Aquel regalo bastó para que los Aksoy pudieran recibir una invitación a cenar. La tensión se podía cortar en el ambiente y los métodos de Kerem habían bastado para dejar pensando a la familia, especialmente al patriarca quien durante la cena no podía dejar de pensar en aquel macabro juguete que sin duda Kerem había inspirado en algún oscuro libro de historia griega. —Le he dicho a mamá que deseo que su bebé nazca sano Kralice. También le he dicho que será un niño o niña precioso pues comparte buena genética de sus padres. —Muchas gracias, Elif. —¿Tiene un nombre? Su madre, Enif, se sintió apenada por las constantes preguntas de su hija así que al mirar la ligera sonrisa en el rostro de Arabelle decidió disculparse. —Mi hija hace muchas preguntas, mi señora, no debería responderla

