— ¡Misha, tu… tu cabello tiene… tu hermoso cabello...! —Exclama Andrej casi a punto de desmayarse, cuando ve que el niño tiene un chicle pegado en la cabeza.
*En la noche anterior*
Los niños habían decidido hacer una excursión, hasta las bodegas que se encontraban en la parte más alejada de la mansión, Misha iba tomado de la mano de Isaac e Isaías que parecían sus guardaespaldas, mientras que Jacob prefería estar con Tommy, el cual siempre parecía ser el líder de todos.
Cuando llegaron, encendieron unas linternas, adentrándose hasta una de las cabañas de madera, que albergaban un centenar de barriles llenos de vino tinto por todos lados.
—En la noche… sale el alma en pena del viejo Víctor Hudson, que se pasea por estas bodegas, cuidando sus vinos desde hace siglos — Murmura Tommy con voz tétrica para asustar a todos.
Misha emite un pequeño gritico, mientras que Jacob revolotea sus ojos, y los gemelos les causa risa el relato.
— ¿Por siglos? no mientas, mi abuelo no murió hace tanto tiempo, además los fantasmas no existen. No me das miedo — Admite el niño soltándose de la mano de Tommy.
Cuando Tommy se da cuenta que al único que logró asustar fue a Misha, frunce el ceño con molestia.
—Pero el fantasma de la bodega no es tu abuelo Víctor Hudson, se trata del tátara abuelo de Víctor Hudson, el que se pasea por este lugar… — Miente para ver si logra asustar a Jacob, que esboza una risa algo prepotente.
—No me austas… — Vuelve a decir mientras cruza sus brazos.
Sin embargo, justo en ese momento se escucha un ruido extraño, proveniente de algún lugar de la bodega, todos los niños se quedan en silencio, hasta que vuelven a escuchar ese mismo ruido pero con mayor fuerza.
—¡AAAAHHHHH, el fantasmaaa! — Gritan todos al instante que corren como locos fuera de las bodegas. Sin saber que ese ruido era provocado por algún animal rastrero.
Los niños huyen del lugar como almas que lleva el diablo, y luego cuando ya se creen que están a salvo, se detienen para coger aire. Jacob mira a Tommy con una pequeña sonrisa, mientras que por otra parte, Misha a causa del miedo, abrazó a uno de los gemelos que tenía más cerca, el cual era Isaac.
El niño permitió que el rubio le abrazara, sintiendo como recuperaba el aliento. Este no pudo evitar sonreír sintiendo como el niño se aferraba a él, mientras que su hermano Isaías veía la escena con el ceño fruncido. Ese chiquillo raro no tenía derecho de abrazar a su hermano de esa forma, es por eso que con toda la malicia del mundo, escupió en su mano el chicle que masticaba, y luego con lentitud se acercó para pegárselo en su largo cabello.
—Pobre Misha, tiene miedo… ¿Cierto Isaac? —Dice Isaías acariciando el cabello de Misha, solamente para adherirle mas la goma de mascar entre los mechones rubios.
Su hermano Isaac, apartó al niño solamente para ver a su hermano que continuaba viéndole con el ceño fruncido. Isaías le sujetó la mano a Misha, y lo arrastró hacia otro lugar.
—¡Voy a jugar con Misha, adiós! — Exclama jalando al niño que se despide de su hermano Jacob.
— ¡Ahora regreso! — Grita Misha sin dejar de sonreír, pensando que los gemelos eran sus mejores amigos, ya que nunca se separaban de él.
Isaac por otra parte, al ver que su hermano se alejaba rápidamente con Misha, fue corriendo tras ellos, no iba a dejarles solos, él también se iba a divertir con el niño raro.
Así mismo, Tommy y Jacob quedaron solos en medio de la oscuridad. El pelinegro se fue acercando poco a poco al castaño que también decidió mirarle.
— Perfecto. Me dejaron con este niño que patea como niña… — Pensó Tommy con desilusión, hasta que sintió que una gota de agua le cayó en la frente.
—Parece que va a llover… — Asume Tommy viendo hacia el cielo, Jacob hace lo mismo alzando su mirada, observando que el firmamento no se podía ver ni una sola estrella.
—Entonces debemos entrar. Buscaré a mi hermano para regresar a nuestra habitación — Previene Jacob, pretendiendo correr en la dirección donde vio que Misha desapareció con los gemelos. Pero justo en el momento que pretendía irse, Tommy se lo impide sujetándole de la mano.
Jacob miró la mano de Tommy seguida de la suya, sintiendo como nuevamente sus mejillas ardían, lo que significaba que estaba ruborizado.
—Espera no vayas, déjalos — Pide Tommy soltando al de ojitos grises que le mira con sorpresa.
— ¿Por qué? Misha es delicado en salud, se puede resfriar si llega a mojarse — Indica Jacob algo preocupado.
Tommy suspira encogiéndose de hombros.
—Isaac e Isaías le cuidarán, confía en ellos. Vamos a mojarnos en la lluvia, es divertido. Te prometo que no te vas a enfermar — Propone el niño castaño sintiendo como la pequeña gotita que cayó en su frente, ya no se comparaba con la leve llovizna que comenzó a caer sobre ellos rápidamente.
Jacob continuó mirando a Tommy, y luego desvió su atención al cielo, sintiendo como la llovizna poco a poco incrementaba en fuerza, el niño mordió su labio inferior desviando su atención hasta donde vio a su hermano por última vez, y después volvió a mirar a Tommy que se acostó sobre la grama para mojarse más. El niño se detuvo por un instante para pensar ¿Cuándo fue la última vez que pensó en él? siempre pensaba en su hermano Misha, en protegerle, dejó de nadar en días soleados por Misha, se privaba de ir a una escuela normal por Misha, el cual lo molestaban mucho los otros niños, y por consiguiente ambos prefieren tener clases privadas en casa. Desde que apareció su hermano, toda su vida giraba en torno a protegerle.
—Me quedaré contigo — Dice Jacob acostándose en la grama con Tommy que sonrió ampliamente. Se permitiría un momento para él junto con ese chico que le agradaba bastante.
—¡Perfecto! el agua esta fría, si sacas la lengua puedes probarla — Explica Tommy que tenía los ojos cerrados con fuerza, mientras sacaba la lengua para beber el agua de lluvia, Jacob, solo por seguirle la corriente hizo lo mismo, pensando que jamás hubiese pensado en beber agua de lluvia, si no hubiese estado con Tommy.
***
Los gemelos y Misha corrieron hasta la mansión. Ambos con sumo cuidado entraron, y casi de puntitas subieron las escaleras para llevar a Misha hasta su habitación. Cuando llegaron, los tres niños entraron, uno de los gemelos cerró la puerta con seguro, ellos sabían que Jacob y Tommy no llegarían.
Misha se abrazó así mismo, porque después de todo si lograron mojarse, miró hacia ambos lados percatándose que Jacob no llegó antes que él.
—Mi hermano no está ¡Debo ir a buscarlo! — Exclama pretendiendo salir, pero Isaías le empuja para impedirle que se marche.
El empujón es tan fuerte que Misha cae al suelo, un detalle que a Isaac no le agradó.
— ¡Oye, ten más cuidado. Le hiciste caer! — Reprende Isaac con el ceño fruncido a Isaías que revolotea sus ojos.
—No le empujé tan fuerte, ese niño bobo es muy débil — Refunfuña cruzado de brazos.
Isaac frunce sus labios y sin más ayuda a levantar a Misha, el cual le agradece con una linda sonrisa.
—Él tiene razón, no soy muy fuerte. Estoy preocupado, mi hermanito se puede enfermar si llega a mojarse — Revela volviéndose a abrazar. Los gemelos se miran por un instante, hasta que Isaac se acerca al rubito.
—Tommy no va a dejar que se moje, ya vas a ver, ahora… deberías quitarte esa pijama mojada… — Indica Isaac viendo a Misha y luego a Isaías que sonrió a medias.
Isaías corrió para encender la luz, al hacerlo pudieron ver a Misha claramente, el niño estaba mojado de pies a cabeza, y su cabello estaba algo desastroso, el gemelo recordó el chicle que le había pegado detrás, es por eso que con cautela, se acercó para “acariciarle” mas el cabello, solamente para esconder el chicle del alcance de todos. Isaac al ver que su hermano acariciaba a Misha como si se tratara de un perrito, se acercó para hacer lo mismo, pero en sus mejillas.
Misha sonrió cerrando sus ojos, pensando que se sentía bien como esos niños le acariciaban, al parecer le querían mucho, y eso era increíble desde su punto de vista, porque en su corto periodo en la escuela, sus compañeros nunca se acercaban a él, al punto que a veces le gritaban fenómeno por su reacción alérgica al sol.
—Deberías quitarte la ropa, esa esta mojada ¡Vamos a vestirte! — Exclama Isaías separándose del grupo para rebuscar entre las gavetas, Misha le sigue guiándole hasta su ropa.
—Sí, tienen razón… ¿les prestó mi ropa? ustedes también están mojados — Propone el rubio sin dejar de buscar entre su vestimenta.
Los gemelos se miran las caras, y luego cuando ya tienen su respuesta, deciden negar con sus cabezas.
—Tu ropa no nos va a quedar, mejor todos nos quitamos las ropas y nos quedamos desnudos… — Propone Isaías con una pequeña sonrisa, su hermano Isaac después de escucharle frunce el ceño.
— Que solo él se quite la ropa Isaías… — Susurra en el oído de su hermano que asiente con su cabeza.
— ¡No te preocupes por nosotros Misha, estaremos bien! — Indica Isaac viendo que Misha les sonreía y luego asentía con su cabeza.
— ¡Ok, está bien! entonces cierren los ojos para que no me vean — Accede, y al instante los niños se cubren los ojos con sus manos, haciendo trampa porque con sus deditos entreabiertos podían ver claramente lo que sucedía.
Los gemelos observan como Misha se quitaba el pijama. Su piel era extremadamente blanca, la cual brillaba por estar mojada, Isaac pensaba que el menudo cuerpo de Misha era como el de una figura de porcelana, mientras que Isaías solo se le ocurría pellizcarlo o darle una palmada para ver que tan roja se tornaba su piel pálida.
Misha que canturreaba una cancioncita que siempre tocaba su padre en el piano, termina de vestirse, viendo que los gemelos habían cumplido su promesa, ya que al tener sus ojos cubiertos no lograron verle.
—Ya terminé, pueden quitarse las manos de la cara — Ordena, y al instante los gemelos bajan sus manos, Isaac tenía el rostro completamente ruborizado, mientras que Isaías sonreía de una manera extraña.
***
Jacob y Tommy continuaban corriendo y saltando, como si estuviesen en medio de algún ritual tribal en honor al Dios de la lluvia. Como nunca antes, Jacob se reía a carcajadas por las payasadas y travesuras que hacia Tommy, el cual no imaginó que ese niño raro fuera tan divertido.
— ¡Vamos, regresemos a la bodega y enfrentemos al fantasma! pierde quien llegue de ultimo — Propone Tommy corriendo a toda marcha de nuevo hasta la bodega donde ambos habían estado.
Jacob corre tras él, y con todas sus fuerzas le alcanza. Con respiraciones agitadas y una inclemente tormenta afuera, deciden cerrar la puerta. El pelinegro percibe la luz de la linterna, que todo el tiempo mantuvo el otro niño en el bolsillo de su abrigo empapado, sirviendo esta para derrotar a la penumbra que los envolvió minutos atrás.
Tommy se voltea iluminando a Jacob que con una mueca en su rostro, deja en claro que la luz le encandiló, pero a pesar de eso le sonrió, su cabello n***o azabache lo tenía hacia atrás y su piel lucia mas pálida, posiblemente porque sentía frio, sospechar eso le hizo preocupar un poco, porque si el niño se resfriaba, al primero que castigarían seria a él.
— ¿Tienes frio? — Pregunta Tommy sin dejar de iluminar a Jacob que fingió fortaleza, negando con su cabeza.
—Estoy bien… — Murmura con algo de vergüenza.
Tommy no cree las palabras de ese chico. Se acerca a él y le abraza, verificando que su cuerpo estaba helado. Cuando se separa de él, Jacob parece petrificado, como si su abrazo le hubiese convertido en una escultura de yeso.
— ¿Qué te pasa, Jacob? — Pregunta Tommy volviendo a abrazar al pelinegro, pensando que estaba paralizado del frio.
—Un día de estos, me vi en un programa de televisión, que para calentar el cuerpo de otra persona, debes estar unido a él, no quiero que te enfermes — Explica Tommy abrazando a Jacob que continuaba paralizado.
¿Ese niño le estaba abrazando? se sentía tan bien que no sabía cómo reaccionar exactamente. Su corazón latía con más fuerza que en días anteriores ¿le estaba dando un ataque al corazón? pensó Jacob entrando en pánico.
—Mi corazón… esta latiendo muy fuerte Tommy, creo que tengo un ataque — Informa por temor a morir ahí mismo, el castaño se aleja sujetándole por los hombros. Esta vez sí estaba en grandes problemas.
— ¡No tienes un ataque! solo debes calmarte… ven vamos a buscar un lugar donde puedas recostarte — Exclama sujetando de la mano a Jacob para guiarlo hasta un lugar donde pudiera descansar.
Ambos caminan, y Tommy con sumo cuidado ayuda a sentar a Jacob, bien podrían ir hasta donde los mayores, pero si hacia eso, posiblemente sus padres los castigarían por 100 años. Solo debía esperar hasta que Jacob se calmara ¿cierto?
—Sabes, yo antes era muy temeroso… — Comenta Tommy asumiendo que el ataque de Jacob era por miedo. — Pero mis nuevos papás me quitaron mis miedos ¿quieres saber cómo? — Agrega el castaño, Jacob se voltea mirándole, notando que sus palpitaciones habían bajado en intensidad.
—Ya me estoy sintiendo mejor, creo que solo necesitaba recostarme — Admite con una enorme sonrisa, escuchando como el niño más grande suspiraba de alivio — Aun así, quiero saber cómo tus papás te quitaron el miedo — Pregunta con mucha curiosidad.
Tommy sonríe acercándose a Jacob.
— Me besaban y abrazan cuando lloraba o me sentía extraño, mi papá Sam siempre me daba puñados de besos, aun lo hace pero ya no me gusta tanto como antes — Comenta Tommy desviando su atención a la luz de la linterna.
Jacob traga saliva y luego relame sus labios que repentinamente se tornaron secos.
—Muéstrame… quizás eso me ayude —Musita con su rostro al rojo vivo, el cual no se podía observar por la tenue oscuridad.
Tommy arquea una ceja mirándole.
—Bueno, quizá te ayude — Dice y sin más se acerca a Jacob besándole por todo su rostro, justamente como le hacía Sam.
El niño de ojos grises permite el “puñado de besos”, y no puede evitar reírse porque le hacía cosquillas, escuchar las risas de Jacob, tranquilizan a Tommy, el cual pensaba que ese remedio podía curar cualquier mal, sin saber que solo estaba empeorando al pelinegro que comenzaba a entender esos fuertes latidos en su corazón, esos que solo ocurrían cuando ese niño se acercaba demasiado a él. Tommy le hacía sentir de esa forma, él era el responsable pero ¿Por qué no le molestaba su cercanía? ¿Por qué su pulso se aceleraba si le agradaba estar con él?
—Mañana investigaré sobre eso… — Pensó Jacob cuando Tommy dejó de besarle.
—¿Te sientes mejor? —Pregunta el más grande.
Jacob simplemente asiente con su cabeza.
—Sí, gracias… — Murmura con una tímida sonrisa, acercándose un poco más hasta el niño que también hizo lo mismo, solo para calentarle.
*En la mañana siguiente*
Andrej y Misha lloraban mientras el rubio comenzó a cortarle el cabello a su hijo, ya que el enorme chicle que tenía pegado en el cabello, no se dignaba a salir de ninguna forma. Misha veía como los mechones rubios caían al suelo, y sentía como si lo estuvieran desojando, ya que él amaba su cabello largo.
Bruno y William entran abruptamente a la habitación.
— ¡Los niños no aparecen! — Exclama William con exaltación, mientras que Bruno se jalaba los cabellos, ya que tenían horas buscando a Jacob sin resultados positivos.
Andrej que ya estaba triste por tener que cortarle el cabello a su niño, comenzó a llorar sin restricciones, porque ahora su otro niño tampoco aparecía.
— ¡Seguro tu hijo tiene algo que ver en todo esto! — Exclama Bruno señalando a William que le empuja con rabia.
—¡TOMMY NO TIENE NADA QUE VER EN ESTO! —Grita y en eso los gemelos aparecen como perritos regañados, el tema se estaba volviendo muy serio, es por eso que debían confesar lo que sabían, obviando por supuesto el caso de Misha, el cual lucia irreconocible sin su cabello largo, un detalle que a Isaías le hizo sonreír entre dientes.
—Yo creo que es donde pueden estar… — Murmura Isaac mientras observa sus manos, Isaías vuelve a su posición preocupada desviando su atención hacia los mayores.
Bruno y William sujetaron a los gemelos que se sintieron intimidados en cuestión de segundos. Pero en eso apareció Sam, Nick y Mathew, los cuales se acercaron separando a los niños de los impulsivos pelinegros.
— ¿Dónde creen que pueden estar? — Pregunta Nick agachándose para ver a sus hijos, estos le miran y al instante comienzan a llorar.
— ¡No sabíamos que se iban a perder! anoche estamos jugando en las bodegas, luego mi hermano y yo nos fuimos con Misha, les dejamos solos, al rato comenzó a llover y no supimos mas de ellos —Chilla Isaac mientras señalaba a Misha, el cual se encogió de hombros cuando escuchó su nombre, y al instante comenzó a llorar mas.
—Yo quería ir por mi hermanito, pero los gemelos me dijeron que Tommy cuidaría de él — Chilla señalando a los gemelos, que comienzan a chillar mas pensando que a los niños perdidos, posiblemente se los llevó el fantasma.
— ¡En cual bodega estaban! — Exclama Nick a los gemelos que secan sus lágrimas y sorben sus narices.
—Podemos llevarles ¡Si el fantasma del viejo Víctor no se los llevó! — Gritan al unísono, mientras se abrazan para consolarse mutuamente en sus sollozos.
***
Los mayores van a toda prisa hasta la bodega que les indicaron los gemelos, y al abrir la puerta Nick enciende las luces, todos se separan para buscar, hasta que Sam los encuentra. Los niños estaban durmiendo abrazados, lucían tan tiernos que el castaño no deseó despertarles.
—¡Ya los encontré! — Grita Sam en un tono de voz no tan algo, al instante Bruno, Andrej y William corren hasta donde se encontraba Sam.
Bruno abrió sus ojos como platos, y sin más sujetó a su hijo separándole de Tommy, ambos niños se despertaron abruptamente, en especial Jacob que se vio en los brazos de su padre, que tenía el ceño fruncido viéndole.
Tommy se restregó sus ojos, y cuando terminó de despertarse tragó saliva. Se levantó con lentitud viendo que todos los mayores estaban presentes, les tenían rodeados mientras Bruno se llevaba a Jacob cargado, y William con el ceño fruncido le miraba.
— ¿Qué hacían aquí? ¡Teníamos horas buscándoles! — Exclama William haciendo estremecer a Tommy se que encogió de hombros.
—Es-estábamos jugando… — Murmura sin ver a nadie.
Sam se agacha acariciándole el cabello a su hijo. Odiaba cuando William le gritaba de esa forma.
— ¡Jacob tiene fiebre! todo es por culpa del niño horrible ese — Grita Bruno cuando siente que la frente de su hijo estaba muy caliente, Tommy cuando escuchó eso, se encogió aun mas de hombros.
Y cuando pensaba decir algo en su defensa, los gemelos aparecen abrazándole.
— ¡Pensamos que te había llevado el fantasma! nunca más jugaremos de noche, es peligroso Tommy — Chilla Isaías, mientras Isaac solo se limitaba a secarse sus lagrimas sobre el hombro de Tommy, que solo deseaba romperle las narices a ambos por soplones.
William entrecierra sus ojos por escuchar esa confesión, mientras que Sam se cubre el rostro con una de sus manos.
—¡¿Han estado escapándose en las noches para jugar?! Ahora entiendo porque te la pasas durmiendo todo el día ¡Estas castigado Thomas Hudson Foster! no vas a salir el resto de las vacaciones ¿no sabes lo preocupados que estábamos? y lo peligroso que es andar por ahí de noche, arriesgando a todos — Sentencia William señalando a Tommy que siente como sus ojos comienzan a llenarse de lagrimas, las cuales no eran necesariamente por tristeza.
—¡Nos escapábamos en las noches, para que Jacob y Misha jugaran con nosotros! él me dijo que su hermano es alérgico al sol, y no me gustaba verles todo el verano encerrados en el cuarto de piano! — Grita el niño a todo pulmón — Y anoche nos quedamos aquí, porque ese tonto niño hijo de papi tenía miedo, y no deseaba que le soltara porque su corazón latía muy fuerte — Vocifera y sin más comienza a correr, no sin antes empujar a William y a Sam para que se apartaran de su camino.
— ¡Tommy espera! — Grita Sam pretendiendo seguir al niño, pero William se lo impide sintiéndose algo mal.
—Déjalo… si le seguimos no tendrá caso, debe estar furioso. Ahora me siento mal… él solo quería que los hijos de mi hermano se divirtieran… — Murmura William con un pequeño suspiro.
Sam frunce sus labios sintiéndose preocupado por su niño.
Después de ese acontecimiento, Los niños no volvieron a jugar en las noches, Misha ahora tenía su cabello muy cortito, y constantemente se pasaba las manos sobre su cabeza, sintiéndose extraño sin su melena ahora inexistente, Jacob por otra parte ya se había recuperado del resfriado, este había investigado por internet su “dolencia”, descubriendo que según las paginas que visitó, solo indicaban que estaba enamorado de Tommy, el cual ya casi no le hablaba, a pesar de que le habían levantado su castigo. Esa indiferencia solo le causaba tristeza, puesto que ahora entendía sus sentimientos, deseaba estar con él.
En ese instante él se encontraba jugando con Misha ajedrez, hasta que cuando su hermanito le ganó, decidió ir en busca del castaño.
—Ahora regreso Misha, voy a buscar a Tommy — Revela Jacob levantándose del suelo, Misha observa a su hermano que tenia intensiones de marcharse. Él estaba al tanto de los sentimientos que sentía hacia aquel niño, puesto que ambos hermanitos eran los mejores amigos y se comentaban absolutamente todo lo que ocurría en sus vidas.
Misha le sonrió levantándose para darle ánimos.
—Buena suerte, quizás ya se le pasó la rabia, y vuelva a juntarse contigo otra vez — Asume Misha viendo como Jacob sonrió ilusionado.
—Eso espero Mish — Murmura abrazando a su hermanito que le corresponde el abrazo.
Jacob sale y el rubio se despide de él con su mano. Se sienta de nuevo en el suelo viendo que al poco rato de salir su hermano, uno de los gemelos apareció, un detalle que a Misha le extrañó bastante, porque los niños siempre estaban juntos.
Isaías entra viendo como Misha se levantaba del suelo, con un tablero de ajedrez en sus manos.
—Hola princesa. Aunque ahora con tu pelo corto pareces más un niño, pero uno feo, pálido y rarito —Admite Isaías entre otra risa que no pudo evitar dejar salir.
Misha después de escucharle, dejó de sonreír encogiéndose de hombros.
— ¿Por qué me dices eso? fue cruel… —Murmura viendo el suelo, volviéndose a pasar la mano por su cabello. Luego repentinamente, Isaías se acerca a él y le abraza.
—Solo estaba bromeando princesa, eres lindo… — Miente el niño, ya que hace poco dijo lo que pensaba.
Los gemelos quizás por lealtad a Tommy, también se habían alejado de Misha y Jacob, una separación que le había afectado mas a Isaac que a Isaías que continuaba con su clásico humor de siempre. Sin embargo no le agradaba ver como su hermano a cada instante preguntaba sobre “la princesa” y que debían juntarse con Misha, porque después de todo era divertido hacerle travesuras, Isaías que conocía a la perfección a su hermano, sabía que había “algo mas” detrás de todo ese interés, que él todavía no entendía, lo cual resumía que su hermano solamente prefería pasar más tiempo con el niño raro que con él.
Y a pesar de que él también se sentía interesado en Misha y su rareza, podía sospechar que su gusto hacia el niño era diferente al gusto extraño que Isaac sentía por él. En pocas palabras, ambos niños estaban confundidos sobre lo que ese pequeño les hacía sentir.
Isaac cuando se vio solo, comenzó a buscar a su hermano, en el camino se encontró a Jacob, y este le comentó que vio a su gemelo cerca del cuarto de piano. El niño de ojos cafés corrió hasta esa dirección encontrándose a Isaías abrazando a Misha, ver aquello le molestó tanto que al llegar, empujó a su hermano para que se alejara de Misha, y luego miró al niño rubio, este le miraba asustado por su reacción.
— ¿Por qué le empujaste? — Pregunta Misha alterado, en eso Isaías se levanta empujando a Isaac, y luego de hacer aquello se acercó a Misha, sujetó una de sus manos, y sin más le pellizcó tan fuerte que el niño chilló un poco, pretendió darle una bofetada, pero iba a ser muy evidente la marca.
El rubito sin entender las extrañas reacciones de esos gemelos, se asusta un poco pretendiendo salir de ese lugar, con sus ojos llenos de lágrimas, siente que lo sujetan por la capucha de su abrigo.
— ¡Misha espera! — Exclama Isaac regresándolo hasta su lugar, luego mira a su hermano Isaías que le miraba con el ceño fruncido.
— ¿Qué es lo que te pasa con ese rarito? —Pregunta Isaías poniéndose frente a Misha, el cual queda en el medio de los gemelos, sin saber que hacer exactamente.
—No me pasa nada, solo me gusta y ya ¿Y tú? cuando llegué le estabas abrazando — Pregunta con el ceño fruncido, Misha mas sorprendido que nunca los mira a ambos, pero cuando pensaba decir algo, guarda silencio porque uno de los gemelos comenzó a hablar.
—Creo que también me gusta, mira lo que le hice, su mano quedó súper roja, siempre quise pellizcarle para ver como se ponía su piel —Indica Isaías que sostenía la mano de Misha, le muestra “su creación” a Isaac y este no puede evitar sorprenderse.
— ¡Lo pellizcaste duro! no debiste… ahora como tú le pellizcaste, yo lo voy a besar, no me molestes — Indica Isaac apartando a su hermano para besar a Misha que intenta huir, pero sin resultados positivos siente como ese niño unió sus labios con los suyos, quiso gritar, pero fue imposible, luego el otro gemelo lo sostiene al instante que empuja a su hermano.
— ¡Si tu lo besas yo también! — Vocifera Isaías besando a Misha pero con mayor fuerza, en esta ocasión el rubio que ya lloraba con anterioridad por el pellizco a su manita, comienza a sollozar con más intensidad.
Cuando Isaías siente eso se aparta de Misha, y le limpia las lagrimas sin mucha delicadeza, e Isaac se acerca para acomodarle su ropita.
— No llores princesa, aunque no tengas tu cabello largo, sigues siendo lindo y además tus labios saben a dulce— Comenta Isaac viendo que Misha sonrió a medias.
—Es que mi mamá me echa brillo labial con sabor a cereza… apenas se nota porque es para niños, así mis labios no se resecan… — Explica Misha hipando un poco, sintiendo la necesidad de explicar aquello.
Los gemelos se miran las caras con expresiones traviesas, y luego vuelven a turnarse para besar al rubio, en esta ocasión le lamian los labios para quitarle todo ese brillo que sabia delicioso. Cuando terminan, Misha se siente mareado y extraño.
Isaac da el último besito notando que el rostro de Misha estaba muy rojo, ver eso le causó gracia, sonriendo de una manera que a Isaías no le agradó, otra vez su hermano volvía a actuar extraño.
—Yo fui quien te pegué el chicle en tu pelo, cada verano que te vea, lo haré así nunca te crecerá tu cabello princesa — Revela repentinamente Isaías, viendo como la expresión de Misha cambió completamente.
— ¿Po-por qué, si yo no te hice nada? — Pregunta sintiendo como sus ojos volvían a llenarse de lágrimas.
Isaac al ver que su hermano hizo llorar a Misha, le dio una bofetada en una de sus mejillas.
— ¡Oye! ¿Por qué me pegaste? — Pregunta sobándose su mejilla, su hermano se cruza de brazos.
—No debiste decirle. Míralo, ahora está llorando por tu culpa — Contesta Isaac, el cual por supuesto se enteró de lo que hizo su hermano un día después del incidente. Ambos se prometieron no comentarle a nadie, pero ahora Isaías sin razón alguna, había confesado su delito.