Le arropo entre mis piernas y me dejo devorar por su avaricioso boca que muerde, chupa y besa la mía con desesperación.
Gemimos alto, cerca de rompernos las voces celebrando una pasión que estaba agazapada en tres años de extraña distancia.
Aprieto mis muslos a sus caderas y sus manos vuelan a mis pechos palpando toda su piel por encima de la ropa. Me desboco tirando de su pelo, atrayendo su rostro tan cerca como puedo del mío intentando que mi deseo por seguir, esconda los temores a las consecuencias de estos actos.
—¡Para, nena...para! —suplica sin aliento.
—Te he echado de menos —confieso.
Sorprendentemente para mí él se sienta y me lleva consigo. Los dos estamos agitados y quedamos frente a frente. Sonríe y me río tímida. Pega nuestras frentes y labios por un segundo más hasta q
