Ezequiel fue a ducharse, al salir tenía una toalla enrollada en la cintura, la tiró al piso y se puso un short sin importarle su presencia.
Se acercó y la besó en la mejilla.
– ¿Todo bien?
– Sí, solo estaba asustada. Yo…
– Habla Bel, estamos aquí para ti.
– ¿Puedes ver dónde está Ben? Él está solo.
– Ya vuelvo.
Cerró los ojos y esperó, después de unos minutos sintió un peso sobre la cama, pero el olor no era el de Ezequiel. Abrió los ojos alarmada, podía distinguir a los hermanos por su olor. Eso fue surrealista.
– Ya estoy yéndome.
– Quiero un abrazo tuyo, quiero borrar el miedo.
Benjamín abrió sus brazos para que ella se acostara con él.
– Linda, perdóname, perdí la noción de la realidad. Te deseo, pajarito. Lo siento por asustarte.
Belinda estaba realmente asustada, pero Ben
