—Hace tanto tiempo que no me sentía así con una mujer... —la melancolía en su voz se acompaña de caricias a mi espalda desnuda. Estoy acostada boca abajo. Y me resiente su comentario. —No soy cualquier mujer, guapo —me da una nalgada y río metiendo la cara contra la almohada —. No hables de otras conmigo. Ten más respeto por tu vida. ¿Quieres que te asesine? —Si me vas a estrangular que sea con tus piernas —me muerde suave y nos deshacemos en carcajadas hasta ponerse serio —. Siempre pude hablar de todo contigo —me besa la espalda. —¿Quieres que te hable yo, de Oscar? Seguro te sienta de puta madre. —No me toques los cojones, Lara —me río al ver que se mosquea —. Y sí, dime que ha pasado exactamente. Cuéntamelo todo. Es cierto que hemos tenido poco tiempo para entender cómo fue que v

