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Inocencia Despojada 3. Nueva Generación

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Tercera parte de la saga Inocencia Despojada, en esta seguimos la vida de los hijos de las antiguas parejas, los cuales la mayoría, para sorpresa de sus padres, se convirtieron en unos rebeldes sin remedio, es por esto que, "como castigo" deciden llevarlos en contra de su voluntad, a un instituto de artes en las afueras de Paris, sin ningún tipo de beneficio monetario, sin embargo, lo que parecía ser una sentencia de confinamiento para los desadaptados jóvenes, esta nueva experiencia resulta ser mas sorprendente de lo que esperaban, al punto que, situaciones inexplicables, dan inicio a lo que seria el detonante para que sus vidas cambien para siempre.

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Capitulo 1.
Los niños corrían entre los pasillos oscuros.  Intentando menguar las risas traviesas que salían por si solas de sus labios, hasta que llegaron a la puerta.  Todos de manera casi sincronizada, observaron al pequeño que traía las llaves como si fuese el gran líder.   — ¡Vamos, abre ya!  — Exclama Tommy entre pequeños saltitos.   Isaac que tenía el manojo de llaves, comienza a probar una por una para dar con la verdadera.  En el proceso Jacob y Misha se miraban entre sí, pensando que si era buena idea salir en altas horas de la noche, con esos niños que a simple vista lucían peligrosos.  Ellos por supuesto se habían frecuentado en varias ocasiones con los chicos grandes, pero ninguno de los dos se habían tomado el tiempo para conocerles verdaderamente.  Sin embargo, a pesar de que su inocente sentido común, les gritaba que estaban haciendo algo malo, sus deseos por jugar y vivir nuevas experiencias, cercenaron esas alertas, al instante que vieron al niño abrir la puerta.   Los 5 chiquillos salieron corriendo sin detenerse, en dirección al jardín que no tenia vista a las habitaciones, puesto que Tommy, el autor intelectual del plan, pensó que si sus padres les veían afuera jugando a esas horas, posiblemente los castigarían a todos, en especial a él que ya tenía la “vista puesta” por haber reprobado varias materias en la escuela.   Misha que no estaba acostumbrado a correr tanto, fue el primero en detenerse, con una respiración entrecortada reposó sus manos sobre sus rodillas intentando recuperar el aliento.   —Ya no… puedo… correr más — Reveló con su vocecita entrecortada, su hermano Jacob fue de inmediato en su ayuda.   — No corras mas — Dijo Jacob mientras le acariciaba la espalda, luego se volteó viendo a los otros tres niños, que estaban muy tranquilos mirándoles.   — ¡Reunión de emergencia, ya!  — Grita Isaías y al instante los tres se juntan en una especie de círculo, abrazándose mutuamente.   —Apenas corrimos un poco, y ya ese niño tonto se cansó… yo les dije que no era buena idea traer al rubito con nosotros, tiene cara que no juega bien soccer ni nada, y su hermano también parece bobo, seguro patea como niña — Susurra Isaías en la reunión, su hermano Isaac, al igual que él, miran con reproche a Tommy que se encoge de hombros.   —Podremos jugar otra cosa, algo que no les canse tanto —Murmura Tommy a los gemelos que se tornan pensativos.   — ¡Pero es que todos los juegos divertidos son corriendo!  —Exclama Isaías esta vez en un tono de voz más alto.   —¡Shhh, que te pueden oír! — Susurran Isaac y Tommy al unísono.   Mientras la “reunión” continua, Jacob y Misha observan como esos chicos permanecen murmurando cosas que ellos no podían escuchar ¿para qué les habían sacado de la cama? pensó el niño pelinegro con fastidio.   —Mi hermano y yo nos vamos — Aclara con su mentón en alto, sujetando la mano de Misha que parecía oponer resistencia.   —No, yo quiero jugar con ellos — Se niega con una expresión de tristeza, que a su hermano le hace dudar en su decisión.   —Pero es obvio que no quiere juntarse con nosotros… solo nos están ignorando — Admite intentando ocultar que también sentía tristeza.   En eso, los otros niños terminan su reunión encaminándose hasta los más pequeños.  Jacob y Misha se alegran al ver que estos se acercaban, sin embargo aunque sentían la misma cantidad de entusiasmo, Misha era el que más lo reflejaba con una enorme sonrisa, al contrario de Jacob que se mostraba serio.   —Vamos a jugar a los reyes del castillo, yo seré un caballero de la corte, Isaac e Isaías serán los malos que quieren conquistar el reino— Explica Tommy viendo como los gemelos le miraban con sorpresa.   — ¡Si, yo seré un mago malvado, con mis poderes los derrotaré!  — Exclama Isaías señalándose, luego su hermano le sigue dando varios saltos de emoción.   — ¡Yo seré un caballero oscuro!  — Exclama entrando rápidamente en el personaje, mientras que Jacob y Misha se miran sin saber que podrían ser.   Hasta que Tommy se acerca al niño pelinegro sujetándole la mano.   —¡Tú serás el rey de nuestro reino, y Misha será la princesa!  — Vocifera viendo como Misha detrás de él comenzaba a saltar de la alegría.   — ¡Si, si, somos los reyes del reino Jacob, somos los reyes! emm, ¡Mi primer mandato es que derrotemos al mago malvado!  — Exclama Misha señalando a uno de los gemelos, se parecían tanto, que no sabía quién era el caballero oscuro o el mago.   Jacob sonríe y también entra en el papel.   — ¡Mi reina tiene razón, caballero derrote a los malvados!  — Vocifera el niño intentando distorsionar su voz en una más grave, Tommy al instante se arrodilla frente a su “rey”.     —Como usted ordene mi rey— Dice Tommy que se levanta para comenzar a atacar a los gemelos fingiendo que se golpeaban.   — ¡Dale duro caballero, dale duro!  — Exalta Misha desde el otro lado, luego se voltea viendo hacia los arbustos y con una enorme sonrisa corre hasta ellos.   Jacob por otra parte, observa como los niños peleaban, y él como rey piensa que debe intervenir también, es por eso que con cierta timidez oculta, se une a la pelea, viendo como los chicos dejaron de pelear cuando él se acercó.  Una reacción que le provocó tanta vergüenza que no pudo evitar sonrojarse.   —Yo también quiero pelear, los reyes también pelean — Musita viendo de reojos a los niños que levantan sus hombros, como si le restaran poca importancia, y al instante permiten que el niño de ojos grises pelee con ellos.   Por otro lado, Misha se sienta en el césped y con las plantas que consiguió, comienza a hacer un par de coronas, cuando termina de hacerlas, se suelta las trenzas que siempre le hacia Andrej, dejando su cabello suelto, al instante se coloca una coronita de flores, y luego corre para entregarle la otra su hermano, que estaba muy entretenido peleando con los otros niños más grandes.   — ¡Jacob, hice coronas!  — Exclama Misha, acercándose hasta los niños que dejan de pelear para verle.   Los gemelos al instante abren sus ojos como platos, viendo como Misha corría acercándose a ellos, con esa corona y su cabello suelto lucia increíblemente hermoso, quizás demasiado para ser un niño, pensaron posiblemente al mismo tiempo.   —Princesa… — Murmuraron los gemelos de manera sincronizada, mientras que Jacob se acercó sosteniendo el adorno de flores.   —Qué bonito ¡Ahora si soy un rey de verdad! — Exclama saltando mientras su hermano reía.   —Tus mejillas están muy rojas, y tienes la cara mojada — Revela el rubio limpiando la frente y mejillas de su hermano, que también hace lo mismo.   Después de escuchar a Misha, los gemelos y Tommy comienzan a burlarse, esta vez sin ocultarlo, ya que todos pensaban que esos niños, eran realmente extraños por donde sea que los mirasen.   —Eso se llama sudor… ¿saben?  — Dice Tommy con lentitud, a lo que Misha alza ambas cejas sintiéndose sorprendido, y por otra parte su hermano Jacob frunce el ceño.   —Sé lo que es el sudor.  Tonto, es cuando el cuerpo se calienta mucho, entonces para nivelar la temperatura y refrescarme, hace que brote este liquido molesto — Explica el niño con prepotencia, sorprendiendo a los gemelos y al pequeño castaño.   —Te dije que eran raros — Murmura Isaac en el oído de su hermano que asiente con la cabeza.   Un pequeño minuto de silencio los envuelve a todos, hasta que Tommy decide cortarlo.   —¡Vamos a seguir jugando! quedamos en que el mago me lanzaba un hechizo maligno… ¡El mal nunca gana hechicero malvado, te mataré!  — Exclama Tommy, corriendo hasta el niño que también se encamina hacia él para atacar, pero luego se detiene al ver que Jacob y Misha se quedaron en sus lugares sin hacer nada.   — ¿No vienen? la princesa también puede unirse — Aclara Tommy haciendo sonreír a Misha que corre para pelear con todos.   —¡Siii! — Vocifera Misha mientras alza sus manos y Jacob detrás de él le sigue.   Los pequeños continuaron jugando hasta el amanecer, hasta que decidieron escabullirse en sus camas fingiendo que habían permanecido ahí toda la noche.   Eran aproximadamente las 11 de la mañana y Sam se sorprendió que ninguno de los niños se había despertado, hasta que observó a su hijo Tommy, que salió de la habitación arrastrando sus pies, mientras continuaba con sus ojos cerrados.   —Papi, tengo hambre — Balbucea hasta que llega a las piernas de Sam reposando su cabeza sobre ellas, un detalle que al castaño le alarmó.   — ¿Te sientes bien Tommy?  —Pregunta Sam tocándole la frente para percatarse si tenía fiebre, cuando en ese instante aparece Mathew de lo más tranquilo comiendo unas uvas.   — ¿Qué le ocurre, está enfermo o algo? luce agotado— Pregunta el pelinegro con cierto interés, Sam iba a responder, pero justo en ese momento, Tommy entra en la conversación negando con su cabeza.   —Solo quiero comer y seguir durmiendo papi.  Estoy cansado, ayer jugué mucho… — Musita el pequeño, sin mencionar en ningún instante que apenas hace un par de horas había terminado de jugar, Sam suspira y lo carga a pesar que ya a sus 10 años, pesaba bastante.   —Te llevaré a la cama, espera ahí mientras te traigo el desayuno ¿okey? — Dice sintiendo como Tommy volvía a quedarse dormido en sus brazos.   ***   Andrej despertó a los niños para darles su baño mañanero, ya habían dormido lo suficiente pensó, es por eso que sin mucho cargo de conciencia, los levantó para desvestirlos y llevarlos hasta el baño.  Misha aun con sus ojos cerrados dejaba que su mamá le desvistiera, el cual pudo notar que su pijama estaba algo sucia, un detalle que a Andrej le sorprendió bastante.    Luego cuando fue el turno de Jacob para desvestirle, presentaba el mismo caso de “pijama sucia”, pero eso no significó nada cuando observó que una rodilla del pelinegro estaba raspada, esto alarmó tanto a Andrej, que agitó un poco al niño para que se despertara por completo.   — ¡Jacobito!  ¿Qué te pasó en la rodilla? ayer no tenias ese raspón — Exclama Andrej alzando la pierna del niño para examinar mejor la herida.   Jacob se mordió su labio inferior con preocupación, no podía contarle a su mamá acerca de su fuga nocturna, es por eso que utilizó su ingenio para inventar una explicación razonable.   —Me caí… — Es lo único que puede decir, viendo como su hermano Misha le miraba con preocupación.   Andrej suspira y con una sonrisa le revuelve el cabello a Jacob.   —Si ya veo que te caíste… pero ¿en dónde? nunca te habías lastimado así ¡Tengo que buscar una curita para cubrirte ese raspón! nunca he usado una ¡Qué horror es mi primera vez!  ¿se podrá cubrir?  ¡Le preguntaré a Sam, su niño tiene cara de que ha tenido muchos raspones!— Exclama Andrej con exageración, levantándose para correr rumbo a la salida, pero luego rápidamente se regresa, porque sabe que debe bañar a los niños.   — ¡Vamos a la tina niños!  — Ordena Andrej señalando a los pequeños, que obedientemente se dirigen al baño.   El rubio ya tenía todo preparado, es por eso que ambos niños entran a la tina llena de espumas y agua tibia, para esperar que Andrej les aseara.  Si bien podían hacerlo ellos mismos, ya se habían acostumbrado a que su “madre” hiciera ese trabajo por ellos.  Sin embargo, Andrej aun estaba muy escandalizado por el raspón de Jacob, motivo por el cual no dejaba de morderse una uña con preocupación, tanta que decide salir de dudas cuanto antes.   —Niños espérenme aquí, ahora regreso — Indica Andrej corriendo hasta la salida para ir en busca de Sam.   Cuando Jacob y Misha se han quedado solos, el niño rubio comienza a enjuagarse sus bracitos, mientras que Jacob se lavaba el cabello, adelantarían un poco el trabajo de su madre.   —No le digas nada a mamá que estuvimos jugando en el jardín anoche — Ordena el pelinegro a su hermano que asiente con su cabeza.   —No le iba a decir de todas formas — Admite Misha en esta ocasión frotándose la panza.   Jacob sonríe.   —Bien ¿te gustó jugar con los piojos anoche? a mi si, eran muy divertidos… — Comenta sin dejar de sonreír.   — ¡Si, eran muy divertidos! si jugamos esta noche, me llevaré mi cobija para hacerme una capa, los reyes deben llevar una capa — Planea con ilusión.     ***   Por otra parte, los gemelos estaban muy despiertos en la sala junto con Nick y sus otros dos hermanos. Los adultos comenzaron a hablar de cosas aburridas que a los niños no les importaba demasiado, en especial Isaac que de vez en cuando veía hacia la escalera que daba a las habitaciones, un detalle que su hermano Isaías notó.   — ¿Qué tanto miras las escaleras?  — Pregunta en susurros para que Nick ni los otros mayores le escucharan.   — ¿La princesa estará durmiendo?  — Susurra Isaac al otro niño, que hace un gesto que intentaba decir que no tenía idea.   —No lo sé, supongo… ¿y si vamos a visitarle?  — Propone Isaías viendo la enorme sonrisa que se ensanchó en los labios de su hermano.   Ambos niños sin despedirse de los adultos, salieron a toda prisa hasta las escaleras, haciendo una carrera para ver quien llegaba primero.  Cuando llegaron hasta la habitación, tocaron la puerta insistentemente.   — ¡Princesa, princesa!  — Gritaban entre sus toqueteos, hasta que Jacob abrió, mostrándose bastante adormilado.   — ¿Qué quieren?  — Pregunta el niño en medio de un bostezo.   —Venimos a ver a la princesa — Dicen ambos al mismo tiempo.   —¿Cuál princesa? oh… ¿ Misha?  — Pregunta solo para corroborar sus sospechas.   Los gemelos asienten con la cabeza, Jacob al ver la respuesta afirmativa, con su cara adormilada arquea una ceja, y sin más les permite pasar.  La habitación estaba oscura, es por eso que el niño pelinegro encendió la luz, molestando a Misha que aun seguía con sus ojos cerrados entre las sabanas.    El par de niños idénticos se acercaron a la cama, viendo como Misha fruncía el ceño, porque al parecer la luz le incomodaba, Isaac al verle sonrió, pensando que lucía lindo incluso con el ceño fruncido.  Jacob por otra parte, sale de la habitación dispuesto a pedir alimento, se voltea viendo que su hermanito seguía en la cama, y luego ve a los otros dos niños.   —Buscaré a mi mamá… ahora regreso — Dice Jacob, observando a los gemelos que se voltearon y asintieron, con su clásica sincronización.    —Sí, ve con tu mamá, nosotros cuidaremos a Misha — Promete Isaac con una mínima sonrisa.   —Si… nosotros le cuidaremos —Agrega Isaías igual de sonriente, pero con un gesto un tanto diferente que su hermano.   Jacob se encoge de hombros, y luego sale de la habitación cerrando la puerta.  Cuando los gemelos se ven solos con “la princesa”, se miran riéndose de una manera más maliciosa que la anterior.  Ese niño les parecía tan delicado y bobo, que sin poder evitar, les incitaba para hacerle travesuras.  Es por eso que le despertaron haciéndole cosquillas.   Misha que ya estaba medianamente dormido, se despertó al instante entre risas, al abrir sus ojos, vio que los gemelos le hacían cosquillas, y él sin poder dejar de reírse, veía como el par de niños también sonreían.   —Ya… basta — Murmura Misha entre risas, los niños cuando le escuchan dejan de hacerle aquello.   —Ya se despertó — Murmura Isaac que era, al parecer, él más interesado en el niño rubio.   Misha sentándose en la cama, se quita una pequeña lagrimita en el ojo mirando a los gemelos de enormes ojos cafés.   —Hola ¿Vamos a jugar otra vez, ya es de noche?  — Pregunta volteándose para ver un poco tras la cortina, pero cuando se percata que el sol veraniego esta inclemente afuera, se aleja con rapidez de la ventana.   Isaías se sienta en la cama, y luego su hermano le sigue justo al otro lado del niño más pequeño.   —No, solo venimos a visitarte… ¿Eres niña o niño? porque creo que tienes nombre de niña, pareces y hablas como una… mi hermano y yo estamos confundidos — Indica Isaac que hablaba por su hermano.   Misha se torna pensativo. —Soy un niño.  No sabía que parecía una niña ¿eso es bueno o malo? —Pregunta con una mínima sonrisa.   Los gemelos se miran las caras pensando que podrían decir.   —No sé si es bueno o malo… a ver, bájate la pijama — Propone Isaías con una pequeña risita que contagia a su hermano, que no dejaba de alternar miradas entre Misha y su gemelo.   —¿Qué me baje mi pijama, para qué?  — Pregunta el rubio con curiosidad.   Los gemelos que continuaban sonriendo, se levantan de la cama, posándose frente a Misha que los miraba con extrañeza.   —Para ver si tienes lo mismo que nosotros entre las piernas ¿quieres ver el nuestro?  — Propone Isaac sin quitar su sonrisa maliciosa, Isaías sonríe de igual forma, y sin más se baja sus pantalones.   Misha al instante mira en dirección hasta el sexo del niño, y casi de manera automática se cubre los ojos, al ver que el otro niño idéntico tambien se bajó su pantaloncillo. Los gemelos volvieron a mirarse, y sin más se acercaron a Misha, quitándole sus manitas de la cara para que dejara de cubrirse, no podían evitar reírse en todo momento, ya que la situación para ellos, era demasiado graciosa.   — ¡Ahora es tu turno princesa! bájate la pijama ya nos viste nuestro pipis, ahora queremos verte el tuyo — Dicen ambos niños, y sin más le bajan la pijama a Misha que continua con sus ojos cubiertos.   El par de gemelos al instante abren sus ojos como platos, ya que estos pensaban encontrarse con un escenario diferente, pero al ver que ciertamente la princesa era un niño como ellos, se sintieron más interesados en el curioso infante.   Estos rápidamente volvieron a colocarle la pijama a Misha en su lugar, para después sentarse a su lado como si nada hubiese ocurrido. Incluso ambos le abrazaron de manera confianzuda, Misha al sentir el abrazo grupal, dejó de cubrirse sus ojos para ver al par de gemelos que estaban en ambos lados.   — ¿Estábamos jugando?  — Pregunta el niño viendo a los gemelos que vuelven a mirarse entre ellos, Isaac asiente con la cabeza, y luego su hermano le sigue afirmando de igual forma.   —Si… estábamos jugando — Miente Isaac sin dejar de sonreír. Isaías comienza a reírse levantándose de la cama una vez más, sujeta la mano de Misha y al instante le obliga a ponerse de pie.  El niño rubio sonríe pensando que quizás iban a jugar otra cosa, pero luego cuando siente como uno de los gemelos le arrastraba hasta la puerta, se alerta en cuestión de segundos haciendo resistencia.   — ¡Esperen! no puedo salir en pijama… debo cubrirme más, si salgo de esta forma, me lastimaré… mi piel es como las flores — Explica el niño con preocupación a los gemelos, el cual uno de ellos estalla en risas.   — ¿Escuchaste eso Isaac?  ¡Su piel es como las flores!  — Exclama entre otra carcajada, que no logra contagiar a su hermano que se torna más serio.   —¿El sol te hace mal? creo que Tommy nos dijo algo así ¿ya se te olvidó Isaías? — Pregunta el niño pelinegro a su hermano que hace una mueca en su rostro.   —Ah cierto… entonces vístete, nosotros esperaremos ¿Cierto?  — Propone el chiquillo dándole un codazo a su hermano que asiente rápidamente con la cabeza.   —Sí, nosotros esperamos… vístete — Asiente Isaac viendo a Misha que rápidamente iba hasta su equipaje para buscar su ropa.  Se sentía muy feliz por tener amigos, mientras los gemelos no le quitaban la vista de encima, él se ponía sus guantes, un abrigo, unas medias largas encima de un pantalón, un gorro entre otros accesorios que le hicieron subir un par de kilos, desde el punto de vista de los gemelos.   Luego cuando pensaban que ya estaba listo, Misha buscó una crema y se la untó en la cara, algo que a Isaac e Isaías les dio curiosidad. Al instante que el niño rubio ya estaba listo para salir, les miró con una sonrisa.   —Ya estoy listo.  Mi mamá me viste mejor, pero lo importante es que ya puedo jugar dentro de la casa con ustedes— Comenta sin dejar de sonreír.  Isaías intenta en lo posible por aguantarse una carcajada.   —Es tan rarito, míralo — Murmura en el oído de su hermano que no parecía tener tanto sentido del humor.   —No sé… — Musita Isaac sin dejar de ver a Misha, con una mezcla de pena por su condición y otro sentimiento extraño que él no supo descifrar.   ***   Jacob que ya tenía su estomago lleno, iba de regreso a su habitación con un sándwich de pollo en sus manos para su hermanito, cuando en eso pasa por una de las habitaciones, la puerta estaba abierta y observa a Tommy acostado en la cama. El de ojitos grises mira hacia ambos lados, y con cierta timidez entra a la habitación.   Casi de forma automática cierra la puerta después de entrar, y luego se queda observando atentamente a Tommy. El niño estaba desparramado en la cama, con las piernas abiertas y las manos extendidas, la almohada que debía estar bajo su cabeza, se encontraba bajo una de sus piernas, mientras que la sabana que debía cubrirle, estaba tirada en el suelo.     Jacob que no pudo soportar tanto desorden, dejó el plato de comida en la mesita de noche, para poder acomodar a Tommy correctamente. Con cierto temor, empezó a cerrarle las piernas, bajarle los brazos y cerrarle la boca, pensando que estaba haciendo una buena acción.    Cuando emprendió la dura tarea de quitarle la almohada debajo de su pierna, Tommy comenzó a moverse, Jacob retrocedió dos pasos, dispuesto a huir de la escena, pero el niño castaño abrió sus ojos con lentitud, y casi como si estuviese poseído, le lanzó la almohada directo a su cara.  Jacob no sabía que a Tommy no le gustaba que le interrumpieran el sueño abruptamente.   — ¿Qué haces aquí?  — Pregunta Tommy con su rostro adormilado, pero con el ceño fruncido.   Jacob que todavía no se recuperaba del almohadazo, no sabe que decir exactamente, es por eso que carraspea su garganta mientras piensa lo más indicado para responder.   —Solo pasaba por aquí… —Musita con vergüenza, pero luego intenta mostrarse soberbio —¡No debiste lanzarme esa almohada, fue muy descortés de tu parte! — Agrega el niño que se sintió algo ultrajado por aquel violento trato.   Tommy que aun tenía el ceño fruncido, revoloteó sus ojos, y en eso observó el sándwich de pollo que estaba en la mesita.   — ¿Te vas a comer eso?  — Pregunta señalando la comida con sus ojos, Jacob frunce sus labios.   —No pero yo… —Pretendía decir hasta que Tommy le interrumpe.   —Perfecto, entonces me lo comeré — Dice sentándose rápidamente y sin más, da el primer mordisco.   —…  Se lo llevaba a Misha — Termina de decir Jacob lo que no pudo explicar, viendo como ese chico cambió rápidamente de humor mientras comía.   Tommy miró de pies a cabeza a Jacob, sin dejar de masticar el sándwich, se preguntaba porque ese niño estaba en su habitación despertándole ¿quería jugar quizás? pensó.   —No te quedes ahí parado, siéntate aquí — Pide Tommy que no le agradaba ver al pelinegro frente a él, ya que era algo incomodo.   Jacob sin poder evitarlo se sonroja, y sin más va a sentarse a su lado.  Cuando se encuentra al lado de Tommy, comienza a mirar hacia todas las direcciones, escuchando como el castaño se devoraba el sándwich, hasta que decidió ver por encima de su hombro a Tommy, su cabello castaño estaba despeinado por haberse acabado de levantar, luego descendió lentamente su atención hasta su rostro, que en ese instante solo podía detallar su perfil.  Lo que más le llamó la atención a Jacob, fue la piel color canela del castaño, le parecía esplendida y saludable, luego desvió su atención hasta sus brazos delgados, notando que tenía una pequeña cicatriz que le llamó bastante la atención.   —¿Qué te pasó ahí?  — Pregunta con cierta vergüenza.   Tommy se voltea viendo en dirección a donde señalaba Jacob, traga su trozo de comida y sin más decide responder.   —Oh, eso fue cuando me fracturé el brazo, el hueso salió por ahí, fue bastante impresionante. Ni siquiera lloré, pero mi papá Sam casi se muere — Explica Tommy con suma tranquilidad, mientras Jacob abría sus ojos con una expresión aterrorizada.   —¿¡Se te salió el hueso?!  Debió ser horrible — Exclama sin ocultar su espanto.   Tommy se encoge de hombros comiendo el último pedazo de sándwich.   —Más o menos, pero el lado positivo fue que no hice tareas en un mes, tenía la excusa perfecta para no escribir, y mi papá Sam me hacia las tareas… fueron tiempos buenos — Explica Tommy con una pequeña sonrisa, al parecer recordando aquellos días.   Jacob hace una expresión dubitativa en su rostro después de escucharle.   —Yo jamás me he partido un hueso, espero que nunca me suceda, porque a diferencia de ti, si me gusta hacer tareas, y mi papá me ayuda, pero tampoco me hace todo así como el tuyo — Explica de forma espontanea, viendo que Tommy le miraba con una mueca extraña.   —Oh, okey… —Indica Tommy con aburrimiento, volteándose para ver a Jacob, el cual le miraba atentamente.   El niño castaño sin medir consecuencias, se acerca hasta quedar a escasos centímetros del rostro de Jacob, que abre sus ojos a más no poder por la inusual violación a su espacio personal, Tommy inspecciona atentamente el rostro del otro niño, y luego se aleja sonriendo.   —Tus ojos parecen canicas grises.  Supongo que es genial… tener ojos como canicas, te lo digo porque me hiciste recordar unas que tuve, que un tonto de la escuela me las robó, le hice pagar con puños por habérmelas robado… al final nunca me las dio.  Mis papás no saben que sigo rompiendo narices.  He aprendido como amenazar a los niños así no me acusan con los grandes y nunca me pasa nada —Admite levantando sus hombros mientras se chupa los dedos sucios de pollo.   Jacob se sonroja a más no poder y al instante baja su mirada a sus manos ¿eso fue una especie de alago? pensó, obviando la historia que giraban en torno a las canicas   — Tus ojos también tienen un color lindo… — Murmura Jacob mientras sonríe sin dejar de ver sus manos.   —Ah, gracias… — Agradece Tommy entre dientes, pensando que se sentía obligado a dar las gracias.  Luego se rasca la cabeza y sin más se levanta de la cama, ya que ese niño le había espantado el sueño, no tenía razón continuar ahí.   — ¿Te quedas? voy a ver que hicieron de almorzar… — Dice cuando ya se encuentra en la puerta, Jacob entrecierra sus ojos.   —¿Pero si acabas de comer un sándwich de pollo?  — Pregunta con duda.   Tommy arquea una ceja.   —Sí, pero eso no es almuerzo ¿Te quedas o no? — Insiste observando a Jacob, el cual se levanta de la cama asintiendo con su cabeza.   Cuando se coloca al lado de Tommy, vuelve a sonrojarse pensando que ese niño le parecía amable y le hacía sentir otra cosa que no sabía cómo explicar, lo único que si podía asegurar a ojos cerrados era que le agradaba estar con él, aunque su corazón latiera de forma extraña. 

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