Adicto A Mi Sumisa

Podría iniciar esta historia contando que tuve una niñez maravillosa con unos padres completamente amoroso, que me dieron todo lo que siempre quise, pero se que estaría mintiendo por que no lo recuerdo, solo se que nací en la capital de Londres un 7 de Octubre y se que tuve un accidente donde fallecieron mis padres, de ellos solo tengo un vago recuerdo mi madre tenía el cabello largo, un color castaño claro y mi papá una ligera barba. Pero no recuerdo más, a causa del accidente me golpee la cabeza, lo último que supe de ese día fue que en la tarde estaba en emergencias y al finalizar esa semana ya estaba en este orfanato, Y se que el accidentes sucedió hace doce años, doce años que he esperado ser adoptada, pero para ser sincera, ya hace años que perdí la esperanza de tener una familia. Me llamo Evangeline, Evangeline Lowen, y esta es mi historia. A C T U A L I D A D La alarma empezó a sonar, con pereza apague aquel aparato que osaba interrumpir mis sueños, tomándome un minuto dónde me estire un poco y con pereza viendo el reloj digital que marcaba las 6 a.m, voltee a ver a mi compañera de habitación quien se levantaba y me miraba aún adormilada. - Ve de una vez a la ducha, si voy yo sabes que tardaré mucho y llegarás tarde a clases – dijo mientras lo último lo decía mientras bostezaba. Miraba a Carolina, tomándole la palabra me puse de pie y comencé a caminar hacia el baño, no sin antes tomar mis objetos de ducha, shampoo, toalla, pasta, cepillo de dientes, cepillo para cabello, desodorante, etc. Y mi conjunto de ropa interior y mi uniforme una falda gris y una camiseta blanca. Siempre me tardaba un máximo de diez minutos, al salir enseguida entraba Carolina, rápido me puse mis calcetas y zapatos, me hice una coleta alta y tome mi mochila y algunos libros camine hacia la puerta y abrí rápidamente me dirigí a la alá sur donde eran las clases. Entre a mi salón y me coloque en mi asiento, el primera banca a la entrada del salón, tome una libreta y continúe con la tarea que había dejado inconclusa. - Evangeline… Evangeline… - alce la mirada y era la madre Teresa, dejé de lado mi lápiz. - Buenos días, Madre Teresa – dije mientras me podía de pie. - Buenos días, mi niña, antes del receso necesito tu ayuda con la entrega de almuerzos. Siempre ayudaba a la Madre Teresa con la entrega de alimentos, por ello siempre dejaba mis tareas listas para la maestra de biología, quien siempre después de clases me dejaba los escritos del día con Carolina para hacer mis siguientes tareas. - Claro, una pregunta, Madre Teresa solo ¿seremos usted, Jennie y yo? – pregunté algo tímida. - No, mi niña hoy también me ayudarán otras dos chicas aparte de ustedes dos, bueno te dejo terminar tus deberes – dicho eso solo salió del salón y yo continúe con la tarea. Las primeras tres clases de pasaron rápido, dejé sobre la banda mi libreta de biología y mi libro, tome mi mochila y salí antes de que entrara la maestra, camine rápido hacía la cocina, dejando mi mochila a la entrada de esta misma. Vi a mi alrededor, vi a la Madre Teresa y la Madre Charlotte, junto con Jennie, y unas chicas que pertenecían a un curso más avanzado que el mío, todas ya estaban comenzando con la preparación de los alimentos. - Buenos días, perdón por el retrasó – dije mientras me ponía el delantal y caminaba hacia la tabla donde se decía que era lo que hoy se daría. Omelette acompañado de tocino y agua de uva. - No te preocupes, por favor Evangeline podrías ayudar a Jennie con el huevo – comento la Madre Charlotte, a lo cual asentí, rápido me lave las manos y me dirijo a un lado de Jennie. - Buenos días Jennie – le sonreí, tome un huevo, rompiéndolo y enseguida colocando el huevo en un bowl y la cáscara la desechaba. - Hola, Evan ¿Oye te fue bien con la maestra Simons? – pregunto curiosa, Jennie y yo siempre nos hemos llevado muy bien tanto que la he considerado mi hermana, ella lleva los mismos años que yo aquí y pues como no considerarla como una hermana. Estuvimos platicando un buen rato hasta que fue la hora de receso, apartamos cada una el nuestro y comenzamos a entregar, a mí me todo en el área de agua, junto con la madre Charlotte, con ella casi siempre no había algún tema de conversación. Toda la entrega de agua fue en silencio a su lado. - Señoritas, Smith Clara y Lowen Evangeline, por favor a la oficina de la madre superiora, Señoritas, Smith Clara y Lowen Evangeline, por favor a la oficina de la madre superiora. – se escuchó en los altavoces, mire a la Madre Charlotte y ella solo suspiro y me dedico una mirada… ¿Triste? Fruncí el seño, ¿Vi bien? - Ve antes de que te llamen la atención – la madre Charlotte solo me dijo eso mientras regresaba a lo que estaba haciendo. Sin más solo camine hacia la salida no sin antes quitarme el mandil y tomar mi mochila, tomando rumbo hacia la oficina de la Madre Superiora. Tenia entendido que cada vez que llamaban a alguien era por qué había llegado alguien para ser adoptada, este orfanato era solo para mujeres y todas eran criadas por Novicias, pero era raro que vinieran a adoptar a una chica de casi dieciocho años. Mi cabeza estaba haciendo mi preguntas y claro que no iba nada emocionada, si no curiosa, Clara Smith era una niña que acababa de cumplir trece años hace unos meses, así que con eso perdía toda “ilusión” de ser adoptada. Al llegar toque la puerta con dos golpes, mire a la izquierda y venía corriendo Clara quien venía haciéndose una coleta, en su rostro se veía la emoción, en cambio en mi yo sé que se veía la seriedad y la curiosidad. Este instituto era muy pequeño en gente, en edifico era grande, pero se que teníamos de chicas un máximo de cien, así que conocía a la mayoría de las chicas. Clara se colocó a lado de mí y antes de que me dijera algo abrieron la puerta, era una novicia novata creo que su nombre es Selene o Sandra, no recuerdo solo se que su nombre empieza con la letra S. - Buenos días niñas – hablo la madre superiora – por favor tomen asiento. Las dos obedecimos de inmediato y toda mi curiosidad se convirtió en nerviosismo, era la primera vez que entraba aquí, era muy grande y había muchos libros y un cuadro muy grande de Jesús dónde tenía un corazón con espinas en el pecho y sus manos mostraban dos huecos donde se mostraba que lo habían colocado en la cruz. - Buenos días, Madre – la voz suave de Clara, me trajo a la realidad fuera de mis voces internas. - Bueno niñas le comento del porque se le hizo el llamado, fue porque alguien se interesó en adoptarlas, tal vez a ambas o solo a una – fruncí un poco el seño y mire hacia el escritorio ahí estaban dos carpetas abiertas con todos de nosotras dos, eran nuestros papeles. - Perdón que la interrumpa ¿Pero está persona está interesada en adoptarme a mi? – dije con una sonrisa nervosa. – estoy a unos meses de cumplir dieciocho… - Lo sé Evangeline, pero está persona vio la información de todas y se interesó en ustedes dos, así que se los presentaré – comento la Madre – Sandra, por favor trae al señor Miller. Lo sabía era Sandra -me dije a mi misma. - Enseguida Madre Superiora – la voz de Sandra se hizo presente y enseguida salió. No pasaron más de cinco minutos cuando la puerta se abrió una vez más, vi de reojo que la madre superiora se puso de pie e inconscientemente Clara y yo nos pusimos de pie al mismo tiempo. - Hola Señor, Miller – la voz de la madre superiora hizo eco en mi cabeza. - Buen día – una voz tan profunda y ronca que me erizo los bellitos de mi nuca, levanté la vista y juro que eran los ojos azules más bonitos e hipnotizantes qué había visto en mi vida.