Capitulo 43

1779 Words
Victoire Jussieu Al caer la noche la idea de que Nard viniera ya no me parecía tan buena, justo hoy anunciaron una tormenta y aunque el clima es perfecto para el entrenamiento dado que no es necesario salir de la mansión, el recuerdo de aquellos días donde nos esforzamos por mejorar nuestras técnicas taladra en mi pecho haciendo que me arrepienta de haberle pedido su ayuda. Es bastante difícil tenerlo cerca considerando la tensa situación que hay entre nosotros, aunque desde el principio lo supimos, desde aquel día en el que decidimos estar del mismo lado otra vez supimos que sería difícil, que volveríamos a caer por el otro, porque es verdad esa frase que dice "Donde hubo fuego, cenizas quedan" Era inevitable que volviéramos a sentir, que todo aquello que dejamos en el aire nos golpeara de regreso, como un boomerang, porque como me decía mi madre "Todo regresa" y así es, puede que no de la misma manera pero lo hizo y ahora ambos estamos llevando sobre nosotros el precio de lo que dejamos sin resolver, queriendo hacerlo pero sin tener la forma, porque aunque podamos hablarlo mi corazón aún no está preparado para recibir otro golpe de el, porque sé que no voy a querer saber el motivo por el cual fue con Michel, justamente después de haber estado conmigo. No es comprensible para mí lo que hizo, y no quiero saber los motivos. Es difícil creer en alguien cuando la mayoría de personas mienten, cuando vives en un mundo donde ya no sabes quien dice la verdad, quien te quiere sinceramente, porque todos siempre buscan el bien propio pero se olvidan de los demás, de que todavía hay personas que aman con todo el corazón, puedo decir com certeza que yo era una de esas personas, pero mi luz se fue apagando poco a poco hasta que solo queda una pequeña brasa que puede encender la llama del amor nuevamente. Pero lamentablemente solo puede hacerlo una persona y ella no está interesada en ello, no lo he escuchado de sus labios pero estoy segura que así es, porque cuando amas a una persona, igualmente que cuando la desprecias, eso se nota, lo sabes enseguida porque tu mirada, tus acciones e intenciones e delatan sin que siquiera puedas decir una palabra. Por eso muchas personas dicen que el cuerpo no miente, mucho menos la mirada, porque puedes ser cero expresivo pero tus ojos siempre hablaran por ti, ese es el caso de Leonard, el es tan expresivo que se le nota cualquier emoción, sin embargo cuando quiere ocultarlas lo hace de maravilla. Sin embargo siempre he sabido leer su mirada, sus ojos mieles no saben mentir, es por ello que a veces soy tan débil para con el, porque puede insultarme pero cuando me mira... Sacudo la cabeza soltando un suspiro y me quedo mirando el vaso de batido frente a mi, April está durmiendo aun para tener energía para más tarde, Nard llegará dentro de media hora, sin embargo no hay apuro, puede esperar unos minutos mientras April se despierta. Yo dormí un rato y luego al escuchar los truenos me levanté enseguida para hacerme un batido, se me hace muy difícil dormir cuando llueve. Recuerdo que cuando era niña me iba a la habitación de Sergio, allí me quedaba toda la noche hasta que dejaba de llover, el hablaba conmigo sabiendo que no dormiría hasta que acabara, siempre le he tenido miedo a las tormentas. Hace años cuando conocí a Leonard el no sabía de mi miedo a las tormentas, a decir verdad muy pocas personas lo saben, Sergio no lo recuerda así que solo lo saben el y Logan, sin embargo en aquel tiempo no lo sabía, se enteró un día que estaba sola en casa y empezaron los truenos, mi ansiedad empezó a hacerse cada vez más grande a causa de que Sergio no estaba allí, el tenia un examen importante esa noche y llegaría más tarde, mis padres estaban de viaje por lo que solo me quedaba conformarme con la soledad e intentar calmarme sola, no funcionó pero por lo menos se hizo el intento. Empecé a temblar de los nervios y el frío hasta que llegó Leonard, el le traía unos trabajos a mi hermano pero al verme así no dudó en quedarse conmigo sin siquiera saber lo que me pasaba, solo me abrazó y susurró que todo estaría bien. Con el tiempo le fui perdiendo un poco el miedo a las tormentas, ya puedo quedarme sola sin tener un ataque de ansiedad sin embargo sigo sin poder dormir mientras está lloviendo. Pego un respingo a causa de otro trueno y me quedo mirando un punto fijo, tratando de que el latido acelerado de mi corazón se calme, a veces no puedo controlarlo, menos cuando hay este tipo de tormentas, es aún más difícil pasarlas sola. Muevo mi pie de arriba abajo y pongo el pitillo en mis labios, me termino la bebida y me quedo sentada allí unos minutos hasta que escucho otro trueno que me hace suspirar. La puerta principal se abre, lo sé porque estoy cerca de ella, espero pacientemente a quien quiera que haya llegado y mi mirada vuelve a un punto en la pared para ignorar que ha llegado Nard, su presencia solo hace que me sienta con ganas de abrazarlo y ya no sentirme de la manera en que lo hago. Esto de que llueva con el cerca no me gusta. —¿Estás bien?—pregunta sentándose frente a mi, buscando mi mirada. Esquivo la suya sin querer mirarlo y no le respondo. —Vic, mírame—siento sus dedos tomando mi barbilla y levanta mi cabeza para que lo mire a los ojos, los suyos lucen preocupados mientras que los míos deben reflejar la inquietud que siento a causa de la lluvia. Seguido de eso veo como rodea el mesón que nos separa y sin esperar permiso me envuelve entre sus brazos, el calor de su cuerpo me pega de lleno y el sonido apacible de sus latidos me calma un poco, sin yo quererlo me siento en completa seguridad al tenerlo a mi lado abrazandome, como si solo necesitara eso para sentirme mejor. Sus brazos se aferran a mi aunque yo no me muevo, su mirada se mantiene al frente sin incomodarme y me mantengo quieta, la tranquilidad que embarga mi cuerpo me hace recordar a aquellos días en los que salía corriendo desde donde estuviera cuando había una tormenta, solo para asegurarse que yo estuviera bien y que no tuviera ningún ataque. Porque si, hasta ese punto llegaba mi miedo. Mis padres nunca lo han sabido, le pedía siempre a Sergio que nos les dijera nada, ya tenían suficiente con sus negocios como para que yo le agregara otro problema a la lista, sin contar con que aquí llueve bastante a menudo. En el tiempo en el que Sergio no estuvo, ni Leonard me ahogaba en lágrimas hasta quedarme dormida, recordandolos a ambos. Pero en este momento no se como reaccionar, mi cuerpo se haya más relajado, en paz, como si todo desapareciera, porque el tiene ese efecto en mi, puede darme tranquilidad o caos, depende de como me trate, yo le he dado ese poder sobre mi, aunque el no lo sepa, y si lo sabe, se hace el que no. No se que manía tienen los hombres con hacerse los locos, como si no supieran el impacto que pueden causar, no más que el nuestro claro está, pero algo pueden hacer, después de todo, no por nada me refugiaba en Leonard y Sergio, ellos tienen una función, al igual que yo la tengo, es por ello que cuando me siento en peligro, en uno que yo no puedo manejar, los busco a ellos, busco la seguridad y protección que sus presencias me proporcionan. —¿Mejor?—pregunta sin separarse, agito la cabeza asintiendo, incapaz de decir una sola palabra, hace mucho que se me hacia tan difícil pasar una lluvia pero como todo últimamente es difícil, esto no iba a ser la excepción, después de todo sigo más sensible que de costumbre, algo que no me gusta en absoluto. —Jefaaa, ya estoy... Levanto la cabeza de golpe al escuchar el canturreo feliz de April quien se da cuenta de nuestra posición, sus labios se alzan en una pequeña sonrisa y yo me separo de Nard tan rápido como puedo, no lo miro a los ojos al pasar por su lado y me avergüenzo a mi misma al haber permitido que todo esto pasara. Se supone que debo estar enojada con el. —Vamos al gimnasio, habilite un rin de boxeo para que entrenen. Ambos asienten antes de seguirme hacia el gimnasio de la casa, es bastante amplio, por lo cual cuando las personas nuevas entran aquí se sorprenden del tamaño de la casa, sin embargo para la cantidad de personas que habitan aquí es un buen tamaño, además de que no contamos la biblioteca, el gimnasio, el comedor, la sala de armas y práctica de tiro. Todas esas cosas necesarias que muchas veces pasan por alto pero que yo no y las adapte a la mansión. Dejo de divagar en mis pensamientos al llegar al gimnasio donde April se pone unas vendas en las manos tal como Nard le indica, me siento en un banco cercano al rin y ambos suben sin titubeos, mi asistente se muestra intimidada por Nard quien lo nota enseguida. —Debes cambiar tu actitud, si quieres aprender debes tener seguridad en ti misma, no creer que vas a fallar cuando ni has empezado. Escondo la sonrisa que quiere salir de mis labios al ver como April asiente con el ceño fruncido, su postura cambia a una más recta y el comienza a indicarle cómo golpear, le toma el puño enseñándole cada movimiento y no puedo evitar pensar en lo bueno que es entrenando, siempre lo ha sido, el me enseñó mucho de lo que sé y no puedo más que agradecerle por ello. Minutos después veo que April le logra lanzar un golpe, Leonard sonríe orgulloso pero entonces hace un movimiento que la deja en el suelo. —No debes distraerte, ni cantar victoria tan pronto—April se levanta adolorida y así continua el entrenamiento, primero está empezando con golpes, combate cuerpo a cuerpo, defensa personal, aún le falta mucho por aprender pero se que será paso a paso, con el tiempo le llevará el ritmo. —Quiero ver como lo hacen ustedes dos. Escucho de repente haciendo que levante la mirada de golpe. Oh no, tu no quieres eso.
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