Me levanto para volver a encontrar un poco de lógica en todo lo que estoy descubriendo ahora. Me estoy quedando de piedra ante todo lo que aparece frente a mi y en un torrente..., de locos. Cada nueva cosa que descubro me deja la sensación de haber estado viviendo una mentira hasta hace solo días atrás. Nada de lo que parecía ser, en realidad es. Voy a acabar enloquecida. —¿Seguimos casados? —susurro con resquemor. —Es usted mía, señora Osborne —bromea tomándome de las rodillas y pegándome al borde de la cama en donde permanece con las piernas abiertas. —Por eso te reías cada vez que te decía que iba a casarme con Oscar —empiezo a entender mientras él me va sacando la ropa de encima —. Pero entonces, ¿qué haces prometido? —Mi familia ha asumido que voy a casarme con esa mujer pero y

