Cuando Ezequiel llegó y encontró a Ben golpeando el saco de boxeo, supo de inmediato que algo se había salido de control. Se acercó y sostuvo la bolsa. Ben lo miró en agonía. – ¿Qué pasó? Ben se sentó en la hamaca, y Kiel lo siguió. Era una hamaca reforzada y aguantaba bien su peso. Había sido un regalo de un socio, el hombre era un indio Cherokee. – No me dijo que parara, casi no llego al final. – No la forzaste, menos mal. Si hubieras seguido, habríamos tenido problemas con la presentación. Tienes que decírselo. Bel tiene derecho a elegir. Ben lo miró y Ezequiel supo que ese papel sería suyo. El hermano no tendría valor por miedo a ser rechazado. Fueron rechazados toda su vida por quienes debían amarlos, no manejaban bien el rechazo. – Ella no es nuestra madre. – Pero es una mujer

