La reina se sumergió en su bañera llena de agua con pétalos de rosas rojas. Las manchas de sangre que salpicaron en su piel comenzaron a teñir la transparencia del líquido. Sus damas de compañía recogieron sus ropas ensangrentadas, mientras sus pálidos rostros reflejaban el terror que sentían al servir a tal demente, cuyas acciones siempre eran impredecibles. Pero nada de eso le importaba a la reina Jucanda, ya que solo pensaba en las palabras de su marido. La única información útil que le pudo sacar fue que la cabecilla de los antimonárquicos era Keisha, y que se podían identificar entre ellos luciendo un pañuelo azul en el brazo. Pero era difícil ya que, en ciertas ocasiones, los habitantes del reino del sur acostumbraban a adornarse con pañuelos y tocados de plumas. - Keisha… entonc

