Para Norberto Vargas, ser un reconocido modelo gran canario, tan solo era el resultado de haber trabajado con muchas firmas de fama internacional, pero de igual manera, no se consideraba famoso. No era de esos personajes públicos perseguidos por paparazis, ni solía ser llamado para entrevistas en televisión. Aun así, se sentía de lo más realizado, era como haber llegado a una cima por la que había dejado tanto atrás.
La bella ciudad de París era la cuna que le había visto crecer hasta lo que ahora era, siempre acompañado de su hermano mayor, el cual, con su trabajo de fotógrafo, le había ayudado a abrirse paso en el mundo de la moda hacía ya tantos años.
El camino no había sido fácil, ese mundo no era fácil.
Su hermano Alejandro, no sólo le impulsó en su carrera profesional, además lograría que, por su juventud e inexperiencia, no se viera influenciado por el lado oscuro de la fama. Fiestas, chicas y excesos, era lo habitual en ese nuevo mundo, pero él había superado lo más difícil, mantener su profesionalidad apartada de su vida privada.
Por supuesto, no estaba exento de cometer errores, sobre todo en cuanto a lo relacionado con relaciones románticas. En París había conocido a muchas mujeres hermosas y había tenido aventurillas con muchas de ellas. No es que se sintiera orgulloso de verlo así, pero ellas solo le habían dejado la sensación de vacío que solo puedes notar en una relación sin amor.
Tras los infructuosos intentos, llegaba a pensar que su mente y su corazón habían olvidado cómo enamorarse de nuevo. En el pasado, había huido del amor voluntariamente, sin dudarlo, sin ni siquiera mirar atrás, echando todo por tierra. Ahora dudaba que mereciera enamorarse una vez más.
El trabajo, las promociones, las fiestas, los amigos... todo ello había logrado llenar parte de ese vacío. Pero nada duraba para siempre y tanto Norberto como su vida, cambiarían pronto. Todavía sin saber si sería permanente o temporal, la vuelta a casa era inminente, y el modelo se sentía esperanzado.
Revisando como cada día sus incontables correos, le sorprendió ver un mail de su mejor amigo de la infancia, Ricardo. Habían pasado muchos años, pero sentía que su amistad había sido infranqueable al tiempo. Abrió con curiosidad el archivo adjunto sorprendido de lo que leía, una invitación para una fiesta de antiguos alumnos.
La idea le hizo sonreír, a sabiendas que todo había sido organizado por la dedicada señorita Puri. Aunque, no solo eso acudió a su mente, pensó en si esa inesperada invitación sería una señal de que realmente era hora de regresar a casa.
Su día se había convertido en una cuna de expectativas, así que no dudó en pedir detalles, contestando a ese mail con una llamada telefónica de larga distancia.
— ¿Ricardo? ¿Cómo estas, amigo?
— ¡Hola muchacho! —contestó Ricardo con su natural acento canario — ¡Cuánto tiempo! ¿no? que conste que te he reconocido por ese acento extraño que tienes ahora.
Los amigos alargaron la llamada entre bromas y anécdotas, rieron recordando los años pasados y se pudieron al día sobre la actualidad de sus vidas.
—Por cierto, ¿recibiste la invitación que te envié?
—Sí, justo la estaba leyendo ¿A qué se debe esta reunión de antiguos alumnos?
—Pues no lo sé, creo que la señora Puri se nos hace mayor —rieron a la vez.
—Pues será, la verdad es que no es nada habitual hacer ese tipo de fiestas en nuestro pequeño pueblo, ¿no crees? se va a armar gorda.
Ricardo aceptó de buen grado imaginando las habladurías.
— ¿Y de verdad crees que alguien se lo tomará en serio? Digo, ¿no estamos todos ya muy mayorcitos para este tipo de reuniones?
— ¿Mayores? Pero, ¿qué dices muchacho? estamos en nuestro mejor momento —bromeó Ricardo —. Además, estoy deseando ver cómo han cambiado nuestros antiguos compañeros, ¿acaso tú no? Porque supongo que no te lo vas a perder...
— ¡Pues claro que no! —exclamó —. Pero, tú verás a menudo a los compañeros del pueblo, supongo.
— ¡Qué va! Sí que me he cruzado con alguno, pero no sé nada de sus vidas. Mi rutina es dormir y trabajar y más desde que estoy en el grupo de investigación policial. Por cierto, ¿qué tal llevas eso de ser un “supermodelo” internacional?
La charla no duró mucho más, y no logró aclarar las dudas de Norberto. Este sabía que probablemente no le harían un gran recibimiento en su pueblo natal, debido, sobre todo, a su improvista mudanza nada más finalizar la secundaria. Era la peor de las consecuencias de vivir en un pueblo pequeño, estos hechos no solían pasar desapercibidos.
En su interior, vio la imagen de la persona que más ansiaba ver, o al menos, los pequeños retazos de recuerdos que podía recuperar de su memoria ¿Qué podía esperar de su reencuentro? Estaba inseguro al respecto, y nunca había sido capaz de sonsacarle información a su amigo Ricardo sobre ella. ¿Seguiría viviendo en el pueblo? ¿Estaría casada? ¿Tendría ya una familia propia?
Nada de ello tenía respuesta aun, pero Norberto se consolaba en pensar que pronto sus preguntas obtendrían respuestas.
*****
Alejandro Vargas, no se había hecho la idea de tener que regresar por una temporada a su pequeño pueblo, ese que tan tedioso se le tornaba. Quería, en parte, ser positivo y creer que en esa breve retirada, Norberto finalmente se convencería de lo que realmente merecía la pena obtener, tras tanto tiempo alejados de su familia.
Años atrás, él había apostado todo por el futuro de su hermano pequeño, que con tan solo diecisiete años iba a enfrentarse a un mundo lleno de numerosas dificultades y algún que otro tiburón hambriento, siendo una de sus tareas el ejercer no solo de hermano mayor, sino de mentor profesional.
Y ahora, que todo les iba de perlas, viendo y disfrutando de los beneficios que tanto esfuerzo les daba, su hermanito tenía la pataleta infantil de regresar a casa por navidad. Que como spot publicitario estaba muy bien, pero que en realidad y a la larga, podría salirles muy caro.
Pero, ya estaba decidido, pues por mucho que discutiera con Norberto, no había conseguido hacerle cambiar de parecer. A cabezota no le ganaba nadie.
Pero él, que no era poco obstinado, tenía claro una cosa, costara lo que costara, no dejaría que su hermano acabara con su carrera.