Capitulo 46

1923 Words
Victoire Jussieu Estaciono el auto frente al conocido bar el cual está lleno de gente, sin contar con la larga fila de personas esperando para entrar, bajo del auto llamando la atención de la mayoría y uno de mis guardias baja conmigo simulando ser mi acompañante, paso por el mar de gente los cuales se quejan de que avance sin hacer la fila y una vez estoy en la puerta el vigilante me mira de arriba abajo sin descaro alguno, le digo mi nombre y este revisa fugazmente la tablet en su mano antes de dejarme pasar. El guardia que venía conmigo se queda en la puerta indicandole al portero que buscara a los demás porque no puede dejarme sola mucho tiempo, ignoro su conversación mientras me adentro en el lugar el cual parece sacado no se de donde, las luces en colores morado y azul se mezclan entre la gente que hay mientras unos bailan de un lado a otro, otros beben y charlan, algunas mujeres se hayan en las mesas bailandoles a los hombres mientras estos las toquetean, una escena bastante irritante la verdad. Me acerco a la barra sentandome frente a ella, mantengo mi postura de egocentrismo mientras espero que el bartender prepare mi bebida, siento muchas miradas sobre mi desde que llegue, sin embargo hay una que la siento en la nuca, como si alguien me estuviera viendo fijamente. —Ha llamado la atención del jefe, y eso es bastante difícil. —¿Del dueño de bar?—pregunto en voz baja sin siquiera mover mi cabeza. El bartender me pasa mi bebida asintiendo y yo me atrevo a moverme para dar una vista completa al lugar, allí me doy cuenta a quien se refiere el sujeto. El dueño del bar es un chico joven, no debe tener más de veinticinco años, su musculoso cuerpo va enfundado en un traje ajustado que le favorece, tiene unos ojos grises muy llamativos mientras una creciente barba yace en su rostro. No está para nada mal. Sin embargo no vine a coquetear con nadie. Desvio la mirada tan rápido como la puse sobre el y continúo bebiendo o por lo menos fingiendo que lo hago, no voy a emborracharme si se supone que quiero averiguar algo, aunque puedo hacerlo fácilmente con el dueño del bar, el debe tener mucha información que me interese, sin embargo puedo afirmar que hasta que no venga el mismo no me movere de aquí, sino no estaría dándole el valor requerido a mi atuendo, debe cumplir su función. —Nunca había visto entrar una chica tan hermosa aquí—dice una voz grave y seductora a mis espaldas, si no fuera porque ya tengo experiencia en este ámbito seguramente me hubieran temblado las piernas nomas escucharlo. —Supongo que ha visto entrar muchas chicas, aunque no lo culpo, nadie se iguala a mi—mi lado egocéntrico sale a la luz tal cual como es el plan, no dejaré ver ni un poco de inseguridad, eso no es lo que muestra un líder. —En eso tienes razón, ninguna como tu. Sonrío seductora mientras le doy una mirada intensa que lo deja en su lugar embelesado unos segundos. —¿Me dejas invitarte una copa señorita...? —Victoire Jussieu—me presento dado que muy pocas personas saben a que pertenece ese nombre, nadie sabe quien soy en realidad. —Hermoso—alaga y pide el trago más caro que tiene. Si supiera el pobre hombre que con una piña colada ya me conformo, en cuanto a alcohol no tengo gustos caros por suerte. —¿Sueles venir seguido?—pregunto haciéndome la inocente, el bartender al escucharme curva una sonrisa divertida, sabiendo que me he hecho la que no se. —Todos los días. Asiento dejando mi vaso vacío a un lado y me preparo para la pregunta que estoy a punto de soltar. —¿Debería confiar en alguien que viene solo a un bar todos los días?—pregunto y este sonríe admirado. —No puedo dejar todo el trabajo a los guardias, pero si un día quieres salir a otro lado no tengo problema—sugiere muy cerca de mi. Sus habilidades de coqueteo funcionarían con cualquiera sin duda. Menos conmigo claro. —No acepto invitaciones de desconocidos—me encojo de hombros y el niega con la cabeza. —Soy Albert Colbourt. Acepto su mano sin duda y vuelvo mi mirada a la chica que baila en el tubo, me parece curioso que siempre vayan cubiertas, he revisado las cámaras y me he dado cuenta de ese pequeño dato, aunque dudo seriamente que sea para proteger a sus bailarinas. —Al principio pensé que serías una de esas chicas que ofrecen sus servicios. —¿Tengo cara de prostituta?—pregunto pareciendo indignada, el parece creerselo. —Ninguna chica lo aparenta, solo pensé que... olvídalo, nunca lo he hecho, no iba a empezar ahora. Arqueo mis cejas con curiosidad a causa de sus últimas palabras. ¿No va a empezar ahora? ¿Quiere decir que nunca se ha acostado con una prostituta? ¿Por qué? Si se supone que en su bar es donde la mayoría trabaja. O donde las obligan a trabajar. —¿Hay alguna razón por la cual no le pagaría a una chica para estar con usted? ¿Nunca le ha llamado la atención ninguna?—pregunto curiosa mirándolo. —Nadie merece eso. —¿Que cosa? Supongo que si alguien trabaja en eso necesitara el dinero. —Por eso, nadie merece ese tipo de trabajo, no creo que alguien lo haga porque de verdad quiera hacerlo, mucho menos con el tipo de clientes que deben tener—su expresion cambia a una de disgusto y debo decir que ahora tengo aún más dudas de las que tenía antes de entrar, y mucha curiosidad respecto a Albert. El no parece estar de acuerdo con que las mujeres trabajen prostituyendose, pero igual acepta que los mafiosos muevan a sus mujeres en su bar, no tiene sentido, o talvez me he equivocado y aquí no es donde ellos se mueven, es todo muy confuso. Aunque en cierta parte el parece saber del tema, no parece del todo ignorante pero tampoco sabe de todo, aunque las apariencias engañan y hay personas que saben más de lo que dicen y piensan más de lo que admiten. Por eso no hay que subestimar a nadie, ni siquiera a Albert quien a pesar de parecer muy manso, muy tranquilo puede ser parte de eso fácilmente. No tiene pinta de mentiroso sin embargo no me confío. —¿Te gustaría ir a cenar?—pregunta y yo miro a mi alrededor, supongo que no tengo mucho más que hacer aquí. Asiento levantándome y mis guardias me siguen de cerca, salimos del bar en dirección a... su auto, sin embargo yo le digo que vayamos en el mío, mis guardias piden un taxi y se mantienen siguiendonos todo el camino hasta que llegamos a... un restaurante de hamburguesas. —Pensé que te gustaría algo diferente a lo que estás acostumbrada, además está casi vacío. Una sonrisa admirada se curva en mis labios a causa de lo que acaba de decirme y yo me dedico a bajarme del auto, muy de acuerdo con su idea, tanto de mi como de la comida. Porque estoy segura que ha captado el entorno donde me la debo pasar, muchas personas no saben leerte apenas te ven o hablan contigo, sin embargo el supo hacerlo y le doy un punto por ello. Es difícil confiar en las personas cuando apenas las conoces o vives rodeado de mentiras, sin embargo por alguna razón el me inspira confianza, sin contar con que voy armada y una hamburguesa no le cae mal a nadie. —Creí que dirías que estás a dieta. Suelto una risa sentandome frente a el y puedo notar como mis guardias se bajan del taxi en el que iban y se quedan afuera vigilando. —No soy esa clase de chica, aunque se que lo parezco—admito mirándolo fijamente, sus ojos grises me observan intensamente al igual que los míos sin embargo puedo ver la curiosidad plasmada en su expresión. —¿Y que clase de chica eres? No respondo la pregunta y agradezco haber sido interrumpida por la mesera quien trae nuestra orden. —¿Te gusta ser el dueño de ese bar? Pregunto casualmente para sacar tema de conversación. —No mucho, en un principio fue bueno pero luego se tornó aburrido, solo es un negocio después de todo—lo dice tan natural que entiendo que deba estar cansado, yo también lo estaría si no tuviera otras cosas en mi vida como el jugar a ser justiciera. —¿Por qué no dejas a alguien a cargo y te vas a viajar o hacer algo que te guste? No creo que el dinero sea un problema. Menciono y es porque ya estoy informada, el tipo trabaja bajo perfil pero tiene mucho dinero, más que el que podría gastar en toda su vida. —Podría hacerlo, pero no viajaría solo, no tengo mucho interés en dejar la rutina. Oh amigo, somos dos. Me dedico a comer mi hamburguesa dejando que las cosas fluyan, no fuerzo ningún tema de conversación y eso hace que todo se mantenga en un silencio bastante cómodo el cual no me molesto en romper, tardamos al menos media hora en terminar y al hacerlo volvemos en mi auto al bar, una vez estamos allá la mirada de Albert se dirige a mi y seguido baja por todo mi cuerpo, por un momento siento un calor en mis mejillas que se extiende a mi cuerpo y me pregunto si ya debería irme. —¿Te gustaría ir a mi casa? Creo que puedo dejar a un amigo encargado del bar. Una sonrisa coqueta se forma en mis labios y finalmente bajo del auto, asiento sin más encaminándome al suyo esta vez dado que no quiero irme sin protección, mis guardias nos siguen esta vez en mi auto y Albert lo nota más no dice nada, debe ser habitual para el este tipo de cosas como para mi. Despues de todo estamos en mundos bastante parecidos, solo que el no ha visto tanta sangre como yo, o talvez oculta su experiencia demasiado bien No es un tonto, al contrario, es un hombre inteligente y sabe lo que hace, sabe más de lo que dice saber, por eso es peligroso. Al llegar a lo que parece ser un edificio bastante lujoso bajo del auto, mis guardias se quedan en el mío y yo dejo que Albert me guíe hacia dentro, me muevo sin mirar mucho alrededor y entro en el ascensor donde la tensión que se crea, lejos de ser molesta es placentera, mis ojos se dirigen hacia el quien tiene su mirada clavada en mi, la intensidad de la suya hace que todos en mi se caliente y se que no tendré una noche para nada desagradable. Camino sin titubear a su lado hasta que estamos delante de una puerta de lo que parece ser un pent house, nunca me llamaron la atención, me gustan más las casas, sin embargo en este momento no es importante. Una vez entramos Albert cierra la puerta detrás de el, siento su presencia justo en mi espalda y de pronto su aliento choca con mi cuello erizandome. Y allí empieza una de mis mejores noches desde hace mucho tiempo
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