El frío de noche 2parte

1171 Words
El frío de la noche Capitulo I (parte 2)         Me acerco al siguiente sujeto y este colgaba de pie y de uno solo porque le faltaba uno, y ese pie estaba dentro de su boca, algo extraño, porque tendría su pie cercenado en su boca. Estaba tan cubierto de sangre que no podía distinguir sus rostros, algo muy extraño. De él sujeto se desprendía un fuerte olor a alcohol y tenía una botella de ron dentro del ombligo, sin tener el estómago abierto como el anterior sujeto.         No logré reconocer al sujeto que colgaba de un pie, pero por alguna extraña razón su contextura física me recordaba a la de mi amigo de borracheras, el gordo Barney un maldito alcohólico que no trabajaba, pero siempre tenía para el trago, no sé cómo lo hacía, pero lo lograba.         El siguiente sujeto no tenía ninguna de sus extremidades, habían sido arrancadas y su cabeza tampoco estaba solo su tórax completamente rasguñado y cortado con finas cortaduras casi que quirúrgicas, algo que me dejó muy extrañado era q sus genitales estaban cortados y cocidos al pecho, muy desagradable eso. Era muy joven ese sujeto, de unos 15 a 18 años y muy flaco casi que desnutrido y con una tez de piel pálida, no sabía realmente quien habría sido ese chico, me preguntaba que habría ese chico para llegar a ese lugar y a ser asesinado de esa manera tan macabra.         Ya me encontraba asqueado de ver cuerpos en ese estado, y me dispuse a seguir por el pasillo para averiguar a donde me llevarían esas catacumbas.         De forma repentina entre ese charco de sangre vi una cadena, muy parecida a la que siempre cargaba Alice, me agaché como pude y la tomé en mi mano y en la parte de atrás donde estaba una inscripción, decía “para mi amada Alice”. Sentí que mis latidos se pararon por un instante, una sensación de angustia recorrió todo mi cuerpo. Volteé a ver a la mujer que estaba allí aunque no quise ver, pero en ese mismo instante me di cuenta que la mujer que estaba colgada allí era mi amada Alice, me desplome en el piso, mi dolores desaparecieron en ese momento, me encontré gritando y sufriendo por ella, no podía creer que mi Alice yacía muerta y con su vestido, con el que la última vez la vi, un vestido azul cielo y el delantal que siempre usaba para hacer los quehaceres del hogar, estaba bañada en sangre con ambas piernas abiertas de tal manera que sus genitales estaban desgarrados y la matriz colgaba de entre sus piernas, su boca estaba cortada de oreja a oreja y su mandíbula colgaba hasta el cuello, sus senos estaban cortados y cocidos a sus manos, sus ojos colgaban de la cuenca, aquella escena me hice llorar sin consuelo alguno, estaba devastado en el piso, y maldecía al aire y a todo, arrepentido y con el alma hecha pedazos, quería morir en ese momento, pensé en acabar con mi vida en ese momento, pero una sensación de odio y rencor me abrumó y quería encontrar al desgraciado que había hecho esto, lo encontraría y lo haría pagar.         Con la adrenalina por todo mi organismo, me levanté, y en mi pierna y mi brazo ya el dolor me era imperceptible, y con lágrimas en los ojos y su sangre en mi mano iba en caza del hijo de puta que habría hecho esto.         Antes de irme observé nuevamente al segundo sujeto que estaba allí y con mucha cautela, limpié su rostro de la sangre que le cubría y caí sentado en el suelo al ver que ese era mi amigo Barney, el que había hecho estos asesinatos, quería hacerme sufrir y esto ya era personal, me vengaría por ellos, así que me puse de pie y camine por el pasillo de las catacumbas y un olor putrefacto casi me imposibilita respirar.         Escuché como que si unas cadenas eran arrastradas por el suelo y una reja estaba en el final del pasillo estaba abierta, como si la habrían forzado para abrirla y la palanca con que aparentemente lo habían hecho estaba en el piso, la recogí y me iría a todas por quién fuese el asesino de mi amada Alice, la reja rechinaba y ese sonido era escalofriante, había una especie de camilla de hospital y con aparatos que se hayan en un recinto hospitalario.         La camilla tenía correas y esposas a las barandillas, una bandeja de muchos medicamentos, pareciera que aquí había torturado a mi Alice, me llenaba de más irá al ver esos aparatos y aun titilaban, agobiándome al escucharlos.         El lugar se tornó pesado y me sentía muy desesperado al estar allí, de repente me vi rodeado de las sombras que habían aparecido antes, está vez mi odio y era tal que me encare con esas sombras, me le acerque a una envistiéndola y alcé la palanca que llevaba en mi mano y la impacte, la sombra simplemente desapareció, tomé más valor aún, me dirigía las demás. Mientras golpeaba una, otra me lanzaba rasguños por la espalda, como podía me daba vuelta y la hacía desaparecer. Así fue hasta con la última que desapareció al igual que las otras al darle con la palanca.         Escuché pasos que provenían de donde yo había llegado y esperaba sosteniendo muy fuerte la palanca para atacar de ser necesario, y volví a escuchar las cadenas siendo arrastradas por el suelo, cuando logré distinguir que cosa era, me di cuenta que el mismísimo demonio se acercaba hacia mí, empecé a temblar, por un instante pensé en huir pero ya no tenía nada que perder, y así que iba a pelear o morir en la pelea, mi miedo se disipó y mis ojos se enfocaron directamente al demonio de por lo menos 3 metros de alto, pero mi ira era incontrolable, mataría a ese ser o por lo menos lo intentaría, esperando lo peor me abalancé hacia el demonio y este ser con solo una mano me tiro y caí en la camilla que estaba allí, me levanté y esta vez iba a por los pies para derribarlo, con mucha astucia logre darle en una pierna y el demonio tambaleó pero no calló, debía seguir intentando hasta que lo viera en el suelo, volví a atacar pero esta vez el demonio logró agarrar la palanca y la botó lejos de mí, retrocedí —sabía que sin la palanca iba a ser inútil—. Agarré la bandeja donde estaba los medicamentos y la lancé sobre el demonio, simplemente chocó con él y cayó la bandeja al suelo.         Haría mi último intento y me abalancé con mi cuerpo y luchar con lo que quedase de mis fuerzas, el demonio de un golpe mortal, me dejó muy mal y ya casi cerrando mis ojos, el demonio se acercó y me dijo al oído: “No queremos que te afecte el frío de la noche” después de eso mis ojos se cerraron.
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