Capítulo 4
- ¡Eve!
Entro en la casa de huéspedes, mi hermana y mi madre están en la sala viendo una película.
- Hola
Me les acerco y tomo un puñado de palomitas del tazón.
- ¿Qué tal tu paseo con su alteza y sus invitados?
Pregunta Anastasia, sonriente.
- Relajante y divertida, son personas divertidas – mi madre y mi hermana se miran con complicidad – Y ha sido agradable no tener que hablarles de “Usted”
- Me alegra que te hayas divertido y que su alteza haya tenido la consideración de invitarte
- En el almuerzo él estuvo hablando de querer ir a cabalgar con sus amigos, no pensé que lo haría justo en la hora del té – me explica mi hermana – Y le mencioné que tú eres una gran jinete y que amas los caballos, además de que estabas teniendo un mal día…
- ¿Le dijiste eso?
La miro con una ceja alzada.
- Y le dije que sería lindo que te invitara, para alegrarte un poco – mi hermana sonríe – Que lindo que Alexander tome en consideración lo que le digo – sonríe aún más, creo que debería de decirle que el príncipe me propuso ir a cabalgar mucho antes del almuerzo y de que mi hermana pudiese hablar con él – Mamá, él es un sueño
- Lo sé y es muy caballeroso de su parte
- Lo sé – mi hermana me mira – Espero que te hayas comportado
- Creo que le he dejado una buena impresión, al menos aún nos consideran aptos para unirnos a la familia real – mi hermana suelta una risita de emoción – Bueno… iré a ducharme para poder ir a cenar
- ¿Y qué te parecieron sus amigos? – pregunta mamá – Ese castaño se veía guapo
- Todos son agradables, creo que les caí bien
- Eso es excelente, tal vez puedas hacer que alguno sea tu pareja para la fiesta en honor de su alteza – abro al máximo los ojos – Aunque no creo que sea adecuado, mejor esperamos a los invitados y con algo de suerte, Sue te puede presentar a un buen…
- Alto ahí mujer – alzo una mano en señal de silencio - ¿Qué acabas de decir? – frunzo el entrecejo, mi madre rueda los ojos con claro fastidio – Todos tienen veinte, yo apenas cumplí dieciséis el mes pasado… - la miro con horror – No voy a aceptar que me presenten ningún prospecto o que me presenten como prospecto a algún fulano ¿Qué soy? ¿Carne vacuna?
- Eve…
- No madre, ya han pasado muchos años como para que sigas pensando de esa forma
- ¡Está bien! – se lleva las manos a las sienes – Me pones de los nervios, ojalá que las demás sean más fáciles cuando tengan tu edad
- ¿Quieres hijas fáciles?
La miro con una ceja alzada.
- ¡Sabes a lo que me refiero! – me regaña – Pero en fin, no estaría de más que consigas una pareja de baile para la fiesta, tu hermana estará con su alteza y tú no vas a estar esparciendo tu mal humor por doquier
- Aish…
- ¿Ellos van a la Royal junto con su alteza?
- Sí…
Contesto.
- Mejor aún – mamá aplaude con emoción – Y de preferencia el castaño guapo, de seguro el mexicano es becado y el árabe no me parece de buen ver
- ¡Mamá!
Mi hermana y yo miramos con horror a nuestra madre. Niego con la cabeza, de todas las estupideces que han salido de su boca en algún momento, esta es definitivamente una de ellas. Tantos años de lucha por los derechos humanos y mi madre las derrumba con una sola frase. Camino hacia mi habitación, no soporto la vergüenza ajena y la indignación.
Miro el perchero de metal delante de mí. Es una cena y es verano, además de que no es un evento que amerite un vestido pomposo. Tomo uno blanco con diseños florales en celeste y lila pálidos, es de mis favoritos, amo los colores fríos. Miro de nuevo lo que me voy a poner y asiento con la cabeza.
Sé que he dicho miles de veces que no apruebo esto y que debería de reventar la burbuja de Anastasia ¡Pero no puedo! No es justo para ella. Ania no tiene la culpa de que yo piense que no es correcto, no se lo puedo arruinar solo porque piense que no está bien lo que le están haciendo cuando esto la hace sentir muy feliz y especial. No obstante, tampoco está bien que le oculte lo que he descubierto sobre el príncipe. Este día me ha servido para darme cuenta que él no está de acuerdo en nada de lo planeado por nuestras madres. Al príncipe no le hace ninguna ilusión mi hermana. Mientras ella ha visto una luz celestial y oído a los pájaros cantar, él quizá ha visto un día nublado y a los cuervos graznar. Es que… ¿A quién le puede gustar el casarse por deber y no por amor?
- ¿Ya están listas?
Pregunta mamá, los estilistas siguen maquillando mi rostro y peinando mi largo cabello.
- Ya casi
Mi hermana se coloca un par de artes, está usando un vestido color guinda que combina muy bien con su cabello color miel.
- Eve… te ves hermosa, hijita
- Gracias…
Mamá me acerca los zapatos bajos color blanco adornados con un lazo.
- Bueno, niñas… - me levanto de la silla del estilista – A llegado el momento
Me aferro a mi pequeño bolso blanco y sigo a mi familia fuera de la casa de huéspedes. Los grillos cantan y se escucha a lo lejos el aullido de algún coyote. Este lugar es hermoso y cálido, pero no se compara con Colorado. Yo no podría mudarme a un sitio como este, no nieva y yo amo el invierno con nieve. A mis hermanos y a mí nos encantan las nevadas, hacemos iglús y cientos de muñecos de nieve, somos una familia de montaña nevada. En DC también nieva, pero el Palacio Blanco no tiene un terreno tan amplio como el nuestro, Anastasia no extrañará el invierno nevado. En cambio, yo, estoy segura que me volvería loca, y no por el pequeño terreno, sino porque está en medio de una ciudad. Amo despertar con la paz y tranquilidad de las montañas. Me gusta el lugar donde vivimos, es hermoso.
Llegamos al palacio. No es como me lo imaginé, su recibidor es más pequeño que el de mi casa, pero es hermoso. Pensé que el palacio mantendría la decoración rústica de la fachada, sin embargo, por dentro se ve distinto. Todo está adornado con detalles en bronce, desde el candelabro hasta las manijas de las puertas. Nos guían hacia el salón, mi mamá va unos pasos por delante de nosotras, se le ve muy confiada y debe de sentirse así, al fin y al cabo, su hija se convertirá en una de las mujeres más poderosas del planeta. Nos detenemos en la entrada del salón, un hombre de uniforme nos ve y golpea el suelo con un bastón.
- La invitada real, la señora Georgina Anderson y sus hijas la señorita Anastasia Anderson y la señorita Genevieve Anderson
Entramos en el salón. Es una enorme sala con un comedor largo al lado de un enorme ventanal con vista al lago privado del palacio. No puedo dejar de ver la estancia, no porque sea impresionante, aunque sí lo es, pero lo que más me impacta es el hecho de estar dentro de un palacio. Jamás había sido invitada por la realeza, mi mamá siempre iba con Joshua y Anastasia porque son los mayores, pero conmigo nunca. Supongo que, cuando cumplí diez años, mi madre se abstuvo de querer llevarme porque yo era una niña muy traviesa y lo más probable es que hubiera armado alboroto. Ahora no puedo dejar de sentirme emocionada, como una niña pequeña que visita Disneylandia por primera vez ¡Estoy en un verdadero palacio! Espero no avergonzarme más.
Paseo mi mirada por la sala, hay tres juegos de muebles. En uno está mi madre y la reina, charlando amenamente de quién sabe qué cosa. El segundo está vacío y en el más lejano está el príncipe con sus amigos. Mi hermana camina hacia ellos, sus pasos son gráciles y firmes, como si fuese una bailarina de ballet. Ella usa tacones, no muy altos, pero sabe caminar muy bien en tacones. No sé si caminar hacia ellos o ir donde mi madre o quedarme en la sala solitaria ¿Dónde es mi lugar en esta tertulia? Alzo la mirada, capto un par de ojos cafés brillantes viéndome. Una sonrisa surca su rostro y no puedo evitar hacer lo mismo. Camino hacia ellos, aferrándome a las correas de mi pequeño bolso blanco y tratando de pensar en la velocidad de mis pasos.
- Sí pudo venir, Eve…
Dice el príncipe, mi hermana se ha sentado a su lado.
- Es que se me acabaron las excusas para evitarlo, su alteza… - me dejo caer en uno de los sofás, el príncipe me mira con una ceja alzada - ¿Qué…?
- Nada – contesta, esbozando una ligera sonrisa – Su actitud es relajante
- Gracias… supongo…
Sus amigos sueltan risitas, mi hermana me mira con seriedad.
- Su alteza estuvo hablando en el almuerzo acerca de una exposición sobre mitología griega en DC
Comenta ella, sonriéndole al príncipe, este le dedica una mirada.
- Sí… - asiente con la cabeza – Va a haber una exposición a la que debo de asistir, seré el que la inaugure
- Excelso, apuesto a que su alteza lo hará de maravilla
- Eso espero – le sonríe – No será el primer discurso que dé, pero eso no quita lo nervioso que me puedo llegar a poner antes de un evento
- Estoy segura que su alteza lo hará bien, su alteza siempre se ha caracterizado por su serenidad y elocuencia cuando da un discurso
- Gracias…
- Además, no es la primera vez que harás un discurso – intervengo, el príncipe me mira – Así que no entiendo por qué habría de ponerse nervioso, es otro día más en su oficio
- Sobre todo porque practica sus discursos hasta el cansancio – se burla su amigo - ¿Recuerdan cuando tuvo que dar ese discurso por el aniversario del fallecimiento de su abuelo? – los demás ríen – Nos tuvo día y noche escuchándolo… hombre… fue divertido las primeras veinte veces, pero luego me di cuenta que me sabía de memoria tu discurso
- Practicarlo miles de veces es mi secreto del éxito
- ¿Así como matar del aburrimiento a tus amigos?
Bromeo, los chicos ríen y el príncipe sonríe.
- Aunque aún falta un mes para dicho acontecimiento – bebe un sorbo de su copa – Tengo mucho tiempo para practicar y tener todo listo
- Más o menos cuántos discursos has dado
Pregunto con curiosidad.
- Pues… al año puedo asistir de entre quinientos a setecientos eventos, de los cuales, más de la mitad, probablemente, deba de dar un discurso
- Wow… eso es un discurso al día durante un año – le miro con los ojos bien abiertos, definitivamente ser príncipe no es algo fácil - ¿Y te pones nerviosos? ¿A pesar de que ya lo has hecho cientos de veces?
- No llevo mucho tiempo teniendo deberes reales propiamente dicho – explica – Apenas voy por mi tercer año, desde que cumplí la mayoría de edad
- Oh…
- Y creo que me expresé mal – termina su copa, mirándome de reojo y sonriendo de lado – Nervioso no es la palabra correcta
- ¿Y cuál es la correcta?
Nos miramos fijamente, es muy entretenido el escucharlo.
- Ansioso – contesta finalmente – Porque antes de subir al podio, lo único que puedo pensar en que ya acabé el evento para poder irme a casa, en que quiero ya decir mi discurso y haberlo hecho bien para poder regresar a descansar… - se encoge de hombros – Mi agenda es muy apretada, al finalizar el mes puedo estar muy agotado
- Pero ahora está de vacaciones
- Su majestad decidió darme un tiempo de vacaciones
- ¿Por qué?
- Usted es una persona muy curiosa, Eve…
Sonrío ante sus palabras.
- Entonces… disfrute de sus vacaciones
- Eso hago – mira a sus amigos – Pero lo mejor de éstas es, sin duda, la compañía
- Oh… me conmueves
Bromea Ulrich, todos ríen.
- Y… al finalizar el verano – el príncipe se gira a verme - ¿Qué es lo que hará?
- Oh… pues… - el príncipe suelta un tosido, esta es una pregunta incómoda para él – Pues…
- Eve… - mi hermana me mira – Creo que ya has atosigado lo suficiente a su alteza con tus preguntas
- Ah… yo…
- Lo siento, señorita Anderson – el príncipe se gira hacia mi hermana – Debemos de haberla aburrido con nuestra conversación, sobre todo si usted no estaba siendo partícipe
- Descuide su alteza, no soy mucho de charlar
- Igual, acepte mis disculpas
- Está bien su alteza
Ambos se sonríen. Siento una extraña sensación en el abdomen. Me alegra ver que el príncipe muestra interés en la presencia de mi hermana ¡Pero necesito más! Necesito ver los corazones en sus ojos, un ápice de sentimiento, algo más que simple caballerosidad. Mi hermana está delante de él, usando su arsenal de sonrisas, con la baba a punto de caerle de la boca, y él príncipe solo es caballeroso. Tal vez sí deba de intervenir, para tratar que note más a Anastasia.
- La cena está servida
Anuncian, la mesa se llena de platillos.
- Alexander… - la reina se nos acerca junto a mi madre – Deberías de llevar a la señorita Anderson a la mesa
- Por supuesto - contesta el príncipe, no puedo evitar notar que el rostro del príncipe está inexpresivo – Señorita…
- Gracias…
Mi hermana le sonríe.
- Vamos Eve…
Ulrich me tiende la mano, yo la acepto gustosa, levantándome del sofá y topándome con los ojos café brillantes del príncipe.
- Nosotros nos sentamos por aquí
Indica Eleazar.
- Su asiento, bella dama
Ulrich sostiene la silla para mí.
- Gracias…
- Nosotros nos sentábamos más cerca su majestad – comienza a decir Mohamed – Pero al parecer, ustedes son más importantes que nosotros
- Obvio que lo son
Eleazar le da un ligero golpe en el brazo a su amigo.
- ¿Es cierto lo que Alex nos contó?
Pregunta Ulrich en voz baja, todos comienzan a servirse comida.
- ¿Sobre?
Le miro, sirviéndome un poco de ensalada.
- Que planean casarlo para que ascienda al trono
Contesta Eleazar, sirviéndose una gran cantidad de comida en su plato.
- Ah… - comienzo a comer mi ensalada – Pues… - miro hacia el otro lado de la larga mesa, estamos muy separados de ellos, por varios asientos vacíos, supongo que no ser de la realeza tiene sus desventajas en cuanto a asientos de comedor respecta – No sé si pueda decirles
- Eso es un sí
Ulrich me sonríe, suelto una risita, creo que metí la pata.
- ¿Tan ingenua soy?
- Un poco no más
Nos sonreímos, es chico también es muy agradable.
- Entonces… ¿Tu hermana y el príncipe?
Pregunta Mohamed, asiento, tomando un sorbo de agua.
- Mi hermana está encabezando la lista de las opciones de su majestad, como prospectos de esposa
- Wow…
Eleazar asiente con la cabeza.
- Mmm…
Es lo único que dice Mohamed.
- ¿Qué…?
Pregunto, sirviéndome más ensalada.
- Nada – contesta Ulrich, sirviéndose algo de pollo - ¿Le sirvo algo, Eve?
- No gracias, estoy bien así – pincho una zanahoria en forma de flor – No me gusta la carne…
- ¿En serio? – el castaño me mira con una ceja alzada – Pues yo amo la carne – corta un pedazo de su pollo y se lo mete en la boca, no puedo evitar reír – En Alemania no puedes evitar comerla junto a un tarro de cerveza
- Oh… de ahí es tu acento – río – Suena bonito, me gustan los acentos
- ¿Y el mío también te gusta?
Pregunta Mohamed
- No tienes acento – le miro – Suenas como un chico de Jersey
- Es porque soy de Jersey
Todos reímos.
- Todos dicen que acentúo mucho las “R” – comienza a decir Eleazar – Pero no lo hago, me he oído hablar y no lo hago
- Sí lo haces
Señalo.
- Amigo, sí lo haces
Bromea Ulrich.
- Oh, váyanse al…
Ríe Eleazar, los demás le seguimos.
- Y… ¿A ti no te da envidia que tu hermana pueda convertirse en reina?
Pregunta Ulrich de pronto.
- No, para nada – termino mi vaso con agua, estiro mi mano para tomar la jarra de agua - ¡Oh! – un empleado la ha tomado por mí y me ha vuelto a servir – Gracias…
- ¿En serio?
Pregunta el chico, mirándome con una sonrisa de lado.
- Sí… - cojo un pedazo de espárrago – No siento nada de envidia, estoy feliz por ella
- Mmm… yo sí sentiría envidia de que mi hermano fuese el centro de atención
Confiesa Eleazar.
- Pues yo no
Me encojo.
- Esa es la actitud
Me aplaude Mohamed.
- Al menos, por hoy – el joven castaño pasa su brazo por mis hombros, sonriente – Tú eres nuestro centro de atención
- Tengo dieciséis - quito su brazo, apretando con fuerza su muñeca – Y sé cómo partirle el cuello a un animal, romperte el brazo será cosa de niños…
- Ey… - el joven ríe – No te enojes, solo bromeo
- Pues no bromees – bebo un poco de agua – No conmigo
- Tienes carácter, eso me agrada
- Tú me agradabas hasta hace un par de minutos atrás
El chico suelta una risita.
- Perdona a Ulrich, no sabe cómo controlarse delante de una chica linda
Eleazar le lanza un guisante a su amigo, todos volvemos a reír.
- Sí, perdóname Eve, soy solo un tonto
El chico recuesta su cabeza en mi hombro y pone las manos en posición de rezo, no puedo evitar reír.
- Está bien, pero no me ensucies el vestido
Bromeo, el chico solo me sonríe. Alzo la mirada, mi madre me mira desde el otro lado de la mesa con severidad. Me encojo en mi asiento. Tal vez mamá tiene razón, tal vez soy una niña aún, una maleducada. En Colorado no sería considerada maleducada, mucho menos vulgar, con gente normal yo sería alguien educada, pero supongo que para los estándares de la realeza soy un poco escandalosa. Miro mi plato vacío, no tengo hambre pese a que solo he comido dos platos pequeños de ensalada, no quiero comer nada más, no quiero que piensen que soy una hambrienta golosa.
Miro de nuevo hacia mi madre, pero mis ojos captan otra mirada y una sonrisa. El príncipe me mira, con una ligera sonrisa en los labios. Mi hermana le está hablando en voz baja, pero pareciera que él no le estuviera prestando atención. Le sostengo la mirada un par de segundos más y de nuevo me giro hacia el grupo de chicos que ríen y comen. El príncipe debe de prestarle atención a Anastasia, no a la escandalosa y maleducada hermana.
La cena termina con un postre delicioso, aunque no mi favorito. Mi postre favorito es el pudín de chocolate, pero un brownie con helado es siempre del agrado de todo el mundo. Me siento orgullosa de mí misma al no haber causado mayor alboroto en la mesa, salvo mis risas escandalosas.
- Señorita
Esta vez es Eleazar quien me ofrece su mano para volver a las salas, le acepto el gesto con una sonrisa.
- Ha sido una muy deliciosa cena – en la sala nos espera mi hermana junto con el príncipe - ¿No lo crees, Eve?
- Por supuesto
Contesto a las palabras de mi hermana.
- ¿En serio? – pregunta el príncipe, mirándome fijamente – Porque noté que solo comió ensalada, más no probó ni un solo platillo
- Que observador
Bromeo, el príncipe sonríe, le devuelvo el gesto
- Es que Eve es vegetariana – explica mi hermana – Come huevos y leches, atún a veces… pero nada de carnes de otros animales
- Supongo que es saludable – Eleazar se encoge de hombros – Yo no podría vivir sin comer carne
- Eh… la comida a base de vegetales y aderezos es deliciosa – interviene Mohamed – Y por supuesto que es más saludable
- Pues entonces, tendré que pedirles a los cocineros que amplíen las opciones vegetarianas – comienza a decir el príncipe – Para que pueda comer algo más que lechuga y espárragos
- Eso sería muy lindo de tu parte – el príncipe amplía su sonrisa, tiene una linda sonrisa – Gracias
- Es un placer…
- ¡Oh! – exclamo, provocando que todos me miren – Ta… también deberías de pedirle que no les eche nueces a las comidas – mierda, nuevamente lo estoy arruinando – Es que Anastasia es alérgica y mucha de las comidas de esta noche tenían nueces
- Estuve dejándolas a un lado del plato con mucho disimulo
Confiesa mi hermana.
- ¿En serio? – mi hermana asiente, con las mejillas sonrojadas – No lo noté
- Al parecer logré disimularlo muy bien
- Supongo que sí
Mi hermana sonríe de oreja a oreja, el príncipe en cambio, mira a sus amigos.
- ¿Y ustedes de qué tanto reían?
- De los fallidos intentos de este chico al querer coquetear con Eve
Contesta Mohamed.
- ¿Qué puedo decir? – Ulrich se encoge de hombros – Eve es muy guapa
- Gracias…
Contesto, esto es incómodo y me hace sonrojar, sin embargo, no puedo evitar reír.
- Sí, lo es…
Miro al príncipe, ahora sí puedo asegurar que mi rostro está sonrojado.
- Anastasia es más guapa que yo
Aseguro, intentando sonreír y que no se note mi incomodidad.
- Tú eres hermosa – mi hermana toma mis manos y me sonríe – No te sientas avergonzada si te alagan
- De acuerdo…
Contesto en un susurro, de pronto siento muchos deseos de huir de esta conversación.
- Bueno, si me disculpan… - todos nos levantamos, la reina está hablando – Deseo irme a mis aposentos, querida amiga – mi madre hace una reverencia – Anastasia querida – mi hermana hace una reverencia, sonriéndole al a reina y esta le devuelve el gesto – Invitados…
Hago una ligera reverencia, topándome con la mirada de la reina. Sus ojos son serios, no hay rastro de amabilidad en ellos como cuando veían a mi hermana. En realidad, la reina me mira sin emoción alguna. No soy su predilecta y le di una muy mala impresión, es obvio que no le agrado y probablemente no me quiere ahí. Me siento incómoda y el deseo de escapar a Colorado se hace presente nuevamente. No creo ser del agrado de la reina y necesitaría una vida entera para poder agradarle. Sabe que tendrá que lidiar conmigo y con todos los que se me parezcan, porque su deseo es ver a Anastasia como esposa de su hijo. Mi madre siempre intentó que Anastasia y Joshua se comportaran de cierta forma, fueran de cierta forma, hablaran de cierta forma. En retrospectiva, ahora entiendo el por qué, los estuvo preparando para este momento, cuando fuesen adultos y pudiera aliar a nuestra familia con la realeza. Mi madre es el claro ejemplo de que solo los buenos contactos te abren puertas, y las que ella está abriendo son las de un palacio.
- Vamos niñas…
Pide mi madre.
- Hasta mañana su alteza
Se despide mi hermana, reverenciando al príncipe y alejándose un par de pasos.
- Señorita – le detiene el príncipe, mirándola inexpresivo – Recuerde que tenemos agendado un paseo por los terrenos del palacio, una caminata ligera
- Claro… - mi hermana sonríe – Sacaré mis zapatos cómodos
- Adiós chicos – me despido con alegría, todos me agitan la mano en señal de despedida – Su alteza
- Eve… - sonrío – Llámeme Alexander…
- Oh… - eso me sorprende – De acuerdo… - vuelvo a hacer una reverencia – Adiós Alexander
- Hasta mañana Eve…
El príncipe me sonríe, tiene una muy linda sonrisa. Creo que ya lo dije, pero no está de más el volver a mencionarlo. Corro lejos del grupo de amigos, quienes nuevamente están riendo y no quiero saber el por qué. Alcanzo a mi madre y a mi hermana, ambas están muy alegres charlando.
- Él no te quitaba los ojos de encima
- ¿En serio mamá?
Mi hermana sonríe de oreja a oreja.
- ¡Claro! – exclama con emoción - Y cómo no, si te veías hermosa
- ¿Tú qué opinas Eve?
- ¿Yo…? – siento nauseas de pronto – Que la cena estuvo deliciosa
- Me refiero al príncipe y a mí – entramos en la casa de huéspedes – Mamá dice que lo deslumbré – me toma de las manos - ¿Puedes creerlo? ¡Le gusto a un príncipe! – ríe con emoción – Y te juro, Eve, que, a pesar de que solo ha pasado un día – sus ojos brillan de alegría – Siento que es el indicado para mí
- ¿Te escuchas a ti misma?
Suelto las manos de mi hermana.
- Eve…
Mi madre me mira con severidad.
- ¿Qué…? – las miro a ambas - ¿Cómo puedes sentir que es el indicado y empezar a profesar amor por alguien que apenas y conoces? – le miro con las cejas arqueadas – No lo has visto en dos años y antes de eso solo lo veías en fiestas de gala en donde, apuesto, apenas y han podido hablar
- Pero Eve… - mi hermana no pierde la sonrisa – Ambos tenemos que poner de nuestra parte para que esto funcione – niego con la cabeza, mi hermana está loca – Porque sabemos cuál es nuestro destino y en verdad quiero que él se enamore de mí
- Y lo lograrás, querida – mi madre se quita los aretes – Ya lo has impactado con tu belleza, el chico no te quitaba los ojos de encima
- Pues yo vi que no dejaba de mirar mi mesa como si deseara huir de ustedes tres – me cruzo de brazos, mi madre me vuelve a mirar con enojo – Solo digo que no armes un cuento de hadas en tu cabeza, porque la caída puede ser muy dolorosa
- Eve…
- ¿Ya se olvidaron de la historia de la reina Elizabeth y su prima?
- Eso no me pasará – contesta mi hermana, mirándome con seriedad – Yo estoy prometida al príncipe – se quita los zapatos – Y agradecería que pudieras compartir mi felicidad en lugar de ser tan mala
- Anastasia tiene razón – miro a mi madre, me siento impotente – Además, debes de tener cuidado con tus modales, van a pensar que no te eduqué bien
- ¡Soy educada! – siento los ojos llenárseme de lágrimas - ¡Obvio que no sé cómo comportarme con tantos protocolos y ceremonias! ¡Pero soy educada!
- Le hablas de “Tú” al príncipe, no haces reverencia – comienza a enumerar mi hermana - ¡Y haces mucho escándalo! – me siento muy enojada – Solo me haces pasar vergüenza – mira a mi madre – Creo que mamá tiene razón, no deberías de estar aquí, no hasta que aprendas de etiqueta real
- Bien – camino hacia mi habitación – Entonces consíganme un vuelo a Colorado – me giro a verles - ¡Para mañana! – cierro de un portazo – No quiero estar aquí… - me dejo caer en el suelo y tomo el teléfono – No quiero estar aquí…
Oigo a mi madre y a mi hermana discutir. Ambas quieren que me vaya, ambas dicen que no termino de encajar aquí. Mi padre siempre me dijo que la realeza era una ridiculez, que nosotros somos más importantes que ellos, que hay muchas familias que deberían de considerarse más importantes que ellos, y no solo las personas con dinero. Sí soy educada, pero tal como dije, al parecer no lo soy para los estándares de la realeza. Sin embargo, al príncipe sí le agrado, dice que mi actitud es relajante ¿Eso es bueno? ¿Cómo me lo debería de tomar? ¿O es que se burla de mí? Quizá no le agrade, quizá solo ve en mi una atracción de circo andante, alguien que le habla con tan poco respeto, como si fuera una persona normal, y eso le llama la atención.
- ¿Eve?
- Papá…
- ¿Qué pasó?
Pregunta con obvia preocupación, me limpio las lágrimas.
- Quiero regresar a casa…