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1636 Words
¿Cómo pudiste? Punto De Vista de Sabrina El despertador suena y me doy la vuelta para besar a mi esposo en la mañana, pero no está ahí. Me siento y él sale del baño, ya vestido con su uniforme. — ¿Por qué estás levantado tan temprano? Pensé que tu turno no empezaba por otra hora —le digo. —Sabrina, si estoy vestido y despierto, significa que tengo que ir a trabajar —me responde. Salgo de la cama y paso junto a él. No necesito su actitud a estas horas de la mañana. Él agarra mi brazo y dice: —Lo siento, cariño, es solo que odio que me llamen cuando les apetece. Me río y le respondo: —Lo entiendo, sabes que el hospital cree que les pertenezco —Greg es un oficial de policía en nuestro pueblo y yo soy enfermera. Lo abrazo y él me besa antes de irse de nuestra habitación. Una vez que me ducho y me pongo la bata, subo corriendo para despertar a nuestra hija de tres años, Gabrielle. —Gabby, es hora de levantarse, mamá tiene que ir al hospital —Ella sonríe y la levanto, llevándola al baño para su rutina habitual. Quiere usar un lindo vestido azul y le pongo lazos a juego en su cabello. Come su avena y la llevo apresuradamente al cuidado de niños antes de que comience mi turno. Ficho con cinco minutos de sobra y mi día loco comienza. Es un paciente tras otro cuando eres enfermera, especialmente cuando trabajas en el único hospital del pueblo. —Sabrina, ¿puedes atender al paciente en la habitación número cuatro? —me dice Tracey. — ¿Por qué, Tracey, qué le pasa a este paciente que no quieres atenderlo tú? —le pregunto. —Es mi ex, ¿puedes ayudarme? Se supone que eres mi mejor amiga —me responde. —Lo atenderé, pero me deberás un favor porque sabes que lo odio —le digo. —De acuerdo, te debo un favor —accede. Cojo la carpeta y entro en la habitación cuatro para lidiar con ese idiota. Entro y él me sonríe. —Hola John, ¿qué te trae hoy a la sala de emergencias? —Sabrina, estaba esperando ver a Tracey, pero tú eres aún mejor —me dice. Pongo mis manos en las caderas. —John, esto no es una visita social, solo dime cuál es tu maldito problema. —Siempre me gustó lo peleadora que eras, lástima que ese maldito policía te embarazara —Eso es todo, John. Espero que no tengas un problema por el cual te mueras, porque estás jodido si esperas mi ayuda —Me doy la vuelta para irme, pero sus palabras me detienen en seco. —Eres una perra, por eso tu esposo disfruta la compañía de otras mujeres —dice. Respiro profundamente antes de salir de la habitación. No le daré la satisfacción de una reacción. Cuando llego al pasillo, siento calor en todo mi cuerpo. Ni siquiera sé por qué me estoy preocupando por lo que dice ese idiota. Greg nunca haría algo así. Me propuso matrimonio antes de que supiéramos que estaba embarazada. No, no permitiré que esta mierda de persona ponga dudas en mi mente sobre mi esposo. Empiezo a caminar por el pasillo y me encuentro con Willow. —Sabrina, ¿estás bien? Pareces haber visto un fantasma —me pregunta. —No, estoy bien. Solo no desayuné esta mañana —le respondo. Willow es una doctora que está haciendo prácticas aquí antes de empezar su verdadero trabajo en algún hospital privado de lujo. —Creo que me estás mintiendo, pero no insistiré si no quieres contármelo —dice. —Aprecio eso, pero de verdad, no es nada. —Vamos a salir a tomar algo más tarde y esperábamos que pudieras venir, Sabrina —me dice Willow. —Me encantaría, pero con Gabby es difícil salir —respondo—. Me gusta cenar con Greg también después de que trabaja todo el día. —Ok, no hay problema, tal vez la próxima vez —dice ella mientras se aleja. Yo vuelvo a atender paciente tras paciente. Cuando son las tres y media, ficho y voy a recoger a Gabby del cuidado de niños. Regresamos a casa y empiezo a hacer la cena mientras ella juega con sus muñecas. Cuando me doy cuenta de que son las cinco y Greg aún no ha llegado, cojo mi celular para llamarlo. La llamada va directamente al buzón de voz. —Greg, solo llamaba para ver por qué aún no has llegado a casa. Llámame cuando recibas este mensaje —cuelgo y le envío el mismo mensaje por texto. Subo con Gabby y empiezo a darle un baño. Casi son las seis y escucho la puerta abrirse abajo. Respiro profundamente, tratando de no dejarme afectar por las palabras que ese idiota dijo antes de empezar nuestra conversación. Unos minutos después, Greg aparece en la puerta. —Perdón por llegar tarde, cariño, fue un día muy largo. Tenía tanto papeleo por terminar que sentí que me ahogaba —me dice. Yo me quedo en silencio, no pelearé delante de nuestra hija. —Hola, princesa, te extrañé hoy —dice él arrodillándose a mi lado y pasando la mano por el cabello mojado de nuestra hija. Termino su baño en silencio y la llevo a su habitación para ponerle su pijama de princesa. Greg se va a duchar y me alegra que no se una a nosotros para la rutina de dormir. Quiero concentrarme en pasar este tiempo con mi niñita. La arropo y le leo su libro favorito antes de besarle la frente. Enciendo su luz de noche y le echo un último vistazo antes de salir de la habitación. Voy abajo al baño de invitados y cierro la puerta. Sé que estoy actuando de forma infantil en este momento, pero necesito espacio para no decir algo de lo que me arrepentiré. Una vez termino en la ducha, voy a la cocina para limpiar. El teléfono de Greg está sobre la mesa y en nuestros tres años de matrimonio nunca había querido revisar su teléfono, hasta ahora. Dudo en mi mente, luchando conmigo misma, pero mi necesidad de saber gana. Cojo su teléfono y pongo su contraseña normal, que es mi cumpleaños. La contraseña es incorrecta. Cambió su maldita contraseña. ¿Por qué necesitaría cambiar su contraseña? Considero varias posibilidades en mi cabeza y decido intentar con el cumpleaños de nuestra hija. La pantalla se ilumina y mi corazón se hunde. Mensaje tras mensaje de una chica llamada Megan. No son mensajes inocentes como: “¿cómo estás?”, son mensajes como: “Me encanta cuando me coges duro como lo hiciste esta noche”, “¿Cuándo puedes escaparte de la aburrida puta y volver a encontrarme?”. Siento que no puedo respirar. Ese desgraciado del hospital tenía razón. Me inclino hacia adelante, agarrando la mesa para intentar recuperar el aliento. El hombre que pensaba que conocía es un tramposo y yo era una completa ignorante. Saco mi teléfono de mi bolsillo con manos temblorosas y le mando un mensaje a Tracy para que venga a recoger a Gabby. Ella no hace preguntas y la quiero por eso. Subo corriendo las escaleras, meto algunas cosas en una bolsa y levanto a mi hija en mis brazos. Bajo las escaleras y salgo rápidamente hacia afuera. Tracey se acerca en su auto y meto a Gabby en su coche. Cierro la puerta y Tracey baja la ventanilla. — ¿Qué demonios está pasando, Sabrina? —Solo lleva a Gabby a tu casa, estaré allí en seguida. Ella se marcha y me vuelvo hacia una casa que amo, con recuerdos de una familia que era una mentira. Una familia que construí con un hombre que prometió amarme ante Dios y nuestras familias, pero me traicionó de la peor manera posible. Me siento tan estúpida y herida en este momento. Respiro profundamente antes de entrar de nuevo. Una vez adentro, Greg baja las escaleras. — ¿Por qué estabas afuera, cariño, y dónde está Gabby? —Gabby pasará la noche con Tracey para que tú y yo podamos hablar sobre el divorcio. Parece que acabo de abofetearlo. —Divorcio, ¿de qué demonios estás hablando, Sabrina? —dice mientras se acerca a mí. —No nos vamos a divorciar. —No puedes estar hablando en serio solo porque he llegado tarde un par de veces. —No te acerques a mí ni me toques. —Eres un mentiroso y un tramposo. Camino hacia la cocina mientras él me sigue. —Sabrina, háblame, ¿qué demonios te pasa?, estás hablando locuras. Cojo el teléfono de la mesa y se lo muestro. Ahora él parece haber visto un fantasma. — ¿Por qué demonios estabas revisando mi teléfono? —Eso es lo que obtengo después de mostrarte esto. ¿Te atreves a estar molesto porque revisé tu teléfono? —Sabrina, escúchame, puedo explicarlo todo. — ¿Puedes explicar cómo te acostaste duro con Megan? Porque soy toda oídos. Hay silencio y quiero golpearlo pero estoy demasiado herida como para siquiera mirarlo en este momento. —Eso es lo que pensé. Espero que tú y Megan sean muy felices juntos. Lo empujo y subo a la habitación que hemos compartido durante los últimos tres años. Mirar la cama y pensar en todas las veces que me folló después de estar follando a otra persona me dan ganas de vomitar. Él entra cerrando la puerta detrás de él. —Sabrina, podemos arreglar esto, no te vayas. —No podemos arreglar nada porque yo no lo rompí, tú lo hiciste. A menos que puedas retroceder en el tiempo y nunca engañarme, esto no tiene solución.
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