Mientras gruñía y conducía hacia Addison, Kaitlyn y yo nos miramos fijamente. Sonrió deliciosamente, completamente absorta en el momento, y aun así, al mismo tiempo, diciéndome que esta venganza era muy dulce. No le llevaría la contraria. El coño de Addison era tan dulce, tan suave, que sentía que podría follarlo eternamente. Sin embargo, por donde íbamos, alguien se rompería pronto. Temblando y gimiendo contra el coño de Kaitlyn, Addison se rompió primero con otro orgasmo efusivo, desplomándose en el banco, con sus pechos sobresaliendo de forma impresionante. Kaitlyn no se quedó atrás, enterrando los dedos en el pelo de Addison. "¡SÍ, SÍ, PUTA REINA DEL BIENVENIDA, AHÍ MISMO, JODIDA, JODIDAAAAAAAAAAAAAA!" Kaitlyn se resistió y gritó, forzando la cara de Addison a meterse más profundame

