Cuando llegó a la sala con una pequeña maleta, Ezequiel fue el primero en darse cuenta, Benjamín se había quedado dormido, con la cabeza en el regazo de su hermano. – ¿Qué significa eso, Bel? – Me voy, esto no va a funcionar. – ¿Sucedió algo? Benjamín se incorporó, todavía adormecido, pero el sueño se disipó tan pronto como la vio con la maleta. – ¿Qué está pasando? – No puedo seguir aquí, voy a terminar herida y luego desempleada de cualquier manera. Benjamín y Ezequiel se miraron unos segundos. Fue una conversación silenciosa. – Linda, no te vas a ir. La voz de Ben era pesada, Belinda sintió un escalofrío en la espalda. Era el momento de la verdad. Los hermanos vieron el miedo en sus ojos. – No te vamos a lastimar, pero no hay motivo para que te vayas. Ezequiel siempre era má

