Salgo del hospital sintiéndome cansada, mi humor no mejoró mucho después de las consultas, al contrario, empeoró y ahora tengo un dolor de cabeza de los mil demonios.
Detesto cuando eso me pasa, porque podré ser doctora pero a veces necesito descansar de más para estar totalmente activa en mis labores, tanto como médico como vendiendo armas.
Ambas cosas necesitan de mi total concentración por lo cual debo dormir.
Me encamino a mi auto buscando las llaves en mi bolso, al encontrarlas entro en el empezando a manejar con dirección a la mansión, siento el teléfono vibrar en mi bolsillo en el camino por lo que le pongo manos libres.
—Doctora Jussieu.
Respondo.
—Doctora—reconozco al instante esa voz.
—¿Que se te ofrece?—pregunto y este suelta una risa.
—Que simpática—suelta divertido—Hoy llevo cargamento al aeropuerto.
—¿Precisamente hoy?—me quejo estacionado el auto en el garaje de la casa.
—No puedo cambiar la entrega—se excusa y yo gruño cansada.
—¿A que hora?
—Nueve de la noche, aún falta.
Suspiro resignada y me bajo del auto aún con el teléfono en la oreja.
—Nos vemos en mi casa.
Y con eso cuelgo la llamada, tengo tres horas para descansar.
Al llegar a mi habitación me acuesto a dormir sin siquiera cambiarme, tengo sueño atrasado y necesito estar en mis cinco sentidos más tarde, dado que siempre las entregas son peligrosas, cualquier cosa pueda pasar.
(...)
Despierto por el sonido de la alarma la cual me avisa que son las ocho de la noche, me levanto a regañadientes dirigiéndome al baño, tomo una ducha rápida y al terminar busco algo cómodo para llevarme puesto, después de unos minutos me decido por unos leggins negros, una camisa negra y arriba de esta una chaquera de cuero negra para el frio.
Me pongo un gorrito del mismo color de todo mi atuendo y también unas deportivas, a decir verdad la ropa negra es la mejor opción en estos casos.
Despues de terminar de vestirme salgo de la habitación en busca de mis guardaespaldas, ya son casi las nueve, faltan veinte minutos.
Al encontrar a todos los que tengo pensado para que me acompañen salgo de la casa junto a ellos, para mi sorpresa Nard llego temprano y ya me espera en su auto.
—¿Estas enfermo?—pregunto sarcástica y el rueda los ojos.
—Soy muy puntual, ahora vámonos, quiero llegar temprano—dice y yo subo a mi auto, Charles quien estaba en su auto detrás del de Nard baja y se sube conmigo.
—Hola bella dama—sonríe dejando un beso en mi mejilla.
—Charles.
—¿Estas de mal humor?—le doy una mala mirada empezando el camino hasta el aeropuerto delante de los demás autos—Mejor ni hablo.
Sonrío discretamente divertida y me mantengo en silencio durante todo el camino, la verdad es que cuando estoy cansada estoy de mal humor, es algo automático, sin embargo no me gusta pagarlo con los demás así que solo los ignoro para evitar soltar un mal comentario.
Charles está consiente de ello por lo que se mantiene al margen de la situación.
¿Por qué diablos tenían que hacer una entrega hoy?
Mis entregas no se hacen los primeros días de la semana, mucho menos tan temprano.
Normalmente las hago a las doce o una de la mañana para que no haya ningún metiche cerca, los policías suelen ser realmente fastidiosos, aún más cuando se trata de nosotros, lo bueno es que se dejan sobornar muy fácil, dado que nadie gana tan bien como nosotros.
Además que las mejores armas son las que nosotros vendemos, son fáciles de manipular por obtener ese tipo de cargamento para su equipo.
Al llegar al lugar estaciono a una distancia prudencial de la pista de aterrizaje, bajo del auto y saco un arma.
La acomodo sobre el capó del auto y me siento en el para estar atenta, esta es a larga distancia por lo que puedo ver todo desde ella sin necesidad de usar un telescopio o el celular.
Charles se posiciona a mi lado con expresión curiosa, se que quiere preguntar algo, no lo hace por alguna extraña razón.
—¿Que pasa?—pregunto y el niega.
—Es extraño todo esto—señala a Nard y luego a mi—¿Te lo imaginaste?
—¿A que te refieres con "esto"?
Su expresión de diversión no me pasa desapercibida.
—A ustedes dos juntos en un mismo bando—explica y yo llevo mi dedo a mi boca como si fuera a vomitar.
—No me lo imaginé, sigo sin hacerlo.
Dejo la conversación hasta allí al ver que un jet llega a la pista, me acomodo en el arma y Charles se mantiene atento con un telescopio, mis hombres están más cerca de Nard que yo.
Frunzo el ceño al ver como tardan en abrir la puerta y al hacerlo se baja un joven vestido de traje, muy apuesto a decir verdad.
Este intercambia unas cuantas palabras con Nard pero luego este parece molesto, minutos después de dialogo veo como se exalta y todos levantas las armas, tanto los de el como los de nosotros.
Frunzo el ceño preparada para pegar un tiro si es necesario pero entonces Nard lleva su teléfono a su oído y seguido de este suena el mío.
Lo tomo confusa y Charles también lo está.
—Necesito que vengas. No quieren pagar y no quiero iniciar un tiroteo aquí.
Pide y yo me golpeo la frente.
Y con el cansancio que llevo encima.
Me levanto tomando el arma y la pongo en mi hombro boca arriba.
Camino hacia donde están y dos minutos después llego al lado de Nard, el chico tiene las armas que acaban de darle detrás de él, levanto una ceja en su dirección cuando su atención se enfoca en mi y pasan unos segundos para que me reconozca.
—Tu...
—Paga o dame las armas, por las buenas—suelto levantando mi arma.
El chico se muestra enojado pero puedo notar que su mano tiembla, no se mueve en absoluto ni da ninguna orden a sus hombres.
Me acerco a el poniendo mi arma en su garganta, sus ojos me miran con enojo pero no se atrave a hacer nada.
—Elige, tienes tres segundos. Si no lo hace te vuelo la garganta.