva de hacerlo, de otra manera, tendría que ser a corazón abierto, pero es mucho más complicado y, francamente, innecesario en el caso de su hija-responde el doctor. -Por supuesto. Entonces, según cómo evolucione es si me operan o no-le digo, mirando a mis padres con sigilo, ya que es mi corazón y no el suyo el que operaran. -Exacto-responde. -Doctor, si todo sale bien ¿habría algún problema para que viajase? Vera, me voy a estudiar a Oxford en septiembre-le pregunto. -Si todo sale bien, y te mantienes con controles, no veo porque habría algún problema. Te entregaremos tu tarjeta especial para que entregues en los aeropuertos-me dice. Asiento y sonrío, esa era una de las cosas que más preocupaba.- Si me disculpan, nos vemos en unas horas. Asiento y el doctor sale de la habitación. Mis padres se miran preocupados. -Mamá, papá, sé que es una cirugía al corazón pero es un procedimiento muy fácil-les explico. Mi madre suspira. -No estoy del todo segura que sea buena idea que te vayas a Oxford con todo esto-dice ella. -¿Qué?-preguntamos yo y mi padre al unísono. -¿Es que crees que está en condiciones de irse?-pregunta mi madre. -Faltan más de tres meses para que se vaya, y no es como si en Inglaterra no hubiesen doctores-replica mi padre. Eso papá, enséñale pienso. -¿Y si en el avión le pasa algo? ¿Qué pasa si los cambios de presión hacen que le falle el dispositivo?-pregunta. -Mamá, el doctor dijo que no tenía problemas en viajar-le digo. -También dijo que el procedimiento era muy fácil y luego mira, un neumocorax-dice. -Neumotórax-la corrijo.- Y las complicaciones post quirúrgicas son de lo más normal. Mi madre suspira y mira a mi padre. -¿Realmente crees que sea bueno que vaya?-pregunta. -¿Realmente crees que puedes impedírselo?-le pregunta mi padre en respuesta. Sonrío. No, no hay forma de que puedan negármelo. Después de todo, tengo una beca, puedo trabajar y costearlo. Mis padres finalmente se van y dejan entrar a Tom de nuevo. Busco las palabras adecuadas para decirle sobre la operación que me harán, porque suena bastante feo decir que le van a echar alcohol a una parte de mi corazón para destruirlo. Se sienta junto a mí en la camilla y me armo de valor para hablar. -Tom-comienzo a decir.- Tengo que contarte algo.
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